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Como me inicié en el mundo del trío sin siquiera imaginarlo
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Todo había empezado un mes de marzo, justo antes de esta pandemia. Una APP de citas era ya un lugar bastante habitado por mí, buscando hombres de más o menos edad, algo de sadomasoquismo o algunas que otra persona dispuesta a juegos con lluvia dorada. Luego del decreto de la cuarentena, mi búsqueda se vio frustrada. No se podía salir, no podías acercarte a nadie. Dejé de buscar, el tiempo pasó.

Un día un mensaje de un tal Damián me llega. Empezamos a hablar, luego de una semana hicimos nuestro primer intercambio de nudes. Era tanto tiempo sin coger con nadie que le mandaba videos tocándome, de cómo me golpeaba las tetas y pellizcándome los pezones. Le mandaba fotos de mi culo dilatado de tanto jugar con mis juguetes, le manda de mi squirt y él me respondía con fotos y video de su pija descargando leche.

Hablamos tanto hasta que fue el primero en saber sobre mis fantasías de tener un trío. Que dos hombres hagan de mi lo que deseen, o tener una mujer a la cual disfrutar. Estaba dispuesta a probar de todo. Damián me conto también que él tenía fantasías, como besos negros o algún dedo metido en su culo mientras le chupan la verga. O ver a dos mujeres empezar a comerse todas hasta que él se mete en la escena. Todo hasta el momento eran palabras. Seguíamos en cuarentena.

Seis meses después la cuarentena seguía, pero por suerte no con la misma intensidad que al comienzo, no había un solo día que alguno de los dos no estuviera caliente y por ende lograba calentar al otro. Tomamos la decisión y decidimos romper el aislamiento. La calentura nos ganó. Él, con sus 44 años vivía sólo. Alto, medio robusto y una verga cerca de unos 15 cm dispuesta a meterse en cualquier agujero disponible que yo tuviera. Yo, con mis 100 de tetas, rellenita y un culo que no es gigante, pero no me quejo.

Llegó el día, pasó a buscarme por mi casa, nunca nos habíamos visto, pero no terminé de saludarlo que fui directamente al pantalón jogging que traía puesto. Se lo bajé y mientras manejaba yo empecé a tragarme toda su pija. Se la chupaba de arriba abajo, no deje un solo lugar sin mi saliva. Damián sabiendo lo que me gustaba, hizo presión sobre mi cráneo haciendo que me meta la pija hasta lo más profundo de mi garganta y ahí me dejó un buen rato. Las lágrimas caían por mi cara, eso le gustó. Lo noté cuando me tomó del pelo y me levantó para mirarme con una sonrisa entre burlona y caliente.

Llegamos a la casa, guardo el auto en su garaje y yo aprovechando la minifalda que traía, me la deje lo más corta posible. Cerró el auto y al verme por detrás me puso contra este empezando a moverme las nalgas mientras me daba unas duras palmadas. Luego de un rato de jugueteo me abrió la puerta de su casa y para mi sorpresa una amiga de él sentada en su cama.

Quedé dura a mitad del pasillo. Me miró y con una sonrisa tiró de mi mano atrayéndome hacía él. Pegó sus labios a los míos, su boca se fundió en la mía y en el transcurso del beso su amiga se posó tras de mí, besaba mi cuello con su mano en el botón de mi camisa.

Me empezó a desnudar mientras Damián metía su mano por debajo de mi pollera.

-¿Qué pasa acá? -Susurré en su oído dejando hacer a aquella chica.

-¿No tenías la fantasía de un trío? Deja que te lo cumpla, disfruta. -Dijo escuetamente mientras me giraba dejándome frente a la chica.- Toda tuya, Samanta. -Volvió a exclamar.

Samanta que ya estaba completamente desnuda, era rubia, unos rulos que acompañaban a la perfección unos ojos almendra, tenía 110 de tetas, regordeta y a decir verdad un culo despampanante. Se acercó y dejando un corto beso sobre mis labios bajó a mis tetas y comenzó a besarlas, mordía mis pezones y abofeteaba mi pecho. Mis ojos se cerraban ante tal goce, daba pequeños gemidos de placer. Damián se alejó y nos observaba mientras, con el pantalón ya afuera, se pajeaba. Samanta terminó de desnudarme, me entregué por completo. Una vez desnuda se arrodilló e hizo que abriera mis piernas, ni bien lo hice comenzó a lamerme el clítoris, lo masajeaba con la punta de la lengua. Mis jadeos se intensificaban mientras ella seguía lamiendo.

Damián se acercó por mi espalda y arrodillándose abrió mis nalgas y empezó a jugar con el agujero de mi culo mientras me propinaba nuevamente unas nalgadas. Era tanta la excitación que mis piernas temblaban y unas gotas comenzaron a salir de mi concha.

-Vamos a la cama. –Exclamó él mientras me empujaba suavemente.

Me tiró sobre la cama boca arriba, me abrió las piernas mientras Samanta sólo observaba. Se arrodilló y empezó a comerme la concha mientras me metía dos dedos dentro. Samanta se acercó y mis nervios se notaban, venía directo a mi cara a que le coma el coño. Entre gemidos de placer, ella se sentó en mi cara. Empezó con movimientos de cadera frotando su vagina en mi cara, no lo dudé y con mis manos separé sus labios buscando su clítoris.

Comencé con un cunnilingus lento, sintiendo como de a poco mi lengua se iba mojando con la saliva y sus jugos. Ella seguía frotando con fervor mientras Damián se levantó y acomodó su verga en la entrada de mi concha metiéndola de golpe “¡Ahhhh Si!”. Fue lo único que llegué a decir porque aquella concha empezó a largar un intenso squirt sobre mi rosto a compás de los gritos de aquella mujer encima de mí.

