Mi nombre es Miriam, soy madre soltera y me siento joven, desde que murió mi madre vivo con mi hijo en su casa, lugar donde pase mi infancia, una casa grande y antigua, con un inmenso jardín y viejas habitaciones. Nunca pensé en mudarme, pero para nosotros dos es demasiado grande, aunque lo bueno es que nos da nuestros espacios personales. Con 37 años mis días pasaban del trabajo al gimnasio y de ahí de vuelta a casa, mi hijo, ya con 18 años estaba en su último año de escuela, se las pasaba todo el día estudiando y haciendo su vida, en verdad casi nos veíamos un rato a la mañana y a la noche.
La cosa cambio con la pandemia, yo tengo la posibilidad de trabajar desde casa, soy programadora, casi no volví a la oficina. Aunque el trabajo es el mismo o más, el estar todo el día en casa me dio la oportunidad de trabajar en distintos horarios, por lo tanto, hacer la rutina de gimnasia y también aprovechar para limpiar, cosa que antes hacia una mujer que venía a casa dos veces por semana.
Mi hijo, que se llama Luis, siguió con sus clases, por lo que casi lo veo como antes, en los mismos horarios, eso me da cierta libertad. En la oficina debo verme formal, aunque soy programadora, también soy jefa de programadores, debo dar la imagen de una mujer ruda para tener autoridad sobre una mayoría de hombres, unos pocos años mayores que mi hijo y con una mentalidad de adolescentes. Tengo varios trajes, polleras y sacos de colores oscuros y camisas claras. Trato de ser fría con mis empleados, algo que me piden mis jefes, pero no puedo evitar excitar a mis empleados con mis curvas, sé que mi culo es espectacular, ellos se la pasan mirándomelo continuamente, aunque disimulan, yo me doy cuenta, cosa que a mí en silencio me excitaba.
Ahora la cosa era diferente, en la oficina me exigen una reunión por la mañana en línea, una video conferencia con mis empleados, no puedo lucir el culo frente a ellos como hacía antes, pero encontré una forma de excitarme. Cuando me cambio de ropa para hablar con ellos quiero me vean de la misma forma en que lo hacían en la oficina, me visto con la misma ropa, pero sólo lo hago de la cintura para arriba, abajo estoy desnuda, apoyo mi desnudo culo sobre la silla mientras les hablo y mientras habla alguno de ellos me llevo los dedos a mi vagina y me masturbo con sutileza. Eso lo hago todos los días, me masturbo delante de mis empleados, aunque ellos no lo sepan.
Cuando termino la reunión, quedó empapada y con la adrenalina a tope, como estoy en un rincón de mi habitación, apenas apago la PC, me saco toda la ropa y me termino de masturbar en la cama, luego me pongo ropa de entre casa y hago una hora de gimnasia, o como paso el día que viene a cuento, me pongo a hacer limpieza.
Me pongo solo una remera larga para estar cómoda y poder limpiar, ese día empiezo por mi habitación, tiene pisos de madera y después de aspirar el piso tomo un paño y lo encero, hasta ahí todo normal, siempre que limpio o hago gimnasia pongo música fuerte, total la casa es grande y los vecinos no escuchan nada. La habitación está llena de muebles viejos, todos de madera, menos la cama que tiene las cabeceras de bronce, toda llena de dibujos en relieve, resaltan sus cuatro patas que se prolongan hacia arriba terminado en unas puntas decorativas, de unos treinta centímetros, en donde antes de llegar al extremo tienen unas bolas de bronce, del diámetro de una pelota de tenis. La descripción tan minuciosa de la cama tiene una razón que paso a explicar. Ese día sonaba en mi reproductor, la canción de Joe Cocker “You can leave your hat on” y no podía dejar pasar la oportunidad de bailar, tocando la punta de la cama como si fuera un falo al que chupaba sensualmente. Tal era mi calentura que decido ir un poco más lejos con mi baile sensual, subo una pierna a la cama y me inserto la punta en la vagina como si fuera un consolador y me masturbo, pero no estaba conforme, decido cambiar de agujero.
Hice algo de lo que podría arrepentirme, pero después de lo que paso, no. Me pongo en puntas de pie y me siento lentamente sobre la punta de bronce, primero la lubrico con lo que tenía a mano, crema humectante y la empiezo a meter en el culo, bajo despacio hasta que hago tope con la bola de bronce y luego subo despacio, me estaba violando una cama. Estaba muy excitada, era penetrada por el culo a un ritmo muy sensual con la música ideal de fondo, me sentía una estríper, una puta.
De repente pierdo el equilibrio, estaba de puntas de pie sobre un piso recién encerado, patino y me incrusto de golpe casi los treinta centímetros del metal, también entro la bola de bronce. El dolor me dejó sin aliento, me dejó inmóvil, ensartada. No lo podía creer, quedé paralizada, el dolor se convirtió en miedo, y el miedo en pánico. Siento el frio metal dentro de mi cuerpo, me llegaba al vientre y podía sentir su dureza. Estaba en un grave problema.
