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Cogida en el autobús por un desconocido
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Cómo les había comentado en el relato anterior, la pandemia había terminado y todo había vuelto a la normalidad, mi esposo contrató a una empleada doméstica para que me ayude con las labores del hogar, lo cual realmente no era necesario, pero acepté a fin de tener alguien que me acompañara durante la etapa de labor de mi esposo.

Ahora tenía todo el tiempo libre, después de dejar a mi hijo en la escuela, me reunía con otras madres en una cafetería cerca de la escuela para platicar, tomar algún café y tratar cosas de los niños, entre las mamás con las que me reunía, había una que vendía productos de belleza por catálogo, ya le había comprado algunos productos, pero siempre insistía que sería una excelente vendedora y que podría ganar buen dinero vendiendo los productos. No me gusta vender puerta a puerta, no es lo mío, me insiste que con solamente publicar en mis redes sociales que uso los productos, podría venderlos, me convenció, no perdía nada con probar.

Me inscribí, me tomé fotos usando los productos y recomendándolos en mis redes sociales, así también, que tenía disponibles a la venta por si a alguien le interesaba, el resultado fue mejor de lo esperado, me empezaron a pedir productos y, ahora, después de dejar a mi hijo en su escuela, me dedicaba a entregarlos, estaba muy contenta, si bien, mi esposo siempre me daba para mis gastos, las ganancias que tenía me permitían cumplir algunos lujos y caprichos y me sentía más independiente, me gustaba pagar la cuenta al salir a cenar o al cine con mi esposo e hijo o bien al salir el fin de semana a algún lugar cercano.

Un día me llegó una invitación de la empresa de cosméticos para asistir a una convención en la ciudad de Puebla, la invitación prometía dar consejos y técnicas para mejorar las ventas de los productos, así como estrategias para incrementar los ingresos y obtener el éxito, se incluía el hospedaje por una noche en el hotel sede, así como desayunos a los que se inscriban, solamente tendría que pagar el transporte.

Me interesó asistir, le platiqué a mi esposo y no tuvo ninguna objeción, solamente sería un fin de semana, sábado y domingo, y además en etapa de labor de mi esposo, así que me inscribí y cuando llegó la fecha, llevé a mi hijo a casa de mis padres y después me fui a tomar el autobús para la ciudad de Puebla.

Mi intención era viajar lo más cómoda posible, me vestí con unos leggins deportivos de una tela muy elástica que se ajustaban a la perfección y al mismo tiempo eran super confortables, pareciera que no llevaba nada puesto, así como una blusita un poco holgada, habitualmente uso tanguitas con ese atuendo a fin de que no se note mi ropa interior, pero no son tan cómodas como muchos piensan, prefiero los calzones cacheteros, pero se notarían a través de mis leggins, así que por comodidad no me puse ropa interior, como es habitual que el aire acondicionado de los autobuses lo lleven al máximo, llevaba una manta para cubrirme y no pasar frío.

Al momento de abordar se sube un joven muy apuesto, de tez morena clara y cuerpo atlético, de aproximadamente 1.85 m de estatura, vestido con una playera con el logo de la empresa de cosméticos y le toca sentarse en el asiento de ventanilla al lado mío, que es asiento de pasillo.

El viaje comenzó y no resisto la tentación de preguntarle por el logo de la empresa en su playera, confirma mis sospechas, trabaja en la empresa de cosméticos por catálogo, se presenta, su nombre es Diego, no era vendedor, me dijo que su rol era administrativo y logístico, se encargaba del canal de distribución de los productos, apoyar en la organización de las redes de vendedores, realizar pláticas para motivar y atraer nuevos asociados y viajaba a Puebla para apoyar en la organización del evento.

Era un joven muy agradable y me estuvo platicando largamente de como incrementar los ingresos y que la mejor forma era formar mi propia red de distribuidores, resulta que podría ganar una comisión por las ventas de aquellos asociados que logre que se inscriban, al igual que los asociados que ellos inscriban a su vez, así, si bien ganaba un 30% por mis ventas, podía ganar el 6% de las ventas de mis afiliados y un 2% de las ventas que los afiliados de mis afiliados generen, en ese momento entendí la insistencia de mi amiga para que me inscriba, estaba ganando un porcentaje de todas mis ventas.

