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Cogiendo a la mujer de mi padre
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Mi padre tiene 55 años, empresario súper exitoso, bastante bien mantenido para su edad.  Siempre pudo darse una vida de lujos, ya que heredó la empresa de mi abuelo y el multiplicó exponencialmente sus ganancias. Yo, siempre viví con él ya que mi madre murió cuando yo tenía 5 años, de cáncer. Él siempre fue un excelente padre, compañero, estricto cuando lo debía ser, y nunca me hizo faltar nada. Ni material ni afectivamente.

Yo sigo su camino, y trabajo en la empresa. Desde que entre en la universidad me fui a vivir solo a un semipiso que obviamente es de mi padre. Pero con mi trabajo pago los gastos y vivo bien. Tengo 25 años, aunque hago poco gimnasio, salgo a correr todas las mañanas. Tengo un buen físico. No tengo novia, pero si varias amigas ocasionales.

Mi padre, hace unos cinco años, se juntó con una mujer 20 años menor. Linda de cara, con buen físico ya que todos los días va al gimnasio, juega tenis, y hace natación. Obviamente con todas esas ocupaciones, más juntarse con amigas, salir de compras y controlar que el personal de servicio de la casa haga las tareas, no le queda tiempo de trabajar.

Una tarde cuando iba para clases, la vi salir de un edificio abrazada y a los besos con un hombre de su edad. Como no me vio, aproveche para sacarle fotos con el celular, fueron cuatro o cinco. La muy hija de puta le metía los cuernos a mi padre.

El siguiente viernes, mi padre me invita a cenar a su casa porque tenía que charlar algunas cosas de la empresa en privado. Fui, cenamos los tres. Ella como siempre, con una actitud distante hacia mí. Luego de la cena nos quedamos charlando mientras tomábamos café y whisky sobre un nuevo negocio que había surgido. Cuando terminamos, mi padre me dijo que me quede a dormir en mi viejo cuarto, porque ya era tarde. Para que no se sienta mal, me quedé.

Cuando me levanté al día siguiente cerca del mediodía, él se había ido a jugar al golf con amigos, solo estábamos Carla, su pareja y yo. Fui a tomar un café y la encontró en la cocina.

“Buen día Carla” fue mi frio saludo

“Buen día, tu padre fue a jugar golf con los amigotes. Como siempre, yo como una boluda en casa”

“Es solo los sábados que lo hace, y le sirve por su salud”

Siguió hablando y yo no la escuchaba. Cuando la miré bien, vi que estaba con una bata de satén bastante corta solamente. En un momento dado, me dijo

“Y vos sos igual a él, te hablo y no escuchas, son dos estúpidos”

En un instante me hirvió la sangre. Me acerque a ella, la tomé de los cabellos y le di una bofetada que dejó su cara roja. Ella cayó al piso y dijo lo peor que pudo decir:

“Hijo de puta, me las vas a pagar”

Nuevamente la tome del pelo y la hice parar. Sujeté su brazo por la espalda y sin soltarla del pelo la tiré sobre la mesa de la cocina. Sosteniéndola con una mano, me bajé los pantalones y el bóxer. Mi verga que estaba empezando a tomar volumen. Ella gritaba que la soltara, sin haberse dado cuenta de mi movimiento. La hice poner de rodillas y abrió los ojos como huevo frito.

“¿Qué vas a hacer?, cerdo hijo de puta”

Dos bofetadas dejaron marcada su cara. Llorando abrió la boca y la comenzó a chupar.

“Chupa bien puta, porque te voy a hacer mierda”

La tuve unos 10 minutos chupando. Ya no lloraba, pero tampoco hablaba. Sin soltarle el pelo en ningún momento, la hice parar. Le saque la bata y la comencé a mirar fijamente a los ojos. Ella no me mantenía la mirada. Le arranque el corpiño y la bombacha. Ella temblaba de miedo.

“No me lastimes, por favor, no me lastimes” me decía

“Tremenda puta y pedís que no te lastime. Hace caso y veremos si no te lastimo. Levanta todo y vamos a mi cuarto.”

