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Cómo disfruté al novio de mi hija (1)
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Era 2017, estaba regresando a la casa por unos documentos que necesitaba para hacer un pago en el banco, los había olvidado en mi apuro porque no se me pasara la fecha límite. Estacioné fuera del garaje, así sólo me subía a la camioneta y me iba, lo cierto es que hice mucho ruido al entrar, me sorprendería que Karolina y Caleb, mi hija y mi yerno respectivamente, no me escucharan, pero los gritos de placer de Karito cubrieron el azotar de la puerta. Santo Dios, nunca había escuchado a mi hija gritar así, su hermosa voz siendo torcida y erotizada por el pene de mi yerno. No pude evitarlo, era tanto grito y gemido que tuve que acercarme al cuarto a ver qué estaban haciendo, mis pezones duros mientras subía las escaleras y mi vagina húmeda en cuanto vi lo que vi.

Pude ver cómo un cuerpo moreno, tonificado y musculoso se movía encima de mi hija, la piel blanca de Karolina, sus brazos delgados y lo delicada que parecía debajo de Caleb… Lo estaba recibiendo como una campeona, pues Caleb se movía rápido y sus caderas golpeaban sin piedad las piernas abiertas de Karo. No podía ver su pene, pero sí el par de huevos más grandes y negros que nunca hubiera visto. La voz quebrada de Karolina, sus gritos ocasionales, esa espalda musculosa, esos huevos, el tronar las nalgas de mi hija y los huevos de Caleb meciéndose… Estaba empapada, mis bragas húmedas como nunca lo habían estado.

Y cambio de pose. Caleb se puso de pie sobre la cama y pude ver por primera vez al hermoso que le colgaba entre las piernas. Era oscuro y grueso y venoso y largo. Frente a mí y dentro de mi hija, esos 23 cm de verga se explayaban, sin condón. Caleb se abrió de piernas y echó hacia enfrente las caderas, acercando su monstruo a mi hija, Karo lo tomo con ambas manos y jaló de él para levantarse, a mi hija le temblaban las piernas y tenía la cara congestionada, sus ojos llorosos. Caleb acomodó las almohadas y se acostó con la espalda recargada en ellas, sus piernas abiertas, esperando que Karo se sentase en su enorme pene. Le dio una mano a Karito y ella le dio la espalda, hizo cuclillas hasta que el glande tocó sus labios vaginales y se dejó caer lentamente sobre las manos de Caleb, que junto a su pene soportaban todo el peso de Karo. Lo que siguió fueron unos cortos cinco minutos de Caleb moviendo sus caderas, manoseando a mi hija y desviviéndose por complacerla. Fue al final de esos 5 minutos que Karolina gritó a la vez que se reía, se impulsó con los brazos para ponerse de pie y comenzó a correrse, manchando la alfombra y la sabana. Caleb se apresuró a arrodillarse sobre la cama tras de Karo y, poniéndole una mano debajo de la vagina, pudo redireccionar los chorros de fluidos de Karolina, pudiendo así abrir la boca y recibirlos directamente.

Después de eso, Caleb se quedó así, arrodillado, abrazando las piernas de Karo con su cara en medio de sus nalgas. Mi hija respiraba aceleradamente y se notaba cansada, se llevó la mano a las piernas y después empezó a acariciar el cabello de Caleb.

-¿Si pudiste esta vez, bebé? -Preguntó Karolina.

Caleb sacó la cara de entre la raja de Karo y untó una mejilla en sus nalgas.

-Sí, amor, esta vez sí me vine.

-A ver, déjame checarlo.

-Karo, en serio, créeme.

-¿Por qué no dijiste nada entonces?

– No me diste tiempo, en seguida te levantaste.

Vi cómo Caleb arqueaba los ojos mientras Karolina se agachaba y tomaba su pene. Lamió el glande unas tres veces y después le dio un fuerte manotazo a Caleb en el hombro.

