En algún momento, mi suegro empezó a pedirme hacer un trío. Le dije que estaba loco, que acostarme con él era bastante. Pero cada vez que teníamos sexo, seguía insistiendo. Comenzó a mandarme videos y fotos de tríos por el WhatsApp y, para ser sincera, empezó a calentarme la idea. Cuando nos acostábamos empecé a ceder, preguntándole como sería, donde sería, con quien sería.
El tema siguió fluyendo hasta que un día, por WhatsApp indicó cuándo, dónde y con quién.
Me sorprendió el con quién. Realmente me dejó sin reacción que mi suegro me proponga hacer el trío con un primo de mi esposo, sobrino suyo. Lo había visto en muchas reuniones familiares y jamás había notado en él ninguna intención impropia, ni una mirada indiscreta, ni siquiera una palabra inadecuada. Le pregunté si estaba seguro y me dijo que sí, que ya lo habían hecho antes, con otras chicas y que era la persona ideal.
De mi suegro no me sorprendió saberlo. Era y sigue siendo un viejo muy mañoso y con el dinero suficiente para darse todos los gustos que quisiera. Pero que hiciera dúo con un sobrino y, con ese sobrino en especial, ya me pareció muy subido de tono, pero hombres son hombres y lo que yo quería era gozar. Y, para ser sincera, era un triple morbo, primero por el trío en sí, segundo porque sería con mi suegro, y tercero porque el otro chico sería uno de los primos de mi esposo. Todo quedaría en familia.
Para hacerlo más caliente aún, mi suegro propuso que fuese en mi casa. Le dije que no, que no aceptaría algo así, pero al leer su propuesta se me humedeció la concha. Muy, demasiado, rápido, pase de un rotundo no a coordinar la fecha de su venida a casa. Quedamos en que sería en 10 días.
Fue un tiempo demasiado largo de espera. Me masturbé casi cada día. Cogí con Alonso también casi cada día. Pero igual no podía con la calentura de imaginarme entre ambos, entre mi suegro y el primo de mi esposo. Ya le había preguntado a mi suegro si el primo de mi esposo la tenía tan grande como él. Sólo se río y me dijo que no quedaría decepcionada. Sospeche que eran penes de la misma envergadura. Eso me ponía aún más caliente. Cuando mi suegro me cogía por la cola me dejaba todo ardiendo por varias horas. Imaginar una así en la cola y otra en mi concha me hacía acostarme otra vez sobre la cama a masturbarme.
Llegó el día elegido. Mi esposo me dijo que vendría su papá a almorzar. Le dije que ok, que no había problema. Para despistar le pregunté por su mamá y me dijo que ella tenía un almuerzo por el cumpleaños de una amiga de su promoción de colegio. Entendí en ese momento porque mi suegro había elegido esa fecha. Ni bien mi esposo salió a trabajar, me subí a la cama y me volví a masturbar. No podía con la calentura.
Como los dioses son buenos conmigo, hacia las 11 am me llamó mi esposo para decirme que no podría venir a cas a almorzar. Le sentí la culpa en la voz y me dijo que si quería cancelara el almuerzo. Le dije que no se preocupe, que había pedido todo y que no sería problema comer con su papá. En ese momento me dijo mi esposo que su papá no iría solo, sino que lo acompañaría su primo que había llegado de Trujillo (yo ya lo sabía, pero igual me hice la sorprendida). Le dije que ok, que como el no vendría el pedido estaba más que suficiente.
Cuando colgué me volví a masturbar. No podía con la calentura de un trío en casa, con mi suegro y el primo de mi esposo y que, para mi enorme suerte, mi marido no viniera a almorzar como estaba previsto. Lo que habíamos coordinado con mi suegro era almorzar y que cuando mi esposo volviera al trabajo tendríamos la tarde de trío.
Luego de masturbarme le escribí a mi suegro contándole que Alonso no vendría. Le pedí que viniera lo más rápido que pudiera. Me dijo que si, que había que aprovechar.
Me duché y seleccioné la tanga y el brasiere más sexy que tenía. Quería aprovechar cada instante y no perder el tiempo desvistiéndome. Me acosté a esperar.
Poco antes de la 1pm tocaron la puerta del departamento. Supuse que el vigilante del edificio dejó pasar a mi suegro sin mayores problemas pues siempre venía. Miré por el ojillo de la puerta y vi a ambos.
Les abrí. Me vieron en tanga y brasiere. Sabían que los esperaba muerta ya de ganas.
Mi suegro tomó el control de la situación en el acto. Sentó en el sofá, se desabrochó el pantalón y me pidió que se la chupe. Me arrodillé sobre la alfombra y empecé a hacerlo. Gabriel, el primo de mi esposo, se sentó al lado. Y mientras se la chupaba a mi suegro se desnudó completamente. Lo que vi me encantó. Era un pene muy parecido al de mi suegro, en la calentura juraba que eran iguales. Me levanté y comencé a chupárselo a Gabriel.
Mi suegro nos miraba. Unos minutos después se levantó y me pidió que me ponga como perra. Lo obedecí y sobre la alfombra, mientras se la chupaba a Gabriel, mi suegro ensalivó mi concha y me penetró. Sentí un placer brutal, por el tamaño que siempre me llenaba y por el tener en mi boca otra igual. Y peor aún, todo eso en la sala de mi casa.
En pocos minutos, chupando y siendo cogida por mi suegro, tuve un primer y muy jugoso orgasmo. Luego del clímax, mi suegro le indicó a Gabriel que cambiaran de posición. Se sentó, Gabriel se levantó y se puso detrás mío. Yo seguí siendo perra. Puse mi lengua sobre la verga de mi suegro y sentí el sabor de mi coño chorreando. Sabor que sentía al masturbarme y chupar mis dedos. Gabriel en una sola empujada me la metió toda. Sentí como empezaba a penetrar mi culito con uno de sus dedos, luego sentí dos.
Seguí mamando y de pronto sentí como Gabriel me la iba metiendo lentamente, muy lentamente en mi culo. Me fui abriendo y disfrutando cada centímetro que introducía. Tuve un segundo brutal orgasmo.
Gabriel me la sacó y sin decirme nada se acostó sobre la alfombra. Supe que era el momento de tener dos penes dentro de mí. Me acosté sobre él y empecé a besarlo violentamente, a chuparle su lengua morbosa. Mi suegro se puso encima y me penetró por mi culo palpitante.
Tener a ambos dentro de mí me llevo a un nuevo clímax y a otro y luego otro. Temblaba de placer y de pronto sentí que mi suegro se vino entre mis nalgas. Un momento después Gabriel me llenaba la concha de leche.
Miré el reloj y eran casi las 2 pm. Nos tiramos los 3 sobre la alfombra y unos quince minutos después sonó mi celular. Mi esposo me llamaba. Había terminado su reunión y me preguntó si quedaba almuerzo. Le dije que aún no habíamos comido y que viniera. Me di un duchazo rápido. Ambos se alistaron y cuando mi esposo llegó, la mesa estaba servida.