Después de la maravillosa experiencia de que Araceli tomara el control de las situaciones y empezara a ser más libre y sin inhibiciones a mi lado, los mensajes crecían de intensidad, lógico ambos tenemos los videos y/o fotos que nos tomamos, las comentamos, las volvemos a ver yo le mando fotos o videos masturbándome o ella me manda fotos o videos, las cuales ambos disfrutamos sin dejar de lado los gustos individuales, situaciones personales y recuerdos que han ayudado a fortalecer la relación, claro también teníamos fricciones que llevaba días de resolver por alguna de las dos partes o por ambas.
En ese proceso de crecimiento, yo le comentaba a ella mis fantasías y deseo, tal vez ella pensaba… este tipo ha visto muchas películas… o… que pretensioso o presumido… pero le he venido dejando claro lo que me gusta, lo que quiero y como lo quiero y después de la experiencia del beso negro y de irnos liberando, le solicité que orinara en mi boca.
Que su reacción fue un silencio, una pausa, no sé si la tome desprevenida ya que tenía que procesar dicho requerimiento, pero fui insistente, no me decía “no”, pero tampoco era un “si”, yo le argumentaba que era muy sencillo que se sentara en mi cara justo en mi boca y listo, pero creo que la simpleza de la situación la desconcertaba más.
Por fin llegó el momento de volvernos a encontrar un sábado en la mañana, fría, pero soleada, ella para variar se veía hermosa, esos ojos claros, su cabello rubio, su rostro delicado y agradable, con sus pantalones entallados que me encantan y más ir con ella en la calle, ver como la voltean a verle las nalgas, algo que me encanta presumirla.
Llegamos el hotel que por ese momento habíamos decidido usar como base para nuestro amor, si Araceli aun entraba con nervios yo entro con ansiedad. Ella me pone muy ansioso, así que al cerrar la puerta me la devoro, amo desnudarla, irla viendo cada detalle de su piel, los lunares, dejar al aire sus tetas maravillosas, bajarle el pantalón, recostarla en la cama y pasar mi lengua sobre su conchita, su vello igual de rubio.
Después ella me empezó a desnudar besándome el pecho, sentir sus manos tibios sobre mí, durante los días previos ella me había invitado a tomar o comer piña, ya que según el mito es que cambia el sabor del semen y quería probarlo de esa manera, algo que hice sin saber si funcionaria o no.
Empezó a mamar mi verga con una pericia increíble, verla mamándome es maravilloso, me acomode para hacer el 69 y darnos place mutuamente es increíble, creo que todos coincidimos que uno debe de estar absolutamente concentrado ya que si bien tienes que estar enfocado en hacer bien tu parte para dar placer a tu pareja tienes que estar del mismo modo concentrado para sentir y canalizar el placer que estas recibiendo.
El plus de hacer el 69 con ella es que aprieto más sus enormes nalgas y las abro, solo me hice un poco para atrás para admirar ese sexy lunar en su culo y sin advertencia, dejó salir un chorro caliente de orina sobre mi rostro.
Lógico me tomó por sorpresa, en ese segundo de asimilar la situación pegué mi boca a su conchita, metí mi lengua y de algún modo trataba de decirle… ¡mas!… no sé si me entendía, pero dejó caer un chorro, el cual me tomé, aun así, volvía a “decir”… ¡más!… cada vez que le decía, apretaba sus nalgas a mi cara. Llegó un punto donde ya no hubo necesidad de “decir” nada, solo la apretaba a mí y dejaba caer esos chorros calientes, amargos, con carácter, tenía a pasar rápido el líquido para que no saliera de mi boca entonces el reto era interesante y más porque ella no dejaba de mamar mi verga, después de muchos chorros termino de vaciar su vejiga y yo, con orgullo, puedo decir que me tome hasta la última gota que emanó de su conchita.
Después de eso ella ya me tenía en sus manos y estaba a mil, a lo cual la deje así en cuatro y le metí mi verga de un golpe dándole duro, en ese momento el frenesí ya me había superado, ella gemía, sabía perfectamente que cuando metía mi verga en este entra y sale, como apretarme lo cual he agradecido infinitamente, estaba lleno de ella y lo disfrutaba ampliamente, sentir el frio de mi cuerpo entre mi sudor y orina, termine eyaculando en su conchita.
Ella se tendió en la cama y yo junto a ella abrazándola, dejando mi cabeza en su pecho, la bese la acaricie nos tapamos y le alcance a decir… gracias… mientras ella con los ojos entre cerrados me dijo… ¡eres un puerco!, no se quien está más loco aquí, si tú por lo que me dices o yo por hacerlo. Lo cual vino de la mano con una carcajada de mi parte
Seguimos recostados, platicando, hicimos el amor un par de veces más y nos preparamos para salir, después de ahí hasta la fecha todo ha ido de subida, hemos ido añadiendo ciertas cosas y lugares que si siguen leyendo estas historias entenderán a que me refiero.
Por cierto, no eyacule esa vez en su boca por lo que no sabremos si sabía a piña o no mi semen.