Mientras Damián seguía penetrándome con fuerza por culpa de aquella escena, se tiró sobre mi llegando a mi rostro y a su vagina que aún no corrió de ahí y lamía lo que quedaba de ambos lugares.

Mi corazón estaba acelerado y mi cuerpo y deseo dispuesto a lo que sea.

-Esta noche vas a estar dispuesta para lo que queramos, putita. -Me susurró Samanta mientras dejaba una mordida en el lóbulo de mi oreja.

Damián que ya había salido de mi para aguantar sus ganas de acabar, fue en busca de la boca de Samanta, y mientras ellos se devoraban yo me arrodillé buscando el culo de ella, el cual mordí, lamí y besé. Un dedo mío se metió dentro de su culo, que a decir verdad estaba bastante dilatado y sin cortar aquel beso, Samanta largó un gritito de placer. Seguí por otro dedo más, Damián la tomó del pelo y la puso en pose de perro en la cama. Se quedó en el medio mientras a mí, llevándome a la cama y haciendo que me arrodille en cuatro atrás de ella.

-Chúpale todo el orto. -Indicó Damián mientras golpeaba mi culo.

Hice caso. Metí tres dedos dentro de su concha moviéndolos mientras escupía y lamía el agujero de su entrada trasera.

Damián no hizo mucho más que separarme las nalgas y con una sola escupida posó la punta de la verga y la introdujo de una sola estocada en mi orto. Grité de dolor, siguió mientras yo intentaba concentrarme en ese culo que tenía delante. Mientras él seguía intentando abrir mi culo lo más posible, Samanta estaba más excitada que nunca y yo por demás caliente, abrí lo más que pude su concha y la lamí con rapidez, buscaba con mis dedos su clítoris, lo tocaba, lo magreaba.

-¡Hija de puta, me estás haciendo correr!

Samanta me tomó del pelo y apretando mi cara contra su vagina, casi sin poder respirar, empezó a moverse fervientemente hasta que de la nada empezó a largar chorros calientes de squirt haciendo que me moje, pero sin desperdiciar lamí lo más que pude, y manteniéndolo en mi boca y luego de haber recibido una culeada que cuando me toqué, sentí como mi culo estaba dilatado, me di la vuelta y acercando mi boca a la cara de él le largué todo el líquido en su rostro y boca.

Me dio una bofetada, y sentándome de golpe en la cama justo al lado de la chica, nos puso su verga en frente y empezamos a comerla, yo me concentré en los huevos, los lamía, escupía y estiraba metiéndolos adentro de mi boca mientras que Samanta daba arcadas con su pija.

Yo sin decir nada escupí mi mano y desparramando mi saliva llevé un dedo al culo de Damián, haciendo fuerza le penetré el orto, dejé unos segundos el dedo quieto y comencé a moverlo, lo metía y sacaba. Me tomó de la cabeza haciéndome ahogar con los testículos que nunca había dejado de chupar.

Fue tanta la excitación que tuvo con las dos que se empezó a pajear y entre medio de gritos de placer que daba acabó por nuestras caras. Una gran parte de semen calló en mi mejilla, Samanta me miró y con su dedo índice la arrastró hasta adentro de mi boca y nos fundimos en un beso luchando por ganar ese preciado premio.

Yo, caliente y siendo la única que no había acabado me tiré en la cama. Ambos fueron por mí, abriéndome las piernas. Tenía la concha dilatada a causa de tanto magreo. Samanta me chupaba las gomas de una manera dolorosa pero excitante, Damián quería hacerme acabar con un fisting.

Metió cuatro dedos que entraron sin problema alguno, con ayuda de un lubricante seguía metiendo. Logró entrar sin problema alguno su quinto dedo, me dolió. Pedí que no la sacara, tiró más lubricante mientras Samanta colocaba so concha frente a mí, la muy condenada me meo la cara, mientras Damián lograba meter toda su mano hasta la muñeca dentro de mi ser y ella frotaba con fervor mi clítoris. Entre medio de gritos hice notar que estaba por acabar dentro de segundos.

Ambos aumentaron sus movimientos, y yo casi ida de mi comencé a largar chorros al aire ya que Samanta me tenía bien abierto los labios descubriendo mi clítoris. Gritaba y pellizcaba el orto de ella, mis chorros seguían saliendo, Damián se inclinó y se mojó con ellos mientras movía su mano un poco más. La sacó e hizo que Samanta la chupara, lo hizo gustosa y al mismo tiempo bajaron para magrear con su lengua mi agujero vaginal completamente dilatado.

Había quedado tirada en la cama, sin fuerzas para moverme, viéndome tan sumisa, ambos se pararon en la cama y me orinaron el rostro.

-¡Abrí la boca pendeja! -Exclamó él.

Yo sin chistar lo hice, recibí el meo de ambos, en boca, ojos, toda mi cara. Le hizo una seña a Samanta, ella se acercó a besarme. Mientras me besaba se acercó Damián y los tres terminamos fundidos en un beso y luego recostados en la cama.

Y así fue mi iniciación en un trío, no lo esperé, ni siquiera lo imaginé, nunca me había calentado ni disfrutado tanto como en ese momento.

Todo esto me hizo dar cuenta de que hay mundos de los cuales te atrapan y no logras escapar porque el morbo, el deseo y la pasión se apoderan de una manera impensable de todo tu ser.

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