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Con mi novia y mi novio por primera vez
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hola, soy Nina. Estoy en pareja con Fer, desde hace 10 años.  Yo tenía 20 años y el 35 cuando vos fuimos a vivir juntos. En todos estos años siempre fuimos muy libres.

Él sabía que yo tenía una amante, una chica de 25 años. Nunca me dijo nada. Fer, alguna vez me contó que había estado con otra chica.

Un sábado fuimos a un bar los dos solos. Por casualidad coincidimos con mi amante. Sandra. Era la primera vez que se veían.

-Chicos, no necesito grandes explicaciones, Fer, ella es Sandra.

Estuvimos charlando tranquilos, tomando whisky, y riéndonos de tonterías.

-¿Queres estar con las dos? Le pregunté a Fer cuando Sandra fue al baño.

-No tengo problema, solo que voy a elegir con quien estar si ella está de acuerdo.

-Ok.

Sandra estuvo de acuerdo, y un rato después, fuimos a nuestra casa.

-Suban y empiecen sin quieren, yo me voy a servir un whisky. Dijo.

Subimos, nos quitamos la ropa y comenzamos a besarnos y acariciarnos en la cama. Momentos después llego Fer, y se sentó en la cama. Cuando quise ir hacia él me detuvo.

-Nina, tranquila, no te preocupes.

Seguimos con Sandra, ella me chupó la concha, sacándome varios orgasmos, yo hice lo mismo, con el mismo resultado. Me senté en la cama.

-Fer, ¿Qué pasa amor? ¿Te molesta que esté Sandra?

-No, ya te dije. Al contrario, me encanta que esté.

-Pero no participaste, ni siquiera tuviste una erección. No te excitaste.

-Excitado, estoy. Suponía que este día iba a llegar. ¿Puedo darte un regalo?

-¿Un regalo? Si claro.

Fer fue al placard, y saco una bolsa. Y de ella una cajita.

-Chicas, esto es un aceite especialmente formulado para mujeres. Se enchufa, y cuando se prende esa luz está listo para usarse. Es para acariciarse, y lo importante es que se puede usar en todo el cuerpo, incluso no hay problemas en que se besen la piel con esto en ella.

-Wow, nunca pensé que podías a hacer esto, regalarme algo para gozar con otra mujer. Dije y le di un tremendo beso.

¿Puedo probarlo?

-Por supuesto.

Lo enchufe y nuevamente nos besamos con Sandra por un tiempo, hasta que se prendió la luz. Puse un poco del aceite en mis manos y comencé a acariciarla. La temperatura del aceite, la forma que permitía que se deslicen mis manos y el aroma que emanaba era impresionante, solamente el aroma ya me excitaba.

Cuando mis dedos entraron en la concha de Sandra instantáneamente le dieron un orgasmo. Me acosté a su lado, y mientras la masturbaba le chupaba los pechos, cubiertos de aceite. Nuestra excitación fue subiendo a niveles que no conocía.

Ella con una mano sostenía mi mano en su concha, mientras que con la otra apretaba mi cabeza contra sus pechos.

-Nina, esto es tremendo, nunca tanto placer y orgasmos. Dijo Sandra.

Baje con mi boca a su sexo, y el aroma que emanaba, mezcla de sus jugos y el aceite era único. Juegue con mi lengua en su clítoris mientras mis dedos entraban y salían de su concha suave pero enérgicamente, todo muy loco. Ella no paraba de gozar sus orgasmos.

Lleve mi lengua a su concha, y fui metiéndola y chupando alternativamente. Mi mano, aún con aceite, busco mi concha, y me fue masturbando mientras mi boca se ocupaba de Sandra.

Unos momentos después, las dos estábamos como locas. Orgasmo tras orgasmo.

Fer se acercó a mí, y me mostro un arnés con un consolador de buen tamaño, casi como el de su pija en plena erección. Sonreí. Me levanté y me ayudó a ponérmelo. Puse un poco de aceite en el consolador y en el pecho y concha de Sandra. Lentamente la penetré y Sandra tuvo un tremendo orgasmo. Me acosté sobre ella y bombeaba mientras nos besábamos sin parar.

Me di cuenta que Fer no participaba para nada, lo miré y estaba sentado en la cama, acariciando su pija parada. Nuevamente traté de tocarlo, pero no me dejó.

Luego de una tremenda acabada, Sandra me pidió que la deje a ella darme placer.

Me saque el arnés y me acosté. Ella puso aceite en mi cuerpo y me acarició por completo. Increíblemente, empezaron mis orgasmos, suaves y prolongados sin siquiera me toque el clítoris o la vagina.

-Fer, sos un divino, esto es maravilloso. Dije totalmente extasiada por el placer.

-Me alegro amor. Dijo él.

Sandra con su lengua hacía maravillas en mi concha. Sus manos jugaban con mis pechos mientras me chupaba y me volvía más loca si eso es posible.

-¿Me ayudas? Le dijo Sandra a Fer. Era para ponerse el arnés.

Pero contra lo que esperaba, me hizo poner boca abajo. Se sentó sobre mis piernas y sentí como el consolador se apoyaba entre mis cachetes. Puso aceite en mi espalda y sus manos lo esparcieron completamente. Apoyo sus pechos en mi espalda y me besaba el cuello.

Se levantó e hizo que separara mis piernas. Yo estaba perdida en el placer que me daba y lo hice. Su lengua comenzó a jugar con mi ano. Puso aceite en sus manos y me acariciaba el culo muy lentamente. Parte del aceite fue a mi ano, y su lengua se ocupó de esparcirlo bien, y lentamente comenzó a penetrármelo.

Nunca ella lo había hecho, ni yo había aceptado que juegue con sus dedos en mi culo, tampoco le permitía a Fer. Pero ahora todo era distinto.

Nuevamente se acostó sobre mi pecho y sentí como el consolador se apoyaba en mi orto, pero solo eso. Sandra se frotaba con sus tetas en mi espalda, me besaba el cuello y el consolador no me penetraba. Yo estaba loca de excitación y quería que me penetre el ano sin más.

-Sandra, por favor, metelo. Le dije.

-No soy yo quien te tiene que sacar la virginidad del orto. Dijo y cuando la escuche, estalle en un orgasmo tremendo.

Sandra se levantó y vi que le daba un besito a Fer en los labios, se quitaba el arnés y se sentaba a su lado.

Me quedé quieta un momento deseando que Fer me poseyera. Pero no lo hizo.

Me puse a su lado, lo besé y me abrace a él.

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