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Tiempo de lectura: 2 minutos

Tuvimos una semana agitada y solo deseábamos que llegara el viernes, quería llegar a casa quitarme todo y darme un intenso baño.

Estoy en la regadera y te escucho llegar, al salir estas allí frente al balcón tomando un trago y escuchando tu música esos gustos tuyos, me sirvo un trago le doy un sorbo y me acerco a ti, sin mediar palabra cruzo mi pierna sobre ti y me siento encima te doy un beso apasionado tus manos me envuelven y me abrazan firmemente.

Luego me recorren lentamente se pasean por mi espalda aun húmeda bajan a mis nalgas y sigue el camino de mis piernas, mi cuerpo se eriza y los besos se intensifican, quisiste decirme algo, pero yo solo logré decir “hazme tuya”.

En ese instante me tomaste entre tus brazos me cargaste, la toalla en el piso se perdió, sentí el frio de la noche, pero ya no importaba estabas tú para darme el calor necesario.

Me colocaste en la mesa del balcón y comenzaste a devorarme, entre besos lamidas y chupadas mi humedad fue floreciendo mis gemidos intensificándose, bajabas por mis pechos mi vientre con una meta clara llegar a saborear mis jugos que se derramaban.

No podía dejar de mirarte yo también te quería allí levantaste la mirada y me diste una pícara sonrisa que yo respondí con una carcajada “shhh -me callaste- los vecinos nos oirán”, “cuáles vecinos?” te respondí, “eres tremenda y perversamente tierna”.

Seguiste tu camino y llegaste donde quería, lamias, chupabas, tu lengua todo lo exploraba, mis piernas levantaste y mi culo no abandonaste.

Yo me retorcía del placer que sentía, gemía y pedía más, quería me penetrada pero tu querías que el primero fuera en tu boca y así fue no aguante más y mi cuerpo cedió a tus deseos fue una explosión de placer corrientasos infinitos recorrieron mi cuerpo en ese instante sin darme cuenta ya estabas dentro de mí.

Con un vaivén rítmico mis piernas en tus hombros lamias mis pies y jugabas con mi clítoris mientras un dedo travieso jugaba con mi culo, poco pasó para una nueva explosión, abriste mis piernas y te inclinaste hacia mi diciéndome al oído “ahora si mi puta grita y gime como solo tú sabes hacerlo”.

Me bajaste de la mesa y me inclinaste hacia ella abriste mis piernas y con ayuda de un cómplice lubricante comenzamos un anal intenso, me sentía en una porno no me importaba quien me viera o escuchara era nuestro momento, halabas mi cabello mientras me embestías, mis piernas temblaban se acercaba otro orgasmo lo sentiste, te inclinaste hacia mi tomaste mis senos y me dijiste “este será de los dos”.

Seguiste penetrándome hasta llegar juntos, nuestros cuerpos sintieron los corrientasos de placer emanados de tanta lujuria.

Caímos al piso rendidos donde nos esperaba la toalla que al principio se soltó para dar rienda suelta a nuestros deseos…

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