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Con mi amigo Buga (VI): Por fin siento su leche
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Este es el sexto relato de una serie de aventuras que sucedieron con mi mejor amigo, él se dice Buga, pero solo él y yo sabemos la verdad.

Después de haber sido casi descubiertos por su hermano, no me quería quedar con las ganas de sentir su leche dentro de mí, hasta ahora habíamos cogido con condón y mi boca ya había probado sus jugos (Con mi amigo Buga IV, El excitante viaje en moto) pero mi culito no.

Estábamos acostados en su cama, aún suspirábamos por la emoción de ser casi descubiertos y por la corrida que cada uno de nosotros habíamos tenido, en ese momento llega un mensaje de su hermano – carnal, nos vamos a quedar en casa de la tía, llegamos hasta mañana por la tarde, dice mi mamá que en el refrigerador hay comida – J me dijo -ahora si cabroncito, tenemos toda la noche y vas a sentir mi leche- y me dio un beso – Pero antes vamos a reponer energías que muero de hambre y sed – Aunque ya habíamos comido, ya teníamos hambre otra vez, posiblemente producto de la calentura y la emoción del momento.

Fuimos a la tienda de la esquina y compramos un six de chelas (cervezas), unas botanas y unos refrescos, él se sentó enfrente de mí, empezamos a comer y yo quitándome el zapato estiré mi pierna y con el pie empecé a masajear su bulto sobre el pantalón, el solo levantó la mirada y seguimos comiendo como si nada pasara, de vez en cuando retiraba mi pie y sin que el supiera cuando, lo volvía a masajear, cada vez lo sentía más duro. terminamos de comer, parándome junto a él, le di un beso de lengua, empecé a bajar lentamente a su cuello y a mordisquear el lóbulo de su oreja, el giró su silla y me llevó a sentarme sobre sus piernas, nos empezamos a comer las bocas como si la vida nos fuera en ello, los besos eran frenéticos, nos mordíamos los labios, chupábamos nuestras lenguas, mientras nuestras manos recorrían el cuerpo del otro, le quité la playera y la aventé sobre la mesa, el hizo lo mismo con la mía, ahora nuestros torsos desnudos se frotaban, lubricándose un poco por el sudor que empezaba a emanar de nuestros cuerpos.

Me levanté de su regazo y empecé a besar su cuello, llegué hasta sus tetillas que chupé y jalé suavemente con los labios, seguí bajando, su olor tan característico que se había vuelto el estímulo favorito de mi verga, golpeó mi nariz y la hizo empezar a crecer dentro del pantalón.

J manejaba suavemente mi cabeza e iba empujándola hacia abajo, llegué con la punta de mi lengua hasta su ombligo con aquella línea de vellos, que bajaba hasta su vello púbico, fui lamiendo esa línea hasta que me encontré con el resorte de su pantalón, el cual no tardo en abandonar su cuerpo, y dejar que su verga aun morcillona saliera disparada.

Me arrodillé frente a él y empecé a pasar mi lengua por su glande y por todo el tronco de aquel delicioso mástil, volví a subir asegurándome esta vez de ir recorriendo las venas que empezaban a marcarse, llegué hasta aquella cabeza y trazando pequeños ochos en su punta, solté un suspiro que había estado conteniendo, provocando que mi cálido aliento, impregnara aquella zona.

J hizo la cabeza para atrás, se deslizó en la silla abriendo las piernas, lo que provoco que sus huevos quedaran colgando afuera de la silla y se facilitara la mamada que estaba por iniciar, dirigiéndome una mirada cargada de lujuria, cerró los ojos y se dispuso a disfrutar de mi trabajo, el trabajo que más me ha gustado en la vida, yo volví a bajar con mi lengua rodeando aquel manjar, hasta que llegué al hermoso par de huevos que restregué en mi cara embriagándome de su olor a macho, sudor y corridas, mientras que con mi lengua estimulaba su escroto, intentando que cada testículo quedara de un lado de mi lengua.

Aprovechando que J tenía los ojos cerrados, levanté mi mano hacia la mesa y agarré un pequeño cubo de hielo del vaso en que él había estado tomando y sosteniéndolo entre mis dientes, empecé a pasarlo por la piel que cubría sus huevos, los cuales dieron un pequeño salto que estuvo acompañado de un suspiro entrecortado, empecé a subir aquel hielo por su verga que ya estaba repleta de venas hinchadas, algunas gotas del hielo se pegaban a su piel y escurrían hasta sus huevos, metí el hielo a mi boca y asegurándome de no tragármelo, llevé mis labios hasta su glande, que ya estaba completamente descubierto y empecé a meterlo poco a poco en mi boca, jugaba con mi lengua y apretaba suavemente su pene entre mis labios, llegaba hasta su base y volvía a subir y a bajar cambiando de ritmos y de presiones, mientras con una de mis manos me apoyaba en su muslo y lo sobaba, la otra mano se ocupaba de masajear sus testículos.

