back to top
InicioInfidelidadCompartiendo cama con mi hijastro

Compartiendo cama con mi hijastro
C

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.
Tiempo de lectura: 9 minutos

Mi segunda pareja fue Gabriel; él también era muchos años mayor que yo, pero la unión tenía sentido porque me daba una casa para mi hijo y para mí, estabilidad económica y una figura paterna para mi hijo que en ese entonces tenía 9 años. Yo aportaría mi sueldo a la economía familiar, me haría cargo de la casa y sería una especie de amiga-madrastra para el hijo de Gabriel; su hijo tenía 20 años, andaba un poco rebelde y Gabriel creía que yo podría acercarme a él y hacer que le bajara. La verdad nunca entendí esa lógica.

De hecho, la relación con Luis, el hijo de Gabriel, no empezó muy bien que digamos, pero con el tiempo fue mejorando y bastante; incluso llegó a ser muy afectuoso conmigo. Llegué a pensar que se sentía atraído hacia mí y después lo confirmé.

Casi al año de estar viviendo juntos, Gabriel cumpliría 50 años y organizó una fiesta muy grande en su casa de Cuernavaca. Algunos de sus amigos llegaron con nosotros el viernes y se quedarían todo el fin, así que nos quedaríamos Gabriel, Luis y yo en el mismo cuarto; de hecho, en la misma cama, era una cama king size, así que en realidad había espacio para los tres sin problema. Mi hijo no fue, porque estaba muy chico para lo que sería la fiesta. Gabriel era de mucho alcohol y algunas drogas, suaves, pero drogas.

La primera noche Luis se fue a acostar primera, lo que me extrañó un poco; Gabriel y yo nos quedamos con los demás jugando dominó y tomando unas copas; Gabriel, como siempre, se pasó de copas. Cuando llegamos a la habitación Luis estaba dormido en medio de la cama un poco cargado hacia unos de los lados.

Yo: Ya viste ¿y ahora? ¿Lo despierto o lo despiertas para que se mueva?

Gabo: No, ya déjalo, da igual; ni que te fuera a hacer algo; no mames.

Yo: No, pero pues…

Gabo: Ya, ya, no mames, Ana, déjalo.

Yo: Bueno, ya -Gabriel es mucho más grande que yo (de alto y de ancho) así que se quedó en lado de más espacio; él se desvistió, se quedó en calzones y se acostó, yo me puse pijama de short pequeño y playerita-.

Un rato después de acostarnos sentí que me tocaban las nalgas, después me arrimaron el paquete en las nalgas; sentí una verga dura, evidentemente era Luis, el hijo de Gabriel. No me moví, me hice la dormida y me acomodé si fuera a despertarme a ver si con eso me dejaba y lo hizo, pero solo unos momentos, enseguida volvió a embarrarme su paquete en mis nalgas, pero ahora puso una sus manos rozando mis tetas y las acariciaba muy suavemente; yo sentía cómo palpitaba su verga en mis nalgas.

De pronto su manoseo era un poco más evidente, yo no sabía qué hacer, mis pezones reaccionaron, se pusieron duros; cada vez sentía más su verga dura en mis nalgas, su respiración se agitó; me daba miedo que Gabriel se despertara, pero sus ronquidos me indicaban que estaba súper dormido. De pronto sentí cómo se humedecía mi short; Luis había eyaculado en su calzón, pero alcanzó a mojar mi short.

Ya tarde en la madrugada fui al baño, estaba acabando de orinar cuando entró Luis; me sorprendió muchísimo y me espantó.

Yo: Luis, ¿qué haces?

Luis: Me quedé muy caliente con lo de hace rato, Ana –quise hacerme la mensa y puse cara de “¿de qué hablas?”- no te hagas que bien que sentiste y te gustó –se acercó a mí, yo aún sentada en el escusado-.

Yo: No sé de qué hablas; ¡además estoy haciendo, salte!

Luis: No te hagas, Ana, bien que la sentiste en tus nalgas –se agarraba el paquete sobre su calzón, se paró justo frente a mi poniéndome su paquete a unos centímetros de mi cara- y sentiste cómo te agarraba esas pinches tetotas que tienes y quiero bañar de mecos, seguro hasta sentiste cómo me vine en tus nalgas.

Yo: No, no sabía qué era.

Luis: Sí, sí sabías, Ana… y me cae que te gustó; no dijiste nada, nomás te dejaste sabrosear.

Yo: No, en serio, Luis, estaba medio peda.

Luis: No, ni madres; ¿te gustó? Estuvo rico, me vacié cañón, pero me quedé con ganas de más, Ana. No puedo dormir, quiero que me la mames; quiero venirme en tus tetas.

Yo: ¡¿Cómo crees, Luis?!