Ella levanto lo que quedaba de su ropa y caminaba delante de mí hacia mi cuarto. Llegando, quiso escapar, pero la agarre, la metí en mi viejo cuarto y le di una trompada en el estómago.

“Entendelo, te voy a hacer mierda si seguís jodiendo”

La tiré en la cama y metí dos dedos en su concha, que estaba seca. Le metí los dos dedos en la boca, y luego en la concha. Levanté sus piernas y se la comencé a meter. Si bien mi verga no es muy larga, 17 cm si es bastante gorda. Costaba que entre. Cuando entro un cuarto, la metí hasta el fondo. Ella gritó de dolor.

Con mis manos apretaba sus pezones y los giraba. Ella miraba para un costado. Los giré más hasta que gritó de dolor

“Mirame a los ojos, no lo haces y te voy a provocar más dolor” le dije.

Ella me miraba con cara de pánico. Seguramente nunca imaginó que podía pasar esto.

Estuve un rato así, bombeando con fuerza hasta que acabé en su interior. Me salí y puse mi verga en su boca para que la chupe. Ella, sin opción, lo hizo. Mi excitación y odio era tal, que nunca se bajó mi verga, seguía firme.

La puse boca abajo, y entendió lo que venía

“No por favor, te pido por favor, nunca lo hice por allí, por favor, piedad”

“Tenés dos opciones: te lo abrís vos metiéndote dedos, o te lo desgarro de una”

“Piedad, te pido por favor”

Un golpe en los riñones, la calló. La arrastré hasta el borde de la cama y sus piernas colgaban, las separe y cuando me aprestaba a metérsela, ella sola metió un dedo y comenzó a abrirlo.

“Si pensas que con eso basta, te equivocas, pero es tu decisión” le dije.

Automáticamente mojó tres dedos de la otra mano y se los metió en medio de quejidos de dolor. Los comenzó a mover y unos minutos después increíblemente, empezó a gemir.

“Ah, bueno, parece que te gusta jugar con tu culo. Sos muy puta. Entonces me vas a pedir por favor que te rompa el culo”

Ella gemía fuerte, respirada agitada.

“Por favor, rómpeme el culo, pero no me lastimes”

Escupí mi verga, la acerque a su orto, y la clavé de una hasta el fondo. Ella gritó desesperada de dolor. Sin esperar, comencé a meter y sacar. Vi que salía con sangre, la había desgarrado. Eso me excitó aún más y aumenté en velocidad y fuerza mis envestidas. Ella no paraba de gritar y llorar. Pedía por favor que la suelte. Solo recibía golpes en su culo como respuesta.

Cuando estaba por acabar, me salí de ella. Tomé mi teléfono de la mesa de luz y fotografié su orto sangrante. Junté sangre y jugos con una mano y se la puse en la boca. Ella no paraba de llorar y decir que la había lastimado mucho.

La puse boca arriba, sus tobillos al lado de su cabeza y nuevamente penetré su culo. Otro grito desesperado de dolor. La miraba a los ojos y ella solo pedía piedad. Le saque fotos llorando y busque las fotos que le había sacado con el otro hombre. Y se las mostré. Ella miraba las fotos y me miraba. Ahí entendió todo.

“Solo fue una sola vez, te lo juro. Y porque me forzó” me dijo

“No tenés cara de haber sido forzada cuando lo besas, sos una puta, muy puta, y le pones los cuernos a mi viejo, pero eso se acaba hoy.”

“Si, juro que nunca más lo voy a hacer. Pero por favor no me lastimes más”

“Hoy mi padre no vuelve hasta tarde, mínimo tengo 4 horas más para usarte puta, y las voy a usar”

“No por favor, ya es suficiente, por favor te pido, piedad”

“Vos no tuviste piedad en meterle los cuernos”

Le acabé en el culo, dejándolo bien abierto. Hice que me chupe y la limpie de esperma, jugos sangre y algo de materia fecal. Lo hizo sin decir nada.

Me recosté y ella quedó en la misma posición que estaba, con las piernas colgando. Lloraba sin parar. Temía por lo que podía seguir. Luego de un rato, me paré detrás de ella y le empecé a meter dos dedos en la concha, luego tres. Se empezó a mojar. Como seguía boca abajo veía que seguía saliendo sangre de su orto.

