Una noche no podía dormir y mi vecina, que estaba charlando con una amiga suya en la habitación contigua, decidió empezar a hablar de hombres y de sexo. La conversación empezó por el tamaño de las pollas que se habían comido, pero rápidamente pasó a fantasías sexuales frustradas.
La amiga de mi vecina decía que le costaba llegar al orgasmo, pero mi vecina tenía mucho más claro lo que le faltaba por hacer:
-Siempre he querido que un tío me meta la lengua en el culo y no la saque -grito mi vecina
-¿Pero qué dices? Jajaja -exclamó su amiga
-Sí, tía, ponerme a cuatro y sentir como huele mi culo y lo chupa con pasión… ¿Te imaginas que te tiras un pedo en su cara? Sería mortal.
-Tía qué asco, estás fatal.
Si antes no podía dormir después de aquello os podéis imaginar…
Mi vecina era una morena regordeta con caderas anchas pero firmes. A veces subía las escaleras detrás suya y según cerraba la puerta de mi casa iba al baño a imaginarme ese culo sin pantalones en mi cara…
Empecé a acariciarme la polla cuando decidí que, si algún día quería comerme ese culo, tenía que ser hoy…
La conversación entre ellas decayó algo y empezaron a recoger. Yo estaba deseando que su amiga se marchara.
Mantuvieron unas últimas palabras en el umbral de su puerta, la vecina bajó las escaleras y ella cerró la puerta.
Yo, cachondo como nunca y extremadamente nervioso, con toda la sangre donde no debería, abrí mi puerta y llamé a la suya.
-¡Buenas noches! -Exclamé más alto de lo que debería a la 1 am.
-¿Hola? Buenas noches -Dijo ella extrañada de que llamase a su puerta a esa hora.
-No he podido evitar oír vuestra conversación dado que mi dormitorio es contiguo a tu salón…
Ella mantuvo la mirada y solo dijo “Valee…”. A lo que siguió un breve silencio que rompí yo:
-¿Puedo… quizá… ayudarte con tu fantasía?
Ella puso cara de asombro, pero no contestó inmediatamente.
-¿Es una pregunta o una afirmación? -Contestó ella un poco después.
Yo, nervioso como nunca, me lancé:
-Es una afirmación. Yo puedo hacer lo que tú quieres…
Ella me miró fijamente y me sostuvo la mirada. Parecía que ninguno de los dos respirábamos…
-Entra, ¿me prometes que no me decepcionaras o voy a tener que atarte?
Me quedé sin habla y no supe contestar. “Las dos cosas” pensé.
-Puedes atarme si quieres, pero prometo estar a la altura.
Ella avanzó hasta su habitación guiándome. Se quitó los pantalones de pijama al entrar a su habitación y anduvo hasta la cama en tanga. No dejaba de mirar como yo le miraba el culo. Un culo grande, menos moreno que el resto del cuerpo, perfilado por un tanga negro que se perdía entre aquellas nalgas…
-Puedes ponerte un cojín si quieres… -dijo mientras se arrodillaba en la cama.
Hice lo que me dijo y me puse de rodillas en el suelo. Ella aún no se había agachado y tenía sus pies cerca de mi cara. Su culo estaba cerca de mi cabeza y parecía inmenso…
-¿Un besito de buena suerte? -Dijo mientras me ponía un pie cerca de la cara.
Yo estaba tan cachondo que haría cualquier cosa que me pidiese, sobre todo desde aquel ángulo. Le besé un pie y aunque no tuvo sabor alguno, lo detecté algo pegajoso, nada grave, era un pie.
-¿Como se dice? -Preguntó
-Gracias -dije al instante, aunque no se si debería
Ella comenzó a agacharse y supe que desde ese momento se me estaba poniendo a prueba. Si lo hacía bien podría chupar ese culo con regularidad, ya que era mi vecina. Según se iba agachando sus caderas parecían ensancharse y poco a poco, entre las nalgas, empezó a verse un agujero redondo y marrón oscuro. Perfecto, arrugado…
Acerqué mi cara a sus nalgas sin prisa y di un beso a cada una. Pasé mi nariz por su raja sin tocarla, solo oliendo.
Olía fuerte, estaba caliente y… aquel culo era perfecto. Me controlé por no lanzar mi cara contra él y volví a oler… Olía a culo, a cerrado…
Separe un poco una nalga, toque su ano con mi nariz y volví a oler… No podía más. Le bajé el tanga con las manos, ella se inclinó un poquito más y empecé a rodear su ojete con mi lengua.
No estaba sucio, pero tampoco recién duchado, el sabor era amargo y salado. Seguí rodeando su culo con mi lengua hasta que empecé a darle lengüetazos anchos. El calor de su raja impregnaba mi cara y mi lengua peleaba con su ojete. Olía y chupaba, olía y chupaba… hasta que enterré mi cara en su culo y ella apretó mi cara contra él con una mano. Allí dentro había paz, satisfacción y lujuria. Ella gemía de placer y restregaba todo su culo contra mi cara hasta que se aseguró que cada centímetro de mi cara había pasado por su culo. Me soltó y respire fuerte cerca de culo.
