El novio de mi tía es increíblemente atractivo y sexy, tiene 33 años, es calvo, pero de una manera que lo hace más guapo que todos los hombres que he conocido, tiene una pequeña barba negra, ojos marrones, piel blanca.
Es corredor de carreras por lo que se mantiene en buena forma, tiene muy buenas piernas por el deporte que practica y los músculos de los brazos bastante desarrollados, además con sus pantalones siempre se le marca un miembro delicioso que sueño con algún día poder comerlo.
El día de hoy he decidido ir a casa de mi tía para hablar sobre el cumpleaños sorpresa que estamos organizando para una de mis primas.
El que me abrió la puerta fue su novio que se llama Emanuel, estaba sin remera y con mi vista le recorrí su perfecto abdomen, tenía puesto un pantalón que se le marcaba perfectamente su pene.
-Hola Emanuel- le dije aún en la puerta.
-Hola cariño, ven pasa- nos tenemos confianza así que para mí es normal que él me trate así.
Pase y note sus ojos fijos en mi formado trasero.
-Tu tía ha salido a hacer unas cosas, pero va a tardar unas horas.
Eso era perfecto.
-Bueno, la espero caqui- dije mientras me sentaba haciendo que mi ajustado vestido se subiera más arriba.
-¿Cómo te va en la facultad?- me pregunta Emanuel de repente.
Estoy estudiando para ser oculista.
-Bien, me va excelente, pero todavía me faltan 2 años para terminar la carrera.
-Eso no importa, vas a ser una gran doctora y la más hermosa- dijo sentándose más cerca de mí hasta el punto en que nuestras piernas se tocaban.
Yo le mire directamente su miembro que ahora parecía que estaba más levantado.
-Gracias y tú eres un corredor espectacular.
-Eres un amor, pero no exageres.
-No exagero, eres el mejor y el más atractivo que he visto- él se terminó de acercar a mí y con una de sus manos acaricio mi muslo.
Yo le puse mis manos en su pecho y fui bajando hacia su abdomen mientras acercaba mis labios a su boca.
-Disfrutemos del momento, mi cielo- me dijo antes de que me arrepienta y no necesite que me diga más nada por qué lo bese en sus labios y con un solo movimiento termine sentada a horcajadas sobre él besándolo con toda la pasión que sentía, con mucha lengua y saliva de por medio.
Sus manos fueron hacia el cierre del vestido que tenía atrás y lo empezó a bajar lentamente mientras me acariciaba por completo la espalda.
Yo no deje de besarlo ni de acariciarlo en ningún momento.
Me di cuenta de que ya estaba sin vestido porque Emanuel ya me estaba quitando mi bonita ropa interior de encaje, pero sin detener nuestra sesión de besos tan apasionada y esperada.
-Cariño, besas hermoso- me dijo cuando me quito el sostén.
-Tú besas mejor- le respondí y en ese momento me di cuenta de su increíble dureza porque la estaba sintiendo contra mi vagina, ya que ahora yo solo tenía mi tanga puesta.
Me tomo de la mano y me llevo a su habitación donde nos dimos un par de besos más.
Luego me acosté en su cama y el hombre me beso toda la zona del abdomen, cuando llego a la parte de mi vulva me quito la braga con los dientes, lo hizo muy lento, pero ese gesto me pareció muy sensual.
Cuando mi vagina quedo expuesta ante él, se inclinó un poco y empezó a acariciarla con lentos movimientos circulares que ya me estaban haciendo estremecer, luego me toco la zona del clítoris con un dedo y ahí fue cuando empece a gemir y pensé que este hombre estimulaba de maravilla.
Cuando mi vulva ya estaba bien lubricada y húmeda hundió su primer dedo, pasaron unos minutos y él seguía con ese dedo dentro de mi vagina penetrándome intensamente con él, luego metió dos dedos más al mismo tiempo haciéndolo bien profundo.
Con tres dedos dentro de mi vagina sentía muchísimo placer, él se dio cuenta y el momento más rico de la estimulación llegó cuando empezó a mover sus dedos bien rápido dentro mío.
Los sacaba y los volvía a introducir, hizo eso sucesivamente hasta que una vez me penetro bien profundo con los dedos y fue ese momento que mi eyaculación femenina acompañada con un gemido mío mojo todas las sábanas.
Él hizo una sonrisa y con un movimiento de su mano se quitó su bóxer rojo.
Su verga era lo que yo esperaba, pero nunca me imaginé que fuese tan larga, era más larga que gruesa, pero igualmente me encanto.
Se acostó en la cama con su pija parada apuntando hacia arriba, yo sé la tome y le di pequeños besos con lengua por toda su longitud, la disfrute mucho pasándole la lengua a lo largo antes de llevarla por completo a mi boca y ahí la chupe bien rápido y delicioso.
Me tomo de la cabeza y yo aumente la velocidad de la mamada, pero había algo tierno en como él lo hacía, porque a su vez me acariciaba el cabello con ternura y no solo con lujuria como me lo habían hecho antes, ahí me di cuenta de que Emanuel era el ideal, mi lengua se estaba moviendo rápido alrededor de su verga y ambos estábamos disfrutando del sexo oral y más yo que siempre he querido tener su verga en mi boca para hacer lo que estaba haciendo ahora que era disfrutarla por completo sin preocupaciones.
Se la estaba dejando bien húmeda y llena de saliva hasta que él me sacó el pene en su boca haciendo que un poco de semen fuera a parar en mis tetas.
Él abrió más las piernas y me invito a que me sentará en su increíble pene pero dándole la espalda, ya que me dijo que esa posición le gustaba mucho.
Yo así lo hice y él empezó con sus embestidas.
La posición también me encantó a mí porque me podía tocar la vagina al mismo tiempo que su verga estaba dentro mío penetrándome, era tan rico sentir sus rápidos movimientos entre mis dedos y eso me hacía querer ir más rápido con mi masturbación.
Lo hice, pero no le podía seguir el ritmo a sus embestidas, ya que eran muy salvajes.
El buen estado físico de Emanuel lo ayudaba mucho con el sexo.
En un momento cuando mi mano me dolía de tanto masturbarme me acosté por completo sobre él, me puso ambas de sus manos en mi abdomen, me apretó, hizo su última embestida bien profunda y descargo todo su semen dentro de mi vagina con un gran gemido de placer.
Ambos queríamos más así que decidí ponerme en cuatro parando bien mi trasero, él me tomo de la cintura con una mano mientras que con la otra empezó a darme suaves caricias en el abdomen y con un movimiento de su pelvis hizo entrar su verga dentro de mí.
Sus caricias lentas y sensuales no estaban en sintonía con sus embestidas que ya empezaron a tomar un ritmo salvaje y desenfrenado.
Pero en cuanto al sexo con él me encantaba todo y con mucho gusto me entregué completamente en cuerpo y alma para que haga conmigo lo que quisiera.
Luego de unos minutos sus embestidas tomaron el salvajismo que tanto lo caracterizaba, hasta podía sentir sus testículos moviéndose y chocando contra mi culo, sentir eso era lo más rico.
Emanuel tenía una duración increíble en el sexo porque me penetro el culo durante diez ricos minutos, luego se cansó y se acostó en la cama nuevamente mirándome con una sonrisa.
-Eres el mejor.
-Y tú eres la más hermosa- me dijo tomándome el rostro entre sus manos y me dio un beso en la boca.
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