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Con mi suegra y sus sobrinas
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Apenas teníamos hospedado 2 días en la casa de mis suegros cuando mi suegra nos propone salir a visitar a sus sobrinas que vivían aproximadamente a unas seis cuadras de su casa, alegando que estaban solas en el hogar de una de ellas debido a que sus esposos por cuestiones de trabajo debieron viajar coincidiendo con la cuarentena por culpa del virus chino y por ende quedando confinados en sus respectivos destinos. En cuanto a los hijos cada uno estaban con sus abuelos hasta que se levantara la alerta de alarma, por tal motivo ambas mujeres se estaban haciendo compañía mutuamente. La otra cuestión era que deberíamos hacer el recorrido caminando, cosa de poco agrado para mi esposa y su papá. Así que decidimos ir mi suegra y yo.

Solamente habíamos salvado media cuadra cuando mi suegra trae a mis recuerdos lo que vivimos ella, mi cuñada y yo, diciendo lo maravilloso de toda esa experiencia, deseando revivirla, también lamentaba que mi cuñada no pudiese participar debido a que se encontraba de reposo por haber tenido un bebé recientemente, cuyo parto ameritó cesárea y por si fuera poco la esterilizaron, no tenía más de dos meses.

Yo escuchaba atentamente lo que la madre de mi esposa hablaba, seguimos caminando y conversando, las calles estaban desiertas, por lo que sin perder tiempo y con bastante precaución aproveché de meterle mano, como pude levanté un poco la falda con que vestía, le agarré su vagina, la cual estaba bien depilada y húmeda, también toqué sus nalgas, le dije que lo que más extrañaba era cogerla por el culo, otra cosa que me gustaba era lo sabroso que mamaba mi miembro.

Ella alegó que el sentimiento era mutuo, acotó que en varias ocasiones había conversado con su hija lo rico que las habían pasado y verían la forma de que sucediera otra vez. Estábamos tan concentrados en la charla y en las caricias cuando reparábamos de lo cerca de nuestro destino.

Al llegar a la casa de sus sobrinas tenía una buena erección haciéndoselo saber a mi suegra lo cual como respuesta a mi situación sólo atinó a sonreír de manera depravada.

Tocó el timbre de la puerta abriéndose la misma de manera instantánea, ante el recibimiento de la prima de mi mujer que salió a nuestro encuentro sentí algo de vergüenza porque el bulto que había en mi entrepierna se notaba a leguas, entre apenado y excitado nos damos un abrazo, quería que me tragara la tierra por tan bochornoso espectáculo, mi suegra disfrutaba con todo lo que estaba sucediendo.

La mujer nos invita a entrar a la casa, en la sala de estar nos esperaba la otra sobrina, hicimos el mismo ritual de bienvenida, pero me percato que la que saludó de primera le colocó seguro a la puerta, noté también que las ventanas estaban cerradas y con las cortinas colocadas, después de unos minutos no le di mucha importancia.

Charlamos por espacio de diez a quince minutos, nos pusimos al día y todo eso, por la forma conservadora en la que estaban vestidas las dos mujeres y el rumbo normal del diálogo pensé que lo vivido poco antes con mi suegra había hecho volar mi imaginación, dando por sentado todo eso me dispuse a continuar aquella charla con las tres mujeres con total naturalidad, pero que ingenuo fui.

De pronto mi suegra lanza una mirada a sus sobrinas y al comenzar hablar me dijo “querido yerno, no solamente he compartido nuestra vivencias con mi hija menor, también mis sobrinas están al tanto de tan sabrosa experiencia”. Verga, dije a mis adentros, en que lío estoy metido, asumo que notó mi preocupación, me dijo que estuviera tranquilo que me iba a gustar lo que pasaría, que tampoco me explicaría con lujos y detalles cuanto ellas habían hablado, para resumir ellas sólo deseaban vivir lo que mi suegra les había comentado, ciertamente ninguna había tenido tal experiencia con sus respectivas parejas y que tenían curiosidad.

En eso intervino la menor de sus sobrinas alegando que tenía sus reservas con respecto al sexo anal, pero con lo demás estaba de acuerdo. Yo no podía creer todo lo que estaba sucediendo, miré a las primas de mi señora y sólo pude notar era lujuria.

