Luego de lo ocurrido aquella tarde con mi tío, nuestros encuentros se repetían día sí y día también. Al finalizar mis clases él me esperaba en la propia salida de la universidad para llevarme a su taller donde en aquella pequeña oficina me usaba a su antojo, procediendo siempre de la misma manera.
Tras atravesar la puerta siempre me atacaba por la espalda como un depredador ansioso de devorar a su presa, sus ásperas manos nunca dejaban un solo centímetro de mi culo sin explorar, luego se arrodillaba y comenzaba a comerme hasta dejarme bien empapada y con su hambre saciada, ya por último y con su verga bien dura debido a tantos estímulos comenzaba a follarme y lo hacía con semejante ímpetu que en apenas dos o tres minutos terminaba corriéndose sobre mis nalgas.
Durante todo ese ritual yo no podía evitar la tentación de mirar de reojo en dirección a la puerta buscando encontrar oculto tras aquella destartalada cortina la presencia de su ayudante viendo con todo lujo de detalles como su jefe se follaba a aquella preciosa joven todos los días después de almorzar.
Lo cierto es que saber que estaba allí me producía una motivación extra a la hora de entregarme, una dosis de morbo añadida que aumentaba mi disfrute con cada embestida que mi tío me daba. Me lo imagino a este sacando pecho de cómo se las había ingeniado para conquistar a una joven universitaria y cómo al ver la incredulidad de su ayudante había accedido a dejarlo ver con su propios ojos que eso era verdad, también era obvio que el egoísta de mi tío había dejado claro hasta dónde podía llegar su participación.
Aquel día quedé exhausta y con la nalgas enrojecidas debido a la furia con la que mi amante me había utilizado, apenas terminar se guardó su cosa y sin decirme nada salió apresuradamente de aquel cuartucho, recomponiéndome usé la ya recurrente caja de pañuelos que allí había para limpiar los restos de corrida que siempre dejaba esparcidos por todo mi trasero.
Al mismo tiempo trataba de localizar la ropa de la que me habían despojado la cual habían arrojado y estaba desperdigada por toda la oficina, mientras lo hacía me sobresalté al escuchar cómo se abría aquella puerta nuevamente, tras girarme esperando encontrar a mi tío de vuelta me asusté al descubrir que no era él sino su ayudante el que allí estaba mirándome con los ojos bien abiertos, como acto reflejo ante su abrupta irrupción traté torpemente de cubrir tanto mis pechos como mi peludo monte de venus usando mis manos.
-¿¡Pero qué haces aquiiií!? -grité yo asustada
-Tranquila no voy a hacerte nada, no tengas miedo.
Sin duda no mentía, con el paso del tiempo ese hombre se había ganado la amistad y la confianza de su jefe, hasta tal punto que a este no le molestase que siempre y en cada uno de nuestros encuentros estuviese escondido observándonos.
Ese hombre de unos cuarenta años con sobrepeso y con una calvicie prominente llevaba trabajando para mi tío desde hacía muchos años y era como parte de la familia, de hecho, según me había comentado mi tía muchas veces lo invitaban a comer a su propia casa ya que era una persona peculiar que vivía a solas en un pequeño apartamento muy cerca de su trabajo y que apenas mantenía relación con otras personas. Por lo que nunca se atrevería a dañar el juguetito de su querido superior.
-Pensaba que no había nadie. -dije yo
-Los dos sabemos que no es así, sé que me has pillado viendoos como follabais, te he visto mirándome.
-Bueno… ¿y qué quieres? ¿por qué has entrado así de repente? ¿Dónde está mi tío?
Al ver su reacción me di cuenta del error que acababa de cometer al preguntar por mi amante de esa forma, sin duda él nunca le revelaría que aquella joven a la que llevaba toda la semana follándose en la oficina era su propia sobrina. Sorprendido ante la revelación que acababa de descubrir hizo cambiar su forma con la que me miraba.
-Vaya, vaya con la sobrinita jejeje.
-Por favor no se lo digas a nadie, yo no quería.
-Si bueno, pues para no querer bien que llevas viniendo toda la semana.
-No me refería a… bueno… no sé qué… Aish a ver ¿qué es lo que quieres? -asumiendo lo que se venía relajé mi brazos dejando a la vista mi cuerpo al descubierto.
-Veo que nos vamos a entender muy bien jeje. Ven acércate un poco más -dijo mientras con sus manos se deshacía torpemente de su mono de trabajo y bajaba sus pantalones hasta los tobillos.
Aquel hombre orondo del que nunca supe cómo se llamaba sonreía al ver cómo me acercaba, mientras tanto con su rolliza mano rodeó su pequeña polla comenzando así a masturbarse delante mía sin pudor ninguno.
