Mis narraciones, como lo habrán notado, no son sucesos aislados sino que uno es la continuación del otro porque de esa manera se fueron dando las cosas y en esta ocasión me sucedió algo completamente diferente.
De nuevo de vuelta en el mismo escenario donde había terminado mi anterior experiencia, Damaris había decidido hacer algo en sus ratos libres y tomó un curso de estética integral y belleza y hacía poco había aprendido a hacer cortes de cabello, arreglo de uñas y depilaciones y ya tenía unos pocos clientes y me convenció para que la dejara practicar conmigo arreglo y decoración de uñas. A mí nunca me habían hecho un procedimiento de esos y dudé un poco pero insistió e insistió hasta que tuve que ceder.
Dijo que me haría un arreglo de manos y pies con aplicación de esmalte transparente. Me pareció que no era muy indicado para mi pero al final la dejé, al fin y al cabo nada tenía que perder. Cuando terminó me sentía un poco extraño viendo todas mis uñas brillantes, pero me pareció que se veía bien. Según ella yo tengo manos y pies bien cuidados y son bonitos pero con el arreglo que me había hecho se veían mucho mejor, incluso pidió la opinión de sus hijas quienes estuvieron completamente de acuerdo con ella. Hasta bromearon diciendo que debería hacerme decorados de mujer con florecitas y diseños y apostaron a que no era capaz de ir así a la tienda del barrio haciéndome pasar por homosexual.
Al principio me negué rotundamente pero entre risas y viendo que me había puesto nervioso subieron la apuesta y al final después de pensarlo varias veces acepté el reto pues al fin y al cabo allá nadie me conocía. El reto era llegar hasta la tienda vestido con ropa de mujer que ellas mismas me prestaron y comprar alguna cosa, entonces Damaris me aplicó una base roja para resaltar y un arreglo de florecitas y mariposas en manos y pies, y para hacer bien el papelón me colocaría un poco de maquillaje, una minifalda colegial suelta y muy corta, una peluca y una camisa pequeña. Ya eran las 5 pm y la dichosa tienda quedaba a unos 200 metros de la casa. Luis estaba durmiendo y las hijas me seguirían a una cierta distancia para ir mirando el vergonzoso espectáculo y burlándose todo el camino.
La calle estaba más bien sola. Durante el recorrido de ida aguanté un par de silbidos y un piropo de mal gusto por ahí. Después de unos minutos que me parecieron una eternidad llegué a la tienda y allí se encontraba un señor mayor tomándose una cerveza fría sentado a una mesa y escuchando música. El local era muy pequeño, solo había lugar para la mesita, dos sillas y la persona que entraba a hacer sus compras. En ese momento me llené otra vez de nervios y dudé de continuar con el juego pero las chicas estaban cerca pendientes de todo lo que pasaba, y ya entrado en gastos y mas nervioso que antes decidí continuar.
Respiré profundo y entré despacio y un poco atemorizado al local. No había nadie tras el mostrador pero el viejo ya me había echado el ojo desde el momento que aparecí ahí. Tendría unos 65 o 70 años, de piel morena oscura, casi completamente calvo con unas pocas canas a los costados, tenía bigote, una barriga redonda y voluminosa y tenía puesta una camisa vieja de manga corta a medio apuntar, un pantalón verde en dril desgastado y unas sandalias de cuero. Estaba solo, me miró de pies a cabeza y me dijo algo así como: “Uff, que hermosa estás mamacita, así es como me gustan bien arregladitas y lindas…” Me asusté y volví a mirarlo un poco angustiado, él me estaba guiñando un ojo y me dijo: “Mami porque no me regalas un besito…?”
Como el local era muy pequeño, yo me encontraba de pie justo al lado de su silla. Dije “Buenasss…” para llamar al tendero y en ese momento sentí una mano gruesa y pesada que me tocó la parte trasera de la pierna un poco encima de la rodilla y subió por debajo de la minifalda hasta agarrarme una nalga. Yo tenía puesto un calzoncillo tipo tanga y mis piernas son lampiñas. Quedé bloqueado del susto y con el corazón a mil y no sabía qué hacer. El viejo mientras tanto seguía manoseándome el culo y ya me estaba metiendo los dedos entre el calzoncillo y tocándome la raya mientras con la otra mano se tocaba la verga por encima del pantalón. Como pude reaccioné y suavizando un poco la voz y siguiendo el juego le dije que esa no era la forma de tratar a una dama.
Se disculpó y se puso de pie y tomándome de la mano me dijo: “Que vas a llevar amor…?
Resultó ser que él era el dueño de la tienda, nada más y nada menos. Medía quizás 1,70 metros, un poco más alto que yo. Cuando me di cuenta ya había puesto mi mano sobre su pantalón y pude sentirle la notoria erección que ya tenía.
