Nuestro baño necesitaba unas cuantas reformas, por lo tanto, mi padre llamo a su albañil de años, un hombre de nombre Martín, de 45 años, alto, delgado, cabello color chocolate, ojos oscuros y sin nada de barba, no es lo que se dice atractivo, pero tampoco es desagradable.
Este hombre llego, hablo con mi padre y le dijo que luego de almorzar podría empezar a trabajar
-Quédate a almorzar con nosotros- le dijo mi padre.
-Será un placer- fue la respuesta de Martín.
Yo y mi madre nos encargamos de poner la mesa y cuando me coloque al lado de Martín para poner su plato él deslizó su mano por mi cintura hasta detenerse en mis nalgas dándome un fuerte apretón, a mí me encanto que este hombre me manoseara con todos ahí presentes, me acerqué más a él y fingí que necesitaba alcanzar la sal que estaba en el otro extremo de la mesa, aprovecho este tiempo que le di para tocar mi trasero por completo.
Me senté en la mesa estando ya muy excitada y notaba que apenas apartaba la vista del escote de mi vestido, luego de almorzar mi madre le pidió a mi padre que la lleve a la casa de su hermana.
-¿Necesitas algo Martín?- Le pregunto mi padre antes de irse.
-Si, el pegamento del que te comenté.
-Bueno, dame un rato y ya te lo traigo.
-Yo empezare a preparar los materiales- dijo Martín.
Todos se despidieron, levante y limpié la mesa, luego de unos minutos me di cuenta de que solo quedábamos el albañil y yo en la casa.
-Me voy a ver unas cosas de la facultad- le avise
Pero no pude dar ni dos pasos en dirección a mi dormitorio porque Martín me lo impidió, me abrazo por detrás y me empezó a besar el cuello.
-Tú no te vas a ningún lado.
-¿Qué haces?- le pregunte estirando mi cuello hacia atrás para besar su boca.
-Te gusto que te manoseara, entonces te va a gustar mucho más como te voy a follar.
-Fóllame- le respondí, hasta yo misma me asombré de esta respuesta.
Me dio vuelta, me agarro el trasero con ambas manos y me dio un apasionado beso mientras levantaba mi vestido y me acariciaba mis nalgas que solamente llevaba una braga muy pequeña.
Luego me desabrocho los botones que tenía el escote de mi vestido y me saco los senos para masajearlos y morder la punta de mis pezones a la vez que le pasaba la lengua a mis pechos.
Con una mano me quito mis bragas, me tomo fuerte de mis nalgas y me levanto, yo quede con mis piernas enredadas en su cintura, luego me sentó en el borde de la mesa que unos minutos atrás habíamos almorzado, me subió el vestido para ver mi vagina y me pidió que me abra de piernas.
Abrí mis piernas lo más que pude enseñándole mi vulva que ya estaba lista para él, se inclinó puso su boca en mi entrada vaginal y empezó a lamber dentro de mi clítoris, me dieron escalofríos de tanto placer.
-Ay Martín- no dejaba de repetir entre gemidos y el hombre aumentaba la velocidad de su lengua dándome más estremecimientos de placer.
Me mordisqueo el clítoris y me metió sus tres dedos mandándolos bien hasta el fondo.
-Me corro- le dije en ese momento tan lleno de placer, no se detuvo y siguió comiéndome la vulva, le llené su rostro de fluidos y aun continuo.
-Martín, tengo ganas de orinar- le advertí antes de soltar mi lluvia dorada.
A él no le importo en lo más mínimo porque hasta que no le orine en su boca no le puso fin al sexo oral.
Después se quitó su pantalón y su bóxer mostrándome su pene, aunque no pude verlo por mucho tiempo porque ya estábamos ansiosos por hacerlo, necesitaba tener a ese hombre adentro mío.
Me puse en el borde de la mesa y enrede mis piernas en su cintura haciendo presión, me apoye en mis codos para verlo a los ojos y él me mantuvo sujeta de mi cintura para acercarme más a su cuerpo, por lo tanto, quedamos bien unidos.
Empezó con las embestidas, lentas y sensuales al principio para hacerlas más salvajes luego, en todo momento pude ver su expresión, este hombre estaba que ardía, me miraba con total lujuria mientras se mordía los labios y note que le gustaba ver como mis senos se movían cuando aumentaba de velocidad, se inclinó y me dio muchos besos en los pechos hasta llegar a mi boca para besarme, en ese momento se hicieron más profundas las embestidas hasta que me agarro de la cintura y me dio vuelta poniéndome de espaldas, en esa posición me empezó a dar muy fuerte por mi trasero y beso mi espalda.
Me besaba la espalda y luego me lleno de besos tiernos la mejilla hasta me estire lo más que pude y le robe un pequeño beso en la boca, a él pareció gustarle porque me empezó a dar mucho más fuerte e iba alternando sus manos para darme nalgadas, me daba unas cuantas bien fuertes con su mano derecha y luego seguía con la otra hasta que me dejo las nalgas bien rojas, se concentró mucho en dejarme marcas, pero sus embestidas siempre fueron rudas.
Pasaron unos cuantos minutos así, luego cambiamos de posición y ya no seguimos más en la mesa porque me dio vuelta otra vez, me levanto y me puso contra la pared más cercana, me dio un profundo beso al mismo tiempo que se vació en el interior de mi vulva dejando todo su semen adentro mío.
-Martín- susurre.
-Hermosa- me dijo, después se sentó en una silla y yo me senté en sus rodillas estando completamente desnuda y recién follada por él.
Miro sus materiales y dijo: -Tendré que empezar a trabajar antes que tu papá venga.
-Dame un par de besos más- fue mi respuesta final hasta que lo convencí de dejar su trabajo para después e hicimos el amor dos veces más.