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Aventura de un día
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Fue un 20 de febrero cuando estaba en el centro comercial buscando una oficina para resolver un problema de pago de servicio público, me dijeron que volviera en una hora. Iba distraída con el teléfono cuando recibí un impacto fuerte que él mismo hombre que me tropezó tuvo que sostenerme para que no cayera al suelo.

Inmediatamente ese hombre ya maduro, alto, canoso, se disculpó, y en ese momento me vio a los ojos, yo a los de él y fue como si de nuevo algo tropezara contra mí.

Se disculpó y yo casi sin poder reaccionar le dije, – No hay problema, tranquilo.

El siguió su paso acelerado, realmente tenía prisa.

Yo seguí hacía un café con mesas y sillas en uno de los pasillos del centro comercial.

Me senté y en breve se acercó un joven mesonero y me atendió. Pedí un café con leche grande. Lo estaba tomando con mucha calma, para disfrutarlo y para también tardar lo más posible hasta que me atendieran en la oficina a la que iba. Distraída con el teléfono tomaba de vez en cuando un sorbo del café, cuando de imprevisto alguien se sentó en mí mesa. Subí la mirada y allí estaba él, aquel hombre que me tropezó.

– Me invitas? -Si claro respondí inmediatamente.

Con una sonrisa extendió su mano y me dijo Miguel, un placer

Yo sonreí y le dije Silari, igualmente

Comenzamos a conversar, me encantó su acento español, recordé a mí primer jefe, mi primer trabajo (un jefe maravilloso y divertido que tuve la fortuna de tener) me dijo que estaba también resolviendo algo allí y que ya estaba desocupado. Así comenzamos a conocernos, a reírnos por cuanta tonterías decíamos y casi olvidaba que hacía allí. Solo quería seguir allí disfrutando de la presencia de este hombre, no obstante dije:

-Por Dios! Es la hora!! Hice un gesto para llamar al mesonero y él inmediatamente me dijo:

-Déjame brindarlo yo para compensar la casi caída que te provoqué.

Pagó el café y se dispuso a acompañarme.

Fui, resolví el problema y al salir, allí estaba esperándome.

Puedo llevarte? Dónde vas? Voy a mí casa.

-Ven, yo te llevo

Me tomo de un brazo suavemente para indicarme el camino al estacionamiento.

Llegamos al carro y mientras abría mi puerta aprovecho la cercanía y me beso, un beso corto como para probar mí reacción, pero yo le ofrecí mis labios y me beso fuerte y apasionado. Termino de abrir y me senté, cerró la puerta y dio la vuelta para entrar…

Me dijo -quieres ir a un lugar donde estemos solos y yo aunque sentí que me subió la sangre a las mejillas, respondí que sí.

Él colocó música y hablamos de trivialidades, reímos de algunas cosas hasta que llegamos a una casa, que ahora entiendo que era su casa. Actuando de la manera más natural conversábamos mientras sentía que mí corazón latía más fuerte.

Abrió la puerta de la casa y una vez dentro me dió la bienvenida con otro beso largo, tomo mí cartera la colocó en una mesita y volvió a mis labios, recorrió con sus manos mí espalda hasta llegar a mis nalgas, luego subió e introdujo sus manos debajo de mi blusa, me ericé cuando sentí sus dedos recorrer mí espalda de abajo hasta arriba y luego sin más, empezó a desabrochar cada botón, viendo los botones con mucha atención, yo lo observaba, me inquietaba su calma, ya mis pezones estaban erizados, los descubrió y apartó a un lado la copa del brasier, solo para observar, luego me volteo y lo desabrochó, me dio vuelta y sentí su lengua suave rodeando mí pezón para luego comerla toda, inmediatamente fue a la otra, yo me quite las sandalias y quedé muy bajita delante de él.

Empecé a desabrochar sus botones con un poco más de agilidad que él, bese su pecho, lo tocaba y disfruté de sentir su piel, subí mis ojos y me dió un beso divino, con mis manos recorrí su espalda y luego puse mi mano por encima de su jean y toque su dureza, vi su cara de placer. Desabroché el botón, baje el cierre y baje un poco el pantalón para tocar ahora por encima de su bóxer, termine de bajar el pantalón. Él me ayudó yo me recosté de una pared y con el frente a mí, me deje resbalar por la pared hacia abajo hasta quedar a la altura de su pene, me arrodillé y pude ver su pene, erecto, grueso… Divinoo!

Lo metí todo en mí boca, lo escuché decir "rico nena, no pares" le di una sesión de mamada larga, cuando mis rodillas ya no aguantaron más me levanté… Vi en sus ojos el agradecimiento por tanto placer y en respuesta me llevo hasta su sofá y me recostó de allí, bajo mi leggins y mí panty… bajo a mí vagina e introdujo su lengua y la recorrió de abajo hacia arriba. Yo casi decía incoherencias, atine a decir “Umm, me gusta, no pares!!

Luego se levantó me tomó de la mano y fuimos a su habitación mientras dejábamos atrás, regada toda nuestra ropa.

Me invitó a bañarnos, pues hacía un calor insoportable. Entramos a la ducha y con el agua cayendo sobre nosotros nos besábamos comiéndonos, me apretó contra la pared y allí me penetró una y otra vez, yo en puntillas sentía que en oportunidades despegaba del suelo. Cuánto deseo, yo gemía a todo dar!!

Hicimos una pausa, nos enjabonamos uno al otro. El recorrió con el jabón mis senos, mis nalgas y mis piernas. Yo su espalda ancha, sus piernas gruesas, sus nalgas, metí el jabón en sus testículos y su pene, no perdía su erección.

Abrió la regadera y nos terminamos de bañar. Nos secamos uno al otro y fuimos a la cama. Le pedí un poco de crema para la piel, yo me acosté boca abajo y él puso crema en mí espalda, regó la crema hasta mis nalgas e inmediatamente me levanté y le pedí que se acostara para poner crema en su espalda. Así desnuda montada sobre el cómo si fuese un caballo, regué la crema por toda su espalda mientras masajeaba cada centímetros de piel y cuando se volteó, lo tenía tan erecto que solo me provocó montarme sobre él y cabalgar….

Sentía que los orgasmos venían una y otra vez… Diooos!!! Mí vagina cada cierto rato se contraía y él solo decía… – Eres divina, eres divina…al mismo instante me dio la vuelta y me dejó boca arriba para montarse sobre mí, penetrarme de la forma más tradicional, colocó mis manos en alto, las presionó y sentí todo su peso sobre mí, su fuerza en mis manos que no me dejaban mover… Su lengua recorriendo mí cuello, subiendo hasta mí oído… Ya no podía más…!!! Un éxtasis como nunca antes sentí… Me movía buscando de acoplar nuestras caderas…y en un momento sentí su esperma dentro de mí. El cayó como desmayado sobre mí y entonces lo abracé … tomé su cabeza entre mis brazos, bese su cabello, mientras el respiraba ya bajando poco a poco su ritmo al respirar. En un momento se bajó de encima de mí y se tiró sobre la cama. Yo corrí a montarme en su pecho y a disfrutar del indescriptible sentimiento de amor a primera vista, que alborotó las hormonas de mi organismo.

Nos quedamos en silencio, yo allí, recostada en el pecho de ese hombre desconocido que de manera absurda e increíble, me generaba tanta confianza. A los minutos escuché que ya dormía.

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