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Cena de verano
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Historia Ficticia.

Estábamos en julio, y como todos los años Alex había invitado a Armando a cenar a casa, aprovechando que tenía vacaciones y que venía a España.

(Armando es un amigo de Alex de la universidad, que trabaja en Austria y siempre viene casa por vacaciones).

Ese día me pasé toda la tarde en la cocina, desde que vine de trabajar. Hice mis mejores platos de cocina y mi postre favorito y compré un par de botellas de vino.

Eran poco más de las 21:30 cuando llegó Armando. Venía tan guapo como siempre, con un pantalón corto vaquero, una camiseta básica blanca que le quedaba más bien ajustada y unas zapatillas de deporte blancas, y tenía una piel bastante morena de tomar el sol.

Como aún era muy temprano para cenar, les saqué un aperitivo con unas cervezas a él y a Alex, para que fuesen hablando de sus cosas. Mientras, yo me iría duchando y preparando a las niñas para llevárselas a mi madre. Esa noche las niñas dormirían con ella, porque yo les había dicho a los dos que después de cenar me apetecía salir un rato a tomarnos unas copas a un bar nuevo que habían abierto y del que me habían hablado muy bien.

Cuando llegué de llevar a las niñas con mi madre, ellos se habían bebido ya 3 o 4 cervezas cada uno, y Alex estaba ya un poco pintón, porque no está acostumbrado a beber.

Se salieron a la terraza y yo me puse a colocar la mesa en el salón, con el aire acondicionado puesto, porque esos días estaba haciendo un calor de muerte. Alex quería haber cenado en la terraza, pero es que el calor era insoportable y al final lo convencí para que cenásemos dentro. Puse el mantel bueno, los platos y cubiertos buenos y unas copas bonitas para el vino. Coloqué la comida en la mesa, cada uno con su ración y les avisé para que entrasen.

Nos pusimos a cenar y a hablar de todo un poco. Además de las dos botellas de vino que había comprado yo, Armando había traído otra botella de Austria, que por cierto estaba buenísima. Esa fue la primera que abrimos, y cuando nos dimos cuenta ya se había acabado.

Seguimos comiendo y seguimos bebiendo. En la segunda botella yo ya notaba como me subían los calores, y Alex estaba ya un poco mal de haber mezclado cerveza y luego vino.

La verdad es que nos lo estábamos pasando muy bien. Como siempre ellos estaban recordando anécdotas de la universidad, y hablando de todo. No sé si sería por el efecto del vino, pero se pusieron a hablar incluso de las tías que les gustaban de la universidad y con las que se había liado Armando durante el tiempo que lo había dejado con Lucía. Contó incluso los polvos que le echó a una de ellas en su piso de estudiante. (Lucía fue su novia desde niños, cuando estaban en la universidad lo dejaron durante un tiempo y luego volvieron, pero hace un par de años lo dejaron definitivamente).

Aquellas conversaciones junto con el vino me estaban poniendo muy cachonda. Yo también estaba muy suelta, y como sé que a Alex no le molesta, entré al trapo, y empecé a preguntar a Armando por aquellas relaciones, incluso en alguna ocasión le solté “que bien se lo tuvo que pasar esa chica contigo” o “qué envidia!!! quien hubiese podido conocerte en esa época”. Estábamos los tres muy subiditos de tono, y aunque ya habíamos terminado con toda la comida, abrimos la última botella de vino y nos la bebimos antes de pasar al postre. Después del postre nos tomamos un chupito de licor, y después saqué hielo y vasos de cubata, para que nos bebiésemos un cubata antes de salir.

Alex ya empezó a dar la lata, diciendo que ya no pegaba salir, que estábamos bien en casa y que además él estaba empezando a sentirse mal.

Nos bebimos el cubata y Alex ya se fue al baño a vomitar, estaba ya como una cuba, salió del baño amarillo. Lo cogimos entre Armando y yo lo llevamos a nuestra cama. Cuando lo estábamos acostando, Armando dijo que era mejor que lo llevásemos a la cama pequeña, por si acaso vomitaba otra vez que no ensuciase la cama de matrimonio. Yo le dije que no, que en la cama pequeña tenía que dormir él luego, pero me dijo que no me preocupase que él dormiría en el sofá, que no pasaba nada. Así que finalmente le hice caso y lo llevamos a la cama pequeña. Lo dejamos en calzoncillos, lo arropamos con la sábana, cerramos la puerta y lo dejamos allí tranquilo durmiendo la mona.