Pedí algunas cosas, lo primero que se me ocurrió pues realmente no necesitaba llevar nada, todo era solo por hacer un juego y ganar una apuesta. El viejo colocó las cosas sobre el mostrador y me dio la cuenta, y también me dijo que si no tenía dinero podría pagarle de otra manera. La verdad yo ya me encontraba también un poco caliente con el jueguito y entonces decidí seguirle las intenciones. Miré para afuera y las chicas estaban en la acera de enfrente viendo todo y riendo a toda carcajada. A estas alturas era evidente que ellas sabían que el tendero era gay activo y por eso me tendieron esa trampa.
En mi vida yo había tenido un par de experiencias íntimas con otros hombres pero no pasó de un simple sexo oral, y ahora me encontraba a punto de volver a vivir esos momentos con un hombre que fácilmente podría ser mi abuelo.
No lo pensé mucho y acepté pagarle como él me dijera, entonces cerró la puerta para que no fuera a llegar nadie y se acercó y abrazándome me besó. Cerré los ojos y lo dejé que me hiciera lo que quisiera. Resultó ser un experto para besar, mientras me comía la boca con su lengua me cogía el culo a dos manos y me restregaba la verga en el abdomen.
Se desabrocho el pantalón y se bajó el calzoncillo a media pierna y su pene dio un salto por la erección. Me tomó de los hombros y me hizo bajar para que se lo mamara. Cuando llegué abajo, oh sorpresa!
El tipo estaba bien dotado, tenía un arma enorme, como de 18 o 20 cm, venoso, cabezón y gruesito. Tenía también mucho vello púbico como yo, pero éste ya tenía bastantes canas y unos huevos enormes y peludos que difícilmente me cabían ambos en una sola mano.
Le sujeté el pene desde la raíz con la mano izquierda y empecé a lamerle esos enormes y peludos testículos. Olía a macho y eso me gustó. Después empecé a lamerle el pene desde la raíz hasta la cabeza y ya luego me dediqué exclusivamente a chuparle y lamerle el glande con la lengua y los labios. Mientras tanto el viejo bastante excitado me decía cosas como: “Si perrita, sigue así, me encanta como te la comes… Ahh putita, como lo mamas de rico”
El tipo aguantó la mamada que le estaba haciendo más o menos por 15 o 20 minutos hasta que no pudo más y con unos gemidos eyaculó. Fueron como 4 o 5 chorros de semen que expulsó directamente en mi boca mientras me agarraba la cabeza con ambas manos, pero eran chorros grandes. Lo noté porque cuando me sacó la verga de la boca la sentí llena y subí la mirada para verlo a los ojos mientras le mostraba su semen en mi boca abierta, enseguida la cerré y me lo tragué. El tipo quedó enamorado y yo terminé con algunos pelitos enredados en los dientes y debajo de la lengua.
Después de la acción quiso que conversáramos un poco, me dijo que le encantaban las pasivas como yo, me preguntó mi nombre, que de donde era yo porque no me había visto antes por esos lados y que donde estaba viviendo y cuantos días más me iba a quedar, me preguntó en que trabajaba, que estudiaba, que cuanto tiempo llevaba siendo homosexual y me pidió que le diera el número de celular para seguir en contacto. Yo le respondí todas sus preguntas y le di mi número para que me llamara al otro día.
Una media hora después nos despedimos con un beso y yo salí de ahí con todas las cosas que había pedido antes. Las chicas ya no estaban así que tuve que regresar solo a la casa. Caminé con prisa porque ya deseaba llegar a la casa y cerrar pronto ese capítulo. En el camino un tipo me dijo algo y yo le respondí lanzándole un beso al aire.
Habría trascurrido poco más de una hora desde que salimos de la casa y cuando regresé estaban ellas ahí en la sala. Menos mal Luis no estaba en ese momento. Enseguida me cayeron encima con su cuestionario de preguntas interminables sobre que había pasado con el viejo, jajaja. Lo primero que hice fue quitarme esa ropa y lavarme la cara y ahí si empezamos a conversar.
Les reproché que ellas sabían que el viejo era un homosexual activo y aun así me hicieron ir hasta allá vestido de mujer, y se burlaron. Palabras más, palabras menos les conté sin tapujos lo que había pasado y ellas al principio no me creyeron, ya después lo tomaron normal. En tono jocoso cobré mi apuesta y me acosté a descansar.
Al otro día Efraín (así se llamaba el viejo) me llamó para saludarme y preguntar cómo estaba y preguntarme si podía pasar más tarde por su casa. Le dije que no pero que en esos días volvería. Damaris me preguntó si de verdad volvería a ir a verme con él y le dije que sí, que porque no? Al fin y al cabo había resultado ser una experiencia deliciosa y lo había disfrutado.
