Quisiera contarles mi historia, como un deseo fue transformándose en una obsesión y como esa obsesión transformó mi vida.
Mi nombre es Victoria tengo 31 años, soy hija única. Mis padres están separados y ambos son aún jóvenes, me tuvieron cuando tenían 17 años. Ellos nunca me lo dijeron, pero sé que fui un error, siempre me brindaron su amor y apoyo aunque desde que tengo uso de razón siempre fue mi padre quien más lo demostró.
Yo vengo de dos separaciones, aunque no traumáticas si muy dolorosas, nunca tuve hijos debido a que nunca pude formar una relación sólida con mis parejas, siempre fueron muy turbulentas y casi siempre la culpa fue mía.
Desde mi pubertad que tengo un conflicto interno, primero pensé que era un problema de identidad de género, pero luego comprendí que no, todas mis amigas tenían su noviecitos, pero yo no conseguía alguien que me gustará, veía a los chicos y me parecían muy tontos. Cuando llegó mi adolescencia continuaba con mis dudas, no dudaba de mis gustos ya que me excitaban los hombres, pero no podía ver a los chicos de mi edad como posibles parejas, por el contrario si me llamaban la atención los hombres más maduros (pongamos 30-35 años). Esto me afirmaba que mi problema no era de género sino de edades.
Recuerdo que mis amigas ya comenzaban a contarme sus aventuras sexuales, de cómo se tocaban con sus novios, como ellas los provocaban para generar en ellos erecciones y divertirse de esa manera, un día mi mejor amiga me contó que había tenido su primera vez con su noviecito y por supuesto le pedí lujo de detalles. El escucharla provocó una excitación que nunca antes había sentido. Recuerdo claramente el calor en mi sexo y un dolor en mis pechos inflamados. Cuando mi amiga se fue de casa cerré la puerta de mi habitación con llave y comencé a tocarme, lo hacía de una manera tímida como con miedo pero rápidamente el frenesí se apoderó de mí, mi respiración aumento mi sexo parecía hervir y su humedad aumentaba con cada rose de mis dedos en mi clítoris, mis pechos diminutos me dolían, la falta de brasieres permitía que la remera rosara los pezones totalmente puntiagudos, generaba aún más dolor pero al mismo tiempo una sensación que aumentaba mi excitación y mi placer. Sinceramente no recuerdo cuanto tiempo dure pero si recuerdo perfectamente mi primer orgasmo, fue algo delicioso sublime sentir esa explosión en mi interior esa sensación que jamás había experimentado.
También recuerdo que mientras me masturbaba recordaba lo que mi amiga me contó de sus sensaciones al ser penetrada por primera vez, de su primer contacto con un pene, en mi mente pasaban imágenes que yo generaba pero como no podía ser de otra manera las imaginaba con un hombre mucho mayor a mí, ya desde entonces mis fantasías eran dominadas por ese deseo.
Así pasó el tiempo, mi gusto por los hombres mayores me llevó a mis 18 años sin ningún novio.
Saciaba mi lujuria con imaginación y la ayuda de mis dedos y a veces de algún juguete sexual improvisado.
Recuerdo un día estar en el colegio, era un día lluvioso y éramos pocos en la clase, llegó la hora de matemáticas y justamente el profe de matemáticas era de mi tipo, joven (unos 32) pero maduro muy bonito y muy galante, pero respetuoso.
Yo me senté en el fondo del salón y mientras el profe daba la clase con mucho disimulo baje una mano abrí mis piernas e introduje la mano por debajo del jumper, corrí mi bombachita y me masturbe. La clase duró 90 minutos y yo estuve como 50 de ellos tocándome mientras observaba al profe hablar vaya a saber uno de qué. Mis dedos jugaban con mi clítoris y se introducían en mi, saliendo totalmente empapados, recuerdo que cuando tuve el orgasmo solo apreté fuerte mis piernas y mordí mis labios, sentía mi humedad deslizarse por mi entre pierna.