J volvió a abrir los ojos llevó sus manos a mis axilas y separándome un momento de su verga se puso de pie, llevó su mano a mi nuca empujando mi boca a su verga, ahora era el quien me cogía por la boca, sentía como sus huevos chocaban con mi barbilla y su glande topaba con la parte trasera de mi garganta lo cual me provocaba arcadas, pero el morbo de ser cogido de esa manera fue más grande, J cambiaba frecuentemente el ritmo de la follada que me estaba dando entre un suave vaivén que me dejaba respirar y una fuerte cogida que me hacía querer respirar.

En una de las salidas, me levantó del piso y nos volvimos a fundir en un ardiente beso, J me tomó por la cadera y me hizo darle la espalda, casi podía adivinar lo que seguía, pues J me había prometido preñarme y el siempre cumplía sus promesas. Así que casi por instinto, recargué mis manos sobre la mesa, J me besó la espalda alta y fue bajando poco a poco lamiendo y chupando cada centímetro de mi espalda, cuando llegó al resorte de mi pantalón lo bajó de un tirón junto con mis calzones, levanté mis piernas para deshacerme de la prenda, y sentí como J se hincaba en el piso y llevaba sus manos a mis caderas, acercó su boca a mis nalgas y las empezó a besar, lamer y a morder, me sentía en la gloria.

J empezó a deslizar su lengua desde mi espalda baja hasta mis huevos pasando por mi culo y luego en sentido contrario, pequeños quejidos empezaron a salir de mi mientras me inclinaba un poco más sobre la mesa para dejar a J hacer lo suyo, su lengua de pronto empezó a hacer movimientos circulares alrededor de los pliegues de mi agujero. Yo estaba en la gloria con mi verga completamente erecta y lubricada. Ahora J lamía, chupaba y movía su lengua, como un loco, en mi ano que ya estaba completamente lubricado. En ese instante sentí como J empezaba a introducir su lengua en mi agujero, empujaba con ella metiéndola y sacándola.

Ya no aguantaba más el deseo de tener su verga dentro de mí y le dije – cabrón, ya cógeme y dame tu leche- él se separó de mi culo y metiéndome dos dedos, que entraron con facilidad debido a la lubricación de su saliva me dijo – así me gusta cabroncito, que me pidas verga – se puso de pie y agarrándome con ambas manos por la cintura, empezó a colocar la punta de su verga en la entrada de mi ano.

Empecé a sentir aquel trozo de carne invadiendo mi cuerpo y la boca de J lamiendo mi cuello, de pronto sentí como sus huevos chocaron con mis nalgas, su verga estaba completamente dentro, J se recargó un momento en mi espalda antes de empezar un vaivén suave que fue incrementando de velocidad poco a poco. J sacó su verga de mi culo y me hizo darme la vuelta y mientras me daba un beso de lengua, me cargó y me sentó en la orilla de la mesa y llevándose mis piernas a los hombros volvió a introducir su verga en mi culo, la postura hacía que la penetración fuera muy profunda, y una mezcla de dolor y placer surgía de mis entrañas que eran sacudidas por su mástil.

Nuestros cuerpos estaban completamente sudados y nuestras vergas al cien. Se salió de mí y me cargó nuevamente sentándose en una silla, me ayudó a irme deslizando poco a poco hasta que su verga estaba completamente dentro de mí, y empecé a cabalgarlo rápidamente mientras nos besábamos al ritmo de la cogida. J agarraba mis nalgas con fuerza y las separaba, la respiración de J empezó a alterarse y me dijo estoy por correrme, eso me hizo darme el último sentón y quedarme con toda su verga dentro y empezarla a apretar con mi culo, J me jaló hacia el de modo que mi verga quedo pegada a su abdomen y clavando su boca en mi cuello, sentí 5 trallazos de su caliente leche que llenaba mis entrañas, en ese momento mi verga expulsó sendos disparos acabando sobre su abdomen.

Nos quedamos un momento en esa postura, J llevó sus brazos hacía su cabeza y yo aproveché para clavar mi nariz en sus axilas y aspirar su aroma de sudor que tanto me encantaba.

Hasta aquí termina este relato, donde por fin J pudo preñarme con su leche, aún hay más aventuras de sexo y pasión con J. En el siguiente relato les contaré la vez que J casi, fue pasivo en un viaje lleno de lujuria, juegos y leche.

No olvides dejar tus comentarios y si tienes sugerencias para hacer mejor mis relatos también te las agradecería. Si gustas que platiquemos, entonces escríbeme ([email protected]).

1. Con mi amigo Buga I, la primera fantasía

2. Con mi amigo Buga II, La segunda fantasía

3. Con mi amigo Buga III, La confesión de mi amigo

4. Con mi amigo Buga IV, El excitante viaje en moto

5. Con mi amigo Buga V, Un videojuego sexual

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