Hace tiempo quería contarte:
No nos conocemos realmente, al menos tú no me conoces a mí, más porque nunca hemos hablado tranquilamente que por otra cosa.
Solo decir que, con lo poco conversado me he dado cuenta que me gustas. No un amor carnal, a pesar que sé de buena tinta que más de uno suspira por tu cuerpo; sino algo más profundo, una atracción platónica e intelectual, que provoca que intente acercarme a ti.
A pesar de ser casi mi polo opuesto no tuviste problemas en hablar conmigo: esa facilidad de palabra, esa sonrisa sincera tuya y esa energía positiva que desprendes provocaron que vivieses gratis en mi cabeza por mucho tiempo. Eres un rayo de sol que da calidez sin esperar nada a cambio.
Lo que todavía me choca es que simplemente te acercaste, con un simple “¡Hola!”, abierta a cualquier cauce que pudiese tomar una conversación en ciernes. A mí me cuesta un triunfo siquiera acercarme a la gente, aunque intente aparentar seguridad. No sé siquiera si realmente te agrado o fue mera cortesía, pero quiero decir que lo agradezco mucho.
Espero en verdad poder mantener una amistad contigo, y si necesitas algo puedes simplemente decírmelo. No te robo más tiempo, sé muy feliz.
Con cariño,
El de la fila de atrás