Recién a los 19 años tuve mi primer novio, él tenía 23, un muchacho muy lindo y excelente persona pero no me generaba nada, creo que me puse de novia con él porque ya todos hablaban y me recriminaban que no tenía novio y todo eso.
No duró mucho, seis o siete meses, con él comencé mi camino sexual aunque no hubo penetración siempre nos tocábamos y nos masturbábamos mutuamente.
Luego conocí a el primer hombre que si me gustaba yo ya tenía 21 años y el 35, mis padres no querían saber nada pero a mí no me importo, me fui a vivir con él estuvimos juntos 5 años pero otra vez terminó en fracaso y nuevamente era yo quien no se sentía plena a su lado.
Por supuesto con el si tuve mi primera vez y fue hermosa, pero no se la hice fácil.
Recuerdo que todavía yo vivía en casa de mis padres, llevábamos un mes y medio de novios, un día fuimos al cine y obviamente durante la película nos matamos, nos besamos y nos tocamos. Recuerdo que estábamos al fondo de todo y la sala estaba prácticamente vacía, llevábamos como media hora besándonos y tocándonos, yo tenía mi mano dentro de su pantalón y frotaba su miembro, este estaba totalmente duro y palpitaba entre mis manos.
Venciendo mi timidez desabroché el botón de su pantalón baje el cierre y saque su miembro, era la primera vez que veía su pene, la penumbra del cine no me dejaba observar en detalle, pero por lo poco que veía y sentía este era más grande que el de mi novio anterior. Lo masturbe mientras nos besamos, salía líquido de su miembro duro caliente y palpitante, yo aceleré mis movimientos y el a los pocos segundos me detuvo diciéndome que si seguía terminaría allí mismo.
Yo lo solté y me reí, él respiraba profundo y su miembro daba espasmos involuntarios, durante toda la película lo tuve así lo masturbaba y cuando se estaba por correr lo dejaba descansar, disfrutaba verlo gozar y a la vez sufrir, sabía que él moría por poder correrse pero el control lo tenía yo.
Al finalizar la película tuvo que permanecer sentado un rato porque su miembro no lograba relajarse. Cuando salimos del cine me invitó a su casa, yo le dije que no, que debía ir a mi casa porque mis padres me esperaban. Si bien era verdad yo no estaba segura aún de dar el paso, sabía que ir a su casa iba a ser tener sexo.
En el auto, el medio enojado me dijo que no podía dejarlo así, que le dolían los testículos de la excitación, yo también estaba muy excitada pero le dije que ese día no sería la primera vez que si me quería debía esperarme, por supuesto que el asintió, pero con ojos de ternero degollado insistió en que no podía ser tan cruel de dejarlo así. Yo le pedí que detuviera el auto en algún lugar desolado y el sin dudarlo buscó un lugar así y se detuvo. Comencé a besarlo, tocaba su miembro por sobre el pantalón no pasaron tres segundo que nuevamente se puso duro, definitivamente estaba que explotaba.
Ahora a la distancia lo entiendo más, esa noche yo me había puesto una minifalda y una top que dejaban ver todos mis atributos que por cierto son bastantes, con mis 21 años era dueña de un cuerpo esbelto mis pechos pequeños pero firmes y parados, un par de piernas largas y torneadas y un trasero grande redondo y firme, todo esto hacía que el pobre tuviera la cabeza que le estallaba.
Le vuelvo a aflojar el botón del pantalón, bajó su cremallera y sacó su miembro. Aunque el lugar era oscuro la luz de la calle entraba y me permitía apreciar en detalle su pene y definitivamente era mucho más grande que mi novio anterior.
