Para esas fechas, habíamos hecho varios tríos, pero sólo uno con Alonso que igual nos cayó muy bien y a mí me encantó la cogida que me puso. Ya no habíamos coincidido, pero seguíamos conversando de vez en cuando los 3 en un chat de whatsapp. Era muy excitante escribirnos entre los tres pero ellos dos concentrados en decirme cosas sucias. Aquel día era jueves y Web tenía 24 horas de haber sido operado. Nada del otro mundo, pero igual le restaban al menos otros 5 días guardado en el hospital. Yo estaba en el trabajo cuando entró mensaje de Alonso al chat:
– Hola amigos. ¿Ya tienen planes para el fin de semana? – Obviamente buscando vernos para tener sexo, lo cual me parecía una excelente idea pero no me parecía posible por la cirugía de Web. La expectativa cambió rápidamente porque casi de inmediato me marcó aparte del chat:
– Quieres ver a Alonso amor?
– No pues no se puede. Sí me gustaría, pero tú no puedes.
– Yo no puedo, pero tú sí amor. Yo igual no puedo ni salir del hospital. Ni modo que no tengas ganas y a Alonso ya vimos que es de fiar.
– No sé amor. Me sentiría mal de irme sola sin ti.
– Para nada pienses en eso. El sexo que no tienes hoy jamás lo recuperarás. De hecho debo decirte que hasta me excita la idea.
– Jajaja casi me convences. Lo platicamos y mientras lo pienso.
Luego supe que Web habló con Alonso para facilitar las cosas y que no se desanimara. Aquello ayudó mucho y del jueves al sábado que quedamos de vernos las conversaciones del chat fueron subiendo de tono a modo que todas mis defensas estaban por los suelos mucho antes de verlo. El viernes por la noche me masturbé imaginando que le mamaba la verga a Web mientras Alonso me cogía en cuatro. El sábado por la tarde estaba con unas ganas tremendas de tantas cosas calientes que nos dijimos en el chat.
Me puse un vestido negro sin mangas ni hombros muy ancho y que parece baby doll. Como esconde mi cintura, pero es corto, hace que mis piernas se vean muy destacadas y eso me hace sentir muy sexy.
Por sugerencia de Web, muy bien recibida por cierto, sólo llevaba el vestido. No me puse ni pantaleta ni sostén. El atuendo lo completé con unos zapatos de tacón muy descubiertos para resaltar aún más mis piernas.
Todo el arreglo me lo hice mientras platicaba por teléfono con Web y nos dedicábamos a bromear sobre lo que estaba a punto de pasar.
– ¿ya te estás masturbando? – le pregunté.
– No, pero me estoy imaginando.
– ¿Qué imaginas sucio?
– Puedo imaginar que te masturbas en el carro de camino al motel o que él te mete la mano para masturbarte mientras maneja.
– Mmmmm suena rico, ¿qué más?
– Te visualizo desnuda en la cama… boca arriba… piernas abiertas… jadeando… abriendo tus labios con tus dedos para provocarlo a penetrarte. Me encantaría escuchar tu gemido al momento que lo sientas entrar la primera vez.
– Ya me tienes toda mojada con esta conversación.
– Esa es la intención amor.
Estaba terminando de arreglarme cuando agregamos a Alonso a la llamada. Después de saludarnos a ambos y saber el estado de Web, me preguntó:
– ¿Qué onda con la salida Anita? ¿Vamos a cenar o por unas cervezas? – preguntó el muy… decente.
– Ni cervezas ni cena ni nada Alonso. ¡Lo que quiero es coger!
Alonso y Web soltaron la carcajada. Toda duda despejada.
Quedamos en que yo pasaría por él porque su coche es del trabajo y tiene GPS. Obviamente no puede ir a un motel sin recibir una llamada de atención de sus jefes.
Se llegaron las 7 pm justo cuando me detuve afuera del fraccionamiento donde vive Alonso.
