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Casi trío, pero no
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Tiempo de lectura: 2 minutos

Con mi esposo quisimos probar algo diferente así que metimos a nuestro vecino a nuestra cama.

Todavía lo recuerdo muy bien aquella primera vez, era de noche y había mandado a dormir a mi hijo hace aproximadamente dos horas.  Mi esposo yacía sentado en la esquina de nuestra habitación con su pene erguido a causa de lo que estaba viendo. El ruido de la cama se hacía sentir y se mezclaban con mis gemidos y los de él. Su pene grande que entraba y salía de mi vagina 100 veces por minutos, era algo muy frenético y me gustaba. Mis manos que se sujetaban al respaldo de la cama y mi cabello tensado debido a su agarre. Esa noche estaba viviendo por primera vez lo que era una buena cogida.

Ya cuando tuve de frente a los dos penes me pude dar cuenta que había una diferencia de tamaño. La de mi vecino media el doble y cuando se la empecé a chupar su tamaño se incrementó tanto que no me cabía toda dentro de mi boca. Además su pene era de esos que cuando se pone erecta se dobla hacia arriba y eso lo hacía más deliciosa. Le sugerí a mi esposo que se siente en un costado para que vea cómo yo tengo sexo con nuestro vecino y él aceptó.

Ya con mi esposo sentado en una esquina se empezó a masturbar al ver como nuestro vecino trataba de que yo me tragarse toda su pija, pero yo no tenía la boca de su mujer así que quedaba a mitad de camino. También observó bien como yo miraba al vecino con ojos de zorrita en ese momento en el que tenía su pija en mi boca. Esa cosa era deliciosa y me costó mucho desprendérmela de mi boca, pero la necesitaba sentir dentro mi vagina.

Él se recostó sobre la cama y yo me subí encima de él, acomode su pija en la entrada de mi coño y fui bajando mi cola suavemente hasta sentirla completamente dentro de mí. Empecé a cabalgar y a gritar como una desesperada, sus manos primero sujetaban mi cintura y luego pasaron a sostener mis pechos grandes que se movían para todos lados y que eran frutos de haber estado embarazada. En ese momento no pude ver a mi esposo, pero me imagino que seguía haciéndose una paja.

Luego me levanté y se la empecé a chupar viendo a mi esposo masturbarse más que nunca esa noche.

-Te gusta su pija -preguntó mi esposo.

-Me encanta -dije yo.

-Quiero verte tragar todo -dijo mi esposo.

Para darle su gusto nuestro vecino me agarró de la cabeza y me hizo tragar toda su pija por varios segundos, luego me soltó y quedé con la boca llena de líquidos y fluidos pegajosos. Luego coloqué su pija entre medio de mis pechos y le hice tremenda paja de esa manera.

Después de eso me puse en cuatro patas sobre la cama y me agarré del respaldo de la cama para sostenerme de sus embestidas e hice bien porque luego de agarrarme de la cintura me la empezó a meter como si no fuese un mañana. Tenía tan lubricada el coño que su pija entraba toda de una manera perfecta y sin sentir ningún dolor, lo único que sentía era placer.

Luego me agarró de mi cabello largo y oscuro para darme embestidas que superaban a todas las anteriores y que eran una delicia para mí. El ruido de la cama se hizo cada vez más fuerte y mis gemidos también. Además me empezó a cachetear las nalgas y eran como si fuese que estuviesen aplaudiendo el espectáculo que estábamos brindando. Era un show que nunca tuve con mi marido y que siempre soñé en tener.

La noche culminó con un orgasmo increíble que tuve al sentir que se corría dentro de mí.

Me dejó exhausta y no quería seguir cogiendo con nadie así que me dormí y él volvió a su casa.

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