“Movete puta, metete bien adentro la mano que tenés en la concha”

Ella se empezó a mover, subiendo y bajando la cadera, introduje un cuarto dedo y ella gimió de dolor. Al cabo de un rato, toda mi mano estaba en su concha, era un fisting hermoso.

“Puta, te estás comiendo toda una mano, y te movés como una puta consumada. Mostrame como te entra tu propia mano”

“No por favor, basta”

Un nuevo golpe hizo que se empiece a meter la mano completa. Acerque mi verga a su boca y comenzó a chupar. Estaba totalmente excitada nuevamente. Toda la escena me puso al palo total. Saque mi verga de su boca y fui detrás de ella. La ensarté en el orto nuevamente, sin dejar que saque su mano de la concha. Gritó de dolor. Yo bombeaba como loco. Ella gritaba pidiendo piedad nuevamente. Acabé en su culo y la saqué, pero solo para reemplazarla con mis dedos, cuatro que siguieron abriendo el orto. Sin piedad, seguí moviendo la mano y manteniendo la de ella en su concha, hasta que mi mano entró totalmente en su culo. Su llanto ahora era silencioso.

Tomé su otra mano, y la forcé a reemplazar la mía. Ella ya se dejaba hacer, no protestaba, solo lloraba. Cuando las dos manos estaban adentro de los dos agujeros, le saque fotos, y se las mostré

“Muy pero muy puta estas quedando. Imagínate cuando les mande estas fotos a tus amigas, las suba a Internet, ahí van a conocer a la verdadera Carla, la súper-puta, seguro muchos te van a buscar para jugar con vos”

Me hice una paja frente a su cara y terminé cogiendo su boca mientras ella tenía inmóviles las dos manos en culo y concha.

Sin sacar las manos, quedó semi inconsciente en la cama. Cuando reaccionó se sacó las manos y miraba como las dos tenían sangre.

“Supongo que se te habrán ido las ganas de seguir jodiendo. Ahora, ándate, que en un rato llega mi padre.”

Como pudo se levantó, agarró lo que quedaba de su ropa interior y su bata y se fue a su cuarto. Escuche como se bañaba, yo hice lo mismo. Me vestí y fui a su cuarto. Ella se estaba cambiando. Nunca olvidaré su mirada de terror cuando me vio entrar. La tomé del cuello, apreté hasta que le faltara el aire y le dije:

“Ahora, si no querés que mi padre se entere, vas a dejar de pelotudear, solo podrás ir al gimnasio, y el resto del tiempo en la casa de mi padre. Nada de salidas. Ah, y los sábados vas a estar disponible para mí. Ahora vas a ser la puta de mi padre y mía.”

“Si, sí. Pero por favor, no muestres las fotos, ni a él ni a nadie. No podría volver a salir a la calle.”

“Veremos”

Cuando llegó mi padre, no pude aguantar y le pedí hablar a solas. Le conté todo, le mostré las fotos con el tipo, y las que le saque yo en mi cuarto. El respiró profundo.

“Es más puta de lo que pensé. Algo me imaginé y me parecía. Gracias hijo por tu fidelidad”

Se levantó, me pidió que lo siga y fuimos donde estaba ella

“Carla, mi hijo me mostro todas las fotos. Imaginaba que andabas en algo. Ahora él me lo confirmó, te quedan dos caminos: irte ahora y que él reparta las fotos y explique porque te eche de casa o quedarte y ser la puta de la casa. Vas a tener plata para comprarte algunas cosas, ir al gimnasio, y nada más. Ah, y cuando él o yo queramos, te usaremos”

Ella me miró con odio. No atinaba a decir nada.

“Entiendo, veo que preferís irte. Dale, Carlos, empeza a mandar las fotos” dijo mi padre.

“No, por favor, no. Eso haría que me tenga que ir de la ciudad. Piedad, no lo hagan”

“Me metiste los cuernos, y te cagabas de risa” dijo mi padre

“Me quedo” dijo agachando la cabeza.