Efraín siguió llamándome y llamándome y al tercer día decidí volver. Me pidió eso si que fuera vestido como toda una nenita y que me colocara algo de ropa íntima sexy, así que antes de ir con él pasé al centro y en un sex shop compre unas tangas y un brasier de transparencia y encaje negros, unas medias de malla y un lubricante en gel.
Damaris me presto una camisa escotada y otra minifaldita de prenses tipo colegial. De repente me estaba gustando ese juego de asumir un rol de nena. Ese día por la mañana Damaris me volvió a hacer un nuevo arreglo de uñas, esta vez de un tono rosado y flores blancas. En la tarde me di una buena ducha, me coloqué la ropa que había comprado y la que Damaris me había prestado, me maquillé el rostro, me apliqué un perfume de ellas, me puse unas sandalias y la peluca, agarré una carterita y salí.
En mi papel de homosexual me sentía toda una diva y salí a la calle con mucha determinación, total en ese lugar nadie me conocía, aunque esta vez no me crucé casi con nadie en el camino. Recorrí con rapidez los 200 metros que había hasta su casa y entré.
Eran mas o menos las 6:30 pm y él ya me estaba esperando hacía rato, se emocionó al verme, me saludó de beso y cerró la tienda.
Fuimos a su cuarto, nos sentamos al borde de la cama y nos besamos un buen rato y él se desnudó. Le hice un poco de sexo oral para ponerlo mas caliente y sentí que tenía la verga más dura y quizás un poco mas grande que la primera vez. Entonces miré la mesita y vi que se había tomado un viagra de los de 100 porque había dejado el sobre vacío y un vaso de agua casi a terminar y entendí que esa noche iba a ser larga.
Colocamos música romántica y empecé a hacerle un show bailando sugerentemente y colocándole el culo cerca de su cara o de repente sentándome encima de él. No sé como me deje llevar hasta ese punto pero me estaba sintiendo toda una hembra y ya no había vuelta atrás. Esa noche perdería la virginidad.
Poco a poco fui haciéndole un strip tease y excitándolo lentamente hasta quedar en tanga y brasier, entonces él se acercó y me abrazó y me empezó a besar nuevamente. Es difícil explicarlo pero su bigote me hacía sentir cosquillas. Mientras tanto me iba manoseando todo, las piernas, el culo, la espalda, los brazos.
Nos desnudamos y nos acostamos en la cama de lado yo dándole la espalda y mientras me besaba el cuello, se aplicó lubricante en la mano derecha y me empezó a dilatar metiéndome primero uno y después dos de sus gruesos dedos. Los metía y los movía adentro y yo sentía delicioso y en ese momento le conté que era virgen y más se emocionó.
Después de estar un rato así me hizo levantar para ponerme en 4 sobre el borde de la cama, abriendo al máximo las piernas y agachando la cabeza, me dijo que no me asustara porque me iba a tratar como a una princesa pero que si me dolía podía morder la almohada.
Ya en esa posición no podía verlo pero si sentí como me agarraba el culo a dos manos y me lo comía con esa lengua deliciosa que me daba tanto placer.
Enseguida se levantó, volteé un poco la cabeza para verlo y lo vi que se estaba colocando lubricante en la verga, volví a mirar hacia adelante y esperé.
Mientras miraba la pared, sentí su mano izquierda agarrándome de la cintura y la punta de su pene tocando mi agujerito, en ese momento cerré los ojos y apreté los labios y sentí como empujaba su cuerpo hacia mí y como poco a poco mi resistencia fue cediendo y como él iba entrando lentamente en mí.
Ya me agarraba la cintura con ambas manos y no dejaba de empujar, afortunadamente estaba dilatando bien porque no sentí mayor molestia pero ese momento se volvía eterno y esperé.
Muy pronto ya había empezado con el mete y saca, mete y saca y podía oírlo gemir de placer. Tenía la verga durísima, lo podía sentir. Yo me sentía literalmente atrapado sin poder escapar a ninguna parte aunque en realidad también lo estaba disfrutando.
Supe que me tenía penetrado al máximo cuando empecé a sentir sus enormes huevos golpeando mi culito, sentía un poco de incomodidad como ganas de ir al baño pero no quería parar y él seguía y seguía penetrándome sin detenerse, y esta vez tardó 35 minutos en venirse, lo supe porque había visto la hora en el celular, 35 minutos taladrándome el culo y yo disfrutando sentir como abría mis entrañas y se apoderaba de mí.
