La charla siguió mientras desayunábamos, y las miradas de Cata eran super caliente. Yo la miraba a Carla y le guiñaba un ojo.
—Sos un animal, me hiciste mierda el culo… pero que placer sentirte por favor… –Dijo Cata.
—Y tu culo, un placer gozarlo.
—Desgraciado… —Dijo Carla.
—¿Celosa? —Pregunto Cata.
—Muy…
—¿Les parece si voy a hotel, paso por un shopping y traigo mis cosas, aunque sea hasta mañana? —Pregunté.
—Me encantaría, ¿vos tenés algún problema Cata?
—Para sentarme… No, al contrario. ¿Puedo ir con vos Sergio? Necesito pasar por una farmacia.
—Por supuesto.
—Ojo lo que haces Cata…
—No estoy para hacer nada… te lo aseguro.
Subimos a mi camioneta y nos dirigíamos a Córdoba cuando Cata me preguntó:
—¿Qué pensás Sergio?
—¿De qué hablas?
—De mi hermana.
—No pienso nada Cata… ni pienso decir nada.
—Y si yo te dijera…
—Si llegas a decir algo, paro al costado de la ruta y te rompo el culo otra vez.
—Sos muy capaz… —Dijo y la miré sonriendo.
Mientras yo retiraba mis cosas y pagaba el hotel, Cata me esperaba en la camioneta. Subí y me guio a un shopping donde entre otras cosas había una farmacia. Ella compro un par de cremas y fuimos a ver una malla para mí.
—¿Qué te parece esta? —Le pregunté mostrándole una sunga.
—Que es una bestialidad si te pones eso…
—Tu bikini no es mucho menos…
—Cierto…
Volvíamos y Cata miraba hacia adelante pensando.
—¿Qué pensás? —Pregunté.
—Te vas a reír de mí… Estoy mojada… nunca me pasó con un tipo, acordarme de anoche y mojarme…
—¿Puedo comprobarlo?
—Sergio, no seas hijo de puta…
Vi que metros más adelante había un espacio para hacer picnic, arbolado y vacío y detuve la camioneta.
—¿Qué vas a hacer?
—Comprobar lo que dijiste.
—Sergio…
—Bajemos…
Bajamos y aprovechando que estaba con una mini, puse mi mano sobre su tanga y estaba empapada. Ella suspiro y me miró seria…
—Muy mojada… —Dije y tomándole la cabeza le di un beso con todo.
Ella dejo los brazos colgando, sin abrazarme. Sin dejar de besarla llevé mi mano nuevamente a su concha y corriendo la tanga, la fui acariciando y jugando con su clítoris. Me sorprendía que no se moviese, y se dejase hacer. La hice girar, apoyando su pecho contra la puerta de la camioneta y ella separo las piernas y puso sus manos al costado de la cabeza.
Besándole la nuca, tome una de sus manos y la apoye sobre mi pantalón, justo sobre mi pija que estaba parada. Ella suspiró y la acariciaba, con una mano, fui a su culo y ella separó aún más sus piernas. Puse mis dedos sobre su culo y ella se estremeció, lentamente fui acariciando su ano, en círculos, pero sin penetrarla. Empezó a gemir sin parar y me apretaba la pija por sobre el pantalón…
Con una mano le apretaba un pecho, mientras con la otra jugaba en su ano, o en el clítoris, pero siempre sin penetrarla. Cuando sentí que estaba por llegar a un orgasmo, me separé y le dije:
—Subí, vamos.
—¿Qué?
—Que subas.
—Subió y me miro furiosa.
—¿Qué pasa que me miras así?
—Te odio, me dejaste peor que una fundición de acero…
—Interesante… ¿Hay alguna forma de calmarte?
—Por supuesto que hay… que me cojas, por donde quieras, como quieras, pero que me cojas…
—No… Dame la mano. —Dije y ella extendió su mano y la puse sobre mi pija que estaba parada.
—Hijo de puta… no podes…
—Sacate la tanga y separa bien las piernas.
—Sergio, estas manejando…
—Vos no… Bueno, si no querés…
No me contesto, y sin dejar de acariciar mi pija se quitó con la otra mano la tanga y separo las piernas.
—Tocate.
—No…
La tomé de los cabellos y la hice acercarse. Quitando solo un segundo la vista del camino, la miré a los ojos y le dije:
—Tocate. —Y la solté.
Ella llevó su mano y se empezó a tocar y a gemir…
—Hijo de puta, no me podés estar haciendo esto…
—Vos lo estás haciendo, yo manejo…
—Y me ordenas que hacer… y yo como buena sumisa, te hago caso…
—¿No eras dominante?
—Con vos imposible… sos… Agg… sos imposible de dominar y me encanta ser sumisa con vos…
—No quiero que acabes…
—Sergio, por favor, dejame acabar…
—No…
—Hijo de puta… —Dijo y dejo de tocarse…
—Tenes que ponerte crema en el culo.
—Cuando llegue a casa…
—Ahora… y bien adentro…
—Maldito desgraciado…
Tomo la crema, la abrió y puso un poco en un dedo. Volvió a apoyar su mano en mi pija, se puso de costado y empezó a meterlo.
