Soy un profesor bastante comprometido con el futuro de mi país, es por eso que no me gusta pasar a los pendejos que no hacen nada en mi clase. Me da mucha risa ver como luego me andan rogando para que les deje un trabajo extra para aprobar la materia. Trabajo para una escuela nocturna donde mis alumnos son mayores de edad.
No todos somos perfectos y es que este pendejo me había calentado desde que lo ví. Siempre se me había hecho muy guapo y me gustaba mucho el porte de machito que tenía. Era de esos que se dan el porte de galancitos, muy noviero, a cada rato cambia de novia como de calzón. Le gustaba irse de pinta con sus cuates, no entrar a clases y obvio, no entregaba tareas. Como era de esperarse, yo lo reprobé.
Pensé que no haría nada para pasar la materia, pues también se veía bastante arrogante y en el transcurso del día, ni siquiera en la clase, me dijo nada. Ya me había alistado para salir, fui a firmar el libro de asistencia y me fui al estacionamiento que ya estaba bastante vació, pues siempre soy de los últimos en salir.
Cuando abrí mi coche, sentí a alguien detrás, era Arturo, el pendejo del que les he hablado. Me empezó a rogar para pasarlo, me dijo que le urgía pasar, si no, perdería su beca. Yo le empecé a dar una charla como a todos los demás, del porque no podía pasarlo, que lo sentía mucho y todas esas cosas. Él me dijo que estaba dispuesto a hacer lo que fuera por pasar.
Ese "lo que fuera" mando a volar mi mente muy lejos de ahí. Siempre me había calentado el cabron y probablemente ahora lo tendría en mis manos, a mi merced. Le ví la carita tierna que tenia, que, a pesar de ser un esplendido pendejo, era muy varonil, muy tierno. Ese mocoso me calentaba desde que le empecé a dar clases.
Me quedé pensando un poco contemplando su imagen de adolescente varonil. Le volví a preguntar si estaba seguro de lo que el decía, ya en un tono mas sugerente y acercándome mas a él. Como que entendido a lo que me refería, pues su semblante cambio un poco, frunciendo el seño y moviendo los labios como en desagrado, ademas de que dio un paso para atras. Todo el mundo en la escuela sabía que yo era gay y aunque no tenia la pluma a flor de piel, pues yo también era bastante varonil, era algo que no podía ocultar.
Me dijo que el no era gay, que era bien macho, empuñando sus manos y casí, podría jurar, que sus ojos lagrimearon un poco mientras me decía esto, como en tono de coraje, pero sabía de mis preferencias y que con gusto me dejaba chuparle su verga porque no podía dejar que su mamá se quedara sin dinero, que era su responsabilidad esa beca y con eso se ayudaba bastante a él y a sus hermanitos.
Dentro de mí, me reí. Pensé, ¿quién dijo que quería que me dejaras chupar tu verga? Yo quiero algo mas especial, alguien que nadie mas haya tenido. Quiero tu virginidad anal.
Okay, le comente que me convenció mientras le daba unas palmaditas sobre el hombro, en señal de que yo era el macho dominante esa noche. Él solo bajo la cabeza y se cruzo una mano agarrándose su codo, como rascándose de resignado.
Le dije que me esperará, que lo haríamos ahí mismo porque tenia que entregar cuadros al otro día. Se asusto, creó que pensó que no le tomaría la palabra o al menos, que no sería tan repentino y luego ahí en la escuela. ¿Y si alguien nos veía?, no quería que su reputación de macho se manchara, ya que a esa edad esos mocosos son muy malos con las burlas y seguramente esto arruinaría toda su imagen.
Le dije que no fuera tonto, riendo con un tono de desdén, le pedí que me siguiera a la bodega de la escuela. Mientras caminábamos, le pedí que se posará adelante de mi para poder contemplar ese vaivén de nalgas perfectas que su pantalón marcaba. Caminaba con un rico bamboleo de nalgas, con un movimiento hermoso, con un porte de caballero, de espalda amplia y un pecho desarrollado para su edad, él ya era todo un hombre, y ahora iba en camino a dejar que otro hombre se la chupara, caminaba con la cara agachada, derrotado, jamás imaginó que esto le fuera a pasar a él.
