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Cogida por mi jefe en la oficina
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Ricardo, mi jefe, es un hombre de unos 55 años, más bien canoso, alto, fornido y con una incipiente barriguita que tanto morbo me había dado siempre.

Una mañana entra en su propio despacho, pero no se sorprende al encontrarme ahí, me sorprende él a mí, tomándome de la cintura y baja lentamente hasta mis nalgas, apretándome con fuerza.

Para esos momentos yo ya me había dejado llevar por lo excitante de la situación, Ricardo sube hasta mis pechos, y me los acaricia lentamente, mientras poco a poco ya se va notando por encima de mi blusa mis pezones súper erectos.

Los sigue acariciando con maestría, y me dejo llevar, la excitación me había dominado, siempre vi como Ricardo me miraba, pero jamás pensé que esto pasaría.

R: ¡Uhm, que ricas tetas!

C: ¡Ah!! Qué tienes?

R: ¡Nada, solo que ya no aguanto más!

Yo empiezo a acariciarle el abdomen y voy bajando tan lentamente como él antes lo había hecho, hasta encontrarme con un enorme bulto, tan duro que me quitó la respiración.

C: ¡Ricardo!!!

R: ¿Te gusta?

De repente su lentitud y suavidad se trasforma en frenesí y de un manotazo me arranca la blusa, dejando al aire mis pechos blanquitos y de pezones claros y completamente duros.

R: ¡Dios, que rica!

C: ¡Oh, Ricardo!!!

Me los beso apasionadamente y lame con todo su ímpetu, yo no puedo dejar de suspirar profundamente, me abre las piernas y me apoya encima de la mesa del despacho, me quita los jeans y la tanguita rosa, ya completamente mojado, y empieza a lamerme mi conchita como nunca, jugueteando con mi clítoris como un auténtico desesperado.

C: ¡Ah, uhm, dios mío!

R: Que deliciosa concha, ¡uhm!!

No podía creer que estaba en su escritorio abierta de piernas y recibiendo un rico oral, uno que me tenía con los ojos en blanco, él era un maestro con su lengua, se notaba su experiencia, a pesar de ser tan bonachón, lo hacía muy bien.

C: ¡Ah, que rico, uhm, dios!!

R: Uhm, jamás me había comido una concha tan rica, ¡ah!!!

C: ¡Oh, me voy a venir, ah!

R: ¡Uhm!!!

No pude resistir más, la excitación me dominaba, mi cuerpo estaba en el éxtasis y me vine, teniendo un fenomenal orgasmo.

Al darse cuenta, paró repentinamente, ladeó la mesa del despacho y se sienta en su sillón, lo sigo, me agacho y me meto la punta de su enorme verga en la boca, la saboreo lentamente y me la meto enterita de golpe.

C: ¡Uhm, que grande!!

R: ¡Oh dios, Cindy!!

El ritmo se va acelerando y él empieza a acompañar mis movimientos con los suyos, me devoraba su carne, él continuaba moviéndose y gimiendo como loco.

R: ¡Ah, si chiquita, así, ah!

C: ¡Mmm, agh!!!

Cuando noté que iba a venirse me aparté y él se enfadó, pero quería hacerle “sufrir” un poquito, el con respiración agitad me reclama, pero yo aún quería gozar un poco más.

Le hago señas de que se levante y se viene conmigo hasta el sofá del despacho, se sienta y a mí me encanta saltar encima de una verga, así que sin pensármelo dos veces me siento encima de él, me la clavé y empecé a saltar, arriba y abajo, primero suavemente, luego en círculos y cada vez más rápido.

C: ¿Ah, te gusta jefe?

R: oh, que rico te mueves, ¡uhm!

Mis pechos saltando y él me los acariciaba, mordía y empezó un arriba y abajo frenético, apretaba mis nalgas con desesperación, yo continuaba saltando, sabía que pronto se correría, pero él me pido me levantara.

Yo lo obedecí y me pidió me pusiera en cuatro y así lo hice, él estaba encantado de tenerme así, abría mis nalgas y metía su verga en medió, masajeándose mientras me acariciaba la cabeza, de pronto empezó a ensartármela, era muy rico, la tenía muy grande y gruesa.

R: ¡Que ricas nalgas, uhm, ya quería cogerte!

C: Lo sé, ¡ah! ¡Notaba como me mirabas!

R: Es que estas buenísima, ¡por eso te contrate!!

C: ¡Ah, eso también lo sé!

Ricardo me embestía con fuerza, yo jadeaba y me movía en círculos, él tomaba impulso y a gran velocidad me ensartaba una y otra vez, mis nalgas chocaban con su pelvis, él seguía festejando en tenerme así.

R: ¡Ah, sí, uhm!!

C: ¡Ah, uhm, Ricardo, ah!

Yo sabía que sus embestidas no durarían más, así que me moví como toda una perra en celo, él no toleró mis movimientos y comenzó a gritar de placer…

R: ¡Ah, que rico, ah!

C: ¡Ah, así, métela métela!

R: ¡Me vengo! ¡Me vengo!!!

C: ¡Sácala, ah!!!

¡Que orgasmo!! El me lleno mi coño de semen, ambos jadeamos y gemíamos de placer, éramos dos animales en brama, el quedo encima mío, mientras por mis piernas escurría su cálida leche.

R: ¡Eres la mejor!

C: ¡Jefe, déjame limpiarte!

Como toda una puta, bajea limpiarle su verga, la devoraba succionando sus fluidos y los míos, él se retorcía, el placer que le generaba era inmenso y yo también disfrutaba de cómo su verga perdía su dureza en mi boca.

R: Ah, te ganaste tu aumento, ¡uhm!!

C: ¡Gracias jefecito!

Me volví su puta durante el tiempo que trabajé ahí, todas las mañanas me cogía en su despacho y a veces nos quedábamos hasta la madrugada, fornicando como buenos amantes.

¡Con cariño, Cindy!!

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