Con lo bien que estábamos pasando y como siempre Alex lo había estropeado todo. Le dije a Armando que, si él quería salir que yo saldría con él, y que a Alex que le diesen por culo, de todas formas, ya no se iba a despertar hasta por la mañana. Pero Armando me dijo que no, que no le parecía bien que lo dejásemos allí sólo, y también me dijo que en casa y con una botella de wiski también nos lo podíamos pasar muy bien…

Nos fuimos al salón, y nos echamos otro cubata, nos sentamos en el sofá y seguimos hablando. A mi no se me quitaba de la mente las conversaciones que habíamos tenido antes, sobre sus rolletes universitarios, así que volví a sacar el tema y le pregunté que si con Samanta también se lo pasaba igual de bien que con aquella chica (Samanta es su nueva novia en Austria). Él empezó a contarme las primeras veces que se lio con ella en el trabajo, y las primeras veces que se la folló. Mientras me lo contaba, dijo que le estaba subiendo la temperatura y se quitó la camiseta. La verdad, es que cuando lo vi allí en el sofá sin camiseta a la que le subió la temperatura fue a mí… ¡Madre mía!, me estaba poniendo muy cachonda. Eché otro cubata para cada uno y le dije que iba a ponerme una ropa más cómoda, ya que todavía tenía la ropa para haber salido a tomar algo.

Mientras me cambiaba de ropa, no podía parar de imaginarme follando con Armando, siempre me había gustado, y ese día me tenía muy pero que muy cachonda. Me puse un tanguita muy pequeño, un pantaloncito corto de pijama y una camisetilla de tirantas, dejando todo mi canalillo en su máximo esplendor.

Cuando llegué al salón fue muy descarado como la forma en la que Armando se quedó mirando a mis tetas, no hizo ni por disimular, y dijo:

Armando: “ojú!!! sí que te has puesto cómoda”

Y me dijo:

Armando: “Melisa, antes me dijiste que lo bien que se lo tenía que haber pasado conmigo la chica de la universidad, pero Alex también tiene que pasárselo muy bien contigo”

Yo: “¿Por qué lo dices?”

Armando: “Porque se nota que os gusta mucho el sexo, y que lo tenéis que pasar bien.”

Yo estaba tan cachonda y tan borracha que no corté le dije:

Yo: “Y tu ¿disfrutarías conmigo?”

En un principio se quedó sin palabras, y no supo muy bien que contestar, no se esperaba que le soltase aquella pregunta. Entonces volví a insistir:

Yo: “Venga dime, ¿disfrutarías conmigo?”

Entonces, reaccionó y al fin me contestó:

Armando: “eh… bueno… a ver… si te soy sincero, para mi eres ese tipo de tías que tiene algo especial, que no sabes que es exactamente pero que me atraes bastante. Yo siempre he estado con tías con cuerpos 10 como Lucía o Samanta, pero las mujeres con las curvas bien puestas como tú, siempre me han resultado muy atractivas”. “Y además, ahora que estamos sincerándonos, promete que no se lo dirás a Alex, pero desde siempre me han vuelto loco tus tetas. En más de una ocasión me he pajeado pensando en que me hacías una buena paja a la cubana”.

Ahora la que se había quedado sin palabras era yo. Sólo escuchar aquellas palabras y me había entrado un calor por todo el cuerpo, subiendo desde mis pies hasta mi cabeza. No lo pude resistir y me lancé a por él, clavándole un pedazo de morreo en toda la boca. Él no opuso resistencia y nos besamos durante un rato. Sin embargo, de buenas a primeras paró, se echó atrás y me dijo:

Armando: “No, esto no lo podemos hacer. Alex es mi amigo”

Me volví a acercar y volví a comerle la boca. Paré y le dije:

Yo: “Por Alex no te preocupes, él no es celoso, al contrario, a él le gusta que le ponga los cuernos”

Saqué el móvil y le enseñé una foto de cuando hicimos uno de nuestros tríos. Cuando vio la foto a Armado le cambió la cara y dijo:

Armando: “Que cabronazo el puto Alex. Es una puna máquina”

Desde ese momento su actitud cambió por completo, ahora fue él quien tomó el mando. Me empujó hacia atrás tumbándome en el sofá, y lo primero que hizo fue plantar cada una de sus manos en cada una de mis tetas. Las masajeaba con fuerza mientras decía:

Armando: “Cuantas veces he fantaseado con estas tetas. Me encantan”

Entonces me quitó la camiseta y el sujetador y empezó a besarme y a chuparme los pezones, mientras con su mano derecha me palpaba el coño por encima del pantaloncito. Después pasó su mano por debajo del pantalón y del tanga, y sin dejar de comerme los pezones empezó a meterme un par de dedos en el coño. Los movía con suavidad, entrándolos y sacándolos, cuando los tenía dentro moviéndolos en circulitos. ¡¡¡¡Díos mío!!!!, que placer tan inmenso. Creo que ese es el orgasmo más rápido que he tenido en mi vida, y es que al poco de empezar a jugar con sus dedos en mi coño ya me estaba corriendo…

