—¿Estás bromeando verdad? —Preguntó John un poco sorprendido.
—¿De verdad crees que estoy jugando niño? ¿Dame un precio? ¿Cuánto vale el coñito rubio de tu mujer? —Preguntó con insistencia.
—¿Dinero? No quiero, espero podamos llegar a un acuerdo razonable.
—¿Piel por piel? Acepto. —Contestó mientras se desabrochaba la blusa y dejaba expuestas al aire libre sus maravillosas tetas.
Jhon tomó la mano de Fabiana, su mujer, y la guio hasta mí. De repente aquella rubia perfecta de cara angelical estaba de rodillas ante mí.
Abrió la cremallera de mi pantalón y dejó expuesta mi verga. La aseguró con sus manos y empezó a chuparla. Subía y bajaba; con su lengua hacia un movimiento circular sobre mi glande y finalizaba aquel movimiento intentando engullirla toda generándose arcadas realmente excitantes.
Le quité la blusa y el sostén. Sus tetas eran exquisitas. Tenían el tamaño perfecto. Su tez blanca resaltaba el color rosa de las aureolas de sus senos. Sus pezones eran delicados.
Mientras Fabiana se atragantaba con mi verga, aprovechaba la oportunidad para apretujarle las tetas; arrancándole pequeños gemidos.
Del otro lado de asiento yacía Ariana recostada con las piernas abiertas masturbándose.
—Ven aquí campeón, demuéstrame de lo que estás hecho. —Dijo.
Jhon se arrodilló y empezó a comerle el coño húmedo, mientras ella lo sujetaba con fuerza por la cabeza; literalmente se estaba masturbando con su cara.
Me levanté y coloqué a Fabiana justo al lado de Ariana, de un jalón le arranqué el jeans para revelar un sensual bikini negro. Lo retiré lentamente, estaba algo húmedo. Los líquidos vaginales de Fabiana la delataban. Aquella felatio la había dejado bien caliente.
Le abrí las piernas y empecé a succionar y beber la miel que destinaba de su rajita. Mi verga estaba tiesa y lista para follarla.
A nuestro lado, Jhon e Ariana lo pasaban genial. Él le comía la concha con intensidad y ella se mordía los labios.
Los cuatro estábamos muy cerca. Una que otra vez cruzábamos miradas disfrutando el momento. Me prepararé para penetrar a la rubia. Ella se aseguró la mano de su marido mientras lentamente yo la penetraba. Fue un momento de aquellos inolvidables. Coloqué mi verga en la entrada de su hinchada, húmeda y rosada vagina; las palpitaciones de su corazón se reflejaban como pequeñas contracciones en el clítoris.
La aseguré por la cadera y fui introduciéndome lentamente en ella hasta llegar al final, allí finalmente sonrió al sentirse llena y empezó a moverse mientras sujetaba la mano de su marido.
—¡Ahhs! Oh, Jhon es enorme. Casi no puedo moverme… Ummhhh! Amor está bien adentro. Sigue no pares, coge así, rico con fuerza… —decía en éxtasis.
Ariana y Jhon no aguantaban la calentura viéndonos coger de lo mejor. Él se sentó junto a Fabiana mientras yo no paraba de follármela con fuerza. Se acercó y la besó cariñosamente y le mordió un pezón. Lo estaba disfrutando igual que yo.
El clímax de la excitación fue ver a Ariana preparándose para coger. Ella tenía el control. Se colocó encima de Jhon, untó un poco de saliva en su raja, se posó sobre su verga y se sentó de un sólo tirón.
—¡Uff! ¡Que rica! ¡Me encanta! Jódeme carbón… vamos mantenla no me dejes ir… —decía, al tiempo que me miraba morbosamente. Al fin realizamos una de tantas fantasías sexuales que tenemos por hacer.
La verga de Jhon casi de inmediato estaba empapada con un líquido lechoso, blanco, producto de la lubricación que destilaba la puta de mi mujer.
Los gemidos inundaron la cabina del tren donde viajábamos los cuatro ese día. Mientras jodía a Fabiana le manoseaba el culo a Ariana quien cabalgaba de lo más rico.
Fabiana me suplicaba que le dieran con fuerza y que al fin me corriera al tiempo que Ariana se sobaba el clítoris con fuerza.
Luego de una par de buenas sacudidas me corrí en el coñito caliente de Fabiana, grandes cantidades de semen inundaron su interior hasta desparramarse poco a poco. Un creampie perfecto en un momento perfecto en una concha perfecta.
A nuestro lado Ariana se empalaba con fuerza.
—¡Damela hijo de puta, la quiero toda! ¿A ver dónde está la leche, mierda? —Le gritaba con fuerza.
Ante tal escena Jhon no pudo soportar más y justo antes de irse Ariana se desmontó para recibir junto a Fabiana un baño de leche caliente. Al final remataron la escena con un pequeño beso.
Lo más difícil fue limpiar el desastre. Alguien preguntó: ¿El sexo es sucio? Respuesta: Solo cuando se hace bien.