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Complaciendo a mi tío (parte I)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Las vacaciones habían llegado a su fin y podía afirmar sin equivocarme que habían sido las mejores vacaciones de mi vida, hasta el momento, pero todo lo bueno se acaba, y como os había adelantado en mis primeros relatos, este curso iniciaría mi etapa en la universidad y para ello me tenía que mudar a la ciudad de Bogotá, ya que ese era el lugar más cercano en dónde impartían mi carrera. Allí pasaría el curso alojada en una humilde residencia de estudiantes en donde compartiría habitación con otra chica la cuál no había visto en mi vida.

Hasta aquel año nunca había abandonado el hogar en el que vivía con mi padre y obviamente estaba preocupada por empezar una nueva etapa de mi vida en la que debería ser más independiente. Sin embargo, y para mi consuelo, en aquella ciudad vivían mis tíos por parte de madre. A ellos los conocía desde que era pequeña, de hecho, antes del divorcio de mis padres era costumbre reunirnos en el pueblo de mis abuelos cada fin de semana para hacer una comida familiar todos juntos. Aún a día de hoy guardo muy buenos recuerdos de aquellas reuniones en las que pasaba el día jugando con mis primas y recibiendo el mimo y los cuidados de mi abuela. Sin embargo, todo cambió para mí tras la separación de mis padres primero y el fallecimiento de mi abuela después. Todo eso hizo alejarme de esa parte de mi familia, desde entonces habían pasado ya seis largos años.

Es por todo eso que viéndome sola en la gran ciudad decidí reencontrarme con ellos para volver a avivar nuestra relación. Aún recordaba con exactitud en donde vivían a pesar del paso del tiempo y tras hacer un par de transbordos de metro llegué a la puerta de su casa, tras suspirar profundamente para atenuar mi nerviosismo, llamé al timbre. Pasaron unos largos segundos hasta que por fin la puerta se abrió y tras ella se asomó una mujer, las dos nos quedamos mirándonos un momento hasta que las dos caímos en cuenta de quienes éramos cada una. Mi tía siempre fue una mujer bastante normalita, de baja estatura, con ojos castaños y cabello moreno, sin embargo, el paso de los años había hecho mella en ella. En su rostro se comenzaban a apreciar las arrugas, había ganado bastante peso y se había cortado su larga melena luciendo ahora un peinado con el cabello más corto.

Yo: Tíaaa soy yo, Laurita. ¿No me reconoces? – dije yo para hacerle caer en cuenta de quién se trataba la joven que se había presentado en su puerta

Mi tía: No me digas que de verdad eres tú. Hacía aaaños que no te veía. ¿Qué te trae por aquí?

Yo: Si soy yo tía, ahora estoy estudiando aquí y me pareció buena idea pasarme a haceros una visita. Disculpa por no avisar antes de que me iba a presentar aquí pero no tenía vuestro teléfono.

Mi tía: No importa cariño, pasa pasa. Sabes que siempre serás bienvenida en nuestra casa a pesar de todo lo sucedido entre mi hermana y tu padre.

Yo: Muchas gracias, significa mucho para mí en este momento.- dije pasando tras ella dentro de la casa.

Al llegar al salón me invitó a sentarme en el sofá junto a ella donde comenzamos a hablar para ponernos al día de todo lo sucedido durante todos estos años. Descubrí que mis primas, al igual que yo, habían abandonado el nido y ahora una estudiaba en Medellín y la otra en Panamá. También me hizo saber que mi madre ahora vivía felizmente casada con el hombre con el que había engañado a mi padre y que pronto tendrían su primer hijo juntos. La nueva me pilló por sorpresa pero no le di mayor importancia, aquella mujer ya no significaba nada para mí, ella nunca se volvió a preocupar por mí después de que yo decidiese quedarme a vivir con mi padre en vez de irme con ella. Tratando de reanudar la conversación con Mi tía decidí preguntarle acerca de su marido sobre quien no me había hablado todavía

Yo: ¿Y mi tío? ¿Cómo está?

Mi tía: Debe de estar al caer hace ya rato que en teoría terminó su jornada, pero ya sabes cómo era tu tío, está tan enamorado de su taller que a saber a qué hora hace acto de presencia, aunque de seguro llegará para la hora de cenar como muy tarde. Hablando de cenar ¿Quieres quedarte a cenar con nosotros?

Yo: Está bien, me apunto. Pero solo con la condición de ayudarte en prepararla.

Mi tía: No seas boba, no hace falta.