—Duele…
—Necesita más crema…
—La puta madre…
—Más…
Ella se puso más en el dedo y ya estábamos circulando por Carlos Paz.
—Movelo, así penetra bien…
—Me estás haciendo pajear el culo maldito…
—Pero no podés acabar…
—Hijo de puta…
Llegamos y cuando entramos la cara de Cata era de furia total.
—¿Qué te pasa Cata? —Pregunto Carla.
—Que este hijo de puta me hizo pajearme, concha y culo… y no me deja acabar, tengo 25 orgasmos atravesados y no doy más.
—No podés ser tan desgraciado…
—Me voy a poner la malla.
—No… —Dijo Cata y Carla se rio.
Me puse la malla, Carla armo unos sándwiches y fuimos al quincho a comer los tres y tomar cerveza.
—Carla… tu hermana es sumisa…
—Desgraciado… —Dijo Cata.
—¿En serio?
—Sí, veníamos, y pare en un bosquecito, bajamos y no sabes como se dejaba hacer, la puse contra la camioneta dándome la espalda, puso las manos a la altura de la cabeza y separo las piernas sin que yo diga nada.
—Ah bueno… ¿En serio Cata? —Pregunto Carla.
—Si… —dijo bajando la vista y Carla me miró sonriendo.
—Entonces tenés dos sumisas…
—Dos sumisas y dos dominantes… se me ocurren varias cosas… —Dije.
—Contame Sergio. —Dijo Carla…
—Mejor, terminemos los sándwiches y entremos…
—Bueno…
Cuando entramos fuimos directo al dormitorio.
—Quiero verlas jugar, pero sin aparatitos, nada y sin meterse dedos, claro. —Dije.
Mientras ellas se comenzaban a besar, yo me quité la sunga y me senté apoyado en el espaldar de la cama. En segundos se quitaron las mallas y se besaban y acariciaban sin parar. Carla asumió una posición dominante como yo esperaba y Cata no intento serlo. Carla la hizo poner de rodillas en la cama, y le chupaba los pechos mientras le acariciaba la concha, el culo. Cata gemía cada vez más fuerte y no quitaba su vista de mi pija parada.
—Cata, chupame despacio, tranquila la pija, y vos Carla, chupale la concha y el culo.
—Que placer me voy a dar… —Dijo Carla.
Cata apenas se podía contener para chuparme despacio, Carla le fue sacando orgasmos y el cuerpo de Cata no paraba de temblar…
—Me están cocinando el cerebro, paren por favor.
—Cata, te aseguro que esto recién empieza… —Dijo Carla.
Cata la escucho y tuvo un orgasmo.
—Sentate en mi boca Cata, mirándome…
—No, por favor…
—Sí… no quiero dejar de saborear tu concha…
Carla le dio un chirlo en el culo y ella se puso sobre mi boca y empecé a chuparla, mientras Carla me chupaba despacio la pija. Cuando Cata sintió mis dientes apretando su clítoris y mi lengua golpeándolo grito con todo y tuvo un tremendo orgasmo, no me detuve y pasé a su concha, chupándola y metiéndole mi lengua todo lo que podía.
Cata no paraba de gemir y de tener orgasmos. Le hice una seña a Carla y se puso a chuparle los pechos mientras yo no paraba de chupar su concha… Estuvimos un par de minutos y le dije que me monte. Como pudo, se puso sobre mi pija y Carla guio mi pija para que la penetre a la hermana. Cata grito de placer cuando fue bajando y mi pija entrando en su concha.
—Animal, no podés estar destrozándome así. Apenas entra… —Gritó.
Carla le dio un chirlo en el culo para que se mueva y siguió chupando los pechos de la hermana, que subía y bajaba como enloquecida, gritando y gozando, la tome de la cintura y a sus movimientos sume los míos y en unos minutos acabe en su concha con todo, llenándola de leche por completo…
—Ahora vas a conocer a Sergio hermanita… Chupale le pija.
—Yo no doy más Carla.
—Chupale la pija y vas a ver como podes…
Cata le hizo caso y se puso a limpiar y chupar mi pija de rodillas, mientras Carla le chupaba la concha y tragaba todo el semen y fluidos que salían de ella… Ahora Cata chupaba con todo, metiéndose toda mi pija en la boca, teniendo arcadas, tosiendo, pero no paraba…
Vi que Carla se puso el arnés y en él colocó un consolador… y se puso a chuparle el culo y meterle dedos a la hermana, que no paraba de chupar y gritar con mi pija en su boca.
—Ahora es mi turno de darte placer Cata… Ven… —Dijo Carla.
Y tomándola de la mano, hizo que cata se sienta sobre mi pija, dándome la espalda y haciendo que apoye mi pija en su orto.
—Carla, no por favor, no doy más, y tengo el orto que no da más…
—Tranquila Cata… que vas a gozar como tu hermana…
—Dios…
Y lentamente fue bajando y enterrándose mi pija en el culo. Escuchaba como sollozaba y gemía, Carla le chupaba los pechos y le acariciaba la concha.
