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Tiempo de lectura: 8 minutos

Estaba salido caliente y duro como el pico de una plancha, pero ese parecía mi estado habitual. Con diez y ocho bien cumplidos y sin haber mojado nunca el churro quien puede culparme.

En ese momento me hubiera follado casi a cualquiera y en muchos de mis momentos mas depravados dejado follar por casi cualquiera. No estaba mal del todo, alto, delgado, moreno, depilado, hacia ejercicio. Pero no me había comido un colin.

Claro que no pensaba que las cosas podrían salir así. En el adosado de al lado se vino a vivir un matrimonio de unos treinta y con un niño pequeño, Marta y Alex. Como yo les caía bien a ellos y al crio empezaron a contratarme para que se lo cuidara cuando ellos salían juntos. Aunque no es muy normal un chico babysitter.

Verano caluroso y con poco que hacer, yo me ganaba algún dinero por algo que no me costaba mucho. Aprovechaba para repasar, leer o ver cosas en el móvil. El crío era un encanto y tampoco me costaba trabajo mantenerlo entretenido.

De vez en cuando salían de fiesta o con amigos y yo me quedaba en su casa hasta que volvían. Una noche leyendo con una pequeña luz en la habitación del niño junto a su cuna les oí llegar de una cena a la que habían asistido.

Marta se había puesto un vestido corto muy sexi, con un gran escote en uve que le bajaba entre los cónicos y duros pechos hasta casi el ombligo y Alex una camisa y un pantalón blancos de lino finísimos y ajustados a su musculoso pecho y muslos.

Estaban bien buenos los dos. Ya les había visto a ambos con menos ropa, en bikini y bañador tomando el sol en su césped, o a él sin camisa en una tarde de calor.

Pero aquella noche arreglados y ella maquillada y con un recogido de peluquería, podrían haber seducido a cualquiera. Los había visto y admirado antes de que se marcharan y yo me hiciera cargo de la casa. Incluso me atreví a echarles un piropo:

– ¡Que guapos estáis!

– ¡Bah! Esto no es nada.

Pensando que yo estaría dormido pasaron por el jardín besándose con ansia. Metiéndose mano y magreándose, sin saber que yo estaba viéndoles por la ventana. Se me puso dura de inmediato estaba viendo un espectáculo porno en vivo.

No podía dejar de mirarlos, como él bajaba los tirantes del vestido desnudando sus tetas cónicas y duras, sin sujetador, y lamiéndolas con ganas. Marta le abría la camisa y le chupaba las axilas y todo el pecho y yo me tocaba la polla a la vez.

Todo eso en medio del jardín cuando aún podía verlos algún vecino trasnochador, incluidos mis padres desde su dormitorio. Subieron las escaleras riéndose y haciendo más ruido del necesario y suponía que sin dejar de meterse mano.

Cuando pasaron delante de la puerta del dormitorio en el que yo estaba, en el segundo piso, me hice el dormido en el sillón. Ellos se asomaron, casi en silencio, para ver como estábamos y siguieron hacia su dormitorio.

De inmediato volví a asomarme esta vez a la puerta de la habitación, desde donde si dejaban la suya abierta podría verles. Tenían tanta prisa que se olvidaron de cerrarla.

Para entonces Alex ya se había apoderado del tanga de su mujer. Estaba apoyada con los antebrazos en la pared, dándole la espalda y levantando el culito respingón.

Él le bajaba la reducida prenda de encaje por sus largos muslos. La sacaba por sus pequeños pies aún calzados con unos enormes tacones y se lo llevaba a la nariz sosteniéndolo en su mano.

En ese momento me hubiera encantado hacerme yo con esa prenda y poder oler el aroma de esa bella mujer. Besaba sus duras nalgas metiendo la cabeza bajo la corta falda. Aún arrodillado tras de su firme culito él mismo se libró de la camisa dejándome ver su musculosa espalda.

Marta se limitó a ponerse a cuatro patas en el borde de la cama y echarse la falda por encima de la espalda. Ni se había quitado el vestido. Solo pude ver su maravilloso culo un segundo pues enseguida Alex se adelantó para lamerlo y me lo ocultó.

Por la forma en que ella gemía debía estar comiéndole el culo y el coño. A la vez que él se bajaba los vaqueros y un pequeño y ajustado slip. Le costó sacarse esas prendas por los pies sin perder el equilibrio ni separar la lengua del ano de su mujer. Pero lo consiguió. No perdían el tiempo. Habían venido muy calientes.

Ahora el trasero que veía era el de él, duro y respingón moviéndose rítmicamente mientras la penetraba. Me pareció un bonito culo y era la primera vez que veía uno de chico en vivo, fuera del porno. La sujetaba por la cadera acariciando su espalda con ternura mientras aceleraba sus embestidas llevados por la excitación.

No pude evitar sacarme la polla, agarrarla y moverla con fuerza apoyado en el marco de la puerta para no derretirme hasta el suelo. Nos corrimos los tres prácticamente a la vez pero ellos lo hicieron juntos y mis trallazos terminaron sobre el suelo del pasillo.

