Era domingo por la mañana, mi esposo alistaba el auto para partir, iríamos a una playa, la cual nos encanta, pues se encuentra totalmente vacía, por lo menos la mayor parte del tiempo, allí habíamos tenido muchas aventuras sexuales, así que era uno de nuestros lugares favoritos. Yo llevaba un bikini diminuto, tanguita con un bra que apenas si tapaba mi pezón, quería aprovechar la libertad de estar en ese lugar, sin tanta gente, y claro que sí, cachondear a mi esposo.
Todo estaba listo, la canasta de comida, las toallas, las franelas para la arena, todo, así que partimos; al llegar, estaba tal como lo pensamos, solo, ni una persona cerca, sólo se veía el mar, la arena y dos espigones a los costados que limitaban la playa.
Sin inconveniente alguno me quité el bra para hacer topless, quería broncearme completa, nos recostamos en las franelas sobre la arena con el sol sobre nuestra piel y charlamos de todo un poco, pasó el tiempo y mi esposo me hizo la invitación a "nadar", acepté gustosa, al entrar al agua rápidamente me acercó a él, pegando mi espalda con su dorso y haciéndome sentir su erecto miembro, me mojó de inmediato y no era por el mar, comencé a masturbarlo mientras él me tocaba mis parados pezones, así estuvimos un rato cachondeando, hasta que de pronto vemos a una persona en el espigón, parecía estar pescando y al mismo tiempo viéndonos, o al menos eso parecía, ya que por la posición del sol no se alcanzaba a apreciar bien sus rasgos, sólo su silueta, por otro lado, el agua era muy clara así que supongo que vio lo que hacíamos, para él no había sol que lo impidiera. Nos calmamos un poco y simulamos nadar por un buen rato, para no incomodarlo…
Pasó algo de tiempo y la persona seguía ahí, nosotros salimos del agua y nos dirigimos hacia la locación de nuestras cosas, comimos los aperitivos que habíamos preparado, destapamos un par de cervezas y disfrutábamos del ambiente. De un momento a otro se observa que aquella persona se acercaba caminando en dirección a nosotros, cuando se encontraba a unos cuantos metros llamó mi atención de inmediato, era un hombre cuarentón, con un cuerpo algo ejercitado, llevaba un traje de baño muy corto, una playera de tirantes y unas sandalias, en una de sus manos cargaba una caña de pescar artesanal, pero lo que más atrajo mi mirada fue su enorme miembro que rebotaba en cada paso que daba, no sé si fui obvia pero no pude evitar ver entre sus piernas, lo cual de inmediato me hizo sentir pulsaciones en mi vagina.
Llegó a nuestro lugar, yo al salir del shock que me causó ver aquella cosa, intenté con un brazo taparme los pechos los cuales aún seguían al aire. Se dirigió a mi esposo, le dijo que si le podía vender una cerveza, que olvidó comprar unas cuando venía hacía la playa y realmente tenía ganas de una; mi esposo amablemente le dijo que él se la invitaba sin problemas y comenzaron a charlar mientras le pasaba la botella, hablaron cosas de pesca que no entendía, así que perdí mi vista en el mar, de un momento a otro se fue la pena e inconscientemente olvidé tapar mis pechos, entonces escucho: "así es como deberían estar" el hombre se dirigía a mí, yo volteé desconcertada, no sabía de qué hablaba, al notarlo, sin miedo me dijo "tus pechos, son muy lindos, no deberías taparlos", me sonrojé completa, y antes de decir 'gracias' mi esposo le contesta "¿Sabes que es más lindo?, Tocarlos, ¿Los quieres tocar?".
Yo me quedé atónita, el tipo sin pensarlo, se acercó a mí, se sentó a mi lado y contestó: "con gusto", mientras acercaba sus manos a ambos pechos, no lo pude evitar, estaba mojadísima y súper excitada, me masajeaba los pechos y me sacaba uno que otro gemido, me excitaba la idea de que mi esposo estaba presente, y el mismo autorizó que me tocaran, él ya estaba enterado de que deseaba tener un aventura sexual con alguien que no fuera él, ahí fue cuando supe que confesarlo fue lo mejor.
Me mamaba los pechos mientras sus manos bajaban a mis nalgas, una de ellas se perdió entre mi diminuta tanga y llegó hasta mi vagina, metió tres de sus dedos, nunca antes habían metido más de dos, me recosté sobre la franela, mientras él seguía con su movimiento de dedos que le llenaba la mano de fluidos vaginales, su boca no se despegaba de mis pechos; mis gemidos aumentaban, no aguantaba más, con una de mis manos bajaba su traje de baño, sacando su enorme miembro, era blanco, con pocos pelos púbicos, glande rosado, se veía delicioso; entendió el mensaje y se incorporó encima de mi, sacó sus dedos, me abrió más las piernas y puso la punta de su miembro en la entrada de mi vagina, comenzó a empujar lentamente, desesperada lo jalaba hacia a mí, quería toda adentro, metió todo su miembro, me hizo gemir bastante, nos encontrábamos en el mete y saca, cuando volteó a ver a mi esposo, que ya pasaba por alto por la intensidad del momento, estaba masturbándose mientras nos veía.
Cogíamos sin parar, me puso a gatas, me lo hizo por atrás, me hizo terminar 6 veces, me hizo de todo, cuando terminamos, mi esposo se acercó a mí boca mientras seguía masturbándose, puso su miembro sobre mis labios y arrojó todo su jugo seminal, sabía delicioso, tenía un sabor particular a excitación, sabía que él también quería que tuviera sexo con otro y aprovechó la oportunidad.
Nos quedamos los tres charlando un buen tiempo más, quedamos en que repetiríamos mientras tomábamos las cosas para partir y terminar nuestro día en la playa, nos despedimos del señor al que curiosamente nunca le preguntamos su nombre, subimos al auto, estando arriba, mi esposo me pregunta si me gustó, a lo que yo contestó que me encantó, me dijo ahorcándome de manera provocativa y sexual: "Eres mi puta, sabía que querías dártelo, ahora quiero que hagas lo mismo con más hombres"…