Cuando llegamos, le dije que se quedará ahí, que se escondiera y que nadie lo viera debajo de unas escaleras, en un hueco que quedaba, que no saliera por nada del mundo o el único que tendría problemas seria él. La luz nos ayudaba bastante, pues justamente ahí no llegaba.
Yo fui por las llaves con el velador. Ya casi no había nadie, se podía ver en la calle a un par de pendejos de los que siempre se quedan platicando, uno que otro maestro por los pasillos pero todo estaba cerrado, salones y oficinas. Caminaba rápidamente pues quería cumplir mi fantasía a la brevedad. El velador tenía todas las lleves de la escuela en un solo manojo.
Cuando llegué como a un cuarto que tenía justamente hasta el otro lado de la escuela, le pedí las llaves de la biblioteca, le dije que tenia que quedarme a pasar cuadros porque en mi casa no tenía Internet y que después metería algunas cosas en la bodega. Que me iba a tardar bastante por si no me apuraba. Él me las dio y no sospecho nada, pues ya me había quedado antes.
Me regresé pasando a la biblioteca, verificando que no hubiese nadie. Para mi fortuna ese día la biblioteca estaba vacía. Deje prendida una computadora y un par de luces, con un archivo de excel abierto como si alguien estuviera trabajando. Así si alguien pasaba podría inventar que fui al baño.
Me regrese a donde ese par de nalguitas vírgenes esperaban a ser desvirginadas. No sentí como hice el camino de regreso, parecía que volaba, mi corazón se agitaba por lo que iba a hacer y por el temor a que alguien me cachara. Mi calentura era tal que mi verga quería romper mi pantalón.
Cuando regrese a la bodega, Arturo salio de su escondite después de haberlo llamado. Abrí con algo de torpeza, pues los nervios eran demasiados. Él también se veía bastante nervioso, se movía de un lado a otro. El pendejo revisaba que nadie viniera y cuando pude abrir, entramos, nuevamente poniéndole llave, así, si alguien venía nos daría algo de tiempo para vestirnos y él de esconderse.
Prendí una luz hasta el fondo, lo llamé pues se había quedado sentado por ahí. Le dije que me ayudará a acomodar unas colchas que teníamos, en inverno, nuestra escuela organiza una colecta de cobijas para ser repartidas a colonias pobres de los alrededores y habían sobrado un par este año por no concretarse un viaje. Se quedo como atontado recibiendo mis ordenes pero me ayudó. Extendimos algunas cuantas en el piso.
Cuando terminamos no sabía que hacer, se movía de un lado a otro, yo, utilizando el chantaje psicológico le dije que era un buen hijo, que gracias a esto no perdería su beca. Para romper el ambiente me dio hostil, le empecé a preguntar mas cosas triviales de él. Me contó que su papá se fue cuando tenía 8 años y que su mamá se esforzaba para salir adelante con sus otros dos hermanos.
Mientras el me contaba su historia yo tenia enfocada mi vista en escanearle todo el cuerpo, pasaba mi vista de arriba abajo, casi, casi, desnudandolo con la mirada. También comencé poniendo mi mano sobre su rodilla y poco a poco fui subiendo, bajaba y subía mi mano avanzando pocos cm, como ganándome su confianza. A veces se asustaba cuando mi mano subía mas de la cuenta, lo veía reflejado en su expresión corporal, dando pequeños sobresaltos.
Le pregunté si yo sería el primer hombre en su vida, me dijo que ademas de eso, él jamás había tenido relaciones, ni con una mujer. Al oír esto, sentí un chorro salir por mi verga, no podía creer lo que estaba escuchando, si era muy guapo y popular y le hicé saber mi incredulidad con las mismas palabras. Me contestó que no era tan fácil coger con sus compañeritas.