Luis: Ándale, mámamela –se la sacó y empezó a jalársela; la tenía grande-.

Yo: ¡¡Luis!!

Luis: ¿A poco no se te antoja? A mi papá ya no se la pone tan dura de seguro, además la tengo más grande, Ana. Ándale, mámamela, Ana.

Yo: Luis…

Luis: O le digo a mi papá de lo de hace rato, le digo que tú empezaste y le digo de tus puterías con otros cabrones –me sorprendió- sí, ya vi tu correo, Ana; bajé tus fotos y todo el pedo –no supe ni qué decir-.

Yo: Se va a despertar tu papá, Luis.

Luis: Entonces no hagas mucho ruido y apúrate, Ana.

Yo: Voltéate un segundo en lo que acabo –se dio la vuelta unos segundo para dejarme acabar de orinar, en cuando oyó que se acabó el chorro se volteó y me puso su verga en la cara, se la agarré y empecé a jalársela- eres u cabrón, Luis; soy la mujer de tu papá.

Luis: Sí, pero estás bien buena y no eres mi mamá, Ana. Eres una vieja que se coge mi papá; además estás muy joven para él. Muero porque me la mames –se la agarré y empecé a saborearla-.

Yo: Mmmm…

Luis: Ay, no mames, ¡qué pinche delicia! Sabía que la mamabas chingón, Ana.

Yo: Shhh, vas a despertar a tu papá…

Luis: Ese cabrón no se despierta ni con sus pinches ronquidos –me agarró la cabeza para cogerme la boca- no chingues, qué pinches ganas tenía de que me la mamaras.

Yo: Mmmm… –ahí estaba yo, en el baño de la habitación, mi pareja durmiendo a unos metros, yo sentada en el escusado, acababa de orinar, con los calzones abajo y mamándosela a mi hijastro-.

Luis: Estás bien buena, Ana; quiero cogerte, quiero enterrarte mi verga, quiero ver tus nalgotas mientras te la meto… quiero ver cómo rebotan tus nalgas… quiero ver tu cara de zorra mientras te entra mi reata –me calentó muchísimo lo que me decía; empecé a masturbarme; así estuvimos unos minutos-.

Yo: Mmmm… qué rica verga tienes, Luis…

Luis: ¿Te gusta más que la de mi papá, Ana?

Yo: Sí… sabe mejor… está más dura y más grande… –ya que él me agarraba la cabeza, yo me masturbaba con una mano y con la otra le agarraba las nalgas-.

Luis: No sabes cómo me la he jalado pensando en ti, Ana; me la jalo oliendo tus calzones y los dejo bien embarrados –eso lo sabía, pero me calentó mucho escucharlo de él- me enloquece cómo huele tu panocha.

Yo: ¿en serio? ¿Huele rico?

Luis: Delicioso, Ana… ay, no mames, me voy a venir, Ana… ya casi, quiero echártelos en tus tetas.

Yo: Mmm –negué, quería que se viniera en mi boca para no tener que limpiarme a esa hora.

Luis: Ya no aguanto, Ana… déjame sacarla –me negué de nuevo-. Puta madre, no mames, Ana –en ese momento me llenó la boca de sus mecos calientitos; él ahogó su exclamación, yo también me vine; seguí mamándosela, pero más suave y tragándome su lechita-.

Yo: Mmmm…

Luis: Putísima… -seguí saboreándolo y poco a poco perdió la erección en mi boquita; le saqué y saboreé hasta la última gota se semen-. No chingues, Ana, eres espectacular para mamarla.

Yo: no digas nada, eh… –le di un besito en la punta de la verga, se la guardó y se fue a acostar; yo me acicalé y me acosté también-.

Al día siguiente Luis se comportó totalmente normal, como si nada hubiera pasado, como si no me hubiera sabroseado en la cama junto a su padre, como si no hubiera eyaculado en mis nalgas, como si no se la hubiera mamado en el baño, como si no me hubiera tragado sus mecos; supuse que se había quitado la ganas de mí y ya. La fiesta empezó prácticamente desde mediodía conforme preparábamos todo y fueron llegando más amigos de Gabriel. Como dije, en sus fiestas siempre había alcohol y drogas suaves, así que siendo su fiesta de 50 años ya se imaginarán.

Desde la mañana me puse un bikini negro y un pareo. Estaba en la cocina preparando cosas y por supuesto que Gabriel me chuleó.

Gabo: No mames, amor, te ves re pinche buenota son ese bikini, vas a atrapar miradas y parar reatas, cabrona… andas ganosa, verdad, pinche Ana.

Yo: Ay, pues es tu cumple, tengo que verme guapa, ¿no?