Sin saber lo siguiente que iba a acontecer decidí quedarme de pie sin hacer nada más esperando a que él diese el paso, el pelo que le faltaba en la cabeza lo tenía esparcido en forma de vello corporal por todo su cuerpo, de hecho era tal la exuberancia del pelo púbico que hacía que su miembro pareciese más diminuto aún si cabe, mientras yo seguía reparando en los detalles de su cuerpo él no paraba de menear su miembro cada vez con mayor intensidad, su agitada respiración se unía al sonido del chapoteo provocado por la gran cantidad de líquido preseminal que segregaba.
-Joder que buena estás niña, la de pajas que me he hecho esta semana mientras te veía detrás de esa puerta.
-Me lo imaginaba.
-Pues ya no tienes por qué imaginar nada buf.
Tras decir eso y dar un par de sacudidas más, varias gotas salieron desprendidas de su cosita llegando algunas incluso a impactar contra diferentes zonas de mi piel desnuda, sorprendida por cómo se habían precipitado las cosas me quedé en silencio viendo como poco a poco retrocedía su polla hasta prácticamente desaparecer entre su alborotado vello púbico. Luego de eso se subió el pantalón a trompicones, se puso el mono de trabajo y sin decir nada abrió la puerta y se marchó no sin antes esbozar una sonrisa de satisfacción tras echar un último vistazo a mi cuerpo desnudo manchado ligeramente por su corrida.
Mientras volvía a limpiar nuevamente el semen que había dejado un hombre por mi cuerpo la claridad se adueñó de mi sentido, en aquel momento me sentí sucia. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Por qué me dejaba ultrajar de esa manera? Mi cabeza iba a cien, pero no alcanzaba a entender la motivación que me movía a hacer esa clase de cosas, simplemente me dejaba llevar y por eso mismo estaba allí. Luego de aquello me vestí y me escabullí de aquel taller sin ser vista por ninguno de los dos hombres a los que acababa de complacer.
A partir de aquel día decidí que lo mejor era alejarme un poco de mi tío y no volver a verme con él a la salida de la universidad, no obstante, no podía evitar la tentación de comprobar si seguía viniendo a esperarme como de costumbre, cosa que hizo varios días hasta que un día no apareció, supuse que se dio cuenta de lo que estaba pasando que realmente no me reunía con él porqué estaba ocupada con las clases si no que en realidad lo estaba evitando. Esa misma noche me llegó un mensaje suyo al teléfono, no me esperaba que llegase a hacer eso de hecho yo nunca le había dado mi número, sin embargo, se lo debió robar a mi tía con la esperanza de volver a recuperar su juguete perdido.
Ajena a su insistencia vi cómo evolucionaban sus mensajes día tras día. Primero fue un “donde te has metido, ¿Estás bien?” Inicial. Al día siguiente viendo que no le había respondido me llegó un deductivo “¿Por qué me estás evitando?” A la hora del almuerzo, siguiéndole un furioso “qué coño te pasa” esa misma noche. Al otro día me hizo conocer la abstinencia por la que estaba pasando haciéndome llegar un lujurioso “quiero volver a poseerte, mira como la tengo pensando en ti” junto con una foto de su polla erecta entre sus callosas manos. Hasta finalmente llegar al último que me hizo ceder, un “te echo de menos, ¿cuándo nos volveremos a ver?
Ahí fue cuando me di cuenta de lo cruel que estaba siendo con él, mi tío era un hombre que llevaba atado a su matrimonio desde bien joven y que cuando ya rozaba los cincuenta se le presentó sin buscarlo la oportunidad de agenciarse a toda una universitaria en su plenitud física casi a diario hasta que un día y sin saber el motivo, ella desapareció de su vida dejándolo de nuevo con la realidad de la que había logrado escabullirse durante ese tiempo. ¿Pero qué podía hacer yo? Lo nuestro no podía seguir, no era algo romántico solo era sexo, sexo visceral movido por la lujuria y el morbo.
Pero algo cambió en mí después de aquel día en el que me abandonó a merced de lo que su ayudante decidiese hacerme, dejé de sentir aquella atracción irracional que en su día hizo que perdiese la cordura y me llevase a chupársela en el coche o a follar en su taller mientras nos miraban. Mi cabeza le daba vueltas a aquello y decidí que lo más adulto que podía hacer era reunirme con él una última vez para dejarle claro lo que en verdad estaba pasando. “Mañana nos vemos donde siempre” le escribí yo finalmente poniendo fin al monólogo de aquel chat de mensajería. A lo que él respondió casi al instante con un escueto y frío “vale”.
Toda la mañana siguiente no pude evitar estar distraída en clase pensando en cómo se tomaría lo que le tenía que contar, el que ya no me atraía, que dejase de acosarme y que nunca más va a follarme. Es por ello que estaba muy nerviosa por el encuentro, pero rápidamente llegaron las tres de la tarde, hora de mi salida y afuera como era de esperar estaba mi tío aguardando mi legada en el interior de su coche, sin perder el tiempo fui a su encuentro y me subí con él.