Le pregunté si tenia alguna fijación en especial con alguien de la escuela, incluso con las maestras. Me dijo que si, que con una maestra que estaba bien tetona, que le prendía siempre cuando le daba clases, que su verga se le paraba y si, efectivamente, hablar de esta maestra le había causado una pequeña erección la cual note porque cuando hablaba de esta forma de la maestra, subí mi mano sin que se lo esperara para atrapar ese trozo de carne, sintiéndolo vivo.
El brinco de donde nos habíamos sentados, en las sábanas que pusimos. Esto me hizo enojar un poco. Enojado le dije que que pasaba, que ya estaba bien de palabras y que me dejara entrar en acción. Le pedí que se sentará nuevamente. El obedeció y se sentó a un costado, con lo que comencé a besarle las orejas y manosear su parte intima. El se quitaba, me aventaba con sus hombros poniendo una barrera entre mis lambidas a su cara.
Mis labios buscaban contacto con los suyos y cuando lo hicieron, me aventó poniendo sus manos en mi pecho. Me asuste pues me había aventado bastante fuerte, y a mis 35 años y con mis 90 kilos era un poco difícil lograr eso. Me quedo viendo con asco, en shock, asustado, arrepentido. Me hice el ofendido, me paré y le dije que estaba bien, que yo entendía que si no quería cooperar no podía obligarlo. Me paré e hice el intento de irme esperando a que me detuviera.
Lo logré, me pidió disculpas pero tenía que entender que el era totalmente heterosexual, que le daba asco hacer esto y si había aceptado solo era por su mamá y sus hermanos. Le dije que estaba bien, pero que no volviera a pasar o me iría de ahí y no tendría su beca, y es mas, que yo abogaría porque nunca mas se la dieran. Horrorizado abriendo sus ojos me quedo viendo, a esa edad los pendejos se creen cualquier cosa.
Automáticamente después, le dije que se acercará a mi. Así de pie nuevamente mis labios tomaron su tarea anterior, buscaron sus labios y esta vez, a pesar de que hubo un rechazo normal, mi lengua pudo penetrar su boca encontrándose con la suya.
Mientras mis labios hacían su trabajo, mis manos recorrían su cuerpo. Su abdominal adolescente, su espalda que tanto me gustaba. Arriba del uniforme mis manos hacían un trabajo enviadable, recorriendo cada cm de ese semental hasta ahora virgen.
Su asco era tal que podía sentir unas ganas de vomitar cuando mi lengua perforaba sus labios. A mi no me importaba, mi calentura era tal que esto, lejos de desagradarme me gustaba mas. Lo deje respirar un poco, apartándome dos metros de él, contemplando su porte de macho vencido y resignado.
Le dije que quería ver como se desnudaba para mí, que lo hiciera de una forma sensual y despacio, el lo hizo y retiro la playera del uniforme mostrando una camiseta debajo de ella. El se quito la camiseta también porque se lo ordene como si fuera todo un stripper profecional, dejando al descubierto ese torso que siempre mis ojos habían desnudado. Yo me frote la verga y se la ofrecí, a lo que él no hizo nada y solo se puso mas nervioso intentando tapar sus pezoncitos cruzando sus manos.Esta posición solo me excito mas, pues sus bíceps se hicieron un poquito mas grandes.
Dentro de la platica que tuvimos al inicio, me había dicho que trabajaba los fines de semana con un tío y que le ayudaba a la albañilería, lo que le daba un cuerpo no de gym, pero si muy rico, se veía trabajado.
Le dije que siguiera con él pantalón. Puso resistencia diciendo que para mamarle la verga, no necesitaba hacer eso. Me enojé y me fui contra él. Estando enfrente le di una cachetada, diciéndole que el que mandaba ahí era yo. No sé de donde me salió tanto impulso para hacer esto, pues bien pudo decir que no e irse pero no, este pendejo se quedo ahí avergonzado.
