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InicioSexo con madurosBrenda: ella 19 yo 56 (segunda parte)

Brenda: ella 19 yo 56 (segunda parte)
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Para recapitular la primera parte, cuento que conocí a Brenda el año pasado, una chica de 19 años y que trabaja en uno de esos cafés mundialmente conocidos. Le hice creer que me dedico a escribir y en cierta ocasión le dije que escribía un relato erótico que ella me pidió que deseaba leer. Le hago llegar un relato donde un hombre mayor de 56 años desea acostarse con esa chica joven que conoce y escribo de una manera muy explícita y con todo lujo de detalles de cómo este hombre desea tenerla. Ella me hace una invitación un domingo antes de la navidad y este es el relato de la continuación.

Ya habíamos consumido tres cervezas cada uno y de la plática trivial Brenda pasaba a cuestionarme acerca del relato erótico. Me confesaba que se había masturbado pensando en el relato y yo le había mentido diciendo que también yo lo había hecho varias veces pensando en ella. Miraba a Brenda un poco más sonrojada por los efectos del alcohol y tenía las piernas cruzadas y obviamente su falda se subía al punto que me dejaba ver más los muslos de sus piernas. Otra de las cosas que me gusta de Brenda y que por ser muy conservadora y recatada es que tiene piernas alargadas que no se nota mucho porque siempre la había visto con pantalones y a pesar de que viste una especie de sandalias, aun sus piernas se miran alargadas. Ella cambia de posición y cruza las piernas al lado contrario y alcanzo a ver una ropa interior roja o rosa fucsia. No sé si lo hace por provocarme, pero sencillamente con esos movimientos sutiles lo ha logrado, mi verga se pone erecta y puedo sentir que hasta está goteando.

Me contaba que la misma mañana que le di el relato lo había leído dos veces y que regresó de la universidad y se había ido a la cama donde lo volvía a leer. No sé, pero se me hizo tan natural que esta joven chica me contara viéndome a los ojos que se había masturbado en ese momento. Fue cuando me reveló que no tenía novio y que recurre a la autosatisfacción cuando se siente urgida por el deseo. También me contaba que se pone muy caliente cuando el novio de su amiga llega a cogérsela y ella escucha todo desde su habitación y es como me doy cuenta de que comparte con otra chica este apartamento de dos recamaras y esa tarde me ha invitado pues su amiga se encuentra trabajando en un restaurante.

Fue al nivel de esa tercera cerveza que me dice que ella también desea vivir el relato siempre y cuando cuente con mi discreción y, no sé si solo era el cuento de Brenda, pero me decía que nunca había estado con un hombre sexualmente y que su máxima experiencia con algún novio era algunos besos y que le habían tocado los pechos y vulva por sobre su ropa y nada más. No sabía si creerle, pero algo me decía que todo aquello tenía algo de cierto, pues como les he dicho Brenda, aunque de bonito rostro y cuerpo, se mira muy recatada que, ni tan siquiera maquillaje usa. Ella fue por esas instancias que me lo preguntó de esta manera:

– Usted se mira como que nunca le han faltado las mujeres, pero porque una mujer de mi edad… ¿es algo que todos los hombres mayores desean?

– La verdad -le dije. – Que desde que te vi me gustaste y comencé a imaginar cómo sería estar con una chica como tú. No lo pude evitar, pues también me gusta tu manera de ser.

– Yo la verdad… usted siempre me ha caído bien y usted me parece un hombre muy guapo. Quizá esta plática nunca la hubiese tenido sino es por esas cervezas, pero la verdad me siento muy nerviosa, pero aquí estamos los dos.

– Brenda… ¿quieres intentarlo?

– La verdad que me da miedo, pero algo por dentro me dice que sí.

– Es natural que te sientas así, pero solo déjame decirte que, si hay algo que no desees, solo dímelo y le ponemos un alto.

– ¡Está bien! – me dijo.

Obviamente sabía que lo quería, pues por esa razón me había invitado esa tarde. Yo solo lo conllevaba de una manera como todo un caballero y sintiese confortable y con confianza. Me levanté del sillón y sabía que se me iba a notar la erección, pero eso ya no me importaba, sabía que Brenda la quería ver así y se imaginaba ver mi verga así, o por lo menos ver el paquete. Tomé asiento junto a ella y le di un pequeño beso en la boca y ella abrió como para que le introdujera la lengua y senti su aliento caliente, su lengua juguetona enredarse con la mía. Podía oler el perfume que usaba y al besar su cuello, pude oler el olor natural de su piel la cual se erizó al contacto. Ella se fue sobre mi sentándose en mis piernas de una manera frontal y la tomé de su trasero por debajo de su falda amarillenta, donde mis dedos se insertaron por la tela de su bikini y tenía esas tetas frente a mí, que creo estaban desesperadas porque las desnudara y que estaban dispuesta a amamantar.