Cuando salió, se asomó por la ventanilla. Yo ya iba demasiado caliente, aunque lo disimulaba, realmente ya no podía concentrarme en manejar. Sólo pensaba en coger ya, así que le dije:
– Quieres manejar?
– Claro hermosa, sirve que te veo lo guapa que te arreglaste.
– Cuando me bajé del coche pude sentir como me miraba de arriba abajo.
– Date una vueltecita para mí – dijo al tiempo que me tomaba de la mano para ayudarme a girar en mis talones.
Ya tenía rato muy mojada y sentir su mirada y sabiendo que en un ratito más me iba a poner una cogida me puso más caliente de lo que ya estaba.
Nos subimos y empezó a manejar. El motel elegido nos quedaba bastante retirado, pero realmente valía la pena. En el camino Alonso, un poco nervioso, quiso hacer conversación y empezó a preguntarme si había dejado a Web en buenas manos.
– Se quedó más preocupado por ponerme a mí en buenas manos para esta noche.
Alonso esbozó una sonrisa, mezcla de orgullo y satisfacción. Eso pareció relajarlo porque en el primer semáforo en rojo puso su mano derecha en mi pierna, aunque todavía sobre la parte cubierta por el vestido. Yo recargué mi cabeza en el respaldo y moví ligeramente la pierna. Que le quedara claro que su mano era bien recibida. Yo estaba lista para que me penetrara, pero quería que esa sensación durara lo más posible. Quería abrir mis piernas y que me penetrara, pero no ahí. Si lo dejaba masturbarme me iba a venir seguramente y muy rápido. Estaba muy caliente y ya me sentía muy mojada, pero no era eso lo que quería. Quería venirme con su verga en mi vagina. Quería que se vaciara adentro y sentir sus chorros lubricándome. Cuando notó mi falta de resistencia, Alonso movió su mano para acariciar la parte desnuda de mi pierna.
– Tienes durísimas las piernas. Web debe disfrutarlas mucho.
– Disfruta todo lo que puede, tanto como debe estar disfrutando de imaginar qué podría estar pasando ahorita que estamos nosotros solos.
– En verdad que me caen bien ambos y los admiro. Tener ese grado de complicidad. Se me hace hasta difícil de creer.
– Pues debes creerlo. Hasta me ayudó a escoger el atuendo
– ¿En serio? ¿Te dijo qué ponerte para venir ahorita?
Y encontré el momento perfecto para seguirlo excitando y le respondí:
– Web escogió lo que me puse y también lo que NO me puse.
Alonso me miró de reojo sorprendido y rápidamente quiso comprobar con su mano. Sin brusquedad deslizó sus dedos sin dejar de tocar mi piel. Aquello casi me venció por lo caliente que estaba, pero yo mantuve las piernas cerradas aunque, obviamente alcanzó a confirmar que no traía panty.
– Eres una cabrona – me dijo, a lo que respondí – No soy cabrona ¡soy obediente! a veces… aunque normalmente me guste controlar la situación. Aquello no lo detuvo y siguió tratando de tocarme entre las piernas. No dejaba de ser rico y excitante sentir sus dedos tratando de llegar más lejos.
– Tranquilo – le dije – Todo a su tiempo. Tenemos la noche entera para hacer lo que queramos.
Tomé su mano y la llevé a mi pecho para que sintiera que no traía sostén tampoco. Masajeó por un momento pero luego metió su mano por encima del escote hasta que alcanzó a juguetear con uno de mis pezones. Yo empecé a jadear pero en ese instante cambió la luz a verde y seguimos nuestro camino.
