En ese momento tenía 22 años, rubia de tez pálida y bastante introvertida. Vivía con mi novio y su padre desde hace un año al momento de esta historia, mi suegro era un hombre mayor de 52 años. Un hombre alto y moreno bastante fornido, algo intimidante.
Al principio, estaba un poco nerviosa porque su padre siempre me veía con deseo y no paraba de hacer comentarios subidos de tono cuando estábamos solos, pero en ese momento no tenía otro lugar donde quedarme y no quería iniciar una discusión.
Vivir con ellos no era tan fácil, mi suegro, no solo era un desubicado, era un hombre mayor con ideas muy conservadoras, aunque nunca discutí con él por obvias razones.
Si se preguntan como llegué a vivir con ellos, bueno, mis padres eran muy violentos y nunca me sentí segura con ellos. Cuando conocí a mi novio, Martín, me ayudó a escapar de mi hogar. Me apoyó en todo momento y me hizo sentir segura. Me ofreció vivir con él y su padre y desde entonces estoy muy agradecida con él.
Aunque a veces me sentía incómoda, sabía que era mi oportunidad para comenzar una nueva vida lejos de ni problemática familia. A pesar de todo, sabía que era lo mejor para mí en ese momento.
Un día, mientras mi novio está trabajando su padre me llama a su habitación. "Ven aquí un momento", dice. "Quiero hablarte sobre algo".
Me acerco a él, sin saber qué esperar. Él se acerca y me sujeta por la cintura sin previo aviso. "¿Sabes que te aprecio y quiero verte bien? Que quiero que seas feliz en la vida".
Yo retrocedí instintivamente.
"Eduardo, por favor, no. Soy la novia de tu hijo."
Agarrándome suavemente del brazo dijo: "Querida, te deseo desde que te vi por primera vez. Quiero tenerte, no me importa lo que pase".
Comencé a sentir su respiración en mi cuello mientras me habla y sus manos se deslizan por mi cuerpo. "Te he estado observando", susurra. "Y sé que no eres feliz con mi hijo. Él no te da la atención que tu mereces. Pero yo sí, puedo hacerte feliz y hacer lo que él no hace por ti".
Estaba sorprendida y asustada por lo que estaba sucediendo, pero algo en su voz me hace sentir extrañamente cómoda. En un momento el me deja caer sobre la cama y comienza a desabrochar mi blusa, comienzo a sentir una sensación extraña de excitación.
Mi mente estaba confundida y mi cuerpo ardía. "Por favor, para", le rogué a mi suegro. Él simplemente se río ligeramente y continuó acariciando mi cuerpo con sus manos. Traté de resistirme, pero era más fuerte que yo. Sentí su boca en mi cuello, y mi cuerpo tembló. "Puedo sentir lo caliente que estás, sé que lo quieres", dijo mi suegro, y supe que había perdido la batalla. Me rendí demasiado fácil, quizá porque hace meses que mi novio no me tocaba, quizás porque soy una pervertida o solo quería vivir el momento.
Mis labios se separaron en un gemido, incapaz de contener el placer que recorría mi cuerpo mientras mi suegro me tocaba como un experto. Mis manos se aferraron a sus hombros, mientras su boca continuaba explorando mi cuello. No podía creer lo que estaba haciendo, pero no podía evitarlo, la pasión me consumía poco a poco.
"¿Y si tú hijo se entera?" le pregunté.
Mi suegro siguió recorriendo mi cuerpo mientras me susurraba al oído: "Te lo dije, no me importa lo que pase. Pero por el momento las únicas personas que sabrán lo que está pasando entre nosotros eres tú y yo, nadie más". El tono de su voz era firme, pero a la vez tranquilizador. Sentí como su mano se deslizaba hacia mi entrepierna, haciendo que mi cuerpo se arqueara de placer.
La idea de que mi aventura con mi suegro pudiera ser descubierta me asustaba un poco, pero el deseo que sentía por él en ese momento era más fuerte que cualquier preocupación. Sabía que estaba haciendo algo malo, pero no podía evitar seguir adelante.
Mi suegro me hizo arrodillarme frente a él y acarició mi cabello suavemente mientras me miraba. Sabía lo que quería que hiciera y sentí una extraña excitación al pensar en complacerlo.