Se quitó el pantalón y el calzoncillo y dejó su polla a la vista. La tenía super tiesa y súper dura. Era una polla recta y gruesa y se le notaban todas las venas, y era un par de centímetros mas grande que la de Alex. En cuanto la vi, sentí unas ganas irrefrenables de chuparla, me intenté incorporar para metérmela en la boca, pero no me dejó y me dijo que ahora era el momento de que llevara a cabo su fantasía. Entonces se subió encima de mi y metió su polla entre mis dos tetas, me cogió mis manos y las colocó una en cada teta para que yo las juntase quedando su polla bien sujeta en el medio. Entonces empezó a moverse rápidamente adelante a atrás, como si estuviese follándome las tetas. Sentía como sus huevos rozaban por mi barriga. Aquella situación me excitaba un montón, yo allí tumbada le miraba fijamente a la cara, disfrutando con su rostro de pervertido.

Después de un rato follándome las tetas, vi como la expresión de su cara cambió y de repente ¡Boom! Su polla empezó a echar chorros de semen entre mis tetas, y algunos de esos chorros llegaban hasta mi cara. Nunca había visto una corrida tan contundente como aquella.

Prácticamente sin parar y sin descanso alguno, echó mano a su pantalón y sacó la cartera, abrió un condón y se lo puso. Cuando iba a metérmela, lo paré y le dije:

Yo: “Si me quieres follar, a mi me tienes que follar a pelo”

Armando: “Joder, cada vez me pones mas cachondo. Me encantas puta golfa”

Se arrancó el condón de un tirón, me separó las piernas y empezó a follarme como si lo llevásemos esperando toda la vida, el ritmo era super intenso y yo pensaba que me iba a correr otra vez, intenté aguantarme un poco, pero no pude aguantar mas y me volví a correr. Nunca me había pasado algo así, dos orgasmos tan intensos, tan seguidos y tan rápidos.

Se levantó, agarró de la mano y me levantó a mí también, me inclinó sobre la mesa del salón con la cara y las tetas pegadas al cristal, se colocó detrás de mi, y empezó a follarme el coño desde atrás. Me estaba encantando todo lo que me estaba haciendo, y supe que ese era un buen momento para innovar. Le dije que parase un segundo, me fui corriendo al dormitorio y volví con el lubricante en la mano. Me volví a colocar sobre la mesa en la misma posición, le di el lubricante y le dije, quiero que tu polla sea la primera que se folle a mi culo.

De repente noté como la polla se le ponía mas dura todavía. Aquella proposición le había gustado bastante. Me llenó el culo con el lubricante y empezó a meterme un dedo, luego dos y luego tres. Me estaba encantando. Otras veces cuando lo había intentado con Alex, no era capaz de relajarme y hacía fuerza con el culo y no podíamos hacerlo, pero esta vez con Armando era diferente, estaba totalmente relaja y super excitada y él hacía con sus dedos todo lo que quería. Así que no esperó mucho tiempo más y apuntó su polla dura en el medio de mi culo, y con mucho cuidado empezó a meterla poco a poco.

No sé por qué no lo habría intentado antes, porque aquella sensación era super excitante y super placentera. Cuando ya la tenía entera dentro, empezó a follarme de menos a más, yo estaba super excitada y no podía dejar de gemir y de decir, “fóllame Armando”, “fóllame”, “te deseo”…

Después de un rato, lo paré y le dije:

“Yo deseo que me folles en mi cama”

Nos fuimos a la cama, le dije que se tumbara que era mi turno. Me subí encima de él y empecé a follármelo, mientras él no podía dejar de tocarme las tetas.

Al rato paré, me puse abajo. Él se colocó tumbado detrás de mí, me levantó una pierna y me la metió. Empezó a follarme con toda la pasión del primer momento y después de un rato noté que se iba a correr. Yo pensaba que ya no podía correrme otra vez, pero en cuanto empecé a notar el calor de su semen dentro de mi coño, volvió a pasar y volví a tener un tercer orgasmo…

Nos quedamos allí tumbados juntos, uno al lado del otro, reventados de tanto sexo… y le dije:

“Después de esto no creo que te vayas a dormir al sofá ¿no?”

Esa noche, la pasamos los dos juntos en la cama, mientras el pobre Alex pasaba la borrachera sólo en su cama, yo disfrutaba con su amigo como nunca antes lo había hecho. Durante la noche volvimos a tener sexo en varias ocasiones más, aunque no con tanta intensidad como la primera.

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