En esta ocasión quiero hablar de Lore. Lore es una mina que conocí en una red social, ella es una mujer morocha, deportista, delgada, de 1.70 y de unos treinta y tantos, con un hijo adolescente. No es especialmente atractiva, pero gusta por sus labios carnosos, boca grande, larga melena y uno ojos pequeños y brillantes deseosos de placer. Lore vive en el conurbano pero trabaja de administrativa en capital, cada día se desplaza en tren a su laburo, llevando, en realidad una vida bastante rutinaria.
A Lore la conocí durante el mundial, quedamos un día que había ganado Argentina, quedamos en un bar cerca de su trabajo, llegó despeinada y con pinta de cansada. Llamamos al mesero y tomamos algunos tragos. Durante la conversación hablamos de cosas intrascendentes, como el trabajo, la familia o el fútbol, deporte del cuál ella es muy forofa. Después de una hora tomando, le propuse tomar un taxi a mi casa a lo que ella aceptó.
Esa primera noche cogimos, pero me pareció una chica bastante recatada. En mi departamento bebimos algunas latas más en el balcón y ahí la besé por primera vez. Me gustó su lengua, era grande y la metía profundo en mi boca, lamiendo y buscando cada rincón. “Una lengua acostumbrada a chupar”, pensé, y enseguida la llevé de la mano a mi dormitorio.
Por timidez, supongo, pidió que apagáramos las luces, y así hice. Solo teníamos la luz de la calle que entraba por mi ventana cubierta hasta la mitad, supongo que un vecino, desde la ventana de en frente, podía intuir por los cuerpos que se movían en las sombras qué estaba pasando. Lo primero que hizo Lore fue meterse mi verga en su boca. Casi sin avisar empezó a mamar muy profundo, en momento dado hundí su cabeza contra mis huevos, a lo que ella protestó diciendo “no soy ninguna actriz porno”. Pero su insistencia era más fingida que real, y a nada que insistí, pude agarrarla fuerte de su larga melena y hundirle mi verga sin miramientos hasta la garganta. Ella gemía y parecía disfrutar, además de parecer bastante acostumbrada a esta escena. Antes de venirme en su boca le saqué la pija, tenía todo el contorno de los labios enrojecidos de tanto chupar. Me ofrecí entonces a comerle la concha, a lo que ella se negó, diciendo que había estado trabajando y no quería. Eso me puso muy caliente, digamos que me permitió pensar en ella como en una puta.
Del cajón saqué entonces unos forros, le pedí que siguiera chupando mientras habría el paquete para que no se me viniera abajo, cosa que ella hizo de forma instintiva. Luego me coloqué el forro y con pocos miramientos le di la vuelta y comencé a cogerla muy duro, tirándole de los pelos al tiempo que de su bien cogida boca salían gemidos de placer. Así estuve todo el tiempo que quise, hasta que se la saqué para preguntarle si podía cogerla por el culo, a lo que ella respondió “no, otro día, mejor”. Le pedí entonces que se pusiera de rodillas y le solté toda mi leche sobre sus tetas, una tetas pequeñas pero bien formadas, con dos aureolas rositas que se llenaron al completo de semen, semen que ella se dedicó luego a restregar por todo su pecho. Así terminamos, entonces ella se dio una ducha y se marchó a casa.
Continuará