Esa misma tarde antes de irme junto con mi padre, la cogimos por todos lados.

Durante la semana me llamó mi padre y me pidió algo que no pude rechazar. El viernes fui a su casa con dos amigos, a quienes les había contado que teníamos una puta para divertirnos y hacer mierda toda la noche.

Cuando llegamos, ellos se la comían con la mirada. Mi padre estaba sonriente. Sin mediar palabra le dijo a Carla que se desnude. Dudó pero cuando vio que yo me acercaba se sacó toda la ropa.

“Muchachos, tienen esta puta para disfrutar tanto como quieran, y tranquilos, por todos lados le gusta a la muy puta”

Me senté junto a mi padre mientras los chicos se sacaban la ropa. La pusieron de rodillas y le dieron a chupar sus vergas. Sin otra posibilidad ella las chupaba con empeño. La pusieron en cuatro y uno fue a su concha para meterla de una. Ella comenzó a gemir de placer.

“Bien muchachos, ven como le gusta a la puta” dijo mi padre.

Me fui desvistiendo, ellos cambiaron los lugares, y luego de un rato, ambos acabaron dentro de ella. La hice gatear hasta donde estaba sentado y que me comience a chupar. El primer sopapo en su cara sonó fuerte.

“Lento y rico, tenemos toda la noche” le dije.

De pronto, mi padre se levantó y fue hasta la puerta. Entraron otros dos hombres con máscaras en la cara. Sin decir palabra, se sentaron en otros sillones a mirar. Mi padre nos sirvió whisky a todos. Carla cuando vio a los otros hombres empezó a llorar.

Mis amigos ya estaban empezando a levantar temperatura nuevamente. La hice parar frente a mí, dándome la espalda y comenzar a bajar, hasta que sintió mi pija en su orto.

“No por favor” pidió

El golpe en su estómago la dobló en dos. Volvió a ponerse y mi pija empezó a entrar en su culo. Lloraba sin parar.

“Puta, metete dedos en la concha, mostrales a los amigos como te gusta meterte la mano”

Ella fue metiéndose dedos, hasta casi hacer desaparecer la mano. Todos la miraban como subía y bajaba con mi verga en su culo y la mano en la concha. Mis amigos se acercaron y le dieron sus pijas para chupar. Hasta trataron de meterle las dos juntas en la boca.

Sonó un celular, y uno de los hombres fue hasta la puerta de la casa. Entraron dos personas, que por la altura, eran mujeres, también con máscaras. Se sentaron una con cada hombre. Nadie hablaba. Hice que uno de los chicos se acueste en el suelo y que Carla lo monte por la concha. El otro se acomodó para metérsela en el culo. Carla gemía de placer y respiraba entrecortada. Yo me acerqué y la puse a chupar mi pija.

Eso la volvió loca, y empezó a moverse con todo para meterse todas las pijas adentro. Una de las parejas empezó a filmar con el celular, Carla al verlos más loca se ponía. Los tres acabamos juntos. Nos quitamos y nos sentamos. Carla quedó en el suelo exhausta.

Cuando mi padre vio que se recompuso dijo:

“Como verán es una mujer muy puta. Antológica. Por eso quería que la vieran en acción.”

Los hombres y las mujeres se sacaron las caretas. Cuando Carla los vio, se tapó la cara y se largó a llorar desconsolada. Eran amigas de ella y sus maridos, amigos de mi padre.

Las dos parejas saludaron a mi padre, la miraron y se fueron. Carla no paraba de llorar. Sin importarnos, entre los tres, la cogimos de vuelta. Luego nos íbamos turnando, así hasta el amanecer. Ella estaba llena de semen por todo el cuerpo, sus jugos también la bañaban por completo. Mi padre bajó dos maletas de su cuarto, una muda de ropa y la hizo vestir sin bañarse. Le puso un billete de 100 dólares en la boca, saco las valijas de la casa y la echo.

Lo que se supo de ella fue que estaba en una ciudad cercana, de prostituta caminando la calle. Era otra mujer, destrozada por dentro. Todo por engañar a un buen hombre.

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