Marta despeinada a esas alturas, algunos cabellos se habían salido del recogido, estaba aún más hermosa. Se bajó el vestido que tenía en la cadera, se colocó los tirantes y sin tanga volvió hacia las escaleras para bajar a la cocina. Pasó de nuevo ante mi puerta.

Volví al sillón con prisa, pero por la rendija de la puerta y con los ojos entrecerrados, la vi pararse a tocar la mancha de mi semen del suelo, olerlo y sonreír. Vaya, me había pillado. Sin decir nada ni molestarse en limpiarlo siguió hacia abajo.

Alex solo con el slip ajustado que se había vuelto a poner, vino a ver al niño y a echar una manta ligera sobre mí que me hacia el dormido. Por los ojos entrecerrados miraba su torso desnudo con ganas de lanzarme y lamerlo y chupar sus pezones pequeñitos y oscuros.

No sé que hubiera dado por unirme a ellos en su cama de matrimonio. Pero no me atreví y aunque al menos ella se había dado cuenta de que les había visto no lo plantearon todavía.

Cuando ella regreso por las escaleras venia desnuda del todo, había dejado su vestido en el cuarto de la lavadora. Justo ante mi puerta dio un gracioso giro completo. Sospecho que con la intención de que ambos viéramos la belleza de su cuerpo desnudo. Reuniéndose con él en el pasillo donde volvieron a abrazarse.

Ante mis ojos entrecerrados él le agarró el duro culito como si temiera perderlo y empezaron a darse saliva cantidad. Podía ver perfectamente como sus lenguas se cruzaban y lamían. Esta vez fueron ellos los que habían dejado mi puerta abierta del todo adrede.

Los pies descalzos de ambos estaban pisando mi lefa. Marta empezó a bajarle el slip sacándolo de sus duras nalgas sin dejar que se moviera del pasillo. Parece que por fin Alex se dio cuenta de sus intenciones y colaboró con ella dejándose desnudar.

Mientras se esforzaba por bajar el gayumbo por los muslos tenía que irse agachando hasta quedar de rodillas a sus pies. Con la polla aún flácida frente a su preciosa carita. La acariciaba con la mano y le daba besos suaves en el glande. Giró el rostro hacia mí y con una pícara sonrisa me dijo:

– ¿Vas a seguir mirando? o ¿te vas a unir?

Alex también se giró hacia mí sonriendo y haciéndome un gesto con la mano. La manta cayó a mis pies descalzos. En ese momento yo era el más vestido de los tres. Me levanté como hipnotizado para seguir sus dos culos desnudos hasta la cama.

Por el pasillo me fui sacando la camiseta que tiré al suelo al entrar en su dormitorio. Me esperaban junto a la enorme cama y se pusieron uno a cada lado. Sin decir nada, como si se hubieran puesto de acuerdo empezaron a besarme el cuello. A acariciarme el pecho, pellizcando cada uno de mis pezones.

Mis bermudas cayeron al suelo por el peso de lo que llevaba en los bolsillos en cuanto uno de los dos soltó el botón. Como no tenía nada debajo mi polla saltó dura de nuevo. Libre, apuntando al frente. Una mano se apoderó de ella de inmediato mientras otra agarraba mi nalga.

Giré la cabeza para besar a Alex que enseguida me dio su lengua. Quería hacerle saber que él me atraía tanto como su mujer. Pero la mano que tenía a ese lado fue directa a por la vulva, y la del otro lado a coger la polla que ya estaba otra vez bien dura.

Exploraba con suavidad sus cuerpos, los primeros de los que podía disfrutar. Ella me empujó con suavidad a la cama. Estaba claro que ellos también querían disfrutar de mí. Quedé boca arriba y a su merced.

Lentamente comenzaron a recorrer toda mi piel con sus labios, sus lenguas y sus dedos. Del cuello a los pies sin dejarse nada, los hombros, los brazos deteniéndose en la cara interna del codo. Lamiendo las axilas, todo el pecho y el vientre.

Bajando por las piernas hasta que cada uno se puso lamer uno de mis pies los dedos incluidos. Chupándolos de uno en uno. Y yo no tenía que hacer nada más que sentir. Sentir el placer en cada una de mis terminaciones nerviosas, incluso cuando intentaba acariciarlos me decían:

– Tranquilo tememos toda la noche para que tú nos explores y disfrutes.

Y seguían torturando cada uno de mis nervios con la caricia de sus dedos y la humedad de sus lenguas. En un momento dado Alex sujetó mis tobillos y levantó mi culo del colchón sujetándome con fuerza.

Marta estaba entre mis piernas, no tenía muy claro lo que pretendían hasta que la lengua de la chica se clavó en mi ano. No sé si mis padres en el chalet de al lado llegaron a oír el gemido que se me escapó en ese momento.