Gabo: ¿Quieres verga, verdad, culona? –me dijo embarrándome su herramienta en mis nalgas.

Yo: Pues no estaría mal, pero quiero lucirme en tu fiesta; ¿no quieres que vean lo que te comes?

Gabo: Carta abierta, eh, culoncita –eso significaba que podíamos coger con quien quisiéramos, cosa que hacía yo en sus fiestas una que otra vez porque invariablemente se perdía en alcohol y marihuana-.

Yo: Ah, ¿sí? –asintió- ¿Seguro? –volvió a asentir- ¿Pues a quién te quieres coger?

Gabo: A ver quién se deja… jajaja, es mi cumple.

En general en esas fiestas de Gabriel ambos tenemos permiso de todo, podemos besuquearnos, sabrosearnos y coger con quien queramos, así que no me extrañó lo que me dijo. Y sí, durante la fiesta lo vi besándose con una que otra vieja y yo hice mis cositas, pero más bien en privado. Se la mamé a uno en la cocina, a otro a un costado de la casa y uno me cogió en el baño. Obvio en muchos momentos me manosearon. Lo curioso es que Luis no se me acercaba, ni intentaba nada. En la noche me fui a acostar un rato porque comí algo que traía un condimento especial digamos –ya saben, la planta verde- y me dio sueño, así que quise descansar un rato.

Tenía un rato acostada, medio dormida, cuando empecé a sentir que me besaban y mordisqueaban las nalgas; sentía riquísimo. Empecé a excitarme bastante, me humedecí enseguida; supuse que era Gabriel, pero podía ser alguno de sus amigos y simplemente lo dejé hacer.

Yo: Mmm qué rico –murmuré, él siguió besándome, lamiéndome, mordisqueándome las nalgas y manoseándomelas, segundos después empezó a acariciarme la panochita sobre al calzón de mi bikini que ya estaba bastante húmedo- ay, no manches, síguele –después de unos minutos yo seguía sin saber quién me estaba sabroseando tan rico y entonces sentí cómo empezaba a dedearme la panochita y presionando la entrada del culo; eso es delicioso- cógeme –murmuré-.

Luis: ¿Quieres que te meta la verga, putita? –reconocí su voz, era Luis, el hijo de Gabriel que ahora quería cogerme-.

Yo: ¡Luis! Ay, no, ¿cómo crees? –me di la vuelta, él solo se puso hincado frente a mí, entre mis piernas, ya estaba completamente desnudo-.

Luis: ¿A poco después de la mamada que me diste ayer no te quedaste con ganas de que te la metiera, Ana? Además, te calentaste bastante ahorita, estabas chorreando –me agarró las tetas, me había quitado el top para acostarme, enseguida se me pusieron duros los pezones de nuevo.

Yo: Puede venir tu papá, Luis –movió mi calzón descubriendo mi panocha y talló su verga en la ella-.

Luis: No, cerré la puerta, Ana; además mi papá ya anda cogiendo con una vieja –en ese momento me la metió-.

Yo: ¡Ay, cabrón!

Luis: ¿Querías que te la metiera, no, Ana? Ni sabías quién era querías que te cogiera, me cae que sí eres bien puta.

Yo: Ay, no mames, qué rica la tienes, Luis. ¡Eres un cabrón!

Luis: Y tú una puta deliciosa, Ana; no sabes las ganas que te tenía; me la he jalado un chingo pensando en ti, viéndote coger con otros, oyéndote gemir, oliendo tus calzones… Y con las ganas que me quedé ayer de cogerte; cómo te dejaste manosear y luego cómo me la mamaste.

Yo: Tampoco podía hacer mucho.

Luis: No, estabas ganosa, Ana; te gustó que te sabroseara con mi papá ahí a lado bien jetón (dormido) y cómo me saboreaste la verga en el baño. ¿Verdad que te calentó?

Yo: Sí, la verdad, sí, Luis, me sabroseaste bien rico.

Luis: ¿Te calentaste?

Yo: Mucho.

Luis: ¿Y te gustó mamármela, Ana? –asentí-.

Yo: Sí, me gustó cómo sabe tu verga, Luis.

Luis: Me encantó que te los tragaras; no creí que lo hicieras.

Yo: Sabe rico tu semen… me gusta cuando dejas mis calzones embarrados, me gusta olerlos… me mojo, a veces los chupo.

Luis: ¿Te diste cuenta?

Yo: Por supuesto… y me encanta, no dejes de hacerlo.

Luis: Con gusto voy a seguir dejando mis mecos en tus calzones, Ana.

Yo: Me gusta masturbarme oliéndolos.

Luis: Qué rico que seas tan caliente.

Yo: ¿Te gusta?

Luis: Está de poca madre tener una madrastra así de puta, Ana.