Entre plática y plática se fue haciendo más tarde, el aire acondicionado estaba a tope y sentí frío, por lo que saqué la manta para cubrirme, Diego no llevaba nada para cubrirse y compartí mi manta con él, me agradeció y seguimos platicando un rato más de algunas cosas de nuestras vidas, llegó la hora en que apagaron las pantallas donde proyectan películas, así como la mayoría de las luces del interior, los demás pasajeros reclinaron sus asientos, señal de que era hora de dormir, no era apropiado seguir hablando a fin de no molestar, así que recliné también mi asiento y le dije a Diego que iba a dormir, Diego también reclinó su asiento y poco a poco nos fuimos quedando dormidos.

El autobús siguió su marcha y en la madrugada desperté, me doy cuenta que mi cabeza descansa en el hombro de ese apuesto joven y que una de mis manos se encuentra posando sobre su pierna, muy cerca de sus genitales, lleva un pants deportivo, me llega el suave aroma de su perfume y el calor de su piel a través de la delgada tela, me empecé a excitar, se me aceleró el corazón, escuchaba su respiración, parecía profundamente dormido, me sentí nerviosa, no estaba bien estar recargada en el hombro de un desconocido, lentamente me fui apartando, con mucho cuidado para no despertarlo, intenté dormir nuevamente pero para evitar volver a recargarme en Diego, me puse de lado, posición de cucharita mirando hacía el pasillo, mis nalgas quedaron pegadas al descansabrazos que separa los asientos.

Me volví a dormir, no supe cuánto tiempo habrá pasado cuando despierto nuevamente y siento el calor de un cuerpo en mi espalda, el descansabrazos había sido retirado y siento un bulto de carne en medio de mis nalgas, me quedo quieta, esperando, sin saber cómo reaccionar, su aliento caliente en mi cuello, mi respiración se acelera, mi corazón parece querer salirse de mi pecho, pensé que Diego estaba dormido e intenté moverme lentamente para no despertarlo, pero al momento me apretó de la cintura y me susurró al oído:

– Shhh, shhh, tranquila, relájate

Me quedé quieta, no quería armar un escándalo, no estaba segura que hacer, el guapo desconocido se estaba agasajando con mi cuerpo, sentí claramente como ese bulto, largo y grueso se iba poniendo cada vez más duro y aumentaba su tamaño, mi piel se erizó, me apoyó con más fuerza y pude adivinar el contorno de su inmenso instrumento, desde la punta del grueso nabo, hasta el relieve de cada una de sus hinchadas venas, incluso sentí el calor que desprendían sus gruesos y pesados huevos, todo a través de la delgada tela de nuestras ropas, ante mi pasividad empezó a moverse, frotando su verga por la línea entre mis nalgas y por la elasticidad de mi leggins se hundió entre ellas, la tela era tan delgada que juro que llegué a sentir la humedad que desprendía la punta de su verga, y humedecía la raja entre mis nalgas, después de unos minutos frotando discretamente su verga, sentí su mano acariciar mi nalga y apretarla suavemente, nadie podía notarlo porque la manta nos cubría, se demoró unos minutos acariciando mi nalga, apretándola, sus dedos se clavaron en la raya entre mis nalgas hasta rozar mi ano, el leve contacto me estremeció y en forma involuntaria apreté mis nalgas y di un respingo, un gemido casi imperceptible salió de mi boca, al moverme me apretó de la cintura y me dice al oído:

– Tranquila, no hagas ruido, shhh, sólo disfruta.

