Desde la primera vez que la vi me dije a mí mismo que me la llevaría a la cama y que haría todo lo humanamente posible para que esto ocurriera lo más pronto posible. Todos estos pensamientos me pasaron sin todavía conocer su nombre. Pensaba que era alguna nueva empleada de mi hermana, pero la que trabaja en su compañía, era su madre y este día, esta linda mujer la acompañaba.
Ahora se las describo para que tengan una idea de lo hermosa que es esta mujer. Su rostro es redondo e iba maquillada para impresionar. Una blusa con un chaleco ceñida a su cintura de un color turquesa, pantalones de vestir de color blanco que le hacía un buen contraste y donde su pequeño bikini del mismo color se translucía y se miraba sin mucho esfuerzo. Cejas simétricamente depiladas, pestañas largas y onduladas y, su boca de un rojo llamativo en unos labios carnosos y que naturalmente tenían una sonrisa coqueta con una dentadura perfectamente perlada. Su rostro es una delicia, pero a medida que vamos examinando de arriba hacia abajo y luego reexaminar a la inversa, cualquiera se queda como un bobo concentrado en ese redondo y perfecto trasero. Su busto es de medidas generosas y esas medidas en el volumen de sus pechos y como se extienden sus caderas, le dibujan una cintura perfecta y que cuyas curvas a cualquiera hacen perder el control. Mi hermana se acercó a presentarlas y supe que su nombre era Céline.
Ese día le di todas las atenciones y cumplidos posibles, pero no quería que parecieran obvias mis intenciones. Había otros caballeros más cercanos a la edad de Céline, pero solo un par que no se veían acompañados de novia o esposas. Yo le había calculado sus 25 años, pero por esos días solo tenía 19. Era su vestimenta y su maquillaje la que le daba esa apariencia de madurez. Quizá si hubiera sabido su edad en el momento, no me hubiese atrevido a insinuármele desde ese momento o de la manera que lo hice, pues quizá hubiese ido con más tacto. Recuerdo que cuando tuve una breve oportunidad le dije que era una mujer muy atractiva y que me gustaría invitarla a cenar o salir algún día. Ella obviamente estaba a la defensiva, aunque creo que le gustaba que un hombre como yo le coqueteara. Para abreviar mi relato, en esa ocasión no pasó nada y ni tan siquiera intercambiamos números de teléfono. Creo tener suerte con las mujeres, pero al final de la noche, aceptaba que Céline pertenecía a ese 30% que me rechazaría.
Meses después la veo en otro evento que mi hermana da para sus empleados y en esta ocasión me entero de que ahora ella trabaja para mi hermana. Comienzo por verla más seguido e intuyo que ya por el grupo de mujeres se ha enterado que ellas me consideran un picaflor. Insisto un poco y es por ese tiempo que me doy cuenta de la edad que tiene. Yo tenía 46 años, pero siempre me he cuidado de la forma como me alimento y ejercitándome mucho. Para ese tiempo ya tenía un año de retirado de la compañía y tenía todo el tiempo del mundo y una de mis obsesiones era conseguir follarme a Céline. Un día me la encontré saliendo del sótano de mi casa, pues allí mi hermana tiene una oficina personal. Iba con sus pantalones ejecutivos y hacían ese vaivén de su cadera que uno quedaba hipnotizado o soñando. Le pregunté:
-¿Cuándo me vas a aceptar una cena?
-¡No sé! ¡Quizá nunca! Por ahí cuentan que usted es un hombre muy peligroso.
-¿Peligroso? ¿Cómo?
-¡No sé! Pero es mejor que me mantenga alejada de usted… no me mal entienda, pero usted tiene algo que me da miedo.
Trabajó con mi hermana en la compañía de bienes raíces por alrededor de unos cuatro años y luego la dejé de ver. Ya no me le insinuaba pues acepté que Céline era de esas chicas que no se me iba a dar y concentré mis esfuerzos en otros prospectos. Ocho años después de ese primer encuentro cuando me cautivó con semejante trasero y ese bonito rostro juvenil me llegó la oportunidad.