—Así hermanita, goza como una yegua por primera vez en tu vida… aprende lo que es el placer que te da un verdadero hombre. —Dijo Carla.
En ese momento se paró al lado de la hermana y le dio a chupar el consolador. Para mi sorpresa, Cata se puso a chuparlo con todo, y aumento sus movimientos de subida y bajada sobre mi pija…
—Cuando vos me digas Sergio… —Me dijo Carla.
Pasaron unos minutos y le avise que estaba cerca… Carla se puso frente a la hermana, levanto un poco las piernas de Cata y lentamente fue penetrando su concha.
—Hija de puta… —Gritó Carla.
—Goza Cata, goza…
Ahora éramos Carla y yo los que nos movíamos, yo, levantando un poco a Cata para poder entrar y salir bien de su culo. Por casi cinco minutos la estuvimos cogiendo de esa forma y cuando acabé Cata tuvo un orgasmo bestial y quedo temblando. Carla no se detuvo hasta tener su propio orgasmo cogiendo a su hermana, y cuando lo tuvo, le dio un tremendo beso.
Las dos se corrieron, para acostarse besándose tiernamente. Yo me paré y me empecé a masturbar, mi calentura no bajaba para nada…
—Cata, míralo…
—No puede ser Carla, es imposible…
—Con Sergio todo es posible y es un terrible alago para nosotras… Ponete de rodillas y chupale la pija, yo me ocupo de vos.
—No… por favor…
—Te va a coger la boca boluda…
—Desgraciado… —Dijo Cata y se puso a chupar con todo.
Carla se metió entre las piernas de Cata y le metió el consolador en la concha. Pareció que Cata revivía y empezó a cabalgar a la hermana que se apretaba con todo las tetas y le metía dos dedos en el culo a Cata. Yo tomé su cabeza y la empecé a coger con todo, Cata con los brazos colgando al costado de su cuerpo se dejaba hacer por mí y por la hermana. Cuando estuve a punto de acabar, me masturbe frente a ella que abrió su boca y trago todo, se limpió los labios con la lengua y me limpio la pija.
Carla se corrió y Cata se tiró en la cama.
—Seguís siendo un animal… te amo por eso… —Dijo Carla me dio un tremendo beso.
Miramos a Cata y estaba dormida. Con Carla nos pusimos las mallas y cuando íbamos a salir a la orilla del lago me dijo:
—Sergio, no podés ir con esa sunga… es pornográfico.
—Única malla que tengo…
Tomamos dos lonas y fuimos a la orilla del lago. Nos tiramos boca arriba en silencio y al rato escuché la risa de Carla.
—¿De qué te reis?
—Boludo, todas las minas pasan mirando tu bulto, una ya paso mirando cuatro veces.
—No jode que miren…
—Una se acerca y le parto la cara…
—¿Cómo pudiste compartirme con tu hermana?
—Justamente, porque es mi hermana. Con ella es la única que puedo compartirte.
—¿Hablamos?
—¿Es necesario? ¿No querés que vaya a buscar nada a Córdoba caminando?
—Entonces no hablamos. —Dije y nos quedamos callados.
Tomamos sol un rato y volvimos a la casa para meternos en la pileta. Cata seguía durmiendo. Nos metimos en la pileta y ella se sacó el corpiño de su bikini para tomar sol.
—¿Gozaste con Cata?
—Pregunta pelotuda. Claro que goce. ¿Vos? —Dije.
—Goce con ella, viéndote gozar a vos y cumpliendo dos fantasías al mismo tiempo.
—¿Cuáles?
—Verte coger a una mina, y hacer un trio con mi hermana, pero no con cualquier tipo, con vos.
—No me imaginaba que tuvieras esas fantasías…
—¿Vos no tenés fantasías para cumplir?
—Un par… pero nuevas, de hoy…
—¿Cuáles?
—Atarte a la cama, y hacer que mires como cojo a tu hermana.
—Hijo de puta… ¿y la otra?
—Soltarte y dejar que Cata se saque las ganas con vos…
—¿Y vos?
—Sorpresa, lo que Cata diga.
—Sos muy mal tipo.
—Mal tipo, un hijo de mil putas es este tipo, no sé de que hablan, pero no puede existir este tipo, por favor… ¿De qué hablan? —Dijo Cata acercándose.
—Primero, ¿Estás bien?
—Carla, imposible estar bien después de lo que me hicieron… Estoy genial, nunca estuve mejor… Aunque físicamente destruida, y mi cerebro quemado.
—Sergio me contaba un par de fantasías, que te involucran por cierto.
—Por favor, dame un poco de tiempo para recuperarme querido, así no estoy para nada…
—Una de sus fantasías es atarme, y hacer que vea como te coge.
—Hijo de puta… me está gustando.
—Y la otra, es soltarte, y que hagas con Carla lo que vos quieras, y que decidas que hago yo…
—Ahora me gusta mucho más la idea… Pero por favor, dame tiempo, por lo menos hasta la noche…
Basura, soy tu hermana.