En el escrito le relataba de cómo deseaba chupar sus tetas y de esa manera se lo hice. En esa posición le quité su blusa blanca, comencé a besar el entorno de sus bustos aun con el brasier puesto y en minutos desabroché su sostén, uno que debería ser de copa C y donde develaron una areola café clara, un pezón redondo y erecto y me lancé eróticamente a chuparlos con delicadeza y a escuchar los gemidos tímidos de brenda. De un pezón me pasaba al otro, chupaba cada una de sus tetas mientras mis manos masajeaban sus nalgas aun con su bikini. Sentía que el calor de su vulva traspasaba la tela de su calzón y mi ropa y ella hacía por querer sentir la fricción de mi paquete contra ella. Quizá después de unos 8 a 10 minutos me pidió que pasáramos a su habitación. Recogimos su blusa y brasier y pasamos a una pequeña habitación cuyas cortinas estaban cerradas y solo una lampara con una luz débil apenas alumbraba el lugar.

Se acostó en la cama y le asistí para removerle la falda y pude ver su bikini fucsia con la evidencia de su humedad. Frente a ella me quité la camisa polo, bajé mis pantalones y ella vio como tenía mi verga de erecta pues mi bóxer parecía una carpa de circo. La dejé con su bikini y me fui por sobre ella a seguir chupando esas tetas, nos echamos las sabanas encima pues a pesar de la calefacción ya desnudos se sentía frio. Así como en el relato le comía las tetas lentamente y bajaba a su ombligo y zona del monte venus sin llegar a su vulva pues seguía con su bikini. Me perdí en sus entrepiernas y besaba toda esa zona y me gustaba escuchar los gemidos de Brenda que ahora si eran ya mas elevados y no tímidos como en el principio y podía oler los jugos de su joven vagina. No podía creer lo que Brenda me decía, que no había cogido con hombre alguno, pero ya sea el primero o el quinto me estaba gozando de esta chica de solo 19 añitos y quería que ella lo gozara también a lo máximo. Sobre su bikini fucsia llegué a la zona de su clítoris, podía sentir el palpitar acelerado de su pepita, obviamente toda esa zona estaba mojada y literalmente podía beber de sus jugos saladitos y que en verdad disfrutaba. Ella me puso las manos en mi cabeza cuando sintió la presión de mis labios abarcando su clítoris y casi no se sentía esa barrera de su calzón y seguí masajeando su vulva con la presión de mi boca sobre su calzón. Ya estaba tan caliente que ya no se pudo controlar, pues creo que después de 20 minutos de chuparle las tetas y masajear su cuerpo con mi lengua, ya cuando llegué a su conchita fue como la cereza del pastel y no pudo aguantar mucho más. Solo escuché sus gemidos más acelerados con una respiración que se hizo más profusa y solo escuché que me dijo: ¡Por dios, me vengo… me está haciendo correr… uh! ¡Dios mío me vengo! – Brenda elevaba sus caderas y yo empujaba mi boca contra su concha sobre la tela de su bikini y de esa manera vivió su primer orgasmo conmigo.

Después de ese explosivo orgasmo se iba a levantar para asearse en el baño, pero se lo impedí diciendo que quería tener el honor de quitarle los calzones. Se detuvo frente a la cama y sentado le he bajado el bikini y he podido ver su conchita desnuda, totalmente depilada y de un estilo Barbie que apenas se le puede ver el clítoris. Le pedí que se quedara así, pero ella insistió que se sentía incomoda y que solo se pasaría una toalla para secar su conchita húmeda. Terminó con ese movimiento y literalmente me pidió que quería chupar mi verga. Cuando ella me removió el bóxer me dio esa mirada de admiración y me dijo: – ¡Usted no tiene verga… lo suyo es una vergota! – La tomó del tronco y me comenzó a chupar el glande después que me lo había secado con la misma toalla.

Era una mamada también delicada la cual se conllevaba mientras yo estaba de espaldas sobre la cama y creo que lo que más le cabía era la mitad de mi verga. Me chupó deliciosamente los huevos y subió a mi oído y me preguntaba: – ¿Lo estoy haciendo bien? Es la primera vez que hago esto. – me dijo. La verdad que me encantaba, ver a una chica de carita y cuerpo lindo que te mama la verga, no importa como lo haga siempre va a ser delicioso. Paso aproximadamente 10 o 12 minutos chupándome la verga cuando me dijo de esta manera: ¡Quiero que te corras en mi boca… quiero probar y saber que es una corrida! – La verdad que ya estaba a ese nivel y regularmente me gusta hacer correr dos o tres veces a una chica antes de yo correrme, pero vi a Brenda bien entrada en chupar mi verga y pues ya con su permiso me sentí libre de irme en su boca. Cinco minutos después me llegó esa sensación del no retorno, le hice un vaivén frenético con mi verga en su boca y pude sentir como mis huevos se fruncieron y vi como su boca le rebalso con mi corrida de leche espesa. Parte se lo tragó, parte se lo limpió con la toalla y fue cuando le pregunté:

– Primera vez que se corren en tu boca… ¿Qué te pareció?

