En la oficina se trabaja normalmente hasta las 18, pero siempre debe quedar alguien hasta la 20 por si hay algún llamado importante, y lo hacemos en forma rotativa entre todos.
Puntualmente a las 18 cuando todos se retiran llega Bettina, la chica de la limpieza a poner orden y prolijar la oficina para que al otro día a la mañana luzca perfecta.
Bettina es una joven de unos 19 años, estudiante de comercio y medirá 1.60, cabello pellirrojo y es muy delgada, casi sin tetas pero con un culito redondo y muy sexy.
Me encanta mirarle el culo mientras hace sus tareas, a veces intercambiamos algunas palabras pero nada más que eso.
Pero la última vez que me toco quedarme hasta a las 20 apareció Bettina con un pantaloncito corto infartante que le dejaba medio culo fuera del pantalón
En un momento le comente que me encantaba su culito que me deleitaba observándolo cada vez que la veía.
"Si tanto te gusta una pena que no me lo has dicho antes y te deleitabas más", y sin decir una palabra más se sacó el short quedando el culo al aire para mi regocijo total.
-Así te gusta más? -Me pregunto sonriente…- por una pequeña propina podrías usarlo y no solo verlo -me dijo mientras se reía moviendo el culo en forma provocativa.
Mi verga ya estaba dura bajo mis pantalones y no dude un segundo en aceptar su propuesta.
Bettina se acercó a mi escritorio y sin aviso previo me puso su culo en la cara y yo aproveche a besarlo y chuparlo a mi gusto mientras que mis manos recorrían su conchita húmeda
Mientras lengüeteaba su hermoso culo intenté meter mis dedeos en su concha pero Bettina me freno y me dijo que era virgen y que el trato era para usar su culo cuanto quisiera pero no su conchita rosada y húmeda que aun nunca había sida penetrada.
Mientras metí un dedo en su apretado agujerito me baje los pantalones dejando en libertad a mi verga endurecida y a punto de explotar.
Mientras mis dedos lubricados con saliva y los jugos de su concha abrían y relajaban es culo preparándolo para recibir mi verga no deje de masturbar a Bettina hasta que acabo en un orgasmo estremecedor.
Ahora si era el momento justo, sentado en mi silla de trabajo senté a Bettina sobre mi apuntando mi verga al agujerito ya dilatado y listo para meterla.
Lentamente entre gemidos y grititos toda mi verga entro en el culo hermoso y delgado de Bettina que se retorcía en espasmos de dolor y placer al sentir mi verga abriéndose camino en su interior.
Una vez que estaba toda dentro, Bettina comenzó un suave movimiento de subir y bajar y en cosa de minutes explote en su culo llenándolo de semen espeso y caliente.
Mi verga se relajó aun dentro del culo de Bettina que al pararse dejo escapar un chorro de semen que le caía entre su piernas.
Pero aquí no se terminó la fiesta pues Bettina se arrodilló y comenzó a chupármela desaforadamente disfrutando de una mezcla de sabores a culo y semen.
En pocos minutos mi verga estaba dura nuevamente gracias a la gran mamada de Bettina que pidió otra vuelta de culo, pues se quedó con ganas de más…
Esta vez lo hicimos de parados, la apoyé en el borde del escritorio con las piernas abiertas y un poquito doblada hacia adelante, así dejaba Bettina ante mis ojos eses culo perfecto que pedía a gritos: ‘¡métemela ya!’
Así que le apoyé la punta de mi verga que entró con facilidad y lentamente el resto hasta que mis huevos golpearon el culo de Bettina.
Ahora yo la bombeaba adentro y afuera follando ese culo espectacular hasta a acabar nuevamente dentro de el apretando a Bettina contra mi cuerpo.
Jadeantes pero contentos y satisfechos saqué mi verga flácida del interior de Bettina que pese a toda la follada aún tenía el culo apretado y estrecho.
Nos separamos y Bettina corrió al toilette a lavarse mientras yo me vestía nuevamente.
Bettina volvió con una sonrisa de satisfacción y de haber gozado una culeada de lujo dándome un dulce beso en mis labios.
Saqué de mi billetera 100 euros y se los puse en el bolsillo de su short que aún estaba en el piso.
Le ofrecía a Bettina que si terminaba de limpiar la oficina así desnuda para que la observe un poco más y me deleité con su cuerpito delgado, la invitaba a cenar lo cual acepto con alegría.
Lo que pasó después de la cena se los cuento otro día…
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