Le separé las nalgas con las manos y poco a poco le empecé a follar el culo con la lengua. La vista era descomunal, el olor era fuerte y el sabor, cuanto más dentro más intenso. Ella parecía disfrutar tanto como yo. Mientras hacía aquello ella movía su culo para adelante y para atrás para que metiese mi lengua más dentro.
-Eres un buen chupaculos ¿eh?
Yo no interrumpí aquello para contestar. Además, era bastante obvio que sí.
-Tienes que haber chupado unos cuantos culos, lo haces muy bien. Dime ¿eres un lamedor de culos profesional? Naciste para esto.
Aquello me la ponía más dura aún. Apretó mi cara contra su culo sin dejarme respirar y dijo:
-Si lo llego a saber antes te pasas comiendo culo toda la noche. Cagué hace un ratito, si lo llego a saber me limpio en tu cara. ¿Te gustaría eh? Así eh, así.
Apretaba tanto mi cara que yo no conseguía restregarla con su raja.
Me soltó y se irguió. Se puso de píe con los pies un poco separados y me ordenó que me tumbase. Obedecí y ella empezó a inclinarse. Tenía sus pies a mis lados y veía como poco a poco aquel ano se acercaba a mí y se abría un poco al llegar a mi cara.
-Te gusta ¿eh? Ay, tengo un pedito, eres todo un afortunado.
-¡Venga! -dije, cerrando los ojos sin saber cómo reaccionar.
Ella apretó el culo y vi su ojete moverse al abrir los ojos, pero no salió nada. Me puso el ano en la boca y yo la abrí. Guiño el culo un par de veces más y a la tercera un pedo pasó directo de su culo a mi boca. El sabor era asqueroso pero increíble. En cuanto cesó el viento caliente, ella bajó el culo para asegurarse de que todo aquel pedo ahora era mío. Y volvió a restregarme el culo contra la cara.
-Oh joder, es increíble ¿eh? Dios, que gustazo.
Ahora prácticamente me estaba perreando la cara mientras yo podía sin seguir respirar y su culo sacudía mi nariz.
Lo levanto y lo volvió a bajar varias veces para golpear mi cara.
-Te gusta eh, joder claro que te gusta, es increíble.
Ella metió su ojete dentro de mi boca y me ordenó que metiese la lengua, fuerte. Ella empezó a gemir mientras sacudía su culo ligeramente. Un poco después vi cómo se llevaba un dedo al clítoris. Ella giñaba el ano de vez en cuando quizá por puro placer. El olor a culo allí debajo era tan intenso que hasta mareaba un poco. Además, solo podía respirar por la nariz porque su culo estaba en mi boca. Las vistas eran insuperables.
Juraría que hubo algún que otro pequeño pedo en aquel frenesí de placer que pasó desapercibido por sus gemidos, los míos y el sabor intenso.
-Oh, joder, dios, ¡si! -Gemía ella
Los gemidos aumentaros de volumen y frecuencia hasta que noté un líquido caliente en mi pecho que me sobresaltó un poco y ella levantó un poco el culo. Cuando el pis perdió fuerza algunas gotitas fueron a mi barbilla y pude observar su ano, abierto, marrón y precioso. Sus gemidos dieron paso a sollozos y cuando empezó un silencio breve, conmigo aun allí debajo, se metió un dedo en el ojete y me lo metió en la boca. Entonces se levantó.
-Uff, joder, realmente te gustan los ojetes ¿eh?
No supe responder y empecé a levantarme.
-Te voy a ser sincero, hubo un momento en el que pensé que me cagaba del placer y ni por un momento me iba a quitar.
No supe qué hacer con esa información, aunque sé que me masturbaría con aquello en el futuro.
-¿Gracias? -dije, sin ser consciente de mis palabras.
-Bien hecho chico, ahora sé que puedo contar contigo para que me chupes el culo.
-¡Si! -grité- digo, si… -me arrepentí de aquel ímpetu, la breve falta de oxígeno, los nervios… tenía mucho que procesar. Pero tenía un sabor a culo en la boca que jamás olvidaría.
-Vete, yo limpio, la próxima vez pondré un plástico o algo. Ah, y lávate la boca, ¡tienes un poco de… bueno ya lo verás en casa! Adiós. Chao.
Me empujó fuera de su casa y cerró la puerta. Aquella noche no podría dormir ni lo más mínimo. Pero tenía un sabor a culo y a pedo que tenía que quitarme. Fui al baño a enjuagarme la boca y al mirarme en el espejo, tenía la comisura de los labios algo marrón…