– Bueno, esto es la primera vez que estoy con un hombre… Sabe algún dulzón. -me dijo.

– ¿Qué te pareció tu corrida, te gusto, quieres más?

– Ha sido la primera vez que me hace correr un hombre. Hubiese deseado sentir su verga cuando me corría.

– Sígueme mamando la verga y te aseguro que pronto lo experimentaremos.

– ¿Tiene condones?

– ¿Tú qué crees? Los traje por si lo que intuía se daba.

– ¡No se equivocó ¿verdad?

Me siguió mamando la verga así de flácida, pero con los minutos pasó a tomar grosor y erección. Ella sonreía al ver tal efecto. Hizo un ademán con sus manos como que me la media y solo me dijo: – ¡Tienes una verga muy grande! No es que sea experta en vergas, pero definitivamente tienes una verga grande. -Saque un condón de uno del bolsillo del pantalón que yacía en el piso y vio como este cubría la mayor parte de mi verga. Ella se fue automáticamente en posición del misionero, me abrió las piernas para facilitarme el acceso, pero primero le volví a meter la lengua en su conchita. Me hinco frente a ella y sus piernas abiertas, meto primero el glande y ella gime en una combinación de dolor y placer y lentamente la hundo y ella como que con sus manos me va deteniendo. Siento ese viaje lento de mi verga por ese canal y siento que como que llega a un tope. Me queda viendo y veo en sus ojos placer, un deseo, veo esa dulzura juvenil incrédula y me voy por sobre ella y le doy un pequeño beso en su boca. En este momento no hay mucho movimiento y es Brenda la que me dice:

– Usted va al pie del relato. Solo que más rico que el relato.

– Quiero que mi lengua chupe cada poro de tu piel… quiero que sientas mi verga en todos tus orificios donde quepa.

– Si… yo quiero sentirla también… aunque me pone muy nerviosa cuando me lo dice.

– No te preocupes, lo haremos cuidadosamente. Quiero cogerme tu conchita con todas mis ganas y disfrutar de ese culito porque hoy quiero que ese culito sea también mío.

– Yo te lo voy a dar… ¡Como me encanta que me lo digas!

– Brenda, quiero que me des ese culito, quiero que toda mi verga se hunda en ese rico culo que tienes.

– ¿Le gustaría probar mi culo?

– Tu sabes que me encantaría. Tu sabes que tienes un precioso culo.

– No se lo puedo negar… me encanta que me lo diga.

– Quiero chuparte el culo y correrme adentro de él.

– ¡Que rico y que rico se siente tu verga en mi conchita!

– ¿Quieres que te chupe y que te coja el culo?

– Si Tony… quiero que me lo coma y que me lo desvirgue como usted quiera. Me gusta que me hable así… me excita como su relato.

– ¿Sientes la compresión de mi verga?

– Si… me gusta.

– Tu apriétame la verga con tu conchita.

– A ver…

Le hablaba de esta manera a su oído y aunque no teníamos mucho movimiento mi verga y mis huevos chocaban por toda esa zona erógena de esta mujer. Diez minutos en esa posición entre yo comprimiendo mi verga y ella apretándola con su conchita y de repente explotó diciendo.

– ¡Uh, Tony… me corro! ¡Que rico! Sacúdame la verga, dele verga a mi conchita…. Uh, Dios mío, que delicioso.

Brenda movía sus caderas y hasta las elevaba, cerraba los ojos y abría la boca respirando profusamente y le di un embate fuerte a esa conchita y la fricción del mete y saca se escuchaba con ecos en esa habitación. La cama pegaba contra la pared y crujía que parecía que se iba a romper. Creo que fue una corrida multiorgásmica porque pasó aullando por más de cinco minutos y solo me pedía que no parara. Saqué mi verga de su conchita y sus jugos espesos eran blancuzcos y salió de nuevo al baño a limpiarse. Vi de nuevo su desnudez y aprecié ese rico culo cuando me dio la espalda y sabía que lo tenía que poseer… esta chica debería de experimentar sexo anal en esta misma ocasión. Ella creo lo quería… ya lo había fantaseado como en el relato.

Quieres saber como termina este relato… házmelo saber escribiéndome.

[email protected]

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