No sabía cómo podo entrar semejante bola, pero iba a tratar de sacarla. Intento elevarme con lentitud estirando las piernas, puedo sentir como baja la bola por mi abdomen, pero no logro subir lo suficiente como para que asome la bola, mi ano lo impedía. Empiezo a preocuparme, sentía miedo. Me relajo y nuevamente sube la bola por mí abdomen, me quedo quieta y pienso que puedo hacer, estaba sola y no quería empeorar la situación. Miro el reloj que hay sobre la cómoda frente a la cama y eran las diez de la mañana, el único que me podría sacar de este problema era mi hijo, pero llegaría a las tres de la tarde, debería esperar cinco horas para que me rescate. La sola idea de que mi hijo me vería en esta situación me daba muchísima vergüenza, pero después de pensarlo un rato fui cambiando de idea. Así empalada como estaba empiezo a tocarme la vagina, me froto el clítoris y me masturbo, no pasa ni un minuto que acabo en un largo chorro sobre el piso, aunque soy muy calentona, no me pasa muy seguido, realmente estaba muy excitada.
Ahora la vergüenza se convirtió en deseo, pero la posición incómoda me recordaba a cada minuto que la espera sería larga, no me arrepentía, cada vez deseaba más que mi hijo me viera en esa posición.
Tal vez podría haber intentado sacarlo del culo y volver a meterlo de nuevo cuando faltaran unos minutos para que llegue mi hijo, pero no, decidí que la situación sea lo más realista posible, aguantar todo lo posible, soportar el dolor y el cansancio, soportar lo que haya que soportar. La calentura me ayudo en el desafío.
Después de tres horas de estar en esa posición incómoda, mi cuerpo reflejaba un agotamiento extremo, estaba toda transpirada, empapada en sudor, el culo me dolía apenas hacia un pequeño movimiento, pero estaba cada más excitada. Ya faltaba poco.
Las últimas dos horas de espera se hicieron eternas, cada minuto que pasaba no dejaba de pensar en como me quedaría el culo cuando sacase semejante elemento, no paraba de imaginar la reacción de mi hijo, como se lo tomaría, si se enojaría, pero estaba cada vez más ansiosa de que llegue.
Por fin llega la hora tan esperada, escucho un ruido en el medio del silencio, la música del reproductor hacía rato que había acabado, el sonido indicaba su llegada.
Llega lo hora de llamarlo.
– ¡Luis! ¡Luisss!
-Sí, ma, ¿qué pasa?
– Ven a mi habitación, rápido
Ahí estaba esperando su entrada a la habitación con las manos cruzadas sobre mis pechos tratando de tapar los pezones, fingiendo algo de pudor, apenas entra me ve en esa posición y se queda duro, mirando mi desnudez, sorprendido, con los ojos abiertos recorriendo todo mi cuerpo.
-¿Qué te pasó?
-Perdón, hijo, no quería que me vieses así, pero no pude evitarlo.
-¿Qué tiene de malo? ¿Por qué estas desnuda?
-No solo eso, quede atrapada, estaba jugando con la cama y metí esta punta en el culo, no me sale, me da mucha vergüenza contarlo.
-jajaja no pasa nada, te estabas masturbando, no tiene nada de malo, todo lo hacemos. Claro que te puedo ayudar.
-Pero me ves así, desnuda, en esta posición, vas a pensar que soy una degenerada.
-Ma, ya te dije que no pasa nada, vivimos solos, nos tenemos que ayudar entre nosotros, mira a Nacho con Marta.
– ¿Nacho, tu amigo? ¿Qué pasa con Nacho y Marta?
-A Marta siempre le gustaba tomar sol desnuda y no tenía problema de hacerlo cuando estaba Nacho en casa, al parecer le gustaba, un día le pide si le puede pasar protector solar, se calentaron y terminando cogiendo. Desde ese día cogen cuando tienen ganas, que es casi todos los días.
– ¿y cómo sabes?
– Nacho me cuenta todo, saben que yo no se lo voy a contar a nadie, bueno, menos a vos, hasta me pasa videos de ellos cogiendo, la madre lo sabe y se masturba cuando le cuenta que me los muestra.
Quede sorprendida con lo que me contaba mi hijo, no me lo hubiese imaginado, me calentaba, me daba envidia de Nacho y su madre, pero primero tendría que resolver el problema en el que estaba y sacarme el falo del culo.
-¿Me ayudas?
-¿Qué hago?
-Pon esa banqueta y trato de subir mientras me sostienes
Quería que tuviera la mejor visión de mi culo, un primer plano, para eso hago que se ponga detrás mío y me sostenga de las nalgas mientras me voy levantando de a poco. Empiezo a levantarme y siento como empieza a salir de mi culo, hasta que llega a la bola y aunque sabía que, aunque era grande, saldría con facilidad, pero empiezo a fingir dolor mientras, que se empieza a dilatar el esfínter.