Llegué a un restaurante cantina que es muy popular en mi ciudad y que hace poco han abierto después que los números de esta pandemia se fueron a la baja y ahí estaba Céline departiendo con un grupo de amigos. Yo había llegado a solas con el deseo de escuchar la música mientras me tomaba un par de whiskeys. La vi, pero no me le acerqué y creo que ella también me vio, pues con los minutos sentía que me caían esas miradas de sus amigas. Quizá les habría contado que yo había tenido el atrevimiento de querer conquistar su trasero. Se miraba espectacular y obviamente atraía las miradas de todos pues usaba una coqueta minifalda, una camisa deportiva de algodón y se le miraban unos pechos potentes y llamativos. No hablemos del trasero, pues creo que es lo mas fuerte que esta bella chica tiene. Se miraba más juvenil que cuando la conocí y se miraba que la estaban pasando muy bien. Pedí la cuenta pues ya habían pasado más de una hora y antes de salir al estacionamiento me fui al baño y saliendo de allí fue que me abordó diciendo:
-¡Buenas noches Sr. Zena… un gusto volverlo a ver!
-¡Hola Céline! ¡Es un milagro volverte a ver!
-¿Qué será… cuatro años? Mire que los años no pasan por usted… se mira como siempre… elegante y jovial. (Definitivamente me estaba diciendo viejo).
-Y tú siempre bella y hermosa… Bueno no te quito más tu tiempo, tus amigos han de estar esperándote en la mesa.
-No se preocupe de mis amigos. Ya nos hemos despedido todos. ¿No me invita a un trago o puedo invitarlo a un trago?
-¡Yo te invito! -le dije.
Ella se despidió con un ademán de adiós de sus amigos y nos fuimos para una mesa donde entablamos una amena conversación. Céline parecía más juvenil con esa corta minifalda y se había puesto unos brillantes al final de cada ceja. Se miraba bien y más que todo más segura de sí misma, pues anteriormente ella me evitaba. Pensé que se trataba de que en aquel lugar había mucha gente y no se sentía acorralada. Nunca le insinué nada y dejaba que la plática prosiguiera de una manera trivial. Ella se tomó dos margaritas más y yo un par de whiskeys, pero pude ver su cambio… esas dos últimas bebidas hicieron lo que yo no pude lograr en meses de acecho. De repente fue ella quien me dijo:
-Salgamos al patio… siento que me estoy sofocando.
-¿Te sientes bien Céline?
-Si… estoy bien. Y no sé si siento mucho calor por la bebida o porque tengo al guapo del Sr. Zena frente a mí.
Me pareció que ya estaba hablando el alcohol y le propuse que yo la llevase a su casa, pero que ella no iba a conducir. Los siguientes minutos hablamos solo de eso, contradiciéndome que ella se sentía bien y que no tenía en problemas en conducir. Finalmente ella salió con la propuesta que verdaderamente nunca esperé:
-Ahora… si usted cree que estoy indispuesta, pues lléveme para su casa y no para la mía.
-Tú sabes que eso no sería un problema, pero creo que te tomaste un trago de más.
-Sr. Zena… lléveme para su casa. Hoy quiero amanecer junto a usted. No lo piense mucho… de veras… no lo piense mucho.
Dejamos su vehículo en el estacionamiento del restaurante y tan pronto se subió a mi coche comenzamos a besarnos. Ella buscaba en mi entrepierna el falo y fácilmente lo encontró pues este había reaccionado al estímulo visual de ver y sentir sus pechos junto al mío, de primera vez tocar ese suculento trasero que por años me quise follar y Céline me murmuraba al oído los que nunca imaginé escuchar de esos bonitos, sensuales y carnosos labios: ¡Quiero comerme esta verga! – y me la apretaba cuando lo decía.
Del restaurante a mi casa son solo 7 minutos en coche. Llegamos y ella nunca había entrado a la intimidad de mi cuarto y ella vio la pileta del yacusi y me dijo que los sumergiéramos en ella. Céline me quitó la camisa y el pantalón apresuradamente y cuando me quitaba el bóxer me dijo: ¡Usted sí tiene pija! ¡No es solo su cara bonita, pero que verga tiene! – me la elevó en su estado flácido y luego se la llevó a la boca donde realmente tomó grosor y se extendió al punto que solo una cuarta parte le cabía en su boca. Yo quería desnudarla e interrumpí la felación y comencé a quitarle su camisa deportiva y esa minifalda de un color verde olivo y debajo de todo aquello descubrí un calzón cachetero color oro: ¡Oh, Dios mío! – exclamé interiormente, pues esos glúteos estaban sólidos y quería lanzarme a comérmelos, pero Céline tomó paso hacia la pileta del yacusi.