Llegamos al motel y como siempre en sábado por la noche, había una fila de varios autos esperando a entrar. No sé a los demás, pero ese momento me parece muy excitante. Estar en el coche, con muchas ganas de coger, sabiendo que va a pasar en un rato más. Saber que los que están en los demás coches vienen a lo mismo o, que tal vez, ya están en lo mismo, como ha pasado en mi caso muchas veces. En esa reflexión estaba mientras Alonso, sin perder el tiempo, comenzó a fajarme ahí mismo. De tanto en tanto platicaba. Nunca hemos sido de besarnos mucho en la boca, pero sus manos fuertes se sienten rico cuando me manosea toda. Ya en ese punto, mi vestido estaba prácticamente todo enrollado en mi cintura mientras me acariciaba y seguía intentando meterme su mano entre las piernas, aunque yo seguía sin separarlas. Podía sentir su desesperación y eso me excitaba más. Lo dejé desde el principio ponerme la mano en cualquier otro lugar que quisiera y pues, yo aproveché para desabrochar su pantalón y liberar su inmenso falo. Es delicioso hacer eso en plena calle, y lo es más en un lugar donde sería ridículo que alguien reprochara lo que está pasando. Empecé a masturbarlo un poco. Me encanta ver el tamaño que logra en unos segundos. Me estaba excitando peor de estar ahí en el coche, todavía en la parte de afuera del motel, pensando que podían vernos y al mismo tiempo recordando todas las veces que estuve antes en el asiento trasero fajando o cogiendo bajo la mirada de Web al volante. Alonso apretó con su mano la mía con la que lo estaba masturbando para hacerme acelerar los movimientos. Estaba pensando en inclinarme porque sentía unas ganas enormes de poner su miembro en mi boca, pero en eso entró mensaje de Web preguntando si ya había recogido a Alonso. No resistí la tentación y le mandé una foto de la mano de Alonso tratando de meterse en mi entrepierna.
– No seas malvada, deja que meta sus deditos – me escribió.
Yo apenas consciente por la excitación le respondí: – ¡No quiero sus dedos! ¡quiero su verga! le pude medio escribir mientras Alonso seguía manoseando mis piernas.
– Concéntrate pues corazón, disfruta. Escríbeme cuando quieras amor – me respondió. Aquella era una licencia para perderme en la calentura y dejarme coger.
Seguimos en el faje un rato hasta que nos tocó poder entrar. Ese momento en que pagamos la habitación me encanta como si fuera la licencia final para ponerse a coger. Confieso que ya me ha pasado que ni cuenta me doy cuando Web ha pagado en otras ocasiones porque yo estoy en el asiento trasero totalmente perdida o penetrada. Nos estacionamos en la cochera y apenas apagó el motor, Alonso arreció su ataque casi como queriendo cogerme ahí en el carro. Mientras me besaba me estuvo manoseando toda al punto de que mi vestido ya estaba muy por encima de mi cintura y sin poder evitarlo mis piernas ya estaban abiertas mientras sus dedos jugaban con mis labios mojados. Yo dejé de besarlo para poder pujar de placer. Mi vagina me pedía ser llenada. Quería sentir que su verga se me resbalaba para adentro pero no era el lugar. No es que no me hubiera gustado la idea de que me penetrara ahí mismo, pero yo tenía otros planes. Como pude abrí la puerta y esa fue la señal para que él se bajara y activara la puerta de la cochera. Al entrar a la habitación me quité los zapatos. Sentirme descalza es mi primer pequeño placer de desnudez, pero estirando la liga al máximo, me puse de pie frente a la cama y le dije:
– A ver, quiero ver que te quites todo frente a mí.
Con cara de diversión Alonso se fue quitando la ropa hasta que se quedó en boxers y se me quedó mirando.
– ¿Así nena? – Me dijo enderezando la espalda casi sonriendo por el reto que representaba que se hubiera dejado la última prenda. Yo sentía sudor frío de las ganas que tenía. Se notaba su tremenda erección y me pareció un poco cínico que se dejara el bóxer cuando ya íbamos a coger.
