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Bacanal con una vecina madura
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Cuando mi novia terminara su máster nos íbamos a independizar, a mis veintisiete años a punto de cumplir los veintiocho aún vivía con mis padres. Era un edificio de cinco pisos, mis padres se quejaban de que en estos últimos años solo venia gente grotesca y basura en los pisos alquilados, despotricaban a toda persona recién llegada, en fin, estaban volviéndose viejos. Dos semanas atrás habían llegado unos nuevos inquilinos en nuestro bloque, para ser exactos estaban al final del pasillo.

Mi madre los describía como basura que nadie quiere y nos la endosan a nosotros. Se trataba de una familia de cuatro miembros, dos hijos el marido y la mujer. El matrimonio era cuarentón, los hijos sobre unos dieciocho y el otro unos veinte. Eran estridentes, locuaces, se pasaban el día en la calle, trapicheando y varios intereses culturales; el marido un bebedor profesional. Trabajaba en la construcción, podía verlo en el pasillo lleno de polvo y tambaleante muchas veces, como es de suponer no era por el cansancio acumulado, sino por el ejercicio que conlleva el levantamiento de codo hacía la boca. Era gordo, su cara era como una puesta de sol rojo sangre. Balbuceaba en vez de hablar. Ella era una mujer aguerrida, solida, bien asentada en el suelo, de cuerpo vigoroso, culo redondo moldeado y algo culona, subido a pesar de su edad; sus piernas eran solidas como la piedra; tetuda que parecía que sus pechos estaban adosados a su cuerpo; cara angulosa, labios carnosos de ojos vivaces, morena de pelo y piel.

La veía barrer la escalera con sus pantalones de chándal ceñidos así como su camiseta, siempre de publicidad, de esas que regalan en los supermercados o negocios. La primera vez me llamo la atención, le di los buenos días y ella se me quedó mirando y me contesto “buenos días tenga guapete”. Siempre marcaba tanga y se vislumbraba bajo esa camiseta un sostén de colores estridentes.

La verdad es que la cabrona me ponía, tenía esa ordinariez morbosa. A ella no le pasó desapercibido tal hecho, incluso cuando nos cruzábamos me miraba de forma intensa, descarada y morbosa.

Era sábado, yo salí y al encontrarnos en el pasillo me pregunto si nuestra televisión funcionaba bien, ya que en la suya no podía ver ningún canal, además de no estar nadie esa tarde los suyos porque estaban en el campo de futbol viendo el partido, aunque –remarco- tampoco entendían mucho sobre “los enchufe y to eso que va a la pared”. Dije que si, que nosotros teníamos señal y me pregunto “si podrías tú apañarme la señal”. Me hizo entrar en el pequeño apartamento. Miré los cables y enchufe el cable de la antena. Me dio las gracias y me dijo que me tomara algo, por las molestias. Llevaba un vestido de verano con estampados veraniegos vulgares, ceñida como siempre. Al ponerse al lado de la ventana pude observar que no llevaba sostén, sus pezones se marcaban atrevidos. Me hizo sentar en un raído butacón, abrió la nevera y la vi repleta de cervezas, me dijo que era lo único que tenían en fresco. Dije que sí, no había problema. Me pregunto por mi profesión y preguntas típicas de cotilleo. Respondí vagamente, ella estaba sentada enfrente de mi con las piernas cruzadas, para después abrirlas. Pude comprobar que también iba sin bragas. Pude ver la rajota del coño. Me miró a los ojos. No solo aguante su mirada, sino que me puse la mano en mi paquete enrabado. Cuando quiero soy descarado, me gusta follar y era evidente que ella era carne de cañón asequible en ese instante. Con seguridad pregunte:

— ¿De cuánto tiempo disponemos?

— En una hora llega el bus a la parada, ma o meno… — contesto ella.

— ¿Aquí mismo, o en la cama? — pregunté mientras me sacaba la tiesa polla de mi bragueta.

— Te hago la chupada aquí, despue follamos en la cama.

Fue una gran mamada, succionaba como una ventosa, ponía saliva, lengüeteaba mi glande, el tronco, los testículos. No podía más, le dije que invirtiéramos la posición, ella se sentó, abrí su potorro depilado y comí coño y culo. Era un coño de grandes dimensiones, rosado, viscoso. No tardo en gimotear. Le entré un dedo, dos dedos, tres dedos; el índice de la otra mano lo tenía en su ano. Pidió polla, nos levantamos y entramos en el cuarto, tiré de su vestido para arriba, yo me quite los pantalones y camiseta. Se tumbó en la cama y se abrió de par en par. Cogí posición y se la clave hasta el fondo. Di ritmo al mete saca, no había mucho tiempo que perder. Ella mojó enseguida, note los flujos que le salían, iba a correrme, saqué la polla, me puse a la altura de su cabeza arrodillado; la succionó, no tarde en lechar, ella tragó toda la corrida. Sin más me fui.

