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Carta erótica a mí tía
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Carajo, tía, usted se ve en extremo apetecible. Seguramente lo sabe, seguramente sabe lo que provoca cuando decide vestirse de cierta manera. O al menos eso me parece, no creo que sea una decisión aleatoria. Quizá sea un malentendido de mi parte el considerarla, la provocación, como su motivo para elegir ese atuendo; pero lo que será innegable es que ha hecho una elección de lo más exquisita. Esas prendas se ciñen con facilidad a su figura, haciendo que su apariencia sea provocativa, haciendo que las miradas se enfoquen en usted.

Lamento mi manera de expresarme, seguro resultará muy incómoda, pero debo confesarle que me ha incitado una erección y justo ahora me imagino un montón de cosas que podría hacer con usted sobre una cama. Me tomaré la libertad de numerar a qué cosas me refiero.

Se me antoja, en principio, estar en un lugar privado con usted, un lugar con media luz o luz tenue que encienda nuestros sentidos. Me apetece verla moverse y caminar como lo haría normalmente pero afanándose para dejarme contemplarla. Mi mirada iría desde su pronunciado escote hasta sus botas de tacón que además de agregarle algunos centímetros de altura levantan sus nalgas. Le confieso, ese vestido de vinipiel negro sumado a unos aparentes leggings del mismo color me han vuelto loco, quisiera poder rodearla por la espalda y acercar mi miembro a sus nalgas generosas que le ha dejado el gimnasio. La tomaría por la cintura y haría movimientos circulares con mi vientre mientras la beso despacio en el cuello para ir subiendo poco a poco a sus labios. Me interesa saber cómo le gusta que la besen, deprisa? despacio? Cómo sea, así la besaría, como usted me indique.

Y después de unos momentos deslizaría mis manos de su cintura a sus tetas, que, déjeme decirlo, se ven tan bien! Por lo que he llegado a ver en algunas ocasiones me parecen tan deliciosas; para besarlas, lamer sus pezones, amasarlas y poner entre ellas mi verga, de ser posible hasta venirme y salpicarlas de mi semen. Pero mucho antes de eso, las sacaría de su prisión de vinipiel y pellizcaría suavemente sus pezones para provocarla. Tal vez empezaría a gemir en ese momento, tal vez, abajo, empezará a humedecerse. Tan solo de imaginarme la imagen mi erección crece: yo abrazándola por la espalda, sosteniendo sus tetas mientras la beso.

Una vez seguro de que ha sido efectiva mi maniobra para hacerla gemir sin acercarme a su sexo lo haría, iría al sitio de mi delirio. Bajaría una mano sobre la tela y la acariciaría. El calor no dejaría duda de que su humedad va creciendo, pero yo me tomaría mi tiempo para atravesar el mallón con mis dedos. Es muy probable que para este punto no se haya quedado quieta, sus manos debieron haberse acercado a mi rostro para evitar que nos separemos de nuestro largo beso o, bien, una debió haberse dirigido a mi pantalón hurgando por mi miembro. Habría hecho que mi verga saltara de mi pantalón muy rápido y la habría sostenido y empezado y sube y baja en mi carne. Entonces la empujaría a la cama para que sentara y empezar la verdadera acción: le ofrecería mi verga para que me la mamara. Iniciaría, muy posiblemente, con unas lamidas en la punta, después introduciría mi carne cada vez más profundo humedeciéndola abundantemente con su saliva. Yo estaría extasiado, desde hace algún tiempo he fantaseado con esa escena. Y mi excitación aumentaría al ver sus tetas al aire moverse al ritmo de sus felaciones. La detendría antes de que mi leche saliera disparada hacia su cara.

La levantaría y me dedicaría a desnudarla pieza por pieza. Entonces entraría en un dilema, los leggings son mi perdición y no querría quitárselos, no sin antes… le doy media vuelta para que sus brazos la sostengan sobre la cama mientras su culo está en mi dirección, la tomaría de la cintura y frotaría mi pene entre sus nalgas para sentir el roce de la tela en cada movimiento. Es algo que me encanta. Y al no poder aguantar más bajaría un poco la prenda para mirar su piel y hurgar en su entrepierna, acariciar y comprobar la humedad de su sexo, frotaría mis dedos un par de veces antes de introducir uno poco a poco. Sentir como se resbala por sus generosos jugos y después agregar un dedo más.

Me dedicaría al mete y saca hasta que es momento de regresarle el gesto, separaría un poco más sus piernas bajando otro tanto los leggings y mientras me hinco y sostengo mi verga con una mano dirigiría mi lengua a su vagina para empezar a lamer y probarla. Lamería y metería mi lengua despacio mientras dejo un dedo entrando y saliendo presionando su monte de Venus con otros dos dedos y mientras gime. Después, creo que sabe que haría, en esa misma posición la ensartaría con mi carne, pero muy despacio para poder sentir plenamente el calor de su vagina y como mi pene es aprisionado por sus pliegues. Tomándola de la cintura y de vez en vez apretando sus pechos subiría la velocidad de mis embestidas.

Después de unos minutos la invitaría a cambiar de posición, espero que le guste coger de cucharita porque eso haríamos. La desnudaría totalmente y la recostaría, inmediatamente acercaría mi pene a su sexo y lo introduciría, en esa posición la nalguearía. Me gusta como el cabello le cae sobre los hombros, me gusta como se muerde los labios con cada movimiento, me gusta su piel tersa, me gusta follarla. Qué tal si después me monta? Quiero conocer la intensidad de una mujer de casi 50 años, quiero que me enseñe qué debo hacer y como para excitarla aún más.

Se me ocurren tantas cosas y ya me he extendido demasiado, aún no he mencionado que quiero cogerla de perrito y sentir mis testículos columpiarse y chocar contra su vientre, también he dejado pendiente mencionar mi deseo de venirme en su cara y que me limpie con su boca hasta la última gota de semen del pene. La deseo y quiero continuar describiéndole cuánto se me ocurra. Será en otro momento, debo masturbarme pensando en la última foto que ha publicado en Facebook. Saludos a mi tío.

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