Lo comencé a masturbar suavemente, nos besábamos él tocaba mis pechos, me dijo que le dolían sus testículos así que también los saque desde dentro de sus calzoncillos y los acariciaba mientras seguía masturbando, su líquido preseminal mantenía su miembro lubricado, lo masturbaba despacio ya que no quería que termine muy rápido, la verdad es que yo también estaba muy excitada y quería disfrutar viendo como mi mano frotaba su miembro. Tome un pañuelo de mi cartera, lo abrí y lo coloque sobre su pene, aumente mis movimientos al masturbarlo e inmediatamente dando un profundo gemido se vino sobre mi pañuelo. Nos besamos mientras con movimientos más suaves lo continuaba masturbando, mi pañuelo quedó empapado con su esperma, le limpie su pene hice un bollito el pañuelo y lo tire.
Recuerdo que al llegar a casa fui derecho al baño a darme una ducha.
Al sacarme la bombacha la note totalmente empapada, un hilo de flujo colgaba desde mi vulva hacia la parte interior de mi bombachita negra, mientras me duche me masturbe dos veces pensando en lo ocurrido y recordando aquel pene que tuve entre mis manos.
Al tiempo me fui a vivir con él y por supuesto no me dejó pasar de la primer noche, y me hizo suya, la verdad que tengo hermosos recuerdos de él, siempre fue muy caballero y atento si bien como dije en la primer noche viviendo juntos tuvimos nuestra primera vez y mi primera vez, él siempre supo espérame y respetarme.
Ese día yo moría de los nervios, era la primera vez que salía de la casa de mis padres, comenzaba una experiencia nueva y para rematar, el todo el día me repetía por mensajes que no veía la hora de llegar a casa para estar con migo, yo también lo deseaba pero no podía evitar los nervios.
Cuando llegó del trabajo todo cambió, él supo cómo relajarme, supo cómo tratarme para que los nervios se transformarán en deseo.
Me hizo de cenar mientras escuchamos música, disfrutamos una copa de vino y charlamos, él parecía haberse olvidado de sus intenciones, me platicaba de cosas que a mí me interesaban, me decía cosas bonitas y me trataba de una manera especial. Cenamos y luego de apoco fue llevándome al terreno que él quería.
Fue mágico, muchas amigas mías me contaron que su primera vez fue algo traumático o no había sido como ellas esperaban, en mi caso todo lo contrario. Él me supo contener, supo guiarme y sobre todo supo respetar mis tiempos.
Al recordar aquel momento aún me parece sentir como el ingresaba en mi, como mi sexo se rendía ante su virilidad, sus caricias estimulando mis sentidos, sus besos elevando mi deseo. Sus labios recorriendo todo mi cuerpo, mis pechos turgentes pegados a su pecho, mis manos aferradas a su espalda y mis piernas formando un lazo sobre su cadera. Sus movimientos suaves llevándome al clímax y sus susurros en mi oído dándome tranquilidad y confianza.
La verdad he tenido bastante sexo en lo que va de mi vida, pero aquella vez, mi primera vez fue y será algo especial.
Por cosas de la vida nuestra relación no funcionó y luego que nos separamos sentí una gran frustración.
A los 28 años conocí a mi segunda pareja estable, él también me llevaba unos cuantos años.
Con el solo estuve tres años, al igual que con el anterior el motivo de la separación fue porque yo no me sentía completa, algo me faltaba.
Luego que nos separamos decidí comenzar terapia, había algo en mi que no me permitía formar una pareja estable o conseguir un hombre que colmará todas mis expectativas.
Luego de un tiempo el terapeuta me mencionó que quizás lo que yo tengo es un conflicto no resuelto de mi niñez, para el todo apuntaba a que yo sufría de complejo de Electra.
Al indagar y estudiar sobre el tema todo comenzó a tener sentido, siempre tuve una predilección por mi padre y un raro rechazo hacia mi madre.
Quizás por ello siempre busque hombres mayores, pero nunca colmaron mis expectativas porque ninguno era mi padre.
Por Dios!!! Estoy enamorada de mi padre?!
Continuará.