Le comí lentamente cada pezón de sus voluptuosas tetas. Descubrí que tenía un arete en cada pezón al cual halé con fuerza y que Céline parecía disfrutar. Creo que el dolor era parte de ese placer y ella me lo aprobó cuando más fuerte se los halaba. Sus tetas han de ser de un tamaño D y de un pezón oscuro, aunque el resto de su piel es de un color claro. Pezón alargado el cual es fácil de estirar y eso le encanta a esta mujer. Creo que pasé en sus tetas por más de media hora. Para todo esto solo escuchaba su respiración profusa y notas que de alguna manera me hacían saber lo que otras chicas que trabajaban para mi hermana le habían contado: ¡Que rico lo haces… con razón que todas esas mujeres en tu compañía te ofrecen sus calzones! – No sabía si tomarlo como reproche o halago, pues la verdad ya la tenía desnuda en mi habitación y sabía que desde ese punto no se me escapaba.
La puse a la orilla del yacusi, el cual tiene una especie de tarima hecha de granito y donde siempre hay almohadas cerca. Ella se acomodó en una de ellas y me abrió sus piernas y me mostró su pequeña conchita, la cual no va con lo voluptuoso de su cuerpo. Era una pequeña raya de unos diez centímetros, con una pequeña pepita que le brillaba y pulsaba por la excitación. Comencé a comérmela lentamente, pero esta mujer me pedía más ritmo, más agresividad y le di una mamada de los mil demonios que creo llegaron a los 30 minutos. Sabía que estaba bajo los efectos del alcohol y eso tomó para hacerle explotar con su primer orgasmo… 30 minutos. Podía sentir como comenzó a brotar ese jugo saladito y delicioso de su vagina, pues era como diferenciar un antes y un después. Ella correspondía con un vaivén frenético y yo me apoderé de su conchita como si de la fuerza de un metal e imán se tratara. Se corrió con escándalo que se podría decir que era de una borracha, pero luego de tanto mamar su concha, vino otro y otro orgasmo. En la misma yacusi se filtraron todas nuestras secreciones pues ella se volvió a sumergir después de haber experimentado orgasmo tras orgasmo.
Intuyendo que yo estaba tan caliente y que por más de una hora escuchaba sus gemidos y como se corría, Céline me preguntaba en que posición se ponía para que me corriera en ella. Le dije que se pusiera de perrito o en cuatro, pero antes de asomarle mi glande brillante a su conchita, me lancé a chuparle el culo y succionar su ojete. Jadeo del placer y supe que le había gustado. Me comí ese culo por casi una hora… era como venerarlo. Y si… mi verga estaba con las ganas de entrar y correrse, pero esto es lo que hace a un hombre de mi edad diferente… la paciencia. Para este momento los efectos del alcohol habían desaparecido, éramos conscientes de eso y todo era como estar de nuevo en el presente. Solo veía como su flujo vaginal caía como cuando vaciamos una botella de miel en las últimas. Y ella me lo propuso:
-¿Quieres cogerte mi culo… verdad?
-¡La verdad que si… no te lo niego!
-Dame… yo también quiero sentirla… estas a punto de hacerme acabar.
Las nalgas de Céline son voluminosas. Así, que mi verga de 23 centímetros no se nota en esa rajadura, pues esas paredes la cubren fácilmente. Quizá le pompeé el culo no más de dos minutos y Céline se había corrido y podía sentir como su culo me atrapaba mi falo. No hizo mucho movimiento y me corrí… no aguante más. Ella me sorprendió cuando me dijo se había corrido como 7 veces. Estaba exhausta y sí… se miraba cansada. A las 6 de la mañana volvíamos a coger, pues descubrí que al igual que yo, Céline es de esas chicas del sexo mañanero. Nos echamos un polvo más y quedamos dormidos nuevamente.
A las nueve de la mañana escucho su celular vibrar y veo que se trata del mismo que ha enviado como 50 mensajes e intentos de llamada. La despierto y le digo:
-Céline… un tal Sean te ha querido contactar… ¿es tu novio? -le pregunté.
-No… -me dijo. – Es mi marido. -agregó.
Esto pasó hace dos semanas y la verdad que no sé cómo Céline lo solucionó. No sabía que estaba casada… eso nunca lo platicamos, pero la verdad que ese culo de esa chica, casada o no es encantador y nunca pensé que me lo llegaría a follar. Una observación que casi se me olvida contar es que Céline en cada nalga tiene un lunar. En el izquierdo parece ser una nube oscura, pero en la derecha esa oscuridad refleja la letra Z. Yo le dije que esa era mi inicial, y al igual que aquel personaje del Zorro, dejaba su inicial en las batallas que conquistaba pues yo había conquistado ese exquisito y suculento culo y sabía que era una imborrable conquista. Hace dos días Céline me volvió a llamar y me preguntó cuándo podría venir de nuevo a mi casa.