Por aquel entonces andábamos de vacaciones por una conocida localidad mediterránea. Ese día, después de comer decidimos caminar un poco. El calor sofocante que hacía nos llevó a buscar algún lugar sombreado, una terraza donde tomar algo refrescante y contemplar el tórrido ambiente de la calle, desierta de gente a esa temprana hora de la tarde.
Nos sentamos y pedimos dos gin-tonic, para ayudar a bajar la copiosa comida, a base de pescado y marisco, que hacía poco habíamos comido.
La terraza estaba desierta, a excepción de una mesa que había como a dos lugares de nosotros, donde un caballero permanecía de cara oculta tras la lectura del periódico que tenía delante.
En un momento que mi esposa soltó una risa por un comentario mío, este hombre interrumpió la lectura para ver de dónde procedió la carcajada. Entonces descubrimos a nuestro cercano vecino de terraza. Era un señor de unos cincuenta y pico años, si bien no tenía un cuerpo atlético si tenía un aspecto distinguido. Aunque vestía un pantalón corto y un polo se veía que era ropa elegante. Parecía una persona con presencia. Tras mirarnos, siguió con la lectura del periódico
Al momento llegó la camarera con las bebidas, las tomamos y brindamos. Al retirar ella la copa, se le derramó un poco y fue a caer justo en el canalillo. El frío líquido la hizo dar un gritito e introducir su mano entre sus pechos para secar el líquido.
El caballero cercano, al escuchar el grito no pudo evitar interrumpir la lectura para ver qué pasaba, con lo que vio perfectamente la escena y luego disimulo para volver al periódico.
R: Cariño, ten cuidado que vas a distraer la lectura del señor.
G: Uy, que culpa tengo yo que me caiga bebida entre las tetas.
R: Si claro, de eso no tienes culpa, pero si del grito, ja ja ja.
No es por nada, pero mi esposa calza una 120 de pecho la cual, junto con un sujetador adecuado, deja sus pechos muy levantados y con un tremendo canalillo.
G: No seas exagerado Raúl.
R: Si claro, ¿exagerado? Pero Gaby, hasta el señor del periódico se te quedó mirando.
G: ¿De verdad? umm, ¿Y qué miró?
R: Tus tetas con tu mano entre ellas, claramente.
Claro, junto con la comida previa algo afrodisíaca, la situación se tornaba por momentos picante. Ella, que le encanta provocar, repitió la escena, esta vez tirando bebida premeditadamente. El caballero bajó un poco el periódico para mirar. Ella, esta vez, se entretuvo un poco más con la mano ente sus tetas, llegando incluso a mostrar parte de la aureola, que por cierto las tiene bastante grandes.
Esto no pasó desapercibido para el caballero quien al terminar la escena, volvió a disimular pasando la página del periódico para así justificar que lo bajara y no que pareciera que lo hizo para mirar, aunque seguro que bajo sus gafas de sol oscuras no perdía detalle. Ella llevaba puesto un vestido corto a la rodilla cuya parte superior, sin mangas, permitía lucir aún más su escote, con esas tetazas coronándolo todo.
Con la excusa del calor tiro su cabeza atrás y comenzó a batir el vestido, dejando ver, en cada batida, sus piernas, y como no su tanga. Se giró y me metió la lengua en la boca fundiéndonos en un sonoro y largo beso. Yo bajo mis gafas de sol miré de reojo a ver que hacia nuestro vecino.
G: ¿Qué?, ¿Miró nuestro vecino?
R: Si, y no perdió detalle.
G: Ummm, ¿Será que le gusta lo que ve?
R: Seguro que sí, lleva un buen rato en la misma página del periódico.
Ella, para continuar con la provocación, se inclinó exageradamente con la excusa de atarse la sandalia, dejando así bien a la vista sus pechos. El vecino, aunque yo no podía ver sus ojos, claramente miro sin perder detalle, pues el leve giro de su cuello le delató.
Este permaneció inmóvil durante el periodo que ella estuvo acomodando supuestamente su sandalia. Luego, él, siguió supuestamente leyendo el periódico.
R: Mira que eres provocadora, ja ja ja.
G: Uy! y a ti que te gusta.
R: Al que le gusta sin duda es a él, que no para de mirarte cada vez que puede.
G: Bueno, que mire, que es gratis y los ojos se hicieron para mirar, ja ja ja
La terraza y la calle seguían desiertas, cosa que ella aprovechó para inclinarse hacia mí y con la excusa de decirme algo en el oído apoyó su mano sobre mi pierna, de modo que la punta de sus dedos tocó mi dormido pene. Entonces comenzó a hablarme guarradas al oído, con lo que mi polla comenzó a despertar bajo el pantalón. Ella con la punta de los dedos masajeaba mi despertante polla. El señor para ese entonces ya tenía el periódico un poco más bajo, y podía ver sobre este, oculto bajo sus gafas de sol, lo que pasaba.
Ella mientras me hablaba guarradas al oído y acariciaba la punta de mi polla bajo el pantalón, miraba de reojo al señor, el cual se notaba ya claramente, que miraba sin perder detalle de lo que la mano de Gaby hacia sobre mi pantalón. El señor claramente se estaba excitando, ya que aprovechando un cruce de piernas pellizco algo sobre su pantalón.