– ¡Dije todo! – le ordené al mismo tiempo que me acercaba para hacerle bajar el calzoncillo yo misma batallando para pasar el elástico por delante de su verga. Tuve que tomarla con mi mano para sacarla del elástico. Le di un par de jalones sin dejar de mirarlo a los ojos, mientras con la otra mano terminaba de mandar el calzoncillo a donde debía estar: el suelo. Normalmente me lo hubiera fajado ahí de pie, aún vestidos. Le hubiera sacado la verga y tal vez me hubiera puesto a darle una mamada hasta casi hacerlo venirse para en ese momento detenerme y luego seguir en el faje, para desnudarnos poco a poco entre besos y manoseos. Pero hoy no era ese el plan. Aplicando algo de fuerza empujé para que se dejara caer boca arriba en la cama. Se quedó ahí, exhibiendo su cuerpo marcado por años de crossfit. Pude admirar su impresionante miembro, con tremenda erección que tenía ya dos días provocando con mis mensajes provocadores. Mirando su miembro y su cara de ansiedad de adolescente de 37 años, levanté mis brazos hacia atrás de mi cuello para soltar el broche del vestido. Al ser tan ancho el vestido y sin hombros, simplemente dejé caer la prenda directo hasta el suelo para que Alonso mirara mi cuerpo desnudo mientras yo mantenía mis brazos arriba para soltarme el broche del cabello. Disfruté mucho la cara de Alonso, admirarme desnuda de nuevo frente a él. No pudo evitar tocarse el miembro en actitud de masturbarse mientras me dijo:
– ¡Cabrona estás buenísima!
Yo no le hice el menor caso. La inminencia de tener una verga adentro me tenía desesperada. Me encaramé en la cama sin darle tiempo a nada. Estaba lista. Me senté sobre su pene y apenas hubo necesidad de acomodarlo antes de que empezara a sentir que ya me iba penetrando. Me dejé caer sobre su verga para profundizarla hasta el fondo. El dolor inicial dio paso al placer que me obligó a moverme. No perdí el tiempo. Dolía, pero dolía delicioso semejante obelisco. Casi de inmediato sentí venir el clímax. Aceleré mis movimientos. Pude escuchar mi propia respiración que rápidamente se convirtió en gemidos y de ahí a gritos de placer. Antes de lo que yo misma esperaba exploté en tremendo orgasmo como si hubiese tenido meses sin coger. Seguí moviéndome un poco hasta que el placer fue demasiado intenso y me quedé acostada encima de Alonso sin dejarlo sacar su verga de mi vagina. Cuando sentí que estaba más relajada me dejé caer a un lado de la cama, boca arriba para seguirme calmando. Alonso no había terminado y seguía con la lanza alzada.
-No deja de sorprenderme cómo haces escándalo y disfrutas cuando te vienes.
– Muchos dicen, hasta los que sólo han sido acostones, que por eso añoran volver a coger conmigo.
Mientras decía eso Alonso comenzó a acariciarme, No sé si fue eso o verle la erección sostenida lo que me hizo sentir otra vez el deseo de que me penetrara. Me dejé llevar y lentamente me fui dando la vuelta para darle la espalda y empezar a levantar mi trasero. Él, ya más cercano y abrazándome y manoseándome desde atrás me ayudó a ponerme a cuatro. Me encanta esa posición. Adoro ese momento de expectativa, no estar bien segura del momento en que empezaré a sentir la presión de la punta de la verga en la entrada de mi vagina. Ese momento en que se hace inminente el sentir como el falo va separando mis partes escurriendo humedad. Aquello es más intenso con el enorme miembro de Alonso que esta vez me tomó de las caderas para anunciar la penetración. No hizo nada por separar mi trasero para facilitar la entrada. Cuando sentí su verga en la entrada hice por separar mis piernas para hacérselo más fácil a él y menos doloroso a mí. Deseaba ese dolor de cualquier modo. Creo que deliberadamente me la dejó ir muy muy lentamente. A momentos me acariciaba el trasero comenzando desde la espalda. Ya no sé si Alonso estaba disfrutando meterme la verga o mirarme lo enorme que se debe ver mi trasero en esa posición. La duda quedó despejada por él mismo:
– Qué culo tan monumental tienes nena ¿qué se siente estar tan buena?