Asentí con la cabeza, un calor indescriptible invadió mi cuerpo, me abandoné a sus caricias, su mano tocaba mi entrepierna y suavemente fue subiendo hasta encontrar el elástico de mis leggins, lentamente fue introduciendo su mano dentro hasta que encontró mi vagina, ubicó mi clítoris y empezó a masajearlo muy lentamente, mordí mis labios para no gritar de placer, el placer era máximo, abrí un poco las piernas para facilitarle la tarea, mientras me seguía restregando su dura verga entre mis nalgas, después de un rato, su dedo recorrió mi coñito, acariciando mis labios vaginales, buscando ubicar mi entrada, no tardó en encontrarla, movía su dedo en forma circular y empezó a hacer un poco de presión, su dedo venció fácilmente la poca resistencia de mi humedecido coño y se introdujo hasta la primer falange, mi cuerpo se tensionó, pero al instante me relajé, no sé cómo explicarlo, un placer me embriagó y no pude evitar dar un fuerte suspiro y exhalar, intentando ahogar mi gemido de placer, lentamente su dedo fue entrando más profundo sin dejar de moverlo y frotar mis paredes internas, el placer crecía descontroladamente, su dedo empezó a entrar y salir de mi interior y pronto fueron dos dedos dentro de mis entrañas, después de unos minutos, saca sus dedos y siento un vacío, su mano subió a mi cintura y hábilmente me fue bajando mi leggins hasta mis rodillas, colaboré un poco levantando ligeramente la cintura para facilitar la tarea, entonces sentí la cabeza babeante de su tremendo nabo apoyarse entre mis nalgas desnudas, lento, despacio, intentando parecer que seguíamos dormidos, siguiendo los movimientos del autobús, se estuvo masturbando con mis nalgas otro largo rato, podía sentir como la gorda cabeza, suave y tersa, recorría una y otra vez, la raja entre mis nalgas, cada que pasaba por mi hoyito sentía una descarga eléctrica que recorría todo mi cuerpo, creí que me iba a encular de un momento a otro, mi anito cada vez se dilataba más, anhelante, arqueé mi cintura para ofrecerle mi culo generosamente, cuando levanta una de mis piernas y la deja apoyada sobre la suya, su enorme verga se desliza hasta localizar mi vagina, coloca su mano en mi cintura y me aprieta contra él, hace presión y la punta de su verga lentamente se va deslizando suavemente en mi interior, apenas la puntita, al siguiente movimiento del bus logra meter la cabeza, se queda un momento quieto, con la cabeza de su verga en mi interior , esperando el siguiente movimiento del bus para seguir clavándome, en cada balanceo del autobús lograba meterme un poco más, sentía como poco a poco me iba abriendo su mazo de carne, disfrutaba cada milímetro que me entraba, entró casi la mitad, empezó el vaivén, dejaba solamente la cabeza dentro y me embestía, lento, suave, arqueé mi espalda y empujé mi culo contra su pelvis, logré que entrarán tres o cuatro centímetros más, tenía tres cuartas partes de su verga en mi interior, mis fluidos vaginales escurrían, su pecho pegado a mi espalda, escuchaba sus jadeos en mi oído, empecé a culear suavemente, hubiera querido ensartarme por completo esa rica verga, montarme sobre ella, pero no podía hacerlo, no con el autobús lleno de gente, apretaba los labios para no gritar, en eso abro mis ojos y observo que el pasajero del asiento al otro lado del pasillo mira mi cara, el tipo también tiene un cobertor y movía agitadamente la mano bajo él, se estaba masturbando, un pasajero se había dado cuenta que me estaban cogiendo, sentí morirme, dejé de moverme y apreté la mano de mi joven amante, comprendió que algo intentaba decirle, dejó de moverse un instante, sin sacarme la verga, intenté zafarme pero no me lo permitió, me tenía bien sujeta de la cadera.

Nos quedamos quietos, su verga palpitaba en mi interior al mismo ritmo que mi agitado corazón, sentía que me faltaba el aire, Diego se incorpora ligeramente y mira alrededor, se da cuenta del tipo que está mirando y masturbándose.

El tipo se da cuenta que lo hemos descubierto, pero solo sonrie y moviendo sus labios parece decir sigan, Diego me habla al oído y me dice:

– Tranquila, no tengas miedo, no hablará, solo quiere mirar.