Yo: Insisto, es lo mínimo.

Mi tía: Muy bien, pero tampoco es que haya mucho que hacer. Como mucho pelar unas papas para hacerlas sancochadas.

Yo: En eso soy toda una experta, no te defraudaré jajaja

Las dos nos fuimos, a la cocina allí mientras pelaba las papas las dos continuamos charlando distendidamente.

Mi tía: Que clase de anfitriona soy yo, no te he ofrecido si querías algo de beber.

Yo: No importa aunque algo fresco si que te lo aceptaba.

Mi tía: ¿Una Pepsi te sirve?

Yo: Si, obvio.

Sonriéndome cortésmente abrió el frigorífico y agarrando la primera lata que vio me la tendió para tomarla con la mala fortuna que se me resbaló entre las manos cayendo al suelo.

Mi tía: Ay disculpa ven que te la cambio por otra para que no se te salga toda.

Yo: No te preocupes, me sé un truco.

Mi padre siempre me decía que cuando una lata sale rodando por el suelo había una forma de revertir el golpe, para ello coloqué la lata en la mesa y comencé a girarla sobre si misma dándole vueltas. Al considerar realizada correctamente la operación la abrí con toda la confianza del mundo, fue entonces cuando la endemoniada lata de refresco comenzó a escupirme todo su contenido encima mia mojando y ensuciando toda mi camisa y parte del pantalón blanco que llevaba puesto aquel día. Me quedé paralizada por lo que acababa de suceder, Mi tía en cambio comenzó a reírse y a mofarse de mi desgracia.

Mi tía: Mira que te lo dije boba. Ve al baño anda, ahora te llevo una muda de una de tus primas.

Avergonzada me fui al baño en donde esperé a que me brindase la ropa para poder cambiarme, al poco rato llegó con ella en la mano, se trataba de una camisa gris y un pantalón negro, ella dejándome intimidad se fue cerrando la puerta tras ella. Fue entonces cuando yo comencé a desvestirme de toda mi ropa quedándome solamente en tanga, ya que como ya sabéis y debido al tamaño de mis pechos no acostumbro a utilizar brasier, es así prácticamente desnuda como de repente se abrió la puerta del baño, asomándose tras ella apareció mi tío topándose de frente con la visión de su desaparecida sobrina prácticamente desnuda en el baño de su casa. Como acto reflejo corrí a cubrirme los pechos con mi brazo al mismo tiempo que me giraba dándole la espalda, sin darme cuenta que haciendo eso le daba la oportunidad no solo de ver mis pechos desnudos si no que mi culo en tanga.

Mi tío: Ay perdón, perdón, no sabía…

Tras decir eso rápidamente se fue cerrando la puerta tras de sí, nuevamente me quedé paralizada y además muerta de la vergüenza. Temblando me vestí como pude, al terminar observe como, para colmo, la ropa que me había dado Mi tía me quedaba tremendamente ceñida, la camisa no me llegaba a cubrir el ombligo dejando visible mi piercing que allí llevaba y el pantalón se pegaba tanto a mi piel que sin duda resaltaría de sobre manera el tamaño y la forma de mi trasero. Aún asi de esa forma decidí respirar profundamente y salir como si nada de todo eso acabase de suceder.

De camino a la cocina para volver junto a Mi tía me topé con mi tío sentado en la sala esperando su turno para ir al baño. Los dos nos quedamos mirándonos, yo por la vergüenza no sabía qué decir, fué él como si nada hubiera pasado el que tomó la palabra.

Mi tío: Pero bueno Laura hay que ver lo cambiada que estás, me costó un mundo reconocerte.

Yo: Ho… hola tío, bueno si la verdad es que sí

Mi tío: Bueno y no vas a decir que haces por aquí y de donde sales.

Mi tío era un hombre alto, de piel morena, con un cuerpo fornido, bien tonificado, la verdad es que estaba de muy buen ver a pesar de su edad que debería andar por los cincuenta y algo. Me sorprendía que alguien tan atractivo se conformase con una mujer como mi tía, que sin desmerecerla, los años la habían golpeado de una forma cruel. Su forma de hablar siempre fue tosca con los demás y si no le conocieses pareciera que estaba siendo hasta desagradable contigo. En aquel momento no me salían las palabras, si de por si que me pillase semi desnuda es su propio baño ya era un obstáculo para que mis palabras brotasen, la forma en la que me estaba mirando en ese momento hizo que me quedase bloqueada y sin saber que hacer ni decir. Por suerte para mi apareció de repente Mi tía.