Yo no respondí nada. Dejé de apoyarme sobre mis brazos para bajar mis hombros, empinar más mis caderas y dejar que su verga siguiera resbalando lo más adentro posible. Entonces Alonso empezó a moverse dando empujones cada vez más adentro. Yo ya no sentía nada más que su verga resbalando para adentro y para afuera. Desde las paredes de mi vagina el placer se iba multiplicando rico hacia mi espalda y de ahí me recorría todo el cuerpo. Sentí que me quedaba sin fuerzas. Sólo podía sentir su verga y escuchar sus gemidos sincronizados con los empujones constantes que me daba. Me enganchó las caderas para incrementar sus empujones jalándome hacia él. Me dejé usar como él quiso. Lo dejé que se quedara ahí enfundando su verga entre mis nalgas. No quería venirme tan pronto para no dejar de tener esa sensación de ser la razón de su erección. Fue inútil. Inevitablemente el clímax fue llegando cada vez más fuerte ayudado por las manos de Alonso que no dejaban de amasar mi trasero para darme jalones contra su verga. Alonso empezó a moverse con mucha fuerza, dejando escapar varios gritos. Empecé a desear sentir sus chorros de semen explotar en mi vagina y sólo imaginar eso me hizo venir otra vez en grandes ondas de placer. Alonso pareciendo darse cuenta de mi explosión, se movió frenéticamente contra mi trasero y gritó más fuerte mientras yo me venía. No sé cuánto duró mi orgasmo, pero Alonso seguía ensartándome cuando yo empecé a estar otra vez consciente de mi entorno. Le pedí dejar de moverse y terminamos los dos boca arriba respirando fuerte. Pasados unos segundos me di cuenta de que su erección persistía como si nada.
– ¿No te viniste?
– No nena, necesito otro ratito – me respondió.
– Y… ¿Qué necesitas para venirte?
– Cogerte más – me respondió
Yo me sentía más recuperada y seguía deseando que se viniera adentro de mí así que le respondí:
– Pues cógeme más por favor – le dije mientras separaba mis piernas y me tocaba los labios mojados.
No le dije dos veces. En un segundo lo tenía reclinado sobre mí levantando mis piernas para ponerlas en sus hombros. Yo las separé y doblé mis rodillas para apoyar mis talones en sus hombros. Nuevamente tuvo la ocurrencia de penetrarme muy lentamente. Eso ayuda con el dolor de su enorme tamaño, pero también me daba una ansiedad terrible por sentir su verga lo más profundo posible. Empezó a moverse llevándome al placer rápidamente. La indefensión de esa posición agregado a poder verles la cara de placer a los hombres me excita muy especialmente y me hace venir muy rápido. Cuando comenzó el orgasmo no pude evitar que mis piernas cayeran a los lados de Alonso, pero él las sostuvo al tiempo que fue claro que comenzó a venirse. Mientras yo disfrutaba mi orgasmo el placer se incrementó cuando Alonso estalló y sentí la fuerza de sus chorros en mi vagina. El semen comenzó a desbordarse y se podía escuchar aún mejor como resbalaba su verga entrando y saliendo con esa nueva lubricación. Terminó moviéndose mientras abrazaba por las rodillas mis piernas levantadas. Apretándolas contra su pecho. Mi orgasmo seguía mientras yo sentía que su semen se me escurría de la vagina por la violencia de sus movimientos. El desgraciado comenzó a sacarme su pene y a volverlo a meter, aprovechando la lubricación adicional. Me volvió loca de placer sentir sus empujones para penetrarme una y otra vez. Al final quedamos los dos otra vez echados sobre la cama sin hablar. Sólo respirando fuerte. A Web le hubiese encantado ver esa escena. Así pasaron unos minutos de silencio entre jadeos.