Nuevamente, utilizando la psicología le dije que ni para ayudar a su mamá servia, por su culpa no tendrían la beca nunca mas, que ni siquiera servia como alumno menos como hombre de palabra. El no me contestó pero empezó a desabrocharse el pantalón.
Lo dejo caer y le vi en un bóxer apretado color gris. Dios mío, no se como no me dio un infarto ahí. Se le marcaban unas piernas hermosas, con poquitos pelitos, torneadas por su trabajo, macizas, de hombre. Ademas, la imagen era perfecta, me encantaba como se formaba un pequeño bulto en su entrepierna. El tapo sus partes a lo que yo solo se las aparte mientras me hincaba para tener el tesoro que tanto trabajo me estaba costando.
Estando abajo, le di una aspirada profunda, acercándome a su pene para oler esos ricos olores juveniles. Olía extraño, olía a adolescente, a meados, a testosterona. Toda la combinación de olores puso a mi verga a mas de su tamaño habitual. No esperé mas y de un solo jalón bajándole el bóxer.
El se tambaleó bastante fuere en este movimiento pues había sido inesperado. No le ví la cara porque me metí esa rica verga en la boca, flácida, avergonzada, escondida. Mis chupadas empezaron fuerte y se fueron relajando. Yo solo sentía unas manos que intentaban detener mi cabeza, también sentí como sus piernas se hacían para atrás como no dejándome comerme aquel manjar.
Mis manos se posaron sobre sus nalgas para evitar que se escapara y me dejara meter mas mi boca en su rica verga. Estuve succionando así hasta que logré arrancarle unos gemidos de placer. Su cuerpo se fue entregando al placer, poco a poco sus músculos se fueron relajando. Estuve asi por varios minutos, entregándole placer por primera vez.
Su verga ahora erecta estaba dentro y fuera de mi boca, siendo recorrida cada cm por mi lengua traviesa. También me había comido sus bolas y aquí era donde notaba que le causaba mas placer pues se movía frenéticamente y gemía de una manera espectacular. Él también ya estaba cooperando más pues había comenzado un leve vaivén. Jamás dejé de manosear sus nalgas y aunque todavía no invadían su culo, estaban ya con mi sello personal.
Me cansé de estar hincado, y sin decirle nada, lo tome de la cintura y lo aventé contra los cobertores que habíamos acomodado. Él, como tenía el pantalón todavía puesto pero hasta abajo, quedando atorados con sus zapatos, al igual que su bóxer, no sostuvo el equilibrio y callo en cuatro, poniendo sus manos para defender su cuerpo de la caída.
—Así te quería tener cabrón—, le grite. El solo me volteó a ver como confundido, a lo que yo me abalancé sobre sus nalgas dándole una rica chupada a su virgen culo. Se asustó mucho y así, en cuatro, intento correr lejos de mi. Yo coloqué todo mi peso sobre él y lo tumbe, dejándolo boca abajo. El pantalón ayudo a que no me diera ningún golpe.
Me empezó a decir, que ya había tenido lo que yo había querido, que tenía que irse porque era tarde, intento zafarse de mi. Yo fui subiendo lentamente hasta poner mi verga sobre sus nalgas. —Todavía te falta entregarme algo mas bombón—, le dije, mientras apreté una de sus nalgas. El desesperado e intentándose zafar me dijo que eso no, que eso no había sido parte del trato. Yo le dije que el que mandaba ahí era yo, logrando asfixiarlo un poco al colocar mi brazo izquierdo sobre su cuello y hacer presión hacía mi.
Tratando el quitar mi mano para poder respirar y ya casi tosiendo, lo deje en libertad, le quite mi brazo y entre sollozos me dijo que no, que no haría eso. Yo quería ver su carita cuando lo estuviera desvirginando, por lo que, si cambiaba de posición podría escaparse de mi y no cumpliría mi fantasía. A pesar de que la lucha resultaba bastante excitante, yo quería poseerlo y no solo que se quedará en algo así, por lo que la psicológica vino nuevamente a mi.