Lentamente reinicia su vaivén, y el tipo reanuda su masturbación, no estaba cómoda con el tipo mirando, pero Diego no me soltaría y no podía hacer nada para impedir que me siguiera cogiendo, cerré los ojos como si de esta forma evitara que me siguiera viendo, los embistes de Diego se volvieron más largos y profundos, su pelvis chocaba con mis nalgas y provocaba que mi cuerpo se balanceara hacía adelante y hacia atrás, su mano bajo mi blusa pellizcaba mis pezones y besaba el lóbulo de mi oreja, la sensación era indescriptible, intentaba no hacer gestos, pero no podía contenerme, abría la boca para lanzar bocanadas de aire, ahogando mis gemidos, mi cara estaba desencajada, era imposible reprimir el placer que sentía. Diego arreció sus embistes, su mano en mi cintura me apretaba contra él en casa embestida, escuchaba su respiración agitada, su aliento en mi nuca, mordía mis labios para no gritar de placer, estuvimos así un buen rato, a pesar de su juventud, tenía un aguante y un control envidiable, la sensación de su verga taladrándome y sus huevos chocando en mis nalgas me tenían a tope, estaba en éxtasis, cada vez aceleraba más sus embestidas, y dando un último empujón sentí cómo me llenaba de su ardiente néctar, al instante sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo y me corrí en un intenso orgasmo que me hizo retorcer y arquear mi espalda, espasmos involuntarios recorrían mi cuerpo, corrientes de placer que empezaban dentro de mi vagina, recorrían toda mi columna vertebral, hasta llegar a mi cerebro, mis piernas temblaban, tuve que morder fuerte mis labios para no gritar.

Quedamos rendidos, sin movernos, tratando de recuperar el aliento, con su verga todavía dentro de mí, unidos por nuestros cuerpos como un solo ser, su verga se fue poniendo flácida y salió de mi interior, quedamos abrazados un largo tiempo, me susurraba al oído todo lo que había disfrutado y mil halagos más, estaba a punto de volverme a quedar dormida en sus brazos cuando de repente prenden las luces del camión, seguida por la voz del chófer avisando que habíamos llegado a la Ciudad de Puebla.

Disimuladamente me subí los leggins y Diego hizo lo propio con su pants deportivo.

Estaba a punto de amanecer, serían alrededor de las 6 de la mañana, el aire frío de la ciudad de Puebla nos recibió, al bajar sentí la mirada del pasajero de la fila de enfrente, no despegaba su mirada mientras recogíamos las maletas, me sentí incómoda, no dije nada, le pedí a Diego un poco de tiempo para ir al baño, necesitaba asearme, semen escurría entre mis piernas, durante todo el trayecto al baño, el pasajero fisgón no dejó de mirarme las nalgas, una vez que me pude asear un poco, Diego pidió un taxi y nos fuimos directo al hotel sede.

Diego solicitó que nuestras habitaciones estuvieran juntas y pensé que tal vez me daría una nueva cogida al llegar, desgraciadamente no pudo ser, me indicó que por ser organizador tenía que presentarse muy temprano, que descansara un poco y bajara a desayunar, que era gratis por cortesía del hotel, llegué a mi habitación descansé unos minutos y después me di un buen baño, bajé a desayunar, no vi a Diego en el desayuno, la Convención iniciaría a las 10 de la mañana, pero había que registrarse un poco antes.

Al momento de registrarme por fin pude ver a Diego, sonrió y me guiñó el ojo al verme, le respondí con una sonrisa pícara, se acercó y me dio un beso en la mejilla, discreto, al tiempo que me susurraba al oído:

– En la noche te espero en mi habitación, te voy a dar la mejor culeada de toda tu vida.

Mis piernas temblaron de emoción, el fin de semana apenas empezaba y todavía faltaba mucho por contar sobre ese viaje, pero lo dejaré para el siguiente relato.

Espero les haya gustado mi experiencia.

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