– ¿Cómo estás nena? ¿Bien? – preguntó Alonso con un tono amable de preocupación sincera. La primera vez que cogí con él en el trío que hemos contado antes, no mencionamos que una de las muchas veces que me cogió me hizo sangrar un poco y eso lo impresionó mucho por el miedo a lastimarme. Mi vagina es muy estrecha. Precisamente por haber roto varios condones aquella vez fue que no lo dejé usar condón esta vez.
Yo me limité a tocarlo en el brazo con mi mano para hacerle saber que me seguía relajando. Él se levantó al baño y yo me quedé en la cama. En ese momento tuve una ocurrencia. Tomé mi teléfono y tomé una foto de mi cuerpo sin que saliese mi cara. Levanté mis piernas para abrirlas. Claramente se veía en la foto la entrada de mi vagina. Mis labios rosas contra mi piel morena que se oscurece un poco alrededor de mis labios mayores. Grandes cantidades de semen y moco cristalino resbalando entre mis labios hinchados de tanto roce con la vergota de Alonso. Abrí el WhatsApp y le envié la foto a Web seguida de un mensaje muy claro y explícito: “me puso muy buena cogida”. Web respondió rápidamente: ¡Qué rico amor! ¿Te gustó entonces? ¿Te fue muy bien? “muuuy bien” le respondí. Me escribió: ¿No podrías tomar una foto así pero mientras te penetra? No le respondí. No hacía falta. Estoy segura de que muy pocas mujeres pueden presumir de tener una pareja que se alegra por vivir al lado de una mujer que disfruta del sexo plenamente. En esos pensamientos estaba cuando salió Alonso del baño y se acostó a mi lado lo suficientemente cerca para acariciar mi cuerpo. Yo le di la espalda para extenderme sobre la cama. Él tomó una de mis nalgas para apretarla con sus dedos.
– ¡De verdad no me canso de ver lo rica que estás!
Yo sólo le acerqué un poco mi trasero en parte para corresponder y en parte por el placer que me produjo el comentario. Al hacerlo claramente sentí su verga dura otra vez pero me quedé esperando su siguiente movimiento. Alonso deslizó su mano entre mis nalgas hasta alcanzar entre mis piernas. Hizo un mmmmh de satisfacción y empezó a frotarse sus dedos aprovechando la humedad entre mis jugos y los restos de su semen escurriendo de mi vagina. Yo me fui poniendo boca abajo mientras separaba un poco mis piernas. Fue inevitable que empezara a mover rítmicamente mis caderas al sentir sus dedos frotándose cada vez más fuerte entre mis labios. Casi me hacía venir pero levanté más mis caderas y le dije: "cógeme otra vez".
– vamos al Kama Sutra me respondió – y no me dijo dos veces.
Caminamos hasta ahí mientras me iba manoseando el trasero. Al llegar al sillón le pregunté: – ¿cómo quieres? –
Me ayudó llevándome al extremo más alto del sofá y me hizo inclinarme de modo que sentí que mi trasero quedó apuntando al cielo. Unos segundos después, Alonso de pie detrás de mí ya me estaba penetrando. Estaba muy lubricada. Estar ahí empinadita, sentir su enorme miembro resbalando hacia adentro. Hay placer en la penetración pero también en la situación misma. Sentí sus manos tomando mis caderas para cogerme mejor. Sin dejar de sentir su verga imaginé como si viera la escena como espectadora y fue aún mas excitante. Me arrimó apenas un par de empujones y yo ya no supe de mí. Me vine muy fuerte y muy largo pero él no dejó de moverse así que el orgasmo me duró mucho. Después de eso casi me cargó para montarnos los dos sobre el sofá, yo dándole la espalda acostada sobre el lado mas alto y ahí me siguió penetrando desde atrás mientras me jalaba de las caderas para reforzar nuestros movimientos. Me vine varias veces seguidas otra vez hasta que él volvió a vaciarse adentro ahí mismo.
Al final nos quedamos un rato acostados. Yo me bañé concienzudamente porque necesitaba que Web me hiciera venir con un oral para redondear la noche.
Que rico relato una muy buena esposa