-No me mientas, pendejo.

-Es que me cuesta mucho…

-No fuera con Karina, ¿verdad?

Contexto: Karito y Caleb habían hecho un trío con una amiga en común y mi yerno se la pasó eyaculando esa noche.

-Eso es diferente, estaba cumpliendo una fantasía.

-Ajá, o sea que si el niño no cumple su berrinche, no puede correrse.

Hubo un largo silencio en el cual Karo se puso de pie y bajó de la cama en dirección al baño de su cuarto. Caleb alcanzó a agarrarla de la mano y no la dejó ir por más que Karolina se esforzó.

-No me sé el nombre de los papás de Karina, nunca he jugado con sus hermanitos, tampoco se sabe el nombre de mis perros, nunca la llevaría a conocer a mi mamá, tampoco me gustaría despertarme cada día de mi vida a su lado. De verdad, Karo, no es que no me gustes, casi siempre soy yo el que empieza con esto -Le acarició una nalga a Karo- es sólo que me cuesta mucho eyacular. No es culpa tuya.

Karolina se dio la vuelta y abrazó a Caleb, mismo que apoyó su cabeza sobre los pechos de mi hija. Tenía tiempo sin verlos, 34d, eso lo sabía, pero eran pechitos hermosos con areolas grandes y casi invisibles y un pezón chiquito, las tenía lelas igual que yo.

-Acuéstate -Le dijo Karo a Caleb.

-No tienes que hacer eso.

-Quiero hacerlo, acuéstate.

Caleb se acostó y abrió las piernas, Karo se acercó y levantó las nalgas de su novio, dejando expuesto un ano bien rasurado.

-Avísame cuando te vayas a venir, ¿ok?

-Ok, amor.

Karo entonces, sin pudor ni duda, metió su cara entre las piernas de Caleb y comenzó a mamar su ano. Su lengua recorrió la parte exterior del culo, lametazos fuertes que hacían a Caleb contraer las caderas, pero se mantuvieron rígidas y temblorosas cuando Karo metió su lengua directamente. Joder, nunca había pensado en mi hija como una persona sexualmente activa y ahí estaba, mamando el culo de un hombre que recién le había dado un orgasmo, el cuarto apestando tan fuerte a sexo que el olor me llegaba a mí fuera de la puerta. Todo el cuerpo de Caleb gritaba placer, su pene estaba venoso, más que antes y palpitante, sus músculos de las piernas rígidos y sus ojos volteados mientras mi hija preparaba un orgasmo para él.

Y el orgasmo estaba por llegar. Cuando Caleb le avisó, Karolina lo tomó de los huevos con fuerza y se los retorció para retrasar la eyaculación, Caleb la miró con ojos suplicantes mientras su pene palpitaba como loco. Karo se tomó el tiempo de apuntar la enorme verga de Caleb en dirección a la cara y finalmente soltó los testículos, dejando que Caleb eyaculara en su propio rostro una exagerada cantidad de espeso esperma.

Karo procedió a acostarse encima de su novio y recolectar con la lengua todo el semen que recién había salido de su pene y, abriendo la boca para mostrárselo a Caleb, se lo tragó.

Lo que siguió fue un largo beso, una plática en la que planeaban la limpieza del cuarto y una alarma para poder dormir hasta una hora antes de que los niños salieran de la escuela.

Así fue como mi hija, con tan sólo 18 años, demostró que ya estaba más recorrida que yo con el doble de su edad.

Pero yo noté una cosa muy sencilla. La razón por la que Caleb no se corría era Karolina, lo terrible que era en el sexo, para ser más específica. Quizá fuera buena para mamar culos, pero no para ser penetrada ni jugar con su hombre en la cama. Y Dios sabe que yo llevaba ya casi media década sin que mi hombre me cumpliera.

Así que, si a Caleb su mujer no le cumplía y a mí mi hombre no me cumplía…

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