Decidí viajar fuera de la capital hacia el mar. Quería pasar un fin de semana tranquilo fuera de la ciudad, para poder descansar pues me sentía agotada. Cuando llegué al hotel el sol se estaba poniendo y el atardecer estaba pleno, en su más esplendido momento.
El paisaje invitaba a la paz y a la tranquilidad. Después de recibir la habitación fui hasta el restaurante de la playa para tomar unos martinis antes de cenar. El aire era cálido y la brisa del mar acariciaba todo mi cuerpo. Me sentía plena y relajada, todo era perfecto.
Más tarde en mi habitación me di un buen baño, me vestí y me dirigí hasta el comedor del hotel para cenar. Pedí una ensalada y una copa de vino blanco, desde donde estaba podía ver la maravillosa grandeza del mar y lo imponente del cielo estrellado. Era una noche clara y radiante, se podían ver todas las estrellas.
Cuando terminé de cenar, me retiré y caminé un poco por la playa, luego regresé a mi habitación, vi un poco la televisión y ya se me cerraban los ojos de sueño, así que decidí entregarme a los brazos de Morfeo. Estaba dormida cuando de pronto me despertó un extraño ruido. Parecía como si el viento soplara fuertemente.
Prendí la lámpara de la mesa de noche y quedé estupefacta, de un brinco me senté en la cama al ver a un extraño frente a mí. No era humano, exactamente se trataba de un ser espacial. No era muy alto, pero tampoco muy bajo, tampoco se trataba de un monstruo. Estaba lejos de parecerse al famoso “ET” de la película. Tenía hermosos ojos y su rostro era armonioso, no estaba mal para ser un extraterrestre, porque de eso no había duda.
No sé cuánto tiempo paso mientras nos observábamos mutuamente, como si hiciéramos un exhaustivo examen de reconocimiento. Hasta que me dirigió la palabra y me pregunto cómo me llamaba. Tal vez el paso del tiempo observándolo me tranquilizo, así que respondí y a la vez le pregunté también quien era, de donde venia y por qué estaba allí.
Me dijo que se llamaba “Tentación”, que venía desde otra galaxia y que su misión era tener sexo con un ser humano. Que me había elegido a mí por casualidad. En ese momento sentí mucho miedo pero me dijo que no temiera, que él se encargaría de hacerme sentir un acto supremamente satisfactorio, pleno y excitante.
Se acerco y me acaricio como nadie lo había hecho antes, con solo sentir el contacto de su piel estaba húmeda y excitada. De pronto me beso en la boca mientras acariciaba mis tetas y pezones. Su lengua era algo felina, dúctil, pues cuando chupaba mis tetas además de la excitación sentía en los pezones un cosquilleo absolutamente delicioso. Mi verga, ya erecta, se asomó por entre mis panties blancos calados, hilo dental, entonces el extraño ser la tomo con sus manos y me la chupo intensamente, la succiono con tanta intensidad que me vine una y otra y otra vez en orgasmos indescriptibles.
Luego me quito los panties, me dio media vuelta y sin darme cuenta y cómo si fuera un acto de magia saco su deliciosa verga extraterrestre y me penetro toda. Me vapuleo con su instrumento llevándome por extraños y maravillosos mundos, metiéndomela toda me arrastraba hasta los confines del universo, mientras me penetraba una y otra vez insaciablemente con su verga en mi agujero negro, me hacía ver enanas blancas y gigantes rojas, sentía el grado máximo de excitación y placer y a la vez me paseaba por la vía láctea y el sistema solar.
A la mañana siguiente cuando desperté me sentí como nueva y dispuesta a iniciar nuevamente un contacto sexual extraterrestre.