Mi tía: Anda mira quien al fin ha llegado de trabajar, ya eran horas…

Mi tío: Me entretuve más de la cuenta con un cliente que me estuvo dando la chapa.

Mi tía: Ya bueno, de esos clientes tienes todos los días por lo que veo.

Mi tío: No empieces tú, por cierto no sabía que nuestra sobrina se había quedado muda ni que estaba en casa.

Mi tía: Ahora te lo iba a comentar, resulta que nuestra Laurita ahora se vino a estudiar aquí a la universidad.

Mi tío: Ahá pues que bueno, fue una agradable sorpresa volver a verla…

Al tiempo que él terminó de decir eso se giró hacía a mí guiñándome un ojo, aquello terminó por sonrojarme del todo si ya no lo estaba suficientemente.

Mi tía: ¿Y como es eso que se quedó muda?

Mi tío: Nada nada, cosas mías. ¿Verdad Laura?

Yo: S… Sii si jaja.

Respondí tímidamente.

Mi tío: Bueno voy al baño que me estoy meando. ¿Ya está la cena servida?

Mi tía: Si claro, te estábamos esperando las dos.

Mi tío: pues venga id a sentaros que ahora vengo.

Su forma autoritaria de decir las cosas sumado a su buen aspecto físico a pesar de la edad que ya tenía hacía que rondasen por mi cabeza pensamientos pecaminosos. ¿Pero que demonios me pasa? me pregunté, es mi propio tío jamás pasaría algo entre nosotros. No se puede, no se debe… ¿no quiero? la verdad es que hacía semanas desde mi último encuentro sexual y mi cuerpo empezaba a necesitar algo de acción. Al cabo de varios minutos regresó y con normalidad nos pusimos a cenar.

Tras todo lo sucedido la cena transcurrió sin mayor notoriedad, ninguna mirada indiscreta ni palabras con doble sentido hizo mi tío. Los tres conversamos de todo un poco hasta que llegado el momento y viendo lo tarde que era me levanté con la idea de marcharme.

Yo: Os agradezco mucho este rato que pasamos los tres la verdad que lo necesitaba pero ya es muy tarde, me tengo que ir que ya va a cerrar el colectivo y después no tengo forma de regresar a mi residencia.

Mi tía: de eso nada no voy a permitir que te vayas sola a estas horas. Venga Paulo, acerca a la niña a su residencia hazme el favor.

Yo: No hace falta, de verdad. No quiero molestar, mi tío querrá dormir después de trabajar durante todo el día.

Mi tío: No es problema un día es un día yo te llevo y no se hable más.

Yo asentí y bajé la cabeza asumiendo su orden con obediencia. Los dos salimos por la puerta dejando atrás a Mi tía sola con la desagradable tarea de recoger y limpiar el estropicio que la deliciosa cena que había elaborado había dejado consigo. El trayecto en el ascensor nos llevó directamente al garaje del edificio en donde vi con asombro como mi tio todavía conservaba su viejo aunque bien conservado auto, y es que desde que era pequeña le recuerdo con ese mismo vehículo.

Yo: Veo que hay cosas que no cambian.

Dije al mismo tiempo que señalaba su coche.

Mi tío: Porque es que iba a cambiarlo si sigue funcionando como un reloj, los que hacen ahora no sirven para nada.

Yo: Pero son más rápidos y modernos.

No hizo falta recibir respuesta por su parte, la mirada de desprecio que me echó lo dijo todo. Callada me subí por el lado del copiloto al mismo tiempo que él hacía lo propio por su lado.

Tras un largo silencio fue él quien decidió romperlo.

Mi tío: Volviste a quedar muda o que

Yo: No quería molestar, no debí decir eso…

Mi tío: ¿Decir que? ¿Qué prefieres cosas rápidas y nuevas?

Yo: Solo es que…

Mi tío: No importa, solo hablaste desde el desconocimiento. Estoy seguro que si pruebas un coche con tanto recorrido como este no pensarías lo mismo.

Yo: lo cierto es que me encantaría, pero todavía no aprendí a manejar.

Mi tío: Bueno ahora que estás por aquí yo puedo enseñarte si quieres.

Yo: ¿De verdad harías eso? Que guaaay, gracias tío eres el mejor.