—Mi precio es que te la meta, si no puedes hacer esto, olvídate de tu calificación, olvídate de tu beca y olvídate de que te acepten en otra escuela, te daré una mala carta de recomendación y nadie querrá inscribirte, las matemáticas son la materia principal de todas las escuelas—. le dije en un tono bastante fuerte, el todavía medio ahogado, —eres igual que tu papá, abandonas a tu mamá en algo que no puedes hacerte responsable—. Bingo, le había dado en su talón de Aquiles.
Su resistencia mermo, yo lo entendí como con un permiso por lo que me levante, haciéndome para atrás para quedar en cuatro también. Mientras yo me levantaba, tome mis manos y las puse sobre sus caderas levantandolas conmigo, en señal que el debía ponerse en cuatro también. El obedeció mis movimientos y se levanto dejando frente a mi esas lindas nalgas adolescentes vírgenes hasta ahora.
La boca se me lleno de agua, la verga dio otro aventón de leche. Nuevamente, como lo hice con su verga, me acerque a su culo, a lo que él pego un restirón bastante fuerte que yo merme sujetándolo con mis manos. Olí su culo, Dios mío, ese olor era lo mas excitante que había olido antes. Mi verga suplica salir, así que me hinque totalmente desabotonando mi pantalón y quitándome. También le dije adiós a mi playera para quedar totalmente desnudo y con los pantalones atorados en los zapatos al igual que mi presa.
Regresé a mi presa, a esas vírgenes y redonditas nalgas que mi lengua esperaba ansiosa por perforar y así fue. Mi lengua recorrió toda la cavidad anal, por fuera, de ese hermético culo hasta ahora. En cada lambida que yo daba, mi presa hacía un intento por salir de la situación, se hacía para adelante, para un lado, me ponía sus manos intentando alejar mi cara de su culo. Nada de eso fue suficiente para que yo me comiera ese rico asterisco. Besé sus nalgas cada cuanto quise, las nalguee a mi antojo, dejando mis manos marcadas en ellas y totalmente rojas. No hubo cm de esa parte en donde mi salvia no hubiese quedado impregnada.
Quería pasar a la acción, por lo que quite sus zapatos y le baje el pantalón junto con el bóxer. Lo tomé de las caderas y le hice para a un lado, dejándose caer y quedar deladito. Logre ver su vergüenza en el rostro, yo solo me reí. Le dije que se colocara boca arriba, que abriera sus piernas y me ofreciera con su mano su hermoso pedazo de carne. Así lo hizo, se acomodó quedando frente a mi, abriendo sus piernas y tomando con su mano la verga. Jugo un poco, le pedí que se masturbará. Después, nuevamente comencé a comerme a su verga en esa posé. Él ya lo disfrutaba y nuevamente un leve vaivén involuntario apareció. No tarde mucho, pues ya había trabajado su culo un gran rato y estaba preparado para recibir la primera invasión anal en su vida, y quizás la ultima.
Me veía implorando que no lo hiciera, me dijo que paráramos, por favor, me suplicaba con sus ojos vidriosos. Yo ignore toda charla y con harta saliva que había escupido, del tremendo antojo que tenía por poseerlo, ensalive mi palo y me preparé a penetrarlo. El hecho se sentir mi verga en contacto de su culo, hizo que mi esperma nuevaente saliera en un chorro de exitación, lubricando mas su cavidad anal. Podía ver el arrepentimiento en sus ojos, la verguenza en todo su rostro, el odio en su respiración. Todo eso hacía que soo quisiera penetrarlo, enseñarle quien era el maestro y porque es bueno hacer las tareas.
