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Complaciendo a mi tío (parte 3)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

No podía explicarme cómo los dos pudimos llegar a aquella situación en la que dejándonos llevar acabé con su polla vaciándose por completo dentro de mi boca. Tras lo ocurrido la vuelta de regreso a mi residencia estudiantil transcurrió completamente en silencio, yo no sabía qué decir y mi tío no se dignó a dirigirme la palabra para calmar un poco mi incomodidad.

Al llegar a mi destino me despedí con un seco adiós y me bajé apresuradamente de su coche, ya en mi cuarto me senté en la cama y permanecí mirando al vacío durante varios minutos, me encontraba aturdida pero al mismo tiempo seguía buscando una explicación a cómo pude haber hecho aquello, solo pensaba que debido a mi poco autocontrol ahora todo sería diferente, ya no solo entre él y yo, sino también con mi tía, ¿cómo podría volver a su casa y mirarla a la cara aparentando que nada había sucedido?

Sé que no sería capaz y eso me apenaba, su cálido recibimiento cuando me presenté en su casa sin previo aviso y la tarde que compartimos charlando las dos había conseguido rebajar mis niveles de ansiedad que tenía por la distancia a la que me encontraba del hogar de toda mi vida. No recuerdo cuánto tiempo más estuve dándole vueltas al asunto hasta que finalmente el cansancio acumulado de todo el día provocase que me quedase dormida encima de la cama con la misma ropa con la que había llegado.

Al día siguiente me desperté con el tiempo justo, apenas me dio tiempo de darme una rápida ducha y de vestirme con un top de tirantes que me llegaba hasta la altura del ombligo y un short que dejaba a la vista la mayor parte de mis muslos desnudos, tras ello y sin dilación salí disparada en dirección a las aulas de la universidad, por el camino sentía las miradas indiscretas de varios de mis compañeros de facultad posando sus miradas en mi trasero, la mañana transcurrió sin más sobresaltos tomando apuntes y tratando de estar lo más atenta posible a las lecciones que nos daban evadiéndome así de los recurrentes recuerdos de lo sucedido la noche anterior.

Tras almorzar y otras dos horitas más de clases di por terminada mi jornada estudiantil. Al salir de allí me fui directamente de vuelta a mi residencia donde pretendía pasar el resto del día ordenando los apuntes de toda la semana, al menos esa era mi intención.

Cuando ya estaba llegando me sorprendí al encontrarme delante de la propia puerta del edificio un coche exactamente igual al de mi tío allí estacionado, como una polilla atraída por el destello de una deslumbrante luz me dirigí hacia él, cuando me encontraba a apenas unos metros del coche pude confirmar lo que me temía, reflejado en el espejo retrovisor me encontré con ese hombre que hacía apenas unas horas estaba empujando mi cabeza contra su miembro y que seguramente ansioso de más vino en mi búsqueda a la puerta de mi propio lugar de descanso, mientras mi cabeza trataba de entenderlo la puerta del copiloto se abrió repentinamente tras un breve instante de duda fui yo misma quien la cerró tras subirme a su interior..

Los dos nos saludamos cordialmente como si nada hubiera ocurrido entre nosotros, eso sí rápidamente sentí como con su mirada recorría mi cuerpo de arriba abajo analizando con todo lujo de detalles el atuendo que ese día llevaba puesto, al dar finalizado su análisis y como de una muestra de aprobación al mismo se tratase arrancó el coche y nos pusimos en marcha.

Nuevamente el silencio inundó el habitáculo durante todo el viaje, ese día mi tío llevaba puesto su mono de trabajo por lo que rápidamente deduje que allí mismo era a dónde nos dirigíamos, y así fue, al poco rato estábamos ya cruzando la persiana de su taller tras haber aparcado previamente en las proximidades del mismo.

Siguiendo sus pasos y tras cruzar a través de todo el lugar me invitó a pasar a un pequeño cuarto el cual usaba como pude deducir usaba como oficina, una vez dentro cerró la puerta acristalada tras de sí y bajó la destartalada persiana quedando así los dos en una aparente intimidad.

Sin tiempo a girarme de vuelta y sin mediar palabra sentí como me empujaba agarrándome de la nuca haciendo que me inclinase apoyando las manos en el borde del escritorio sobre el que se esparcían decenas de facturas sin ordenar, sin perder ni un segundo sentí como con su otra mano introducía la punta de sus dedos entre la tela del ajustado short que llevaba puedo y mi piel comenzando a dar pequeños y torpes tirones hacía abajo hasta conseguir bajar el corto pantalón junto con las braguitas blancas que ese día llevaba puestas, consiguiendo así dejarme semidesnuda y completamente expuesta para él.