Mi suegra vuelve a tomar el hilo de la conversación y dice que lo íbamos hacer como ellas tres lo tenían planeado, ambas mujeres aceptaron sin chistear, la madre de mi esposa se me acerca, toca mi pene por encima de mi pantalón, parpando con suavidad y para calentarme me explica que a la primera a quien voy a coger es a ella, como si fuera poco ella me lo iba a chupar un poco para que se pusiera más erecto y duro, después de eso que la penetrara analmente y para que sus sobrinas viesen como lo hacíamos.

Sin más palabras procedió desnudarme, para inyectarle más morbo a la situación, ella sólo se quitó las puras pantaleta y subiendo la falda con ayuda de sus sobrinas, una de ellas aún vestida le dice a su tía que quería darme un poco de sexo oral, a lo que mi suegra le responde que sólo un poco, que para todas había, sin más ni más se arrodilló y se llevó mi pene a su boca succionando de manera algo torpe pero sabroso, así permaneció sólo por un par de minutos hasta que su tía la interrumpió, mi suegra dándome la espalda se inclina un poco y con sus manos abre sus nalgas dejando ver su orto risadito y cerrado, me conmina a darle unos lengüetazos, lo cual sin perder tiempo, introduzco mi lengua en ese tan anhelado culo, las primas de mi esposa no perdían detalles y conforme iba haciendo ellas se iban calentando.

Estuve besando y lamiendo tan exquisito manjar, ya al notar los gemidos de mi suegra me incorporé para penetrarla por tan ansiado culo.

Agarré mi pene y fui apuntando hacia su ojete, al colocar la cabeza en la puerta de aquella entrada ella dio un respingo y girando la cabeza me da un beso apasionado, luego me dice que la penetre con suavidad ya que desde la última vez que la cogí por el culo nadie más había usado su retaguardia, ni siquiera su esposo, ya que ese culo me pertenecía sólo a mí, dicha confesión me calentó más y poco a poco fui penetrándola hasta sentir que estaba todo dentro de ella, dejo un momento hasta sentir que ya su ano se había amoldado a mi miembro, empiezo a bombear cada vez más aceleraba e iba aumentando el ritmo de cada embestida, ver la cara de sus sobrinas era todo un poema.

La calentura de ellas era cada vez mayor, estuve cogiendo a mi suegra por el culo por un periodo de veinte minutos hasta que una de las primas de mi esposa, la que no comulgaba con el sexo anal nos interrumpió para ser ella penetrada por mi, sin mediar palabra le saqué el pene a mi suegra que ya se había corridos de maravilla, desvistiéndose y colocándose en cuatro, dejando el culo en pompa, al igual que mi suegra lubriqué ese culito virgen, traté de estimular su esfínter, tal vez por la excitación quiso ser penetrada sin miramientos.

Mi suegra y su otra sobrina procedieron a separarle las nalgas para así facilitar la cogida, le coloque la punta del pene en la entrada de su orificio y fui empujando, en principio ofreció su esfínter un poco de resistencia, quizás sería lo caliente que estaba esa muchacha que de un sólo golpe le entró todo hasta el fondo, ni grito pero si gimió como una loba, ella fue quien marcó el ritmo de cada embestida, se meneaba de manera salvaje hasta conseguir un orgasmo monumental, que la hizo convulsionar literalmente y cayó rendida y jadeante, yo no sé si era por la emoción pero sentía como si estuviera la leche catalizada, tardaba en correrme, ahora fue el turno de la última mujer, estaba también excitada.

Ella ante todo ése espectáculo se estuvo masturbando alcanzando tremendos orgasmos, me pidió que me lavara para hacerme sexo oral, ya estando limpio mi pene, me dio una manada excelente cuando estaba a punto de correrme y así se lo hice saber, me dijo que ella no sería la excepción y que le acabara en su ano, lo metí poco a poco y en eso de unos diez minutos la llené de leche por la retaguardia.

Descansamos unos minutos e hicimos los cuatro una especie de orgia donde ellas se turnaban para ser penetrada, tanto vaginal como analmente, la fiesta llegó a su fin con sus respectivas promesas para repetir mientras dure la cuarentena.

Continuará.

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