De la emoción me abalancé hacia él dándole un abrazo, él permaneció impasible ante mi repentina muestra de alegría con una mano en el volante y la otra en la palanca de cambios la cual desplazó a mi muslo en donde dando palmadas me indicó que era suficiente la muestra de cariño por mi parte, así lo interpreté volviéndome a sentar nuevamente en mi asiento con normalidad. Al poco rato llegamos a la residencia universitaria en donde me debía bajar.

Mi tío: Bueno creo que ya llegamos.

Yo: Si aquí es, muchas gracias de verdad.

Mi tío: No hay de que, entonces ¿te pasas mañana por mi taller sobre las ocho y damos una vuelta en el coche?

Yo: Siii que ilusión, allí estaré

Mi tío: Está bien

Llegaba el momento de bajarme y como muestra de agradecimiento me despedí dándole un cariñoso beso en la mejilla, al terminar de dárselo no pude evitar fijarme como en su pantalón se marcaba una enorme tienda de campaña en la zona de la entrepierna, desviando velozmente mi mirada de allí me crucé con la suya, me había pillado mirando hacia donde quizá no debí haber mirado. Nuevamente avergonzada por lo que acababa de ocurrir me escabullí como pude de allí.

Yo: Bu… bueno hasta mañana.

Tras mis palabras de despedida me bajé del coche rápidamente, mientras lo hacía, sin embargo, no pude evitar sentir la sensación de que mi querido tío no le quitaba el ojo de encima a mi culo, sin duda el ceñido pantalón hacía resaltar su forma y tamaño, por lo que para él debió de ser imposible resistirse a admirarlo. Lejos de ofenderme, me fui contoneándome y moviendo mis caderas de forma exagerada hasta llegar a la entrada de la residencia, desde donde antes de cruzar la puerta de acceso lancé una última mirada al coche de mi tío, el cual permaneció allí estacionado hasta que finalmente atravesé su umbral.

Mientras subía las escaleras camino de la habitación una mezcla de sentimientos se pasaban por mi cabeza. Me sentía confusa, nerviosa, preocupada, feliz y caliente… sorprendentemente llevaba semanas sin sexo y con todo el tema de la mudanza y la preocupación por vivir sola tampoco me había llegado a tocar por lo que sentir el deseo sexual de un hombre de los pies a la cabeza como lo era mi tío hizo que algo se despertase en mi.

Al llegar a mi cuarto comprobé como mi compañera de habitación ya estaba profundamente dormida, realmente era bastante tarde ya, el morbo de que ella estuviese ahí y la excitación previa hicieron que me liberase apresuradamente de la ceñida ropa que se pegaba a mi cuerpo, entonces completamente desnuda deslicé las yemas de mis dedos exploradores. Primero por mis pechos comprobando de buena mano como mis pezones estaban completamente erectos y luego siguiendo el camino hacia abajo por mi vagina por donde comenzaban a brotar fluidos.

Era tal la calentura que ignorando la presencia de mi compañera, que descansaba profundamente dormida a escaso metro de mí en la cama contigua, me tendiese en la mía así desnuda como estaba para dar rienda suelta a mis instintos más bajos. Por entonces mis dedos ya jugaban con soltura abriéndose camino entre mis labios vaginales, tendida boca arriba y con las piernas bien abiertas disfrutaba de mi cuerpo como hacia semanas que no lo hacía, recordando encuentros con parejas anteriores intentaba llegar poco a poco a mi clímax sin embargo cuando ya casi estaba a punto no pude evitar recordar todo lo sucedido ese mismo día.

Como primero fui pillada semidesnuda, las insinuaciones posteriores al respecto, su prominente erección y finalmente como me miraba al trasero al despedirme… todo eso hizo que al aumentar ligeramente el ritmo de mis dedos provocase lo inevitable, entre temblores propios del orgasmo llevé apresuradamente una de mis manos a la boca tratando de acallar los gritos de placer que intentaban escabullirse por entre mis labios y que probablemente hiciesen despertar a mi compañera. Tras conseguirlo y ya más calmada cubrí mi desnudez con las sábanas y al poco rato caí rendida por el sueño no sin antes pensar en el día que me esperaba mañana y lo mucho que quería probar ese “coche”.

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laurita94
laurita94
Lo que me trae aquí es el puro morbo, no me considero ninfómana ni mucho menos, sin embargo disfruto mucho del sexo y a lo largo de los años he tenido muchos encuentros con diferentes hombres y mujeres (y los seguiré teniendo). Espero que disfrutéis leyendo mis relatos tanto como yo recordando. Leo vuestro feedback en el correo: [email protected]

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