Marta se dedicó a pasar la lengua por toda la raja de mi culo hasta llegar a mojar mis testículos con su saliva. Y a clavarla sin piedad en el ano como si me follara con ella. No contenta con eso también usó uno o dos dedos para penetrarme. No estaba yo por entonces para matemáticas.

Alex en esos momentos tenía las manos ocupadas. Sujetaba mis piernas para que me cayera sobre el colchón, arrodillado por detrás de mi cabeza me dejaba en la posición perfecta para hacerme con su polla que estaba justo sobre mi cara.

No desaproveché la ocasión y conseguí pasar la lengua por sus depilados huevos. E incluso metérmelos en la boca. Para acallar su propio grito lo que hizo fue meterse mi pie en la boca y ponerse a chuparme el dedo gordo. Con tanta estimulación, les avisé de que si seguían así terminaría por correrme.

Así que bajaron mi espalda dejándome recuperar la horizontalidad. Pero no me dejaron nada más. Marta según estaba no le costó subirse encima de mí y poco a poco introducir mi polla en su coñito depilado.

Fue como meterla en un horno húmedo y caliente, apretado, que me la exprimía. Algo que nunca había sentido pero que tenía muy claro que tenía que repetir mucho en el futuro. Se apoyó en mi pecho para moverse mejor acariciando mis pezones en todo el proceso.

Alex también se subió sube mí, sobre mi cara, poniendo su culo en mi boca. Tenía claro que tenía que devolver lo que Marta me había hecho a mí. Separé sus nalgas con mis manos, sujeté el culo por encima de mí cabeza.

No tenía ningún problema para ello, así que saqué la lengua y me puse a comer ese ano como si lo hubiera hecho toda mi vida. De los huevos a la espalda y mordisquear la nalga, lamía todo lo que podía alcanzar. Ellos se besaban y daban saliva cantidad y me daba cuenta de ello porque parte de ella acababa en mi vientre cayendo desde sus bocas.

Todo lo que estaba pasando, todas las sensaciones me llevaron al orgasmo más intenso de toda mi vida. Me corrí en el coño de Marta gimiendo. Sujetando el culo de Alex con las manos, sobre todo para que no me ahogara.

Debía tomar precauciones porque no le importó y creo que ella se corrió poco después aún con mi rabo dentro, pero ya perdiendo dureza.

Quedaba Alex y yo sabía donde quería correrse. Y en esa noche loca estaba dispuesto a darle a él mi otra virginidad. Ellos cambiaron lugares y a mí no me dejaron ni moverme.

Fue Marta la que ahora sujetaba mis tobillos levantando lo suficiente mí pandero de la cama para dejarle a él una postura cómoda. Y ella la que puso su coñito sobre mi boca para que se lo comiera y le diera más orgasmos.

No vi de donde sacó el lubricante, pero tuvo que ponérmelo y en su polla porque no me dolió apenas. Pronto apoyó el glande en mi ano y empezó a abrirse camino en mi interior.

Yo al principio soplaba y bufaba. Lo hacía en los labios de la vulva de Marta aguantado la penetración. Luego cuando empezó a moverse adelante y atrás yo empecé a chuparle el coño lamiendo sus jugos y mi propio semen que rezumaba.

Estaba siendo un estreno espectacular, nunca habría soñado con algo así, pero como lo estaba disfrutando. Sabía que Alex se correría dentro de mí y quería que lo hiciera, quería su semen en mi interior.

Eran como un solo ser, perfectamente coordinados para darme placer y recibirlo de mí. Creía que podía notar como me llenaba de lefa, las votaciones de su rabo, no lo sé, puede que fuera solo la ilusión de que lo hiciera. Cuando sacó la polla de mi ano la mía había vuelto a endurecerse.

No podía ni creerlo pero ahí estaba dura, apuntando al techo. Con amplias sonrisas decidieron que no querían desperdiciar algo así. Los dos se pusieron junto a mi cadera, a ambos lados.

Se pusieron a chuparme, mientras una se dedicaba a lamer mis huevos el otro se metía mí glande en la boca y al rato se cambiaban los lugares. Habían dejado los culos orientados hacia mi cabeza y desde luego que aproveché para seguir acariciándolos. Mis pulgares entraron en sus anos mientras el resto de los dedos acariciaba la polla o el coño.

Ya no pararon hasta que me corrí, sus lenguas recogieron mí semen y lo cambiaban entre sus labios en un beso lascivo.

– ¡Eh! que yo también quiero.

Se giraron hacia mí para que el beso con toda mi lefa fuera entre los tres esta vez. Saqué la lengua lamiendo sus caras, sus lenguas sus labios. Y cuando quedamos satisfechos se limitaron a tumbarse cada uno a un lado. Apoyaron las cabezas en mis hombros con los suyos encajados en el hueco de mis axilas.

Quedándonos dormidos hasta que el niño nos despertó unas horas después y Alex tuvo que levantarse a atenderlo.

Repetimos aquello varias veces incluso con algún invitado más, amigos suyos o míos dispuestos a disfrutar. Solo era pasarlo bien desde luego y como nos gustaba.

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