G: Ummmm, nuestro vecino se está poniendo cachondo.
R: ¿Si?
G: Si, porque se tuvo que mover la polla en el pantalón.
R: No me extraña, si yo ya la tengo a tono
Una de mis manos fue a la pierna de Gaby y subió un poco la falda para acariciarle. Claro, en ese movimiento ella abrió un poco las piernas y dejo paso libre a la visión que había entre ellas. Nuestro vecino, nuevamente, hizo un cambio de piernas y volvió a tocarse el bulto en su pantalón, esta vez más descaradamente.
A Gaby le encantaba este tipo de juegos y a mí, aunque no lo demostrase, también. Ella siguiendo con la provocación comenzó a jugar con el trocito de limón del gin-tonic, pasándolo lentamente por sus labios, tocándolo con la puntita de la lengua. El señor claramente excitado, no pudo más que tocarse la polla sobre el pantalón para acomodarla. Lo hizo descaradamente ante nuestra atenta mirada. Para ese entonces se notaba que a él también le gustaba el juego del morbo y la provocación.
El juego comenzó a subir de nivel debido a que la soledad de las calles y de la terraza, y a no tener más público que nuestro vecino con su periódico. Gaby dejo caer, como por accidente, el monedero al suelo. Entonces, se levantó, se puso de cara a mí, con lo que su culo quedaba hacia nuestro vecino, y entonces se agachó lentamente doblándose por la cintura, a recoger el monedero. Lo hizo muy lentamente, de modo que nuestro vecino pudo disfrutar de su estupendo culazo.
Una vez incorporada se sacudió la falda como para acomodarla, provocando una inesperada elevación de la misma por la parte de detrás, lo que dejó su culo totalmente expuesto por unos segundos a nuestro vecino. El pobre debía tener una buena empalmada, ya que tubo que moverse el bulto con la mano.
Esta vez, cuando Gaby se sentó, lo hizo dejando un pie sobre la silla, esto junto con la subida de falda dejo toda su tanga al aire. Entonces mientras se giró para hablarme, con una de las manos comenzó a acariciarse sobre ella.
G: Seguro que ahora no me quita el ojo.
R: Pues estás en lo cierto. Ahora no para de mirarte.
G: ¿Le gustará mi tanguita blanca?,
R: Seguro, con lo transparente que es se te ve todo el coño.
G: Seguro, y más con lo mojado que lo tengo.
Acto seguido Gaby apartó el tanga con una de las manos y luego se metió un dedo en el coño. Lo sacó empapado y me lo metió en la boca para que lo saboreara. Nuestro vecino, esta vez se tocó su erecta polla con todo el descaro del mundo mientras nos miraba.
Para remate Gaby metió su mano por la parte superior de su vestido y son la excusa de acomodarse los pechos en el sujetador le mostró claramente uno de ellos a nuestro vecino. Acarició el pezón erecto, miro enfrente al vecino, se chupó un dedo y volvió a acariciar el pezón. Un ruido de gente que se acercaba de lejos rompió la erótica y morbo del momento, por lo que tuvimos que comportarnos.
Pasado un rato, nuestro vecino se levantó, tapando su erección con el periódico. Se dirigió hacia el interior del local pasando cerca de nosotros. Al pasar aparto disimuladamente el periódico para dejar visible su erección quedando durante unos segundos expuesta, claramente, a nuestra mirada. Entró al local y al minuto salió. Se acercó a nosotros desde detrás, y apoyando las manos, una en mi hombro y la otra en el de Gaby, pero en el de ella bastante más abajo, tanto que podía tocar la parte superior de su pecho en el escote con la yema de sus dedos, dijo "están invitados a las copas". Nosotros le agradecimos la invitación, y antes de que pudiéramos presentarnos el señor se fue y siguió caminando por la calle.
Al rato también nos levantamos nosotros y decidimos ir a tomar un poco el sol a una playa cercana. Por lo que habíamos leído es una playa nudista que se caracteriza por la cantidad de dunas que tiene. Esto la hace más íntima. Total, que allí llegamos. Buscamos un espacio solitario que había entre unas dunas. Saqué las toallas de la bolsa, las estiré, nos desnudamos y nos pusimos a tomar el sol tranquilamente.
Como es normal en este tipo de playas suele haber un ir y venir de mirones, vestidos, que van paseando y mirando a ver si ven algún desnudo femenino. Claro, nosotros ya estamos tan acostumbrados a estas cosas que no le prestamos la mayor atención. Ya habían pasado como tres o cuatro personas, cuando cerca de nosotros se paró alguien a mirar. Yo levanté un poco la cabeza y vi un señor como a unos 10 metros, que miraba directamente a Gaby mientras se tocaba la polla sobre el pantalón. Al ver que yo me incorporé un poco, se giró y marchó.
Al poco se acercó al lugar un muchacho bastante alto, tenía pinta de extranjero. Era rubio, joven y bastante fuertote. Extendió su toalla como a 3 metros de nosotros. Gaby se quedó mirando por debajo de las gafas de sol y me hizo un comentario en voz baja celebrando la vista del muchacho. Gaby se puso de lado para poder ver al muchacho el cual se puso de cara a nosotros mostrando claramente su pene. Se veía que le gustaba exponerse.
Yo para calentar la situación me acerqué detrás de Gaby y le pasé la mano