Yo: ¿No te molesta?

Luis: No, ni madres; me calienta un chingo que seas tan puta, Ana; me gusta verte y oírte coger, pero ya quería cogerte, quería metértela… saborear tu concha, ¡sentirla!

Yo: Yo también quería sentir tu verga, Luis.

Luis: ¿Entonces vamos a seguir cogiendo?

Yo: ¿Pero que no sepa tu papá, ok? Que sea nuestro secreto, ¿sí?

Luis: ¿Pero puedo presumirte con mis amigos?

Yo: Acuéstate, quiero montarte –nos acomodamos, pero más bien se sentó en la cama y empecé a montarlo de frente; me senté en su verga dura mientras él me comías las tetas y me agarraba las nalgas- ay, qué rica verga tienes, Luis.

Luis: ¿Te gusta?

Yo: ¡Está durísima! ¡Me encanta! Cómeme las tetas –me agarraba fuerte las nalgas- qué rico me coges.

Luis: Es que estás bien pinche buenota, Ana; te traía un chingo de ganas, putita. ¿Te puedo decir así?

Yo: Dime como quieras, pero cógeme, papito.

Luis: Me encantan tus tetas, pinche Ana y cómo las presumes…

Yo: Ay, sí, cómemelas; me calienta mucho que me las coman.

Luis: Moría por saborearte todita, puta…

Yo: Me voy a venir, Luis, sigue comiéndome las tetas… dime cosas ricas.

Luis: eres una puta deliciosa, Ana… me encantan tus tetas… tus nalgas… tienes una concha riquísima… gimes como zorra… me pones la verga a mil, putita –en ese momento me vine riquísimo-.

Yo: Ay, no mames… me vengo, Luis… aaah… no mames, no mames, ay, qué rico… –él me agarraba fuerte las nalgas y me jalaba hacia él; me encanta sentirla tan dura; seguí montándolo-.

Luis: Me encanta tu cara cuando la tienes adentro, Ana; pones una cara de golosa bien pinche rica; una carita de “dame más verga”, de no mames.

Yo: Pues dame más verga, papito. Dame más verga, Luis.

Luis: Ya no me dijiste; ¿te puedo presumir con mis amigos?

Yo: Cómo quieres presumirme, ¿eh?

Luis: Quiero enseñarles fotos tuyas; que vean lo que me como.

Yo: Pero ya me han visto tus amigos que van a la casa.

Luis: Sí, pero que te vean con menos ropa, ¿va?

Yo: Bueno, un día dejo que me tomes fotos antes de cogerme, ¿cómo ves?

Luis: ¿Y fotos cogiendo?

Yo: Jajaja vemos, vemos.

Luis: Ay, cabrón, me aprietas la verga bien rico con tu pucha, Ana.

Yo: ¿Te gusta? ¿Se siente rico?

Luis: Se siente de poca madre, ¡putita! –se acostó y seguí montándolo y apretándole su rica verga con mi panochita- Con razón tienes tantas vergas para ti, Ana. ¡Qué pinche delicia!

Yo: Me encanta lo dura que tienes la verga, Luis.

Luis: ¿Más que la de mi papá?

Yo: ¡Mucho más dura que la de tu papá!

Luis: Ya me voy a venir, Ana; me tienes súper caliente, putita.

Yo: Vente, Luis, vente, papito.

Luis: Quiero echártelos en las tetas, Ana; ¿puedo?

Yo: ¿Quieres vaciarte en mis tetas, papito? ¿Quieres bañármelas con tu lechita?

Luis: Sí, Ana; ¿puedo? –me levanté y me hinqué al pie de la cama y él se paró frente a mí; se la jaló unos segundos y se descargó en mis tetas, ¡¡salpicando un poco mi cara- ahí van… aaaah… puta madre qué rico!!

Yo: Vente, papito; échamelos, Luis… qué rico, así, ¡así! –reí un poco- ¡¡ay, se siente delicioso!! ¡¡Me encanta sentirlos en mis tetas!!

Luis: Qué rica te ves llenas de mecos, Ana.

Yo: Te vaciaste bastante… qué rico… -se la jalé un poco y luego se la mamé hasta que perdió su dureza-

Luis: No mames, me fascinas Ana. Coges de poca madre.

Yo: Mmmm… me encanta tu verga.

Nos bañamos y siguió sabroseándome; me besaba, me agarraba las tetas y las nalgas. Mientras nos estábamos bañando se le volvió a poner dura y me cogió otra vez. Esa fue la única vez que cogimos ese fin, pero la primera de muchas otras.

Loading

Compartir relato
Autor
AnaOG1984
AnaOG1984
40 años, tres parejas, tres separaciones y varios amantes en mi haber. Independiente, sexosa.

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.