Estuve jugando con él, quebrando aún mas su abatido espíritu, colocaba mi verga sobre su ano y la retiraba, la volvía a colocar y la retiraba nuevamente, estuve así, y luego la definitiva. La coloqué en su lugar, no sin antes haber masajeado con mis dedos sus paredes sin penetrarlo, pues quería que mi verga fuese quien lo desvirgará, aunque le había metido mi lengua hasta donde mas no pude, no había sido suficiente para que el pendejo relajara sus músculos y me dejará abrirlo de verdad-
Hice presión, tomándolo de la cintura pues sabía que le dolería. Mis 17 cm de carne parecían haber embonado en el lugar correcto. Sentía la humedad de su culo y el calor con el que respiraba. Mientras iba entrando, mi alumno empezó a dar gritos de dolor, y como lo predije, de intentar hacer que no lo penetre, arañándome en algunas ocasiones, levantando sus nalgas, arqueándose.
Nada de esto me detuvo, solo le tapé su boca, nuevamente me dejé caer sobre él y no dejé de insistir con mi verga hasta que por fin mi cabeza entró. Cuando esto pasó, noté como sus ojos se abrieron, el gemido de dolor empezó y una que otra lagrima escurrió. Me acerqué a su oído y le dije, —es por tu mamá y tus hermanitos, ustedes mas que nadie necesitan el dinero de tu beca—, lo que hizo que se relajará un poco y que lo arqueado de su cuerpo disminuyera.
Hice para atrás mi pelvis, dejando mi verga en el aire, haciendo contacto visual con mi víctima. Nuevamente me preparé para introducirlo. Esta vez, mi verga necesito ser guiada por mis manos. Al tocarla para acomodarla en su culo, sentí que las venas de mi verga querían explotar. Di un vistazo rápido para abajo y no podía creer lo que veía, jamás me había excitado tanto, tenia todo aquello de un color rojo encendido, mis vergas entre azules y verdes. Regresé mi vista a mi víctima y el tenia la miada perdida en el techo a lo que aproveche para insertarle la verga de un solo empujón.
No entro toda, pues su culo era bastaste estrecho, entro como la mitad. Esta vez, cerrando los ojos y causando que mas lagrimas escurrieran. —Lo estas haciendo muy bien, salvaras a tu familia de la pobreza—, le dije nuevamente al oído. Esta vez decidí dejar ese objeto extraño para un cuerpo heterosexual dentro, para que su cavidad anal se acostumbrada al grosor de mi verga, que si 17 cm no son bastante largos, unos 4 cm de grosos hacen gozar, y llorar, a cualquiera. Mientras la tenía adentro, que no fueron mas de 2 segundos, yo lo volví a besar, le destape la boca un poco para buscar el contacto con mis labios.
En esta pose, soltó mas gemidos que fueron silenciados con mi boca, ese empujar, meter y sacar empezó, despacio, y subiendo de ritmo poco a poco. Lo tenía ahí, yo lo estaba penetrando, a uno de los chavos mas guapos de la escuela, de los mas varoniles, de los mas desmadrosos y problemáticos. Ahora, era mi putito personal. Estaba gozando su desvirginada como jamás imaginé.
En el entrar y sacar, yo cerré mis ojos y me deje llevar por los gemidos de mi alumno. Era delicioso escuchar que se quejaba, era riquísimo saber que yo era el primero y el único que había estado ahí dentro. Sabía que mas chavos lo deseaban pero conmigo había perdido su virginidad de todos los sentidos. Mientras lo penetraba, esa vez, mordía sus ojeras, le metía mi mengua en su oído, mis dedos penetraban su boca y con su misma saliva recorrían sus labios. Llegué a morder sus mejillas y a decirle cosas sucias como, —siempre te había deseado y ahora hice mi fantasía realidad—. Él solo me esquivaba cerrando los ojos y gimiendo.
La penetración estaba resultando bastante excitante y yo no quería cambiar de posición, quería que eso fuera eterno, que todas esas sensaciones que sentía nunca se acabarán. Me preguntaba cuantas muchachachas se masturban pensando en él o cuantos otros gays con los que había tenido contacto, en la escuela, en la calle, en el bus, por su casa, habrían deseado estar cogiéndolo de esta forma. Estos pensamientos y verlo gemir hicieron que el primer disparo de mi venida acabara dentro de su culo.