Finalmente empezó a gemir y supe que ya iba a eyacular. Me agarró firmemente de la cintura con ambas manos, me la clavó toda hasta el fondo y entre sus gritos de placer empecé a sentir sus palpitaciones sabiendo que literalmente me estaba preñando y me estaba haciendo su mujer. Lo admito, fue algo delicioso y sublime. Quien se iba a imaginar que un hombre quizás 40 o 45 años mayor que yo y que hasta podría ser mi abuelo me estaba haciendo sentir toda una hembra y yo lo estaba disfrutando?
Después de terminar esperó un par de minutos antes de sacármela, quizás mientras se le desinflamaba un poco y yo podía sentir aun como le palpitaba dentro de mi culo pero ya eran palpitaciones secas porque todo su juguito delicioso me lo había inyectado bien adentro.
Al fin la sacó, despacio para no lastimarme más, ya su pene le colgaba aunque todavía estaba algo hinchado. Fue al baño, mientras tanto yo que me había pasado los dedos para tantear el tamaño del agujero que me había quedado, me recosté en la cama apretando las nalgas y cruzando las piernas para evitar que el semen se saliera. Quería saber cuánto tiempo podría permanecer adentro de mí.
Efraín salió del baño, fue a la cocina por algo de comer, cenamos en la cama y nos acostamos a ver tv mientras nos quedábamos dormidos.
A la mañana siguiente se había levantado temprano y se había tomado su segunda dosis y cuando yo desperté a eso de las 7 am, él estaba a mi lado recostado sobre la cama con una enorme erección masturbándose y preparándose para la segunda ronda. Me levante al baño, cepille mis dientes y me senté a evacuar. Entre mis desechos pude ver enredados algunos rastros de semen. Me limpié cuidadosamente el ano con agua y volví con él. Me senté a su lado y empecé a ayudarlo a masturbarse mientras hablábamos de la noche anterior.
Después de unos minutos me acosté de nuevo en la cama, boca arriba y abriendo mis piernas en una posición de misionero. Efraín se ubicó allá abajo y se aplicó lubricante para penetrarme de una vez. Enseguida me tomó por los tobillos, lamió mis pies y me chupó los deditos y luego los colocó sobre su pecho que era tan velludo como su verga y esa sensación de sentir esos pelitos en mis plantas era tan deliciosa como caminar descalzo en una alfombra. Luego puse los pies sobre sus hombros para que me pudiera penetrar a sus anchas. Unos minutos después esa posición se había vuelto incómoda para mí y baje los pies rodeando su vientre con las piernas por debajo de sus brazos en una posición más cómoda para mí. En esa pose la penetración era profunda, a la vez que podía abrazarlo con los brazos y las piernas, y su gran barriga podía descansar sobre mi cuerpo y de paso podíamos besarnos mientras me la metía y me la sacaba rítmicamente. Indudablemente un enorme placer.
A veces paraba para descansar un rato pero sin sacármela, luego volvía a empujar y sacar. Una media hora después empujó con fuerza y dejó de moverse y volví a sentir las pulsaciones en el culo sabiendo que me estaba preñando nuevamente. Después de terminar volvió a esperar un rato antes de sacármela y entonces le pregunté la razón, me dijo que allá era como una costumbre generalizada que el hombre esperara un rato antes de retirar el pene de la hembra después de eyacular, que ellos tenían la creencia que así había mas posibilidades de que la mujer quedara embarazada. En fin, costumbres de la región.
Después de descansar un rato nos duchamos juntos, él por supuesto se encargó de asegurarse que mi culo quedara bien limpio lavándolo el mismo con sus propias manos pasándome el jabón, y yo me asegure de que su rica vergota quedara muy limpia también. Al salir del baño le pedí que me dejara acariciarle una vez mas esos enormes huevos y él accedió recostándose en la cama con las piernas ligeramente abiertas. Los besé y los acaricié un rato con delicadeza y cariño y hasta le pedí que me dejara tomarles una foto para conservar ese hermoso recuerdo en mi celular. Eran casi las 11 am y me volví a vestir de puta y regresé a la casa de mis amigos. Lo había pasado estupendo, tanto así que decidí volver a visitarlo diariamente por los 7 días de vacaciones que me faltaban. Fue una cogida diaria por 7 días más, 9 en total contando las dos que habíamos acabado de disfrutar.
El último día fue especial porque sería la última vez en mucho tiempo que nos volveríamos a ver. Nos besamos mucho, le dije que lo había disfrutado bastante y que de todos modos seguiríamos en contacto. Para despedirnos me penetró en la pose de misionero, almorzamos juntos y hacia el final de la tarde tomé rumbo a mi casa en un largo viaje de 22 horas por carretera feliz y bien rellenito y satisfecho.