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Como conocí a mi hombre
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Tiempo de lectura: 30 minutos

Me llamo Janet y en este relato les voy a contar cómo conocí a mi macho cuando me mudé a Bogotá para comenzar mis estudios universitarios.

Quería avisarles de que quizás me haya extendido bastante a la hora de relatar lo que sucedió, pero he pretendido reflejar todo lo que pasaba por mi cabeza en esos momentos. Espero sus impresiones y comentarios.

Siempre me he considerado un chico tímido, con éxito en mis estudios pero con no tanta suerte socialmente. Mi cuerpo no estaba mal a mi parecer, mido 177 y soy delgada, morena, peso alrededor de 60 kg. Tengo el pelo largo aunque por el resto del cuerpo apenas tenía, lo que junto a mis rasgos un poco andróginos me conferían un aspecto delicado y hasta cierto punto femenino. Mi culito era una de las partes de mi cuerpo que más me gustaban, lo tenía parado y redondito, fruto de la costumbre que tenía de subir escaleras. Por otra parte, mi clitty es pequeñito, apenas llega a los 10 cm y es una de las razones por las que nunca había estado con una chica ya que me sentía bastante cohibido y me daba mucha vergüenza que pudieran reírse de mi tamaño. Con el tiempo y en especial cuando me vestía, esto en lugar de verlo como un hándicap lo comencé a ver como una ventaja ya que me confería un aspecto mucho más femenino.

Cuando ocurrió todo esto hacía un par de meses que acababa de cumplir mis 18 años y que me había mudado a Bogotá para comenzar mis estudios universitarios. Por aquel entonces tuve que acostumbrarme a un nuevo estilo de vida ya que hasta entonces había estado viviendo en casa de mis padres. Ahora tenía un pequeño apartamento que me ofrecía la posibilidad de poder experimentar con aquellas cosas que siempre había querido hacer o bien tenía ganas de seguir haciendo. Una de esas cosas fue la de vestirme y aunque quizás en alguna ocasión les cuente mis inicios como crossdresser, tengo que decirles que cuando me mudé a Bogotá tenía más libertad y fui ampliando mi fondo de armario. Me armé de valor y pasé por alguna tienda de ropa y por algún bazar chino para hacerme con prendas como algún top, un par de vestidos y por supuesto numerosa ropa interior. En apenas un par de meses llegué a tener ropa suficiente como para llenar una lavadora y siempre que llegaba de la universidad cambiaba mis prendas masculinas por mi nueva ropa. Pasaba el tiempo en casa con medias, braguitas… y me encantaba tanto la sensación que con el paso del tiempo comencé a llevarlas debajo de mi ropa de chico.

Cuando pasaba el tiempo como nena me encantaba pasar el rato buscando información sobre sissies, leyendo relatos y también viendo porno. Mi favorito era aquel en el que chicos jóvenes como yo eran sometidos y feminizados por hombres maduros. Quien me iba a decir que dentro de poco algo parecido me iba a pasar a mi. En bastantes ocasiones había intentado concretar alguna cita con algún hombre, pero resultaba una labor complicada ya que no era sencillo encontrar a gente compatible. Buscaba por algún chat y miraba anuncios pero la mayoría de la gente iba a saco, tenía poco tacto y la verdad, no me hacía sentir muy segura. Todo esto cambió la tarde en la que leí el siguiente anuncio:

“Empresario maduro, culto, con clase y experiencia busca travesti o crossdresser joven, sumisa y complaciente. Si no dispones de experiencia no pasa nada, ya que siempre se puede adquirir y lo más importante para mí es la actitud y las ganas que tengas de transformarte en una chica complaciente. Busco gente seria, con disponibilidad de horarios y que esté dispuesta a ser entrenada y sometida como esclava sexual. A cambio recibirás discreción, comprensión y una remuneración por tus servicios”.

Durante un par de días este anuncio no paraba de rondar por mi mente. Aquel hombre buscaba algo parecido a lo que yo siempre había deseado ser, así que tras meditar qué le diría, le mandé un correo en el que me presenté y le decía lo mucho que me había gustado su anuncio y las ganas que tenía de conocer a alguien así. En alguna otra ocasión había contestado a otros anuncios, pero las respuestas que recibía nunca me habían terminado de convencer y al final nunca había surgido nada con nadie. Al escribirle pensaba que sería como cualquier otro de esos chicos, a los que solo le importa su bienestar, sin embargo al par de horas recibí su respuesta y me sorprendió bastante ya que daba la impresión de ser un hombre con bastante criterio. En su respuesta se alegró de que le hubiera escrito y me ofreció más detalles sobre su vida y sobre qué era lo que buscaba exactamente. Me comentó que era un empresario de éxito de 43 años, viajaba bastante. Apenas tenía mucho tiempo y era por ello que buscaba a gente joven como yo para dar rienda suelta a sus pasiones. Me dijo que su debilidad siempre habíamos sido las crossdresser y que le encantaba feminizar a un chico joven, tratarlo como si fuera su amante, pero también como si fuera su putita particular. Por esa razón buscaba a gente muy abierta de mente y con las ideas muy claras, que le gustara ser tratada como una autentica mujer, pero que también le gustara ser tratada con rudeza hasta sacar a las putitas que llevábamos dentro. Me comentó ciertas prácticas que le gustaba hacer, en especial le encantaba dominar, cosa que a mí personalmente me llamaba muchísimo la atención ya que siempre me había imaginado a los pies de un hombre dominante. Además, gracias a su posición económica no le resultaba ningún problema ayudar a las nenas con las que quedaba en su transformación ya fuera con ropa u otras cosas como sesiones de maquillaje o peluquería.

No podía creer mi suerte ya que por fin tenía ante mí la oportunidad de conocer a un hombre qué, además de ser dominante y tener experiencia, me ofrecía la posibilidad de ser la nena que siempre había querido ser. Mientras leía su respuesta y pensaba en que responderle no pude evitar emocionarme y masturbarme. Con el paso de los días fuimos intercambiando más correos y nuestra confianza fue acrecentándose. Cada vez había más feeling entre nosotros y daba la sensación de que teníamos gustos parecidos. Nos intercambiamos algunas fotos y pude comprobar que a pesar de ser madurito aún se conservaba bastante bien y era atractivo, parecía que hubiera practicado mucho deporte cuando era joven ya que se intuía un cuerpo fibrado, aunque ya empezaba a notarse la edad.

Así fue que al cabo de una semana y media me envió un correo en el que me decía que durante el fin de semana iba a estar en su casa de Bogota y que tenía muchas ganas de conocerme. Sí yo quería me ofrecía la posibilidad de conocernos y pasar una tarde en su casa. No haríamos nada que no quisiera pero si iba, me dijo, tenía que tener claro que a partir de entonces iba a ser su nena y tendría que obedecerle en todo lo que me dijera. Obviamente mi respuesta fue afirmativa y le contesté que tenía muchas ganas de conocerle y de poder quedar con él. Así fue como concretemos una cita para el sábado por la tarde en una discreta cafetería de una buena zona de Bogotá.