Cuando sintió mi leche por toda su cavidad, el pendejo empuño sus manos golpeando al piso. Me deje caer a besarlo nuevamente y el segundo disparo vino, penetrando su culo lo mas que hubiese podido, aplicando fuerza en mi pelvis contra él. Volvió a golpear el piso mientras un sonido de enojo escapaba de sus labios. Derrame cinco chorros de leche dentro de él. Al mismo tiempo que yo terminaba con mi ultimo chorro y dejando de ejercer presión sobre él, se le escapo un suspiro profundo como de sintiéndose liberado.
Sentí el cambio en su animo, pues comenzó a respirar mas tranquilamente, ya que antes, o bien no respiraba por segundos, por le coraje, o comenzaba a respirar muy rápido. Me reí y le dije, —ni creas que ya acabamos—, el me contesto, —pero, ya terminó—, —a pesar de ser virgen, sabes muchas cosas, le comenté—. Era obvio que la fantasía de mi vida no terminaría acá. Mínimo le daría unas cinco cogidas más.
Intento quitarme, mostrándose enojado conmigo por mi actitud. —-Quiero ahí—, le dije tomándolo del cuello. —Ya te dije que no estas en posición de discutir conmigo, ahora me debes mas respeto. Mira tu culo—, tomándolo del cabello y haciendo que bajara la vista a nuestras pelvis, —tiene mi verga y mi leche adentro, ahora yo soy quien te manda, ¿okay?—. Le solté los pelos y deje caer su cabeza. Asentó nuevamente resignado.
Tomé un poco de aire, y las embestidas empezaron de nuevo, otros dos disparos de leche inundaron su varonil y humillado culo nuevamente. En estas embestidas, el ya no ponía resistencia, si bien, no se podría decir que lo estaba disfrutando, por lo menos, me seguía dando el placer que yo quería sentir y es que la hermeticidad era tal que su culo seguía apretando mi verga a pesar de haberle dado bastante batalla, pues en estas veces lo puse en cuatro y se le deje ir, jalándole el pelo hacía atrás, también me lo cogí haciendo que me cabalgara, le subí sus piernas a mis hombros en esta pose.
En un descuido que tuvo, había acercado mi celular para ver la hora con anterioridad, pero esta vez había sido para gravar algo de aquella noche, para quizás chantajearlo después o solo para jalármela recordando este momento triunfal. Tenía los ojos cerrados y dando gemidos cuando pude gravar algo de eso. Poniendo una carita aun de dolor cuando lo penetraba abierto para mi. Mi satisfacción era tal que tuve leche para esas embestidas posteriores.
Cuando termine y seque mis pelotas de leche, hice que me mamara la verga, limpiando mi leche con su boca y por fin, haciéndolo vomitar por su mismo sabor de culo que se había impregnado. Le aventé un trapo que tenía a mi alcancé, de una obra de teatro. El se limpió la cara pues en la ultima venida se la había metido en la boca hasta asfixiarlo y hacerlo vomitar un par de veces.
Cuando termino de limpiarse, levanto su cara, llena de facciones masculinas y yo solo le sonreí. —Nadie tiene que saber de esto—, le mencione, —de lo contrario tu serias el único perjudicado y me harían cambiarte la calificación y todo esto habría sido en vano—. El solo asentó con la cabeza y se levanto, buscando su pantalón, camiseta y playera del uniforme. Al levantarse pude ver un hilo de leche escurriendo dentro de sus nalgas.
