"Brayan y mis pies" (relato)
Regreso, de correr, en el Polideportivo, como me lo ha pedido Brayan.
Me tiendo, boca arriba, como solicita mi chico, con los brazos cruzados detrás de la nuca y cierro los ojos.
Brayan me saca los zapatos y olfatea mis pies por encima de las medias, que luego me arranca de un tirón; tengo los pies sudorosos y cierto olor emana de ellos, como mi chico prefiere.
Sonrío cuando mi chico me lame las plantas y mordisquea los bordes externos de mis pies, provocándome cosquillas que no me resultan desagradables. Brayan se entrega a su deseo y recorre mis pies con su cálida y húmeda lengua que disfruto en su vaivén desde mis talones hasta mis dedos, donde se introduce juguetonamente provocándome unas cosquillas aún más intensas, que tolero por el placer de su lengua serpenteando agradablemente sobre mi piel empapada en su saliva tibia. Brayan me chupa las plantas de los pies, como procurando absorber todo el aroma y sabor masculino que exudan y yo gimo satisfecho ante el placer que me prodigan sus caricias.
Adoro cuando sus gruesos, blandos y suaves labios rodean mis dedos, uno por uno y ejercen una succión intensa, sumamente placentera. Entreabro los ojos y lo veo disfrutar con su rostro muy cerca de mis pies, de modo que su nariz aspira todo el aroma masculino que despiden y que tanto disfruta inhalar mientras me devora los pies con avidez.
Una vez que termina se tiende en la cama, como estaba yo hace unos instantes, para que empiece a hacerle la misma cosa placentera que acaba de hacer conmigo. Adoro sus hermosos pies y ya no soporto para tenerlos entre mis labios.
Fin
Brayan y mis piesB
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