Durante la noche del viernes apenas pude pegar ojo de lo emocionada que estaba ante la cita del día siguiente. Muchas veces había fantaseado con estar con un hombre maduro y en unas horas iba a poder cumplir ese sueño. Al final, imaginándome cómo sería la velada caí rendida y me dormí. Cuando me desperté por la mañana lo hice con una mezcla de nerviosismo y de emoción, no podía creer que el día en el que me harían una zorrita había llegado.

Lo primero que hice fue prepararme, aún faltaban horas para la cita pero quería estar perfecta para él. Me metí en el cuarto de baño y comencé a depilar todo mi cuerpo, poniendo especial cuidado en las piernas, ingles y axilas. Cuando terminé de depilarme me metí en la ducha para quitar los restos de la crema depilatoria y además limpie por dentro mi culito, el cual hoy previsiblemente iba a dejar de ser virgen al ser usado por un hombre que me doblaba la edad. Aunque estaba muy caliente, evité tocarme en todo momento ya que quería estar totalmente preparada para mi macho… y he de admitir que fue una tarea complicada porque solo de pensar en las cosas que podría hacer esa tarde estaba que no cabía en mí.

Una vez aseada preparé la ropa que iba a llevar para meterla en una pequeña mochila. A pesar de que en estos meses viviendo en Bogotá había conseguido ampliar mi fondo de armario he de admitir que aún no tenía mucha variedad. Al final me decanté por llevar dos conjuntos de medias negras, un par de tangas, un sujetador, un top azul oscuro con rayas negras, una falda también azul y bastante cortita y por último una de mis prendas favoritas, un vestido rojo y negro que me quedaba algo ajustado y realzaba bastante bien mi culito. Consideraba este vestido una de las mejores prendas de ropa que tenía por ahora y me encanta su suavidad, cuando me lo pongo no puedo evitar ponerme ya calentita nada más rozarlo con mi piel y en aquel momento esperaba que a mi macho también le gustara.

Tras comer y descansar un ratito, me aseé por última vez, cogí la mochila y emprendí el camino hacia la cafetería donde habíamos quedado. La cafetería se encontraba en un buen barrio de la zona norte de Bogotá y para llegar hasta ahí tenía que coger el metro. A medida que éste se iba acercando a la estación donde tendría que bajar, los nervios se hacían más presentes y hubo alguna ocasión en la que pensé en darme la vuelta. No dejaba de pensar si lo que iba a hacer era correcto, tenía muchas ganas de entregarme a un hombre y que me tratara como su nena, pero ahora que estaba a punto de llegar el momento no veía tan clara la situación. Me temblaban las piernas y mi boca estaba seca. ¿Y si no era lo esperado? ¿Y si me trataba mal? Cientos de dudas asaltaban mi cabeza aunque al final algo prevaleció: llevaba años deseando que llegara el momento en el que me entregaría a un hombre. Miraba a la gente de alrededor y me preguntaba qué pensarían si descubrieran que ese joven estudiante con aspecto de no haber matado nunca a una mosca en su vida llevaba la mochila llena de ropa para transformarse en Janet. No pude evitar esbozar una sonrisa imaginándome la situación y en ese mismo instante la megafonía del metro indicaba mi parada y a la vez que se abrían las puertas del vagón; era ahora o nunca. Decidida me levanté y subí las escaleras del metro para salir a la calle.

Llegué a la cafetería unos minutos antes de la hora prevista, pero como no faltaban muchos minutos decidí entrar y pedir un café en lo que llegaba. Mi sorpresa fue mayúscula cuando nada más pedir el café y sentarme en una de las mesas más apartadas de la entrada, alguien me puso la mano en el hombro.

– Hola Janet – me dijo susurrando de manera casi imperceptible. Casi me muero del susto, empecé a mirar súper colorado hacia todas partes por si alguien miraba extrañado la escena en la que alguien me acababa de llamar con nombre de chica. Pero cuando miré hacia ese hombre no pude evitar sonrojarme y ponerme aún más colorada. Era Javier y por lo que se ve, a pesar de que yo hubiera llegado unos minutos antes, él ya llevaba un buen tiempo en la cafetería. Estaba bastante mejor que en la foto, a pesar de ser un hombre maduro se cuidaba y estaba muy bien, sin duda se veía que era un hombre exitoso. Iba bastante bien vestido, bueno como casi todos aquellos que se encontraban en la cafetería, a decir verdad, quien más desentonaba era yo ya que era el más joven de toda la cafetería y además me encontraba solo.- Me alegra que seas tan puntual, eso dice mucho de ti. ¿Qué tal estás?

– Ho… Ho… Hola – le respondí de manera atropellada. Por un momento llegué a temer que alguien se hubiera dado cuenta que me había llamado de manera femenina pero parecía que nadie se había enterado y me tranquilicé un poco. Pero él me vio que estaba con un poco de nervios.

– Veo que estás un poco nervioso, estate tranquilo que aquí nadie se va a enterar de esto. – Me dijo mientras esbozaba una sonrisa y tomaba asiento frente a mí. – No esperaba que llegaras tan pronto, me gusta que seas puntual. Dime ¿Has encontrado bien el sitio? Espero que no hayas tenido que andar mucho.

Mientras Javier rompía el hielo e intentaba tranquilizarme, comencemos a hablar de cosas baladíes y sin mucha importancia. No podía dejar de mirarle… sus ojos, unos ojos azules que parecía que me leían la mente. Su barba, recortada y bien cuidada, mostraba ya alguna que otra cana otorgándole un aspecto bastante varonil (tengo que reconocer que siempre he sentido predilección por las barbas canosas de hombres maduritos, me encanta ese contraste que produce el vello oscuro con el cano). Su sonrisa era perfecta y sus pequeñas arrugas junto a la comisura de los labios y en sus ojos indicaban que era un hombre que acostumbraba a sonreír bastante, lo que me daba buena espina.

La impresión que me dio Javier me gustó muchísimo y consiguió que me relajara y me fuera abriendo hacia él. Le comentaba que era la primera vez que hacía esto y que nunca había estado con un hombre aún. Eso pareció gustarle ya que arqueó una ceja y una sonrisa se dibujó en su cara al escuchar que era virgen. Por su parte él me comentó sus experiencias y me quedé sorprendida ya que visto lo visto había mantenido relaciones con varias cd e incluso alguna chica trans. Le mostré un poco de preocupación por mi falta de experiencia y por no saber si iba a estar a la altura de sus expectativas.

– No tienes por qué preocuparte, me gusta mucho iniciar a chicas como tú. – No pude evitar sonrojarme cuando enfatizó la palabra chica-. Desde que mostraste interés por mi anuncio y al hablar por mail me has dado buena espina. Además, con un poco de práctica estoy totalmente convencido de que vas a ser una nena espectacular ¡No hay más que verte! Tienes un cuerpo muy femenino y por lo que veo, actitud te sobra para convertirte en una zorrita… Pero todo depende de ti. – Su rostro por primera vez en lo que llevábamos de cita se volvió serio y mirándome fijamente a los ojos me dijo con voz algo más grave: el momento ha llegado y de ti depende. Tienes dos opciones. La primera de ellas es declinar todo esto, puedes salir por la puerta sin ningún tipo de compromiso y todo se quedará en nada. Y la segunda opción consiste en que aceptas convertirte en mi nena; sí te quedas has de tener bastante claro que aprenderás a complacer a un hombre como lo hacen las mejores zorritas, aprenderás a ser sumisa y complaciente, pero… Además has de tener presente que cuidaré de ti, como bien sabes dispongo de capacidad económica y me ocuparé de que durante el tiempo que seas mi zorrita, si lo aceptas claro, no te faltará de nada. Al fin y al cabo, no todo va a ser follar ¿Verdad? – Me dijo parafraseando a Krahe mientras me miraba y esbozaba una sonrisa. Me encantaba que tuviera sentido del humor.- En fin, ¿Qué decides?