Le dije que se limpiara con el mismo trapo que se había limpiado la cara. Con un poco de agua se lavó también la cara y le ayude a lavarse el culo. Nuevamente lo penetre con mis dedos y lo volví a ensalivar, dándole besitos en todos lados y haciéndole saber que era mio, solamente mio. Le subí el bóxer, manoseando aun su cuerpo. Le acomode el pantalón, que ocultaba su vergüenza y su desvirginada. Me sentía triunfal. El se acomodo la playera y cuando levantamos todo, trayéndonos únicamente el trapo con el que nos limpiamos y dejando unas ventanas abiertas que daban al patio de la escuela pero de una parte oculta o trasera, para que no amaneciera con aroma a machos, a sexo en el turno matutino.
Apagamos la luz, el recogió su mochila y metí adentro el trapo que utilizamos, levante mis cosas y nos dispusimos a salir. Tuvimos cuidado de ir lentamente para que el guardia no nos viera juntos. Al final, me acompaño a la biblioteca y apague la luz, apague el equipo y puse llave.
Me fui al estacionamiento pues no podría explicar que hacia ahí casi a media noche con un alumno de la escuela, ya que nuestras clases terminaban a las ocho de la noche. Afortunadamente nadie nos vio. Le dije que saldríamos en mi coche, que no podían verlos así que lo metí en mi maletero del coche, y en unas cuantas cuadras lo sacaría para llevarlo a su casa.
Fui donde estaba el velador a entregarle las llaves, me dijo que ya me había tardado, como queriéndome sacar platica. Le dije que si, que tenia varios trabajos pendientes, mostrándole un paquete de hojas que había sacado de la bodega de trabajos de quien sabe quien. Le dije que lo lamentaba pero tendría que irme rápido de ahí, que si me abría el estacionamiento. Asento y mientras el abria yo arrancaba el coche. Al salir, mi corazon quería salir por mi boca. Amablemente nos despedimos con una señal de adios, el desde el porton y yo desde el coche. Avancé unos minutos y baje por mi presa, estacionandomé en un lugar oscuro.
—Si alguien nos ve, diremos que eres mi hijo y que hasta ahora regresamos—, fueron las instrucciones que le dí, —¿o a caso quieres que la policía sepa que te cogí, imagina la vergüenza de tu mamá, no, no, no—, le reiteré para dejar en claro la orden. Solo asentó con la cabeza. Le pregunte que por donde vivía y vaya que si era una colonia marginada de la ciudad, que hasta poquito de miedo me dio llevarlo para allá a esas horas.
En fin, termine llevándolo y lo deje en la puerta de su casa. Para reafirmar aun mas mi control y posesión sobre él, decidí bajarme y disculparme con su mamá. Su mamá lo recibió con besos y abrazos, regañándolo porque llegaba hasta ahora. Yo le comenté que como tendríamos un evento de obras escolares, le había dicho a él y un grupo de alumnos que se quedaran hasta tarde ayudando con el escenario. —Mande un permiso por escrito, ¿a caso no se lo mostró su hijo?—, le dije a la señora mientras veía a mi victima. —No, no lo hizo—, y un regaño mas calló sobre el.
Le dije que como era el que vivía mas lejos, había sido el ultimo en traer. Me despedí, los vi entrar llamando antes de que Arturo se metiera con su mama. —Ni una palabra a nadie—, fue lo que le dije, —Te veo mañana en la escuela—. Solo hizo una mueca medio de risa, medio de desagrado, no dijo nada y se fue.
En lo que se iba, pude ver esas nalguitas que fueron mías y que seguirían siendo, por lo menos, hasta que termine el ciclo escolar. A pesar de que esa noche me desvelé subiendo las calificaciones y corrigiendo la de Arturo, valió cada maldito segundo.
Al otro día, nos vimos en la escuela y me evito lo mas que pudo. En la clase los fui llamando uno a uno para darles sus promedios. Cuando llegó Arturo, le dije que debería actuar como si en verdad lo hubiese reprobado o iban a sospechar y adios a su reputación. El dijo que si y se fue, pero le mostré su calificación, tenia un 8, aprobatorio. Un suspiro de decepción o de alivio escapo de su ser, haciendo mas convincente la situación.
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