Soy hombre maduro, varonil, casado; pero disfruto a escondidas usar alguna ropita delicada y sentirme en secreto una nena.
Nunca he tenido una relación.
Les contaré como empezó esto.
Desde joven me gustaba ir a shows de travestis y me deleitaba observando cómo los hombres se arreglaban tan femenina y seductoramente; llegaba a casa y fantaseaba con acariciar a alguno de ellos, me excitaba imaginarme pasando sus manos por sus piernas enfundadas en delicadas medias y me masturbaba una y otra vez.
Escuchar la voz gruesa de un travesti vistiendo muy femenino, me causaba erecciones; era muy joven. Luego me casé y se olvidó todo eso.
En una ocasión en que viajaba en mi auto solo, paré en una gasolinera cercana al pueblo donde vivía con mi esposa, y ahí estaba parado un travesti tan femenino que de inmediato me robó la mirada. Era un conocido travesti del pueblo, que sonando sus tacones se me acercó mientras echaba gasolina y me saludó de mano. Sentir su mano me causó algo como una descarga eléctrica.
Me pidió aventón y sin dudarlo le dije que sí y se subió al auto mientras yo terminaba de pagar.
Al subir me empezó a contar que su novio le dejó ahí porque se molestaron y se entristeció un poco, le vi los ojos rojos como si quisiera llorar y como excitados.
Me dijo que, aunque le dijo muchas veces que era travesti, en esta ocasión salieron y después de besarse, se hizo el molesto diciendo que no sabía de su condición.
Yo traté de calmarle mientras conducía despacio, tratando de prolongar el recorrido al pueblo para seguir escuchando su voz y mirando de reojo sus piernas con medias a mi lado.
Tuve que parar a orinar en un acotamiento y me bajé del auto. Cuando volví me siguió contando, me dijo que esperaba disfrutar de una noche romántica con su galán, y me atreví a poner una mano sobre su pierna diciéndole que no se preocupara, que ya conseguiría un novio que le quisiera de verdad.
No pude quitar mi mano, sentir esas medias hizo que tuviera una fuerte erección y sus ojos me miraron profundamente.
Se había repintado los labios mientras estaba abajo, y despacio los acercó a los míos y sentí un húmedo y delicado beso. Me encantó sentir el labial.
Al momento miles de cosas pasaron rápidamente por mi mente, nunca había pasado algo así, pero mi mano no la quitaba y ya recorría despacio sus dos piernas.
Nos separamos del beso y su mirada me sedujo. Suspiró despacio y ya eran mis dos manos las que acariciaban sus piernas; se puso de lado en el asiento y subió una pierna sobre las mías, en el poco espacio que quedaba entre mi abdomen y el volante.
Descalcé su pie con delicadeza y acariciaba hasta su pie sobre las medias.
Me miraba fijamente y escuchaba su respiración más fuerte.
No lo pude evitar, mi mano se adentró bajo la falda de su corto vestido y me encontré su dureza bajo la pantimedia, no traía pantaleta.
Mi mano rodeó ese miembro a través de esa pantimedia; era grande, mentalmente comparé con el mío y concluí que el mío era mínimo en comparación.
Cuando rodeé el miembro suspiró muy fuerte y se reclinó hacía atrás, recargándose en el cristal de la ventanilla y cerrando los ojos, mientras sentí que me mojaba un líquido viscoso.
Era una invitación a que siguiera… y seguí. Le masturbé despacio disfrutando sentir como le crecía más en mi mano, y observar su expresión gozo con sus ojos cerrados.
Cada vez sentía más húmedo y eso me tenía en fuerte excitación.
No hubo palabras, solo sus suspiros y algunos gemidos. Y no tardó mucho en terminar, tal parece que el novio le encendió y le dejó en un estado de excitación que en ese momento desahogó. Con un fuerte gemido empezó a descargarse tras la pantimedia, mojando mis dedos, toda la mano.
Mi mano no se retiró hasta que sentí que le había exprimido totalmente.
"Me raspa", dijo de repente, y sin importarme ya nada, metí la mano bajo la pantimedia embarrando mi mano totalmente de su crema, sintiendo la piel de su miembro aún duro y sus vellos alrededor.
Así estuvimos unos instantes hasta que sentí como iba perdiendo la dureza.
"Discúlpame, ya no pude aguantarme", me dijo.
– Está bien, fue maravilloso verte y sentirte disfrutar – le dije.
De su bolsa sacó la pantaleta y me secó la mano, y con dulzura me dio otro beso suave y delicioso.
Terminó de limpiarse el miembro con la prenda y me la ofreció con una amplia sonrisa.
Yo la tomé y de inmediato me la quitó, diciendo que no podía tenerla porque mi esposa la descubriría y quería que esto fuera un secreto solo de los dos.
Se guardó la prenda en la bolsa y me dio otro beso y me dijo: "vámonos".
Reanudamos la marcha y en el camino platicamos, me dijo que su novio solo le excitó y ahí le dejó. Me agradeció por haberla liberado de esa excitación acumulada y me pidió que quedara entre amigos ese secreto.
Y así fue, solo que ese delicioso encuentro me marcó y años después vinieron muchas situaciones que ya les iré contando.
Le he encontrado algunas veces en la calle y me sonríe dulcemente mientras me dice "adiós". Nos hemos cruzado en algunas ocasiones a solas o en público y solo nuestras miradas cómplices evocan ese rico recuerdo secreto, muy en secreto.