Toda sonrojada tras lo que me había dicho era incapaz de mirarle a los ojos. El momento de decidir si convertirme por fin en una auténtica zorrita o salir huyendo había llegado. A pesar de todo lo tenía bastante claro, durante el viaje en metro lo había sopesado ya todo. Cuando por fin pude mirarle de nuevo a los ojos:

– No tengo nada que elegir, ya lo hice. Q… Qui… Quiero ser tu nena -. Le dije en voz clara pero lo suficientemente baja para evitar que nadie en la cafetería nos oyera. Dios, no podía creerlo, por fin tras mucho tiempo le había dicho a un hombre que quería que hiciera una zorrita de mi.

– Bien, acompáñame. – Javier se levantó sonriente y de manera enérgica, fue a la barra y pagó los dos cafés que habíamos tomado al camarero. Yo le seguí y me invitó a salir de la cafetería- Vivo en una urbanización fuera de Bogotá, pero tengo un piso a un par de calles de aquí. Generalmente está alquilado pero ahora está vacío y podremos ir allí sin que nadie nos moleste. Intuyo que dentro de la mochila traes la ropa con la que cambiarte ¿Verdad? Bien subamos, tengo bastantes ganas de conocer a Janet. – Me dijo mientras me guiñaba un ojo.

Durante el trayecto a casa Javier me comentó que estaba bastante contento de haberme encontrado, por lo visto le gustaba y tenía bastantes ganas de convertirme en una de sus zorritas. Por mi parte estaba encantada, y aunque nadie lo sospecharía, ahí iba yo… por la calle acompañando a un hombre que me acababa de decir que iba a convertirme en su zorra particular… ¡Sí mi padre me viera…!

– Bueno hemos llegado. – Se trataba de un piso bastante grande en la séptima planta de un edificio donde vivía gente al parecer con dinero. Nada más entrar al vestíbulo me preguntó una vez más sí estaba segura de esto y al contestarle una vez más de manera afirmativa me dijo:- Perfecto, ahora escúchame bien, a partir de ahora cuando quedemos siempre has de estar vestida de chica. Delante de mi no quiero volverte a ver con ropa de chico a menos que te esté llevando a casa o sea por una causa imprescindible. Siempre que llegues lo primero que has de hacer cuando llegues a casa será cambiarte.

Obviamente estaba de acuerdo con eso que me había dicho y lo entendía perfectamente ya que Javier quería una nena a su lado y yo estaba deseosa de poder serlo. Me llevó hasta el cuarto de baño-: Aquí podrás cambiarte, tomate tu tiempo… quiero que la primera impresión que me lleve de ti sea buena. Cuando termines ve al salón, te estaré esperando allí. – Se despidió de mi llevando una de sus manos hacia mi barbilla, levantando mi cara para que le mirara a los ojos y me daba un beso en los labios.

Cerró la puerta y me dejó en el baño, el cual es bastante amplio. Coloqué la mochila junto a una silla que había y comencé a desvestirme. Saqué la ropa que traía decidiendo que ponerme. Como los dos juegos de medias que traje eran iguales me las fui poniendo mientras me decantaba por ponerme en primer lugar mi vestido rojo. Era una de las prendas que más me gustaban y que mejor ocasión que llevarlo la primera vez que me iba a presentar como Janet ante un hombre. A pesar de que sentía un poco de nervios ante todo esto, lo cierto es que también me encontraba bastante excitado y esta sensación se acentuó cuando empecé a subir un tanga rojo a juego con el vestido y que quedaba genial en contraste a las medias. Intenté relajarme un poco y esperar a que mi pequeño pene dejara de estar durito para poder situarlo entre las piernas y evitar que se saliera.

La imagen que me devolvió el espejo al mirarme me gustó bastante. Me vi con mis medias negras que dejaban lucir unas piernas largas y delgadas, éstas desaparecían entre mis muslos por el vestido rojo. Al darme la vuelta para verme por detrás vi que el tanguita se marcaba un poco, lo que dejaba intuir mis nalgas. Solo me quedaba un pequeño detalle. Me acerqué a la mochila y cogí un pequeño frasco de perfume.

Cuando abrí la puerta del baño para dirigirme al salón empecé a sentir un cumulo de sensaciones. Ahí me encontraba yo, caminando vestida de mujer por el pasillo de un empresario el cual hace unos instantes me acababa de decir que me iba a convertir en su sumisa, en su putita particular. Caminaba segura de mi misma, no había vuelta atrás, sabía que en cuanto cruzara esa puerta Javier iba a tomarme como suya y me iba a convertir en una zorrita, pero no. Ya lo era, y la sensación me encantó.

Javier se encontraba sentado sobre el sofá. Había dejado un par de copas sobre la mesa y en la televisión estaba puesta una película porno en el que una joven trans estaba siendo usada por dos hombres a la vez.

– Hola… – Le dije toda colorada mientras miraba al suelo

– Vaya… estás genial.

Javier esbozó una sonrisa mientras me examinaba de arriba abajo. Se levantó del sofá para acercarse a mí, posó una de sus manos en mis caderas intentando rodearme y acercarme hacia él mientras su otra mano la puso sobre mi nuca. Comenzó a besarme mientras yo no pude hacer otra cosa que abrir mis labios y aceptar como su lengua se entrelazaba con la mía. Pude notar como sus fuertes brazos me achuchaban contra él. Javier besaba genial y lo estaba demostrando, poco a poco me fui desinhibiendo.

– Me encanta como te queda ese vestido. A ver date la vuelta. – Me pidió mientras me cogió de la mano y me ayudó a girar sobre mí misma.- Mmmm tienes un culito genial.

– Gracias… Me alegra que te guste. – El beso que me acababa de dar Javier me había dejado con las piernas temblando pero me había encantado y estaba comenzando a sentirme bastante a gusto. Me pareció sorprendente pero mi timidez estaba desapareciendo. – Es todo tuyo, me atreví a decirle.

– Vaya con la nenita… no dudes jamás de quién es ese culito y quien es tu dueño zorrita. – Javier me agarró de la cintura acercando mi cuerpo al mío mientras me besaba apasionadamente. – Noto que tenías muchas ganas de estar con un hombre, vamos a comprobar si de verdad tienes madera para ser una zorrita o eres todo fachada. ¡De rodillas!

No quería defraudarle en la primera orden que me daba e inmediatamente me puse de rodillas. Miré al suelo mientras que por mi cabeza pasaban mil pensamientos diferentes y mi cuerpo temblaba un poco. Javier lo notó y acarició mi barbilla y mi cara con su mano mientras me hacía mirarle a los ojos

– No tienes nada que temer, estás en buenas manos. Relájate y disfruta nena. – Acercó sus labios a los míos para darme un pequeño beso. – Ayúdame a descalzarme y quitarme el cinturón.

