Fueron días muy lindos y llenos de sexo. Nos encontrábamos por la mañana casi todos los días en su departamento porque ella trabajaba por la tarde y yo pude arreglar correr mi horario un par de horas. La noche quedaba libre para nosotros. Así casi llevábamos una vida de pareja.
Cuando oía el sonido del ascensor dejaba la puerta entreabierta y me esperaba desnuda en cualquier habitación. Nos comenzamos a "entender" cada vez más y el sexo se volvió maravilloso. Algunos días podían ser de 5 horas de sexo, otros solo desayunar desnudos en la cama, hubo también anocheceres y amaneceres juntos. Una de esas mañanas me dijo que tenía su periodo y una sonrisa le ilumino la carita. Solo había una explicación posible: seria el día de explorar nuevos caminos…
Recostada boca abajo, comencé a jugar con su cola con besos y dedos. Primero uno,… dos… lubriqué muy bien su ano hasta que los dedos se movieran con facilidad. Ella se entregó completamente. Pegue mi pecho a su espalda mientras besaba su cuello y me respondía con pequeños gemidos. Así llegué a su boca. Entre caricias y besos estuvimos un largo rato.
Comencé a bajar su espalda apenas tocándola con los dedos. Su piel se erizaba esperando el momento. Acomode el pene y muy despacio entre en su ano. Se le escapo un grito ahogado pero le brillaban los ojos. Poco a poco, nuestros movimientos se sincronizaron perfectamente y entró cada vez más. Ya casi estaba todo adentro… lo disfrutábamos plenamente. El ritmo se aceleró y los susurros dieron paso a gritos más desatados. Sentía que su cola apretaba el pene con ganas de no dejarlo salir jamás… Al rato, el orgasmo nos alcanzó a los dos.
Nos recostamos, descansamos un momento y volvimos a hacerlo. No fue necesaria tanta preparación previa… ya conectábamos sin problemas.
Al rato nos duchamos y comenzamos nuestro día laboral.
La relación se hizo cada día más estrecha y ella comenzó a insinuar la posibilidad de vivir juntos. En realidad, ya pasábamos buena parte del día los dos y no me desagradaba la idea pero… notaba que algo faltaba, obviamente no en el sexo, pero si en nuestros gustos y el futuro individual que planeábamos. Tal vez, no era mi tiempo de "sentar cabeza". Por eso quedó en la idea… mi trabajo cerca de su casa llegó a su fin y el próximo proyecto me llevaba a la otra punta de la ciudad. Ya no teníamos tanto tiempo a disposición y la relación se enfrió. Pocos meses después, ella se mudó a otro barrio y solo nos encontrábamos casualmente.
Y mi historia aún no estaba terminada…