Esa misma noche salí de copas con Héctor, le conté que cuando mi novia volviera de sus estudios nos íbamos a vivir juntos. Se alegró. Héctor era de mi edad, un grandullón de porte achulado, ligón y follador nato por excelencia. La conversación fue a esos derroteros:

— Y ahora sin la novia te aburrirás.

— Bueno, algo cae, ya me entiendes… Incluso hay vecinas…

— Eso quería preguntarte, el otro día cuando estaba con el camión del reparto y la vi, no tenía el sentido del ridículo en su vestimenta, pero molaba la puta ostia — dijo Héctor.

— Esta misma tarde sin ningún problema me la he ventilado — dije en tono orgulloso.

— ¡No me jodas! ¡Cayo la hijaputa! ¡Qué cabronazo! ¿Qué tal la hembra?

— Ha sido a escape, con la excusa de arreglarle la tele se me ha regalado en diez minutos sin problema alguno: mamada y monta, encima traga.

— ¿Cómo puedo contactar con la morra?

— Intentaré algo… — dije.

— El miércoles es fiesta, estoy en el antiguo estudio de mi viejo, no más de cinco minutos de donde vives, ya sabes…

En los días posteriores hubo miradas de complicidad, chabacanera con sus hijos, los cuales se pasaban el día fumando en la entrada del edificio, el vecindario se quejó, hubo incluso reunión de vecinos. Había que tomar cartas en el asunto dijo el presidente de la comunidad de vecinos.

La encontré en el descansillo barriendo, aproveche sin que me vieran otros vecinos para decirle:

— El compañero del camión de reparto me ha dicho si te interesaría mañana tomar algo en su estudio, no sé si lo conoces… te ha visto algunas veces.

— Ah, ese grandote guapote, lo he visto, sí. Pos dile que quisa… a ve… pa que será…

— A las cuatro, mañana si puedes te espero en la esquina y vamos. Estás casada, tampoco guerras llamar la atención… — dije en tono sarcástico, aunque imperceptible el doble sentido de las palabras para ella.

El miércoles estaba yo en el bar de la esquina, a la hora convenida la vi. Salí, tampoco era cosa de invitar a las grandes señoras cerca del vecindario. Caminamos poco tiempo, ella vestía pantalones de chándal rojos (nuevos) y camiseta de diferente publicidad (también nueva). Se había peinado la melena y recogido en un moño. Subimos al estudio. Pulsé el timbre. Salió Héctor al fondo pude ver tres personajes. A la maña siguiente partía en avión donde mi novia terminaba sus estudios. De regreso, mi madre me informó que los inquilinos conflictivos ya se habían marchado.

Al mismo tiempo mi amigo Héctor me llamo y me dijo que me enviaba vía e-mail dos archivos de video.

El sonido y la imagen eran de alta calidad, era evidente que era la cámara de su amigo apodado el tentáculo, nada menos que una CANON XF405 4K UHD 60P . Una dual pixel. La grabación empezaba nada más sonar el timbre. Ella entró — el plano era de seguimiento de cámara al hombro. Héctor solo llevaba unos calzoncillos Kelvin Klein negros. Fue escrutada con ojos voraces, al mismo tiempo que daba la vuelta alrededor de ella. Al volver al inició de su giro, es decir la cara, la morreo a lengua al mismo tiempo que cogía sus nalgas fuertemente. La hizo pasar al baño. El encuadre se mantenía fijo en la puerta. Salieron, ella desnuda. Le dijo que caminara, y así de esta manera fue exhibida delante de sus tres amigos. Héctor por la espalda le cogió los pechos, eran de pezón oscuro, algo caídos y los bamboleó arriba y abajo, también hacía los lados. En el cameo que tuve con ella no pude observarla bien debido al tiempo limitado; era una mujerona con curvas, solida, muy vertical. El cámara enfoco el centro del estudio, en el cual había una cama improvisada. Entró ella y Héctor en plano general. Ella sumisa obedeció sin remilgar a ponerse a cuatro patas, la intención no era otra que mostrar su parte posterior. Héctor le abrió las nalgas y quedo a la vista un gran coño, después abrió la parte superior de sus nalgas para ver el orificio rectal. Se oyeron comentarios varios: “hembra potente”, “usable”, “vaya rajota” “para darle pollazos”. Héctor hablo a cámara diciendo: “es evidente que es una hembra usada en todas sus variantes y, como anfitrión me toca abrir el espectáculo ¡¡Que empiece la función!! — al mismo tiempo que se quitaba sus Kelvin Klein.