Liberando su presión que hasta entonces ejercía sobre mi nuca bajó su mano para ponerla a la par que la otra que ya se encontraba manoseando con agresividad mi trasero, yo por mi parte me quedé quieta sin moverme ni un centímetro dejando que hiciese conmigo lo que quisiera.

De pronto sentí su agitada respiración acariciando mi piel y al instante un mordisco atenazó uno de mis nalgas, sin darme cuenta se había arrodillado para poder tener al alcance de su boca lo que desesperadamente deseaba desde el momento en que la sobrina que creía desaparecida reapareció en su vida hacía solo un par de días.

Sus manos apretaban y movían ahora mis nalgas a su antojo, dejando por veces mi ano al descubierto, fue en una de esas veces que metiendo su cara en la separación de ambas comenzó a lamer de arriba a abajo toda mi raja llegando hasta el borde de mi vagina, deteniéndose con pasión en el pequeño agujero que nunca antes habían usado de esa manera.

Por entonces mis gritos de placer ya eran sonoramente escandalosos, a pesar de lo brusco y agresivo que en un principio había sido esos últimos minutos de estímulos erógenos habían conseguido llevarme al límite. Pronto sus babas no eran los únicos fluidos que en esa zona se acumulaban, consciente de ello y aprovechando mi completa sumisión se irguió, luego bajando la cremallera de su mono hasta los tobillos y su pantalón por debajo del culo dejó liberado por entonces su ya hinchado miembro, en tanto él maniobraba sin yo girarme me deshice del top que hasta entonces me cubría evitando mi completa desnudez.

Sus manos volvieron a posarse sobre su deseado tesoro, como muestra de entrega yo me incliné más si cabe sobre aquella mesa arqueando mi cuerpo hasta posar mis pechos contra los antebrazos, no tardó en aceptar de buen gusto mi ofrecimiento y al instante sentí como deslizaba su polla a largo de mi vagina de arriba abajo, una y otra vez.

-Quiero que me lo pidas, quiero oír como me lo pides. -dijo él tras soltarme un sonoro azote que erizó hasta el último vello de mi piel.

-Me… métemela por favor, quiero que me folles tío por favor. Soy tuya. -Quitando sus bufidos y los gemidos que yo emití cuando me estaba comiendo el culo, eran las primeras palabras que nos dirigíamos desde hacía un buen rato.

Como un resorte sentí como de golpe y sin miramientos aquel pedazo de carne se abrió paso entre mis entrañas hasta llegar al límite que sus huevos marcaban, ambos nos sorprendimos de la facilidad con la que me había ensartado la humedad que mi coño atesoraba y su dureza la lujuria que yo despertaba en él fueron los factores determinantes de tal hazaña. Tras unos segundos de disfrute fue entonces cuando comenzó a mover sus caderas lentamente, haciendo chocar nuestros cuerpos sin cesar.

Que estrecho y mojado lo tienes sobrinita, si te doy duro vas hacer que me corra en nada… Dios.

Yo me mantuve en silencio dejando que él marcase el ritmo que desease conmigo, sin embargo, cuando ya llevaba varios minutos follándome mis piernas comenzaban a flaquear, tratando de girarme para cambiar de postura vi como poniendo su mano en mi nuca y empujándome hacia abajo nuevamente me lo impedía.

-Quieta que ya casi estoy.

Sus movimientos se aceleraron y se volvieron más agresivos haciendo así que perdiese el apoyo de uno de mis brazos lo que provocó que mi cabeza se girase de tal forma que pude atisbar el motivo por el cual no me dejaba darme la vuelta en ningún momento desde que entré en ese cuarto… la sombra de una silueta se dejaba entrever a través de la cortina que cubría la ventana, su ayudante de taller nos estaba viendo follar todo este tiempo y mi tío era consciente de ello.

Lejos de cohibir o molestarme, aquello hizo que disfrutase más si cabe de las últimas y furiosas embestidas que me propinó mi tío justo antes de acabar corriéndose por todas mis nalgas.

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laurita94
laurita94
Lo que me trae aquí es el puro morbo, no me considero ninfómana ni mucho menos, sin embargo disfruto mucho del sexo y a lo largo de los años he tenido muchos encuentros con diferentes hombres y mujeres (y los seguiré teniendo). Espero que disfrutéis leyendo mis relatos tanto como yo recordando. Leo vuestro feedback en el correo: [email protected]

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