"Muy bien, cariño. De rodillas" me arrodillé sin dudarlo, "Demuéstrame lo buenas que son más chicas de tu edad". dijo él mientras tomaba mi cabeza con ambas manos y la acercaba a su entrepierna.
Tomé su miembro en mi boca y comencé a hacerle el mejor oral que pude, explorando cada centímetro con cuidado. Poco a poco fui aumentando el ritmo mientras él gemía. Logré meterla toda en mi boca, mi habilidad oral era algo que a Martín siempre me gustó de mí.
La sensación de sumisión y dominación me hacía sentir viva y excitada como nunca antes. Sabía que estaba haciendo algo que no estaba bien, pero en ese momento solo quería complacer a mi suegro y satisfacer mi propia lujuria.
Un rato mi suegro estaba cerca de llegar al clímax, y pude sentir su miembro duro palpitar en mi boca. Seguí moviendo mi cabeza de manera intensa, buscando llevarlo al éxtasis.
Al final, su cuerpo tembló y se tensó, y pude sentir su semen llenando mi boca. Tragué todo, sin derramar ni una gota, y me levanté lentamente para mirarlo a los ojos.
Mi suegro me rio con satisfacción y me acarició cabeza, y aunque yo estaba un avergonzada y humillada, también sentía un extraño sentido de orgullo por haberlo complacido tan bien.
Después de que tragara el semen de mi suegro, me dijo que me diera la vuelta.
Me di la vuelta y me apoyé en la cama, ofreciéndole mi cuerpo. Mi suegro comenzó a acariciar mi espalda, suaves caricias que me hacían estremecer.
Luego, sentí sus manos agarrando mis caderas con fuerza, y su miembro rozando mi entrada. Me agarré a las sábanas mientras sentía cómo me penetraba lentamente, profundizando con cada empujón.
El placer era inmenso, y me dejé llevar por las sensaciones, sin pensar en nada más que en el momento presente. Podía escuchar su respiración agitada detrás de mí, y sus gemidos se mezclaban con los míos.
Mi cuerpo temblaba de placer mientras mi suegro me monta con intensidad. La sensación de sus manos fuertes en mi cintura y sus embestidas profundas me hacían chillar. Cada vez que entraba en mí, sentía como si todo mi ser se desvaneciera en un mar de sensaciones.
Me sentía vulnerable y entregada a él, como si nada más importara en ese momento que el placer que me estaba dando y yo le daba. A pesar de todos los problemas que podría traer lo que estábamos haciendo, no puedo negar que lo estaba disfrutando como nunca.
"Eso es, mi niña, me encanta escuchar tus gemidos" decía.
Sentí cómo su mano apretaba mi trasero con fuerza mientras seguía moviéndose dentro de mí. Mis gemidos se mezclaban con sus palabras de aliento, y no pude evitar sentir un poco de vergüenza al escucharlo llamarme su "niña". Pero al mismo tiempo, sus palabras me hacían sentir tan bien que no podía resistirme.
"Cariño, sigue así", dijo mientras acariciaba mi cabello. "Eres tan hermosa cuando te entregas así. No te detengas".
Sus palabras me animaron a seguir moviendo mis caderas, y me dejé llevar completamente a la pasión del momento. Cada vez que nos movíamos juntos me sentía viva.
De repente, sentí cómo su cuerpo se tensaba y la metió con más fuerza. Un momento después, gritó mi nombre mientras se corría dentro. Yo lo miré fijamente, con la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza y al poco tiempo también me vine. Ambos quedamos sudorosos y cansados.
Cuando todo terminó, llegó la culpa. Me sentí mal por engañar a mi novio, con su propio padre, un hombre con más del doble de mi edad.
Antes de que pueda moverme, mi suegro me agarra del brazo y me mira a los ojos. "No te reprimas, mi niña", susurra mientras acaricia mi mejilla. "Lo que acabamos de compartir es nuestro pequeño secreto. Y te aseguro que no será la última vez que hagamos esto". Me quede paralizada, no sabía qué hacer ni qué decir. Él me suelta y me permite irme, pero se que es algo que no terminara aquí.
Tome mi ropa rápidamente y me fui a mi habitación. Me sentía sucia y avergonzada. No podía creer que había hecho eso.