Héctor ya llevaba empalme notable, su gran polla apuntaba al techo. La tumbó en la cama hasta que la cabeza quedo colgando. En esa posición le folló la boca. Ella babeaba, se atragantaba, sus ojos estaban llorosos. Héctor se incorporó y le pidió posición de perrito, alineó su polla al coño y embistió con precisión. El embate sonó como un latigazo, y otra vez, y otra. Empezó mete sacas. Ella jadeaba, ronroneaba, susurraba. Héctor saco su polla, bajo la posición de ella y le escupió de forma sonora en su ano. Embistió con ganas, aunque la polla había quedado a medio conducto. En el plano posterior le fue lanzado un bote de vaselina. Le abrió el culo y la unto. Metió dedo, miraba con ojos febriles de loco. Volvió a incorporarse y está vez si entró toda. Ella emitió un sonoro aullido, fue bombeada, su moño era agarrado y tenía que arquearse. Recibió descarga en la boca, incluso después de lechar, Héctor mantuvo su polla un buen rato dentro, asegurándose que había tragado. Se pudo oír el glup, glup gutural de ella. Héctor se levantó y dijo: “prosigan”.

Fue follada su boca por el siguiente, para después ser follada en doble penetración por los otros dos restantes. En la DP el plano dejaba ver como era ensartada, por el coño y culo; los machos llevaban calcetines negros, ambos se corrieron en cara y boca. En el plano se veían cuerpos sudorosos., pollas que goteaban; de las comisuras de los labios de ella salían hilillos de semen. La sonoridad de los planos era excelente, los ohhh, ufff, mmm; se oían los bombeos de los mete sacas; la dificultad de la doble penetración, en la cual ella no boteaba encima de la polla y tuvo que ser el de abajo que tuvo que dar pollazos para arriba, en combinación en cada tacada con el que la enculaba: arriba arqueo y tacada en coño, para después el que usaba el culo metía sablazo seco y sonoro. En el plano final el cameraman hizo primeros planos ella tendida con la cara lefada y su zona anal se mostraba muy dilatada. Respiraba jadeante pero acompasada, como quien ha disfrutado. Hubo un corte en la filmación, el piraña que había estado con la cámara quería su ración ya que entró en plano. Llevaba buena empalmada, se tiró con ganas sobre ella y la pistoneó en misionero, emitía rugidos, ronroneos; ella con las piernas abiertas. Metía su polla a full, mete sacas rabiosos, embestía como un toro. El plano mostraba como en cada empujón sus huevos boteaban en el coño. El momento se volvió eléctrico, el piraña empezó a convulsionar como si recibiera descargas eléctricas, la metía profunda; un ronco ohhhh y su inmovilidad mostraron a las claras que se había corrido dentro. Estuvo un rato con la polla dentro, silencioso mirando al frente, después mostró su cara de alivio; aún con la polla clavada se vio salir bastante líquido: había meado dentro de ella. Cuando se levantó quedo demostrado, salió meado mezclado con lefa. Se oyeron comentarios entusiastas “que cabronazo” “el puto amo”…

En un original plano con letras a pie de pantalla que anunciaban “fin de la primera parte” se la veía a ella en la bañera sin agua, por el lateral de la pantalla se veían unos testículos y una polla algo semiflacidas que iban orinando sobre ella. En cada polla que meaba sobre ella rezaba a pie de pantalla el siguiente texto:

Héctor: 23 cm (en empalme)

Santi: 15 cm (en empalme)

Santos: 13 cm (en empalme)

José: 14 cm (en empalme)

Sebas (alias piraña): 18,3 cm ( en empalme)

Abrí el otro archivo de video que ponía 2 parte. En ella se la volvía a ver a ella. De pie vestida con sus pantalones de chándal y su camiseta pero, con la singularidad que le habían recortado en la camiseta los dos pechos, los cuales le salían por los agujeros. Y por su parte baja, en la zona vaginal y anal un recorte igual. En un primer plano del móvil de Héctor (Samsung Galaxy S9) anunciaba vía chat una quedada de “Dogging” en un parque cercano.

En la siguiente escena (ya usando flash incorporado de la video cámara) estaban Héctor y ella, al fondo se apreciaban luces. En ésta, en breves escenas o flashbacks se mostraba como mamaba, era follada apoyada en el coche o, ambas variantes, es decir, follada y mamada, siempre con los pantalones de chándal y la camiseta recortada. En el final del video pude observar una panorámica del bloque de pisos donde vivo, después ella es enfocada cuando sale del coche (Ford Focus, el modelo de 5 puertas). Su cara tiene semen reseco, de su boca salen chorretones de semen; su camiseta con los pechos recortados igual, todo manchado; cuando da la espalda por sus pantalones se ven chorretones húmedos de semen. A pie de pantalla salen las correspondientes letras: “12 mamadas, 5 empotres vaginales, 1 enculada y otro intento de encule (no pudo ser, su zona anal estaba saturada). Fin. Y aquí se acababa el video.

Quedé asombrado y fascinado. A la mañana siguiente el conserje era todo cotilleo “vino que apestaba a macho” “y si vieras… como…” “los sacamos por inmoralidad”.

Han pasado dos meses y tras un cursillo práctico de cocina, junto con mi pareja estamos cocinando para cenar.

 

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