Tras unos fríos saludos de cortesía arrancó el coche y nos pusimos en marcha, nada más subir hizo un chequeo rápido del atuendo que ese día había decidido ponerme, una camisa a cuadros, una falda y como hacía algo de frío en la mañana me había puesto también unas medias debajo.
Durante varios minutos traté sin éxito de pronunciar el discurso en el que estuve toda la mañana trabajando sin embargo las palabras no conseguían salir de mi boca, en cambio me mantenía esquiva evitando cruzar mi mirada con la suya, la cual no estaba únicamente concentrada en la carretera como debía si no también en mis piernas a las que acudía a visitar en cuanto tenía la mínima oportunidad, como cuando se paraba en los semáforos o hacía un stop.
Todo eso hizo que no me diese cuenta que no estaba siguiendo el camino habitual que nos dirigía a su taller, si no otro distinto que nos acabó llevando a su propia casa. Nada más llegar nos bajamos y entramos al interior del edificio en donde aprovechando la intimidad del ascensor comenzó a manosearme el trasero sin mi aprobación.
-Tío tengo que decirte algo -por fin dije yo mientras él no paraba de tocarme.
-Que… Que pasa.
-No podemos seguir haciendo esto.
-No te preocupes, tu tía ha ido a ver a tus abuelos y no regresa hasta la noche.
-No es eso… Es que…
-¿Es qué?
-Ya no quiero seguir haciendo esto. Ya no me gusta.
Pensaba que eso sería suficiente para que detuviese en seco sus tocamientos en cambio eso no fue lo que pasó.
-No me importa que no te guste, a mí sí.
La puerta del ascensor se abrió en ese momento y de él me sacó arrastrándome mientras me sujetaba fuertemente del brazo, sin dejar de soltarme hasta lograr meterme en el interior de su casa.
Ya dentro me agarró del cuello y me fue empujando hasta hacerme chocar mi espalda contra la barra americana que dividía la cocina del salón, su forma de mirarme había tornado en la de alguien que había perdido totalmente el juicio y contrastaba con la mía que delataba mi terror ante la forma agresiva con la que me trataba.
Entonces me soltó el cuello, por un breve instante pensé que lo había hecho para dejarme en paz pero en cambio lo hizo para poder usar las dos manos para agarrar con fuerza mis caderas y girarme, poniéndome así de espaldas a él, luego puso una de sus ásperas manos en mi nuca y empujó mi cabeza hasta hacer chocar mi mejilla contra el frio mármol, haciendo arquear mi espalda y consiguiendo así un fácil acceso a mi trasero, sin dejar de presionarme la cabeza contra la encimera usó su otra mano para subirme la falda por encima de las caderas dejando así a la vista mi tanga rosado el cual todavía quedaba protegido por las medías.
Sin embargo, poco duró eso ya que lo próximo que hizo fue rasgarlas y apartar a un lado mi tanga para a continuación comenzar a presionar su endurecida polla contra la entrada de mi sexo la cual no mostraba la más mínima señal de aceptación a lo que estaba por venir. Él al detectar que no se me había humedecido como hacía por costumbre al llegar a ese punto, se detuvo en su avance para soltar un escupitajo en su polla para luego sí ensartármela toda de golpe sin pudor alguno.
Tras eso comenzó a moverse de atrás adelante para follarme sin descanso, mis piernas temblaban al recibir cada una de sus embestidas y en la sala solo se escuchaba el sonido que producía su cuerpo al chocar contra el mío y los bufidos que él emitía fruto del esfuerzo.
-No me digas que esto no te gusta zorrita. Como te estoy follando toda.
Yo me mantuve en silencio haciendo caso omiso a lo que me decía, solo quería que aquello se acabase. Entonces me liberó de la presión que ejercía sobre mi nuca para volver a agarrarme de la cadera con las dos manos, y con ello poder aumentar la velocidad y violencia de sus embestidas, a las que a mayores sumó sonoras nalgadas de vez en cuando buscando así hacerme gritar de alguna manera. Pero no lo consiguió, lo único que logró fue hacerme derramar lágrimas de dolor e impotencia. Nada era impedimento para que él siguiese a lo suyo, así lo hizo hasta que finalmente y entre gruñidos terminase por correrse en mi interior.
Recuerdo que al sentir el palpitar de su polla lanzando sus últimas gotas dentro de mí fue cuando me liberó de la presión que sus manos ejercían contra mi cuerpo. Así poco a poco iba recobrando la cordura que yo le había hecho perder. Lo siguiente que hizo fue despegarse de mí sacando su miembro de mi cavidad por la cual se escurría el semen con la que me la había llenado. Aprovechando la liberación me recompuse como pude y me largué de allí corriendo para nunca más regresar.
Esto no es sumisión. Es una violación.
Solo me he masturbado con la primera parte porque era con consentimiento