-¡Ay!, ay, ay…
-¿Duele?
-Si un poco.
-Tengo una idea, puedo sacar la pata tiene unos tronillos, puede ser más cómodo.
-Bueno dale.
Sale a buscar su caja de herramientas, no puedo ver si tenía una erección, pero me imagino que sería lo lógico. Vuelve enseguida y se pone a trabajar con la pata la cama, estaba debajo de mí casi no puedo ver que hace, pero en pocos minutos tengo la pata colgando del culo como un gran rabo.
-Listo, así va a ser más fácil.
-Si, mejor así, vamos al baño y me ayudas a sacarla.
-Si, vamos, pareces una perrita
-jajaja no me hagas reír que se mueve y me duele
Ya en el baño me inclino y dejo en sus manos el trabajo de retirar el improvisado consolador de mi culo. Empieza a sacarlo con lentitud hasta que se vuelve a trabar en la parte más ancha, ahí se detiene y me dice.
-Esto hay que grabarlo, va a ser un lindo recuerdo.
-Estás loco, no tengo el cuerpo de Marta
-No, eres más linda, tienes mejor culo que Marta, dale no tengas vergüenza queda entre nosotros.
-jajaja, lo que andas mirando
Con su mano izquierda sostiene el teléfono y me empieza a grabar, con la derecha empieza a tirar con más fuerza, puedo sentir que el ano se dilata, ahora sí me empieza a doler, me quejo un poco, pero dejo que siga. Tira con más fuerza, podía sentir como el esfínter se resistía hasta que de golpe pasa la bola y siento un inmediato alivio, el resto sale con facilidad.
– ¡Acá está!
-Bueno, ahora fíjate si me lastimó
-Dale, entra a la bañera que te limpio.
Le hice caso, después de ver como salió el adorno de mi culo, no le cuestione nada, me di cuenta que tenía restos de mierda, algo lógico si uno lo piensa, pero él lo tomo con total normalidad y tal vez por vergüenza hice como si no hubiese visto nada. Veo como desenrosca de la manguera del duchador de la regadera y me dice que me agache, ahí me di cuenta que me quería hacer. Estaba completamente entregada.
Siento que apoya la punta de la manguera metálica en el ano y sin preguntar la introduce.
-aguantá que abro la canilla.
Literalmente me estaba haciendo un enema, el agua de la canilla en unos segundos me llena, siento la necesidad de expulsarla y lo hago con fuerza, parecían las aguas de una fuente saliendo a presión. Vuelve a meter la manguera y repite el lavado hasta quedar satisfecho.
Ya estaba limpia por dentro y por fuera, salgo de la bañera, ahora le doy la espalda y me agacho para que revise mi ano y me de su opinión. Mi hijo no solo mira, sino que mete el dedo a modo experto y lo revuelve como buscando algo.
-Bueno señora, parece que el agujerito está sanito, un poco flojo, pero no creo que sea de ahora
-jajaja ¿flojo? Seguro que Nacho no dice lo mismo de la madre.
-Yo vi los videos de Nacho con la madre y cuando se la metía por el culo parecía que le entraba apretada
-Bueno, pero por ahí Nacho la tiene grande
-No, yo la tengo más grande ¿Querés probar?
-jajaja bueno, tanto que hablas, quiero ver si es verdad.
Me arrodillo y mi cara queda a la altura de su pene, se saca el pantalón y me lo ofrece para que lo chupe, tenía razón era un pene enorme. No dudo un solo segundo en llevármelo a la boca y lo chupo con desesperación, me detengo, no quería que acabe en mi boca, lo necesitaba duro y gordo para mi culo. Me doy vuelta y le ofrezco el culo, ahora si fui toda de él.
De inmediato puedo sentir como su pija me llena cada grieta del culo, calzaba de manera perfecta, ni una gota de aire nos separaba, la empujaba con fuerza a mi interior y cuando la retiraba, la succión parecía que quería arrancarme los intestinos, era una sensación hermosa. De repente se detiene y empieza a acabar dentro de mí, un líquido caliente me inunda y puedo sentir como va perdiendo la erección hasta que puede sacar la pija con facilidad.
Nos duchamos y, ese día, cogimos varias veces más por toda la casa. De ahí en más mi hijo fue mi consolador personal, no necesite de artilugios artificiales para excitarme, el sexo venció todos los tabúes, había pasado una barrera y no quisimos volver atrás, todo lo contrario.
Al principio cogimos en secreto, no nos cuestionamos nada, no nos importaba nada, solo coger de todas las formas posibles, pero dimos un paso más, nos obsesionamos en que formaran parte de nuestra relación, Nacho y su madre, hasta que en poco tiempo lo logramos, pero esa será una historia de una segunda parte.