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Aquel hombre quince años menor que yo (Parte III)
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Si, cuando vi que no me rogaría más, le puse los medios a este hombre quince años menor que yo para que me hiciera suya, ya estaba algo mojada, y escurrían en mi las ganas de que este hombre joven me la metiera, que pusiera su pene en mí. 

Fue entonces que finalmente su pene comenzó a introducirse en mi parte más íntima, por decisión mía, me estaba ensartando un pene que no era el de mi esposo, por vez primera probaba un falo que no era el de mi marido, y lo estaba disfrutando mucho. Recuerdo que en cuanto sentí que me había metido todo su tranca, le dije insistentemente, “que rico" le implore que me "cogiera", y el empezó con tremendas embestidas.

Me restregaba con fuerzas su miembro viril, yo lo recibía con mucha devoción, con encanto, estaba sumisa y dispuesta para que este joven hombre se comiera lo que por ley le pertenecía a mi esposo. Creo que este joven hombre, al que yo le llamo príncipe, se estaba prendiendo muy rápido, percibí que no tardaría mucho en venirse, si yo misma me encontraba en un estado de alta efervescencia, y así sucedió, recuerdo que no le impedí en lo absoluto que se viniera en mí, sentí como su esperma caliente llovía en mi interior, me mojaba intensamente, me bañaba con sus fluidos, y yo los recibía sin mayor oposición, que hermoso sentí, fue maravilloso sentirlo.

No pensé que en una noche donde mi príncipe y yo solo nos veríamos en una hora para platicar y besarnos, terminaría entregando mi cuerpo, terminaría dándole mi tesoro más sagrado.

Nunca pasó por mi mente intimar con alguien más que no fuera mi esposo, y aquel día me estaban hasta depositando semen ajeno, a diestra y siniestra, regaba mi milpa un extraño. Me estaban "cogiendo" en una finca vieja mientras mi esposo me esperaba en casa y no me remordía mi conciencia en lo absoluto, solo al poco tiempo después.

Después de eyacular en mí, decidimos retirarnos de aquel lugar rápidamente nos subimos a mi automóvil, y recuerdo que le di una aventón un par de cuadras adelante, después llegué a comprar unas cosas a una tienda y marché hasta mi hogar donde mi esposo e hijos me esperaban.

No fui capaz de detener lo acababa de acontecer, porque así lo decidí, por convicción, hubo oportunidad de que esto no llegará más lejos pero me negué a ella, me dispuse para que me follarán, yo misma encaminé su pene a mi gruta para que me perforara.

En el camino un poco de remordimiento aterrizaba en mí, y a la vez un mar de excitación, venía de entregarme a otro hombre, mojada de semen ajeno, sentía mi ropa interior húmeda del líquido seminal de este joven mozo al que yo llamaba mi príncipe, venía de sentir un pene distinto al que estaba condicionada experimentar por el resto de mis días, me sentía un poco rara, pero a la vez feliz, viva, ansiosa de probar nuevas cosas.

Finalmente arribé a mi casa, un poco nerviosa con una bolsa de cosas en la mano, tenía miedo de que mi marido sospechará algo, pero cuando llegué él hablaba por teléfono sobre cuestiones de trabajo y yo aproveché rápido para ir al baño cercano de mi recamara, tomé unas bragas limpias y me limpié mi intimidad. Tuve que esconder mi calzón mojado de esperma, recuerdo que antes de esconderlo lo olí y me excité mucho, lo rocié con agua y con jabón y lo metí en la ropa sucia.

Sí, acababa de darle mi parte más sagrada a un hombre quince años menor que yo, había intimado con mi príncipe por primera vez, había hecho cosas esa noche que nunca pensé hacer.

A los días posteriores, la necesidad de volver a chatear con mi príncipe me invadía, a la primera oportunidad que tenía cuando mi esposo e hijos no se encontraban o estaban ocupados, accedía a mi red social para mensajearme con él.

Las conversaciones siguientes subían más de tono, prácticamente hasta iniciamos a tener sexo virtual, imaginando cosas y contándonos relatos que nos excitaban, incluso se trazaba un segundo encuentro en algún hotel de nuestro pueblo, ya empezaba a haber planes.

Recuerdo que en una de esas conversaciones fogosas entre mi príncipe y yo, salió a relucir el tema de las fantasías eróticas, y yo le pregunté que si él tenía alguna, y él me contó muchas cosas que me despertaban la excitación, una de ellas era tener sexo anal, él me preguntó sobre ello, y me dijo que si alguna vez lo había experimentado, cosa que nunca he hecho -le respondí, "pero de pensarlo me excita demasiado".

Fue entonces que entregarme por segunda vez a este hombre joven cada vez estaba más cerca, pasaron dos semanas cuando todo se alineó a la perfección, mi esposo salió a un evento de trabajo, y yo encargué a mis hijos con algunos familiares.

Nos citamos cerca de una estación de autobuses, ahí el subió a mi automóvil y nos fuimos para un hotel en las orillas de nuestro pueblo, y estando en la habitación recuerdo que le tenía reservada muchas sorpresas a mi joven príncipe, entre ellas, llevaba un corsete y una ropa interior muy sexy para él, medias y encaje, quería que él se sintiera consentido…

CONTINUARÁ…

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