Nada más decírmelo comencé a desabrochar el nudo de sus zapatos mientras él abría la hebilla de su cinturón. Agarró una de mis manos y la llevó a su pantalón para ayudar a bajárselo. No podía creer lo que veían mis ojos. Javier se había quedado en bóxer y se intuía una enorme polla, por lo que se veía estaba ya bastante morcillona ya que se notaba como palpitaba.

– ¿Qué, te gusta? No le quitas ojo de encima. Para no haber estado nunca con una polla has tenido suerte ¿Eh, zorrita? – Las palabras de Javier me sonaron con cierta sorna, pero no le faltaba razón. Vaya pollón que gastaba, no estaba segura si podría aguantarlo pero no dejaba de dar gracias por la suerte que había tenido de encontrar un pollón así. Javier me agarró de la cabeza y me la acercó a su paquete. Mientras notaba el olor y la dureza de su polla siendo restregada por mi cara a través de la tela del pantalón Javier me dijo-: se te está haciendo la boca agua. ¿Esto es lo que querías, verdad? Una buena polla que saque la putita que llevas dentro. ¿A qué estás esperando para bajar el bóxer?

No lo dudé ni dos segundos. Mis manos se acercaron a la goma del bóxer y comencé a bajarlos. Su polla saltó como un resorte hacia arriba y por poco me dio en la cara. Dios, vaya pollón. Su olor se hizo más fuerte, era un olor muy potente, no era desagradable pero si muy fuerte… y la verdad, me encantaba, mi boca empezó a salivar con ese olor que me atraía como la miel atrae a las moscas. Ahora podía contemplar su polla a la perfección. Una polla enorme y eso que no estaba empalmada aún del todo, debería de medir como mínimo 20 cm ¡El doble que la mía!… o incluso el triple porque Javier la tenía mucho más gordita que yo. Se notaba que hacía algún tiempo Javier se había rasurado ya que tenía pelos cortitos que me encantaron y dejaban lucir esa enorme polla aún más. El tronco de esa polla aumentaba de grosor a medida que ascendía hasta desembocar en un glande rosado y bastante potente, parecía un fresón de lo gordito que era y tenía una pinta riquísima. Para rematar Javier tenía dos huevazos bien gordos que colgaban amenazantes de esa polla, eran enormes, pensé que no me cabrían en el puño los dos a la vez.

– Es enorme – me atreví a decirle mientras le miraba a los ojos toda colorada

– ¿Te gusta zorrita? ¿No esperabas que tu macho la tuviera tan grande, eh? Pues parece ser tu día de suerte, no seas tímida. Adelante, cógela.

De rodillas alcé la mano para coger esa enorme polla que se balanceaba de lado a lado frente a mi cara. A pesar de estar morcillona me sorprendió lo gordita y dura que ya estaba… claro que hasta entonces solo había cogido mi pequeño clitty y no había comparación entre uno y otro. Me pidió que le fuera pajeando y eso hice. Poco a poco su pollón fue adquiriendo más y más fuerza. Esa polla era impresionante, se alzaba frente a mi cara, apuntando con su glande de forma amenazante. Nunca antes había tenido otra polla que no fuera la mía, si lo mío se puede llamar polla claro, pero me encantaba. Estaba pajeando a un hombre y la sensación me encantaba. El fuerte olor a polla me embriagaba y empecé a salivar muchísimo. Algo dentro de mi deseaba no solo pajear esa polla, sino también probarla, lamerla, comerla.

– Vamos Janet, no te quedes con las ganas, pruébala -. Javier parecía haberme leído la mente y obviamente no rechacé su invitación ni le hice esperar. Ansiosa como estaba abrí suavemente mis labios a medida que me acercaba a ese amenazante trozo de carne que le colgaba entre las piernas.

Besé su gran glande y poco a poco fui introduciéndomelo en la boca, haciendo círculos con mi lengua en el interior de mi boca. Qué pensarían de mis familiares y amigos si me vieran en esa situación, comiéndole la polla (pollón mejor dicho) a un hombre que podría ser mi padre. Su sabor me encantó, a pesar de que tenía un olor muy fuerte, éste llenaba toda mi boca y me hacía salivar. Estaba deliciosa. Separé mis labios de su glande y empecé a recorrer su gran falo. Notaba como palpitaba. Javier estaba durísimo y eso me encantó. Para ser la primera vez que chupaba parecía que lo estaba haciendo bien puesto que empecé a escuchar los gemidos de Javier diciéndome lo bien que lo hacía. Cuando llegué a la base de su polla saqué la lengua y empecé a subir por su tronco hasta llegar de nuevo a su glande. Allí me deleité, empecé a darle lengüetazos como si fuera un polo, me la introducía en la boca para seguir jugando con mi lengua, la sacaba y me la volvía a introducir.

– No puede ser Janet, no te creo. – Desconcertada me saqué la polla de Javier de mi boca mirándole a los ojos. Fruncí un poco el ceño porque no sabía a que se refería. – La mamas muy bien ¿Estás segura que es la primera vez que te comes una polla? La comes mejor que una putita. – Me dijo Javier con la voz entrecortada a causa de sus gemidos.

Vaya piropazo me acababa de soltar Javier. Me sonrojé bastante, le sonreí y no pude hacer otra cosa que aquello para lo que están las putitas: me limité a comerme su polla aun con más ganas a la vez que le pajeaba. Intentaba introducirme todo su falo en la boca pero resultaba imposible, era demasiado gordo y largo… y yo demasiada inexperta para conseguir tragarlo del todo a pesar de mis intentos. A pesar de eso Javier no parecía estar disgustado, parecía que estaba muy contento con mi boca y por como se la mamaba. Estaba convirtiéndome en una comepollas, en su comepollas. Y eso me empezó a calentar muchísimo, cosa que Javier notó:

– Veo que estás disfrutando tanto como yo zorrita, ya noto tu pequeño bulto a través de tu vestido. – Con la polla de Javier en mi boca me había olvidado completamente de mi pequeño clitty, pero tenía razón. Me encontraba con tal estado de excitación que mi pene hacía esfuerzos para salirse de mi tanguita. Era imposible que se me saliera debido a mi pequeño tamaño y lo apretadito que tenía el tanga, pero es cierto que se me notaba un poco. – A ver qué guardas para mí debajo del vestido.

Javier sacó su polla de mi boca y levantándome me ayudó a quitar el vestido. Me quedé parada frente a él, con mi cuerpo delgadito totalmente expuesto a él salvo por el pequeño tanga que dejaba asomar un bultito. Javier me abrazó y mientras una de sus manos manoseaba mi culito.

– Me encanta ver cómo estás disfrutando Janet, estás caliente como toda una zorrita y eso me gusta mucho. – Javier dejó de acariciar mis nalgas y pasó su mano hacia el bultito de mi tanga. Cogió mis testículos y mi pequeño pene en la palma de su mano, yo al notarlo solté un gemido a la vez que Javier comenzó a apretar, no muy fuerte para hacerme daño pero si lo suficiente como para que lo notara y me tuviera a su merced. – Ahora entiendo por qué eres una zorrita, a esto que tienes aquí no se le puede llamar polla, mírate… si parece un clítoris híper desarrollado más que una polla.

Las palabras de Javier produjeron en mi mucha vergüenza y miré para abajo. Javier tenía razón, tenía una polla enana, perdón clitty, y me estaba humillando por ello. Cogió su polla en la mano acercándola a la mía. Joder, el contraste era increíble. Su polla doblaba y prácticamente triplicaba a la mía, es cierto que solo en tamaño era el doble, pero la mía era mucho más delgadita que la suya. Si alguien nos viera no dudaría en quien era la zorrita, no había duda. Agarró también mi pequeño clitty y pegándolo al suyo empezó a pajearlo. Empecé a gemir mientras estaba todo colorada y Javier empezó a besarme.

– ¿Te gusta, eh zorrita? Me encanta comprobar la diferencia de tamaño entre tu clitty y mi pollón. Míralo bien Janet, esto es una polla y no lo tuyo. Y ahora vas a saber lo que hace una polla con el culito de una zorrita.

Me dio un pequeño azote y me dijo que me pusiera a cuatro patas con el culito en pompa sobre el sofá. Mi respiración se agitó. Javier iba a penetrarme con su pollón, iba a convertirme en la zorrita, me iba a destrozar el culito.

– Tienes un culo precioso

– Gracias – Le respondí con mi respiración agitada. – Me alegro que te guste

– Eres una zorrita fabulosa Janet, después de hacerme una mamada tan buena voy a reventarte el culito.

– Por favor, ten cuidado, tengo miedo a que me hagas daño

– Hmmm zorrita… – Javier me dio un azote súper fuerte, dejando marcada su mano en mis nalgas. A la vez cogió mis testículos con su mano y los empezó a estrujar mucho más fuerte que la vez anterior, lo que me hizo dar un pequeño gritito que la verdad, sonó bastante afeminado. – Recuerda, eres mi nenita y te voy a convertir en una auténtica zorra. ¿Es lo que siempre habías querido ser, verdad? – Javier relajó la presión sobre mis testículos y pasando suavemente su mano por mi nalga que ya estaba poniéndose roja por el azote que me acababa de dar me dijo: estás en buenas manos, no pienso hacerte daño, además, tu culo está para disfrutarlo, de nada sirve follarte salvajemente y que le cojas miedo a una polla. Ya verás cómo vas a disfrutar, como una verdadera putita.

Javier me bajó y se deshizo de mi tanga apartándolo a un lado y dejando expuestos mi culito, mi pequeño pene y mis testículos completamente a su disposición. Nunca antes había estado así ante un hombre, pero lejos de sentirme incomoda me gustó mucho estar así. Me sentía totalmente vulnerable expuesta de tal forma ante Javier. Podía hacerme lo que quisiera que yo lo aceptaría y además con mucho gusto. Estaba haciéndome saber cuál era mi posición frente a un macho.

Separó mis nalgas dejando aún más a la vista mi agujerito. Estaba deseando sentir su pollón enorme mío a pesar de que sabía de qué me iba a partir y dejar destrozada.

– Vaya culazo que gastas zorrita, vamos a tener que trabajarlo antes de meter nada. Un culo así de bueno no se encuentra todos los días y no quiero lastimarlo…

Separando mis nalgas todo lo que podía, Javier se abalanzó sobre mi agujerito y comenzó a darme besitos que me hicieron gemir. Dios, vaya sensación, nunca había sentido nada parecido y era increíble. Javier pasaba su lengua a lo largo de mi agujerito y ponía especial énfasis a la hora de intentar introducir su lengua en mi culete. Gracias a sus lametazos no paraba de gemir y me acomodé un poco más en el sofá para poner aún más mi culo en pompa y facilitarle la labor. Cuando Javier vio que me acomodaba debido a lo a gusto que me encontraba, empezó a azotar mi culo con una de sus manos. Azotada y con una lengua comiendo mi culito… no podía estar mejor. O eso pensaba

Javier colocó uno de sus dedos en la entrada de mi culito. Poco a poco fue introduciéndolo, lo que provocó que un gemido ahogado saliera de mí. Cuando lo tenía todo dentro lo apretó más contra mí, notando la fuerza de su brazo en la entrada de mi culo. Notaba un poco de dolor a medida que me abría.

– Ve con cuidado porfaa – Le supliqué entre gemidos

– Shhh zorrita, intenta relajarte que solo estoy dilatándote. Tienes el culo súper cerrado

Fue moviendo en círculos su dedo en el interior de mi culito a la vez que lo sacaba y lo metía. Javier no paraba de lamer la entrada de mi culito. Dios estaba gozando como una autentica zorrita en celo. Cuando creí que no podía sentirme más caliente, Javier comenzó a introducir un segundo dedo. Más gemidos salían de mi garganta. Cuando me acostumbré a tenerlos dentro repitió el proceso. Empezó a moverlos, al principio de una manera suave para pasar a continuación a moverlos de manera frenética. ¡Me estaba masturbando el culo con su mano! Mi respiración se entrecortaba a causa de los gemidos y sin ser consciente de ello mis caderas empezaron a moverse al ritmo que marcaban los dedos de Javier.

– Cómo gozas zorrita ¿Te gusta que abra tu culo, verdad? – Javier sacó sus dedos de mi culo dejándomelo bien abierto mientras me daba un par de nalgadas bien fuertes y me abría las nalgas para dejarme expuesta.

– Siii, por favor no pares, no pares mmm – Me sentía totalmente desbocada. Mi timidez inicial se había desvanecido. Me sentía como una perrita en celo a punto de ser follada y necesitaba a mi macho ya. Quería sentir su polla. La necesitaba dentro de mí. No aguantaba más. No creía que esas palabras fueran a salir de mi boca, pero sí, salieron casi como un ruego. – Por favor… métemela, no aguanto más. ¡Fóllame!

– Vaya vaya con la zorrita – Javier volvió a azotar mi culo pero esta vez dejó su mano sobre él, moviendo y masajeando mis ya doloridas nalgas a causa de los azotes que me había dado. – ¿Tienes ganas de polla? ¿Quieres que te la meta zorrita?

– Siii, métemela por favor, métemelaaa. – Javier parecía disfrutar dejándome con las ganas de sentir su polla. La colocó en la entrada de mi culete y empezó a moverla por la mitad de mis nalguitas. La colocaba en mi agujerito, la movía, la pasaba entre mis huevitos, pero no me la metía. Javier estaba disfrutando viendo como me torturaba de placer y de ganas por ser follada. ¿Sabéis esa sensación de querer ser follada sin parar? ¿De sentir una enorme polla entrando por vuestro culito sin piedad? Necesitaba esa polla dentro de mi culo y la necesita ya.

– Pídemelo Janet, pídeme que te rompa el culo de zorra que tienes

– Por favor Javier, métemela. Fóllame el culo, rómpeme. Fóllame el culo ya por favor. – Le rogué con voz sumisa a Javier. Me sentía muy sucia por acabar de decirle eso, pero era la verdad. Quería sentir su polla dentro de mi.

Javier por fin se apiadó de mi. Noté como su gran polla se situaba en la entrada de mi culito ya lubricado y comenzaba a hacer fuerza para intentar adentrarse en mi culo. Su glande es enorme, temía que me hiciera daño pero a la vez deseaba notarlo en lo más profundo de mí. De un empujón me metió la cabeza de su polla. Mi esfínter se dilató recibiendo y apretando fuertemente su polla mientras yo pegaba un grito de dolor al sentirme desgarrada por dentro.

– ¡Aaahhh! ¡Aaaahhh!

– ¿Qué pasa zorrita? ¿Te duele? ¿Acaso no querías polla? Me dijo Javier mientras pegaba otro empujón metiéndome la polla hasta la mitad. Sentía su pollón súper duro y calentito dentro de mi culo. – Shhh, tranquila, relájate. Es normal que te duela pero ya verás cómo te vas acostumbrar y me vas a pedir que te folle. Shhh, intenta relajarte.

De mi garganta salían quejidos que eran tapados por uno de los cojines del sofá que me había metido en la boca para que Javier no escuchara mis sollozos. Esa polla me estaba destrozando el culo. Era enorme y mi culito demasiado estrecho. Javier comenzó a acariciarme las nalgas a la vez que me daba mimos y me decía que me tranquilizara, que todo iba bien. Sus caricias consiguieron relajarme un poco y cuando Javier lo notó pegó un último empujón para meterme lo que quedaba de su polla.

– ¡AAAhhh! – Ahora sí, la tenía toda dentro. Javier me tenía totalmente empalada

– Shhh tranquila zorrita, ahora ya la tienes toda dentro ¿Te gusta sentirla? Vaya culito más tragón que tienes. Para ser la primera vez que recibes polla no lo estás haciendo nada mal zorra

Cuando mi culito se acostumbró al tamaño del pollón de Javier, éste comenzó a moverse lentamente. Gemidos mezcla de placer y de dolor salían de mi boca. Estaba súper excitada a pesar de que un pollón acababa de reventar mi culito por primera vez. Los movimientos de Javier eran precisos, se notaba la experiencia follando culos de zorritas como yo. Sacaba su polla hasta la mitad y lenta, pero profundamente, me la volvía a meter hasta sentirme llena de polla.

Ahí estaba yo, vestida de chica, con el culo rojo a causa de los azotes y sodomizada en el sofá de un hombre que había conocido por internet apenas dos semanas antes. Me sentía súper caliente, fuera de mí misma. Sí esta era la sensación que se sentía al tener una polla follándote el culo, dios, no quería dejar de sentirlo nunca.

Me estaba empezando a follar cada vez más fuerte. Javier aumentó el ritmo de sus embestidas y cada vez sacaba más su polla para metérmela a continuación con más fuerza. A medida que me iba empotrando su mano derecha empezó a azotarme. Hmmm debía de tener el culo súper rojo. Me estaba sodomizando sin piedad, no me estaba follando como se folla a una nena. No. Me estaba follando como se folla a una putita. El ritmo de Javier era frenético, parecía no cansarse nunca. Vaya follada que me estaba metiendo. De repente sacó su polla y mientras separaba mis nalgas bien abiertas para comprobar lo abierta que me había dejado me dijo:

– Vaya culazo, increíble. Janet tienes un culo que da gusto. Mira que abierta estás. Te he dejado el culito bien abierto

– Por favor, no pares. – No paraba de gemir. Esa polla me acaba de reventar, pero necesitaba sentirle más aún.

– Tranquila nena, que no hemos terminado. Ni mucho menos. – Javier soltó una carcajada a la vez que me daba la vuelta y me colocaba boca arriba en el sofá. Colocó mis rodillas sobre el pecho, mientras él se colocaba encima de mí y colocaba su polla en la entrada de mi culo. Mi culito palpitaba, estaba abriendo de más polla y quería seguir siendo follado. De un empujón me metió más de la mitad de mi polla. En esa posición la notaba muchísimo más, su penetración era mucho más profunda. Estaba llegando hasta lo más profundo de mi culito y multitud de gemidos se escapaban de mi boca. – Me encanta lo zorra que eres Janet

Mis brazos rodearon la espalda de Javier, abrazándolo y pegándolo todo lo que podía a mí para sentir como metía la totalidad de su polla en mi interior. A la agitada respiración de Javier se sumaban mis gemidos cada vez que me metía la polla.

– Ya verás ahora zorra

Miré a Javier a los ojos y vi como se incorporaba sin llegar a sacármela. Empezó a penetrarme salvajemente mientras una mueca de dolor y placer se dibujaba en mi cara. Estaba follándome a un ritmo que creía imposible. Notaba su polla salir de mi culito y cuando quería darme cuenta ya la tenía de nuevo entrando y saliendo sin parar. Vaya viaje me estaba dando. Su polla debía de llegarme a mi estómago en esa posición.

Sin esperármelo, cogió mi polla que se encontraba apretujada entre mi vientre y mis piernas para empezar a masturbarme. Generalmente tengo poco aguante y en aquella situación, siendo follada tan duramente no aguanté ni tres sacudidas.

– ¡Aaahhh! ¡M… M… Me mee corrooo, me corrooo! – fui capaz de decir torpemente a causa de los gemidos que me provocaban las fuertes embestidas que Javier me daba.

– Eso es zorrita, córrete, disfruta de cómo te folla tu macho

Estaba teniendo un orgasmo increíble. Mis brazos, mis piernas, todo mi cuerpo comenzó a temblar sin poder controlarlo. Varios chorros de mi lechita comenzaron a salir disparados hacia mi pecho dejándome bañada en mi propio semen. Mi culito empezó a tener contracciones y apretaba muy fuerte la polla de Javier, que no dejaba de follarme mientras me corría. Era como si mi culito quisiera evitar que su polla saliera de mí, aunque su polla era tan grande y gruesa que me estaba empezando a producir un poco de daño a causa de las contracciones. Sin embargo a Javier eso no le preocupaba, me estaba follando como una autentica zorra y yo lo disfrutaba así. Cualquiera que escuchara mis gemidos pensaría debía de pensar que era una chica con suerte ya que mis gemidos eran bastante femeninos.

Cuando terminé de correrme Javier seguía empotrándome sin parar. Parecía una fiera desbocada rompiéndome el culo. Yo incapaz de seguirle el ritmo tras el orgasmo que había tenido estaba totalmente a su disposición. Me dejaba hacer aunque su polla ahora me hacía un poco más daño del placer que me causaba. A pesar de eso no le importó y siguió follándome a un buen ritmo por lo menos unos cinco minutos más.

– ¡Me voy a correr Zorra! ¡Me voy a correr en tu cara! Quiero que pruebes mi leche. – Yo sin fuerzas e incapaz de decirle nada debido a la follada que me estaba dando solo fui capaz de mirarle a los ojos y mover mi cabeza levemente con un gesto afirmativo. Javier sacó rápidamente su pollón de mi culo, se subió encima de mi en el sofá acercando su polla a mi cara mientras la pajeaba. – Abre la boca zorra que ahí vaaa.

La visión de la polla de Javier a punto de estallar frente a mi cara era increíble. Su glande estaba casi morado y su polla tenía marcadas multitud de venas. Me parecía increíble que pudiera haberme metido tal pollón en m culo.

Abrí la boca y de su polla salieron disparados varios chorros de lefa. Sentí un par de lefazos en mi nariz y sobre mis mejillas. Javier apuntó su polla y la lefa empezó a llenar mi boca y se depositaba sobre mi lengua a escasos centímetros de su polla. Era la primera vez que probaba el semen y lejos de producirme sensación de asco, su fuerte y dulzón sabor me encantó. Tras solar cuatro chorros más de semen, cada vez más flojitos Javier terminó de correrse en mi cara.

Me sentía súper sucia, más bien como una autentica putita. Alcé mi mirada para mirarle a la cara pero tenía los ojos cerrados a causa de tanto placer. Mmm la sensación que tuve al comprobar que había hecho disfrutar a todo un macho como Javier es indescriptible. Sentía su semen resbalando por mi frente, por mis mejillas, por mi cuello y se perdía por mi pelo. Bastante lefa salía de la comisura de mis labios, me había llenado la boca de su semen. No pude evitarlo y tragué toda su leche. Me encantó sentir como bajaba por mi garganta y el regusto que me quedaba.

– Gracias. – No sé por qué, pero esa palabra salió de mi boca. Me sentí súper sumisa en ese momento. Acababa de darle las gracias a un hombre que me doblaba la edad y que me había follado brutalmente para correrse en mi cara. No podía sentirme más a gusto y más zorra que en ese preciso instante.

Estando encima mío Javier me miró a los ojos mientras sonreía. Vio como me había tragado su leche y aún tenía restos de su lefa por mi cara. Estaba súper roja a causa de la follada que me acababa de meter. Javier se acostó a mi lado y me abrazó, puso su mano sobre mi mejilla, parecía no importarle que estuviera toda llena de semen y me empezó a besar apasionadamente.

– Eres increíble. De verdad Janet, para ser novata has estado genial. Has aguantado bastante bien mi polla

– Gracias. Has estado genial. Me ha gustado mucho. – Le decía mientras nos besábamos. Me resultaba sorprendente que a Javier no le importara besarme a pesar de haberse corrido unos momentos antes en mi boca. Pero a mi me encantaba. Me hacía sentir genial. A penas cinco minutos antes me estaba tratando peor que a una putita, follándome salvajemente y azotando mi culito sin piedad, sin embargo ahora me trataba con delicadeza y suavemente. Me estaba haciendo sentir súper relajada. – Eres increíble

Javier aprovechó un momento para ir al baño y a continuación fui yo. Cuando me miré en el espejo la imagen que vi fue sorprendente. Tenía marcas de semen en gran parte de mi cara, por mi cuello y en mi pelo. El pintalabios todo corrido, marcas de lágrimas alrededor de los ojos por la follada que me había metido. La verdad que la imagen que daba era súper lamentable, pero a mí me encantó. Era la imagen de una putita que acaba de ser usada por su macho. ¿Qué mejor imagen, verdad?

Me di la vuelta y vi mi culo súper rojo a causa de los azotes que me había dado Javier. Tenía algún rasguño y por lo general no tenía ni un centímetro de piel alrededor de mi culo que no estuviera colorado. Separé un poco mis nalgas esperando ver como se encontraba mi agujerito, pero lo que vi fue mi culo súper abierto. Javier me había dejado el culo que parecía un coñito. Lo tenía bastante rojo y pasé un par de dedos por él. Me dolía un poco, pero me sorprendió la facilidad con la que mis dedos resbalaron por mi culete. Me había dejado súper dilatada.

Tras asearme un poco cogí de la mochila me cambié de medias, las que llevaba se habían roto ante la potencia de Javier. Aproveché para ponerme otro de mis tangas, en esta ocasión rojo. Pensé ponerme el top que traía, pero lo pensé bien y en esta ocasión quería ofrecerme a Javier sin nada. Por lo que me quité las medias quedando únicamente con el tanguita. Javier me acababa de convertir en una putita y ahora quería demostrarle que no quería ser una zorra cualquiera, quería ser SU putita. Salí del baño y volví al sofá con él. Se encontraba recostado, desnudo mirando la televisión que aún estaba emitiendo porno. No pude evitar fijarme en como su pollón volvía a estar morcillón. Dios, era insaciable. No podía creerme que después de haberme metido tal follada no mostrara signos de cansancio y aún tuviera ganas de más. Me tomó alrededor de sus brazos y comenzó a besarme.

Javier se tomaba su tiempo metiéndome mano, no dejó ningún rincón de mi cuerpo sin recorrer mientras enlazábamos nuestras lenguas. Yo no quería quedarme atrás. A pesar de la follada que me había metido unos minutos antes, volvía estar súper caliente. Con la mano cogí el miembro de Javier. Mmmm que pollón, no era capaz de comprender como había podido metérmela entera en el culo, pero no me importaba, solo quería disfrutarlo. Esa polla me volvía loca.

Empecé a pajearlo suavemente. Mi mano recorría la extensión de su polla y de vez en cuando acariciaba sus huevazos. Se notaban un poco más vacíos que antes, pero era normal, había descargado mucha leche sobre mi cara. Javier me dio un último beso y haciéndome un gesto hacia abajo. No hacían falta palabras en ese momento, entendí perfectamente que mi macho quería que su puta le ofreciera una buena mamada. Sin soltar su polla me situé entre sus piernas y mirándole a los ojos comencé a darle besos en su glande. Lo metí en mi boca y noté aún restos de semen y lo que intuí era el sabor de mi culo. Si antes el olor y sabor de su polla me encantaba ahora me estaba volviendo loca, estaba deliciosa. Paseaba mi lengua por toda su polla, de arriba abajo, saboreando ese sabor que tenía ahora después de follarme el culo.

– No te olvides de los huevos zorra. – Mmmm me volvía loca que me tratara con esa rudeza de nuevo. Encantada de obedecerle bajé un poco mi cabeza para alcanzar sus huevazos. Saqué mi lengua y empecé a pasearla por ahí, los besaba y comencé a introducírmelos en la boca. – Así, así, mmmm que bien lo haces zorrita. En serio no me creo que hoy haya sido la primera vez que has probado polla. Eres una tragapollas nata.

Las palabras de Javier me hacían comerle los huevos con más ganas. Su polla chocaba contra mi cara a medida que lamía sus huevos. Me encantaba sentirme así de humillada, comiéndole los huevos a mi macho. Javier puso sus manos en mi cabeza y me invitó a seguir comiéndole la polla. Acompañaba mis movimientos con sus brazos a medida que hundía su polla en mi boca. Era incapaz de tragarme semejante pollón, pero disfrutaba metiéndomela en la boca y al parecer Javier también, y a fin de cuentas eso era lo importante, que el macho disfrute. Poco a poco fue Javier quien tomó la iniciativa empezando a mover su rabo dentro y fuera de mi boca al igual que lo estaba haciendo yo. Ahora me tenía sujetada con sus brazos y su polla salía de mi boca y se volvía a meter hasta llegar a mi garganta. Javier repitió este movimiento de manera suave durante un minuto pero empezó a aumentar su ritmo más y más hasta que en un momento dado cuando tenía todo lo que podía de su polla en mi boca me sujetó la cabeza evitando que pudiera retirarla. Dios, me estaba follando la boca. Y me encantaba. Javier mantenía presionada mi cabeza ahogándome con su polla. No podía respirar y mucha saliva empezó a salir por la comisura de mis labios resbalando por su pollón. Me dejó tomar aire pero volvió a empujar mi cabeza hacia abajo intentando que me tragara la totalidad de su polla, pero me resultó imposible.

Los gemidos de Javier follándome la boca se escuchaban en toda el salón. Yo era incapaz de decir nada, solo balbuceaba con cada arremetida evitando ahogarme ante tal pollón. Era increíble, pero me encantaba que me follara la boca. Mi clitty se estaba poniendo súper durito sin haberlo tocado y mi culo se contraía, necesitaba volver a ser follada.

– ¿Esto es lo que querías, eh zorra? – Me decía azotándome la cara con su polla. – Vaya zorra que estás hecha, tragas rabo de puta madre. – Javier pasaba su rabo por mi cara dejándomela empapada con mis propias babas que se mezclaban con los restos de semen de la follada anterior. – Pero mírate, sí encima estás súper caliente. Te follo la boca y encima te empalmas. ¿Eres una zorra, verdad?

– Sii, soy una zorra. – Le dije con la boca llena de su rabo. No tenía ni una pizca de vergüenza, la timidez habitual en mí me la había quitado después de echarme semejante polvo. – Soy tu zorra

– Ahora vas a saber lo que te espera. – Javier sonrió, sin duda estaba de acuerdo ante tal afirmación.

Me hizo ponerme de rodillas mirando hacia el respaldo del sillón y se acomodó detrás de mi rodeándome con sus brazos. Con su mano guió su polla hasta la entrada de mi culito, bueno, debería decir de su culito porque ya era suyo, le pertenecía. Sin miramientos me empotró contra el sofá metiéndome su polla hasta el fondo de una sola embestida. Un grito mezcla de dolor y de placer salió de mi garganta y se tuvo que haber escuchado en medio vecindario. Mi culito aún estaba abierto, lo que facilitó sin duda que me la clavara así, pero su polla era enorme y no pensaba que me la fuera a meter con tanta fuerza. Javier me dio un azote dejándome marcada su mano en mi nalga izquierda mientras empujaba aún más su polla dentro de mí. Por suerte después de clavármela Javier se apiadó de mí y me dejó respirar, se mantuvo quieto mientras mi culo se volvía a dilatar para acostumbrarme a su tamaño.

Cuando consideró que ya estaba lista para volver a usarme, empezó a penetrarme de una manera brutal. En el salón solo se escuchaban mis gritos mezclados con mis gemidos de placer y el sonido de su pelvis golpeando mi culo. Cuando Javier me había desvirgado había sido cuidadoso a la hora de metérmela antes de acelerar el ritmo, pero ahora parecía un taladro percutor. Su polla salía y entraba de mi culo sin apenas resistencia por mi parte. Estaba totalmente a su merced. Mi pequeña pollita iba de un lado para otro al ritmo de sus embestidas, chocaba contra mi vientre y pude notar como me salían unas pequeñas gotas de precum.

Mientras me empotraba me agarró de los brazos y me los puso detrás de la espalda, haciendo que me arqueara mientras él se pegaba más a mí. Su ritmo era frenético y sus embestidas eran súper profundas. Notaba como su polla rozaba mi próstata cada vez que me penetraba, a decir verdad notaba como movía todo lo que tenía dentro de mi cuerpo, con esas embestidas me estaba reventando. Me estaba usando como a una zorrita barata y eso hacía que me pusiera a cien.

En un momento sus movimientos se relajaron, mi macho después de tanto esfuerzo necesitaba un respiro y ahora me penetraba de manera algo más suave, aunque seguía penetrándome de manera muy profunda. Me soltó las manos y me agarré al sofá, apenas tenía fuerzas, si me mantenía de rodillas era porque estaba totalmente empalada en su polla y me sujetaba contra el sofá. Mi clitty ante tanto placer estaba súper durito, y eso que no lo había tocado en ningún momento, ni falta que me hacía ya que estaba disfrutando como nunca con la polla de Javier dentro de mi culo. Empezó a besar mi nuca y mi cuello, mordía el lóbulo de la oreja y me susurró al oído que era su zorra. Estaba a mil, no podía estar más cachonda. Javier aumentó su ritmo, su polla de nuevo entraba y salía de mí produciéndome una mezcla de dolor y sobre todo de mucho placer. Mi culito palpitaba muchísimo, Javier lo notó, yo aún no lo sabía pero él entendía perfectamente lo que estaba ocurriendo. Mis gemidos se volvieron mucho más altos y comencé a temblar sin poder controlarme, estaba totalmente fuera de mí. Javier aceleró aún más su ritmo y de repente empecé a correrme, de mi clitty salían primero gotitas y luego un chorrito de semen que me dejó totalmente vacía a medida que las palpitaciones encerraban la polla de Javier en lo más profundo de mi culito.

No me lo podía creer, acababa de tener el orgasmo más increíble de mi vida y lo había tenido sin ni siquiera tocarme. Javier había conseguido que me corriera mientras me follaba. Me sentí increíble, jamás me había sentido más completa en ese momento mientras me corría y Javier embestía mi culo. Una cara de satisfacción se dibujó en mi cara mientras notaba como se hinchaba el pollón que tenía dentro. Javier estaba a puntito de correrse y aprovechaba para usarme a su antojo, me empotraba de una manera salvaje hasta que me pegó una última embestida que me hizo dar un grito de dolor y placer. Empecé a notar como disparaba dentro de mi recto un montón de chorros de lefa ¡La notaba tan calentita! No sé cuanto semen pudo eyacular dentro de mi culo, pero me noté hinchada, me había dejado totalmente preñada.

No pude aguantar más y me dejé caer sobre el sofá y Javier cayó conmigo sin sacármela de mi culo. La dejó dentro mientras aún notaba las palpitaciones de su polla. Al cabo de un tiempo se salió sola y empecé a notar como empezaba a salir su semen de mi culo, la notaba resbalar por mis huevitos, por mi pene y por mis piernas. Es una sensación increíble. Estaba chorreando semen, me sentía una autentica zorra y la verdad, me sentía genial conmigo misma.

Así fue la primera vez que estuve con Javier. En una sola tarde me había vestido por primera vez delante de un hombre, me había comido su polla, me folló en varias posturas tanto el culo como la boca. Por primera vez se habían corrido en mi cara y me habían dejado preñada. Nada mal para alguien que acaba de dejar de ser virgen.

********************

A todos los que habéis llegado hasta aquí quiero deciros una cosa: gracias por leerme. Este es el primer relato que escribo y espero que os haya gustado.

Espero que me dejéis algún comentario con vuestras impresiones, consejos y sobre todo críticas ya que al ser la primera vez que escribo seguramente tenga mucho que mejorar…

Por otra parte el relato está basado en hechos reales, Javier existe y me ha usado varias veces como su zorrita. Si veo que os ha gustado y tenéis ganas de saber más de Janet, quizás me anime a escribir más. Un saludo y gracias.

Se agradecen sus comentarios a [email protected].

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