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Cogiendo en las dunas
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Fuimos de vacaciones con mi pareja a Mar Azul, a un camping, en carpa. Teníamos 20 años, una carpa, un colchón inflable y nada más.

Juntamos nuestros ahorros, cargamos un poco de comida junto con nuestra ropa y emprendimos el viaje.

Viajamos en auto, junto a una familia amiga que iba hasta el mismo lugar.

En aquella época viajar desde Buenos Aires hasta la costa atlántica demoraba unas 5 o 6 horas. Aproveché el viaje para dar mi mejor impresión ya que esa familia no me conocía muy bien. Fue un viaje agradable de charlas y risas.

Llegamos al camping y nos separamos. Nos ubicamos en una parcela alejada de la familia amiga para poder mantener la intimidad.

Casi no nos volvimos a ver durante toda la estadía.

Nosotros pasábamos todo el día en la playa o en el centro de la ciudad vecina.

Fueron unas vacaciones muy lindas, sin dinero pero hermosas. La carpa tiene su encanto, su erotismo, su magia.

Era mi primera vez en la carpa y tuve el bautismo esa primera noche.

Fue súper ardiente, silencioso porque a mi me avergonzaba saber o creer que alguien podría escucharnos, pero no por eso menos caliente.

Nuestros cuerpos bronceados, ardiendo por el sol, se encontraban cada noche en ese colchón inflable, incómodo, que seguía nuestros movimientos sexuales.

Una tarde, decidimos caminar por la orilla del mar, caminamos por un rato alejándonos de la playa privada del camping.

De regreso y en cercanía al mismo, vimos al amigo de mi novio que nos buscaba entre las personas que pasaban su día en el mar.

Para jugarle una broma y que no nos encontrara nos escabullimos en unas Dunas que estaban cubiertas casi en su totalidad por juncos y hierbas pero dejaba ver entre estos si alguien se aproximaba.

Estando escondidos ahí, mi pareja se sentó sobre la arena y yo encima de él notando su abultado pene.

Comenzamos a reírnos al ver a su amigo buscándonos sin éxito, para que no nos descubra por la risa tape la boca de mi novio con mi mano, lo que hizo que él me girara arriba suyo, me colocó sentada sobre él, cara a cara, con mis piernas abrazando su cintura, con mis brazos rodeando su cuello, los suyos sujetando mis nalgas y mis pechos sobre su cara.

Sin pensarlo mucho corrió mi bikini, introdujo su pene en mí y disimuladamente me cogió.

Sus manos apretaban mis nalgas al tiempo que las abría dejando al descubierto mi culo, mojó su dedo y me lo metió.

Yo encima de él subía y bajaba lentamente cuidando de no ser vista, me mojaba más.

La sensación de hacer algo prohibido y ser descubiertos era excitante.

Con mis pechos en su cara, llegó al orgasmo rápido, ahogando sus gemidos entre mis tetas a las que besaba y mordía mientras su miembro se endurecía y se contracturaba durante la eyaculación.

Mis jadeos eran suaves, en su oído, para que nadie más los escuchara.

Terminamos juntos y nos quedamos unos minutos disfrutando del galope de nuestros corazones, la agitación de nuestras respiraciones y el placer del orgasmo.

Recuperamos el aire. Bajamos de la duna, corrimos hacia el mar y nos encontramos con nuestro amigo que aunque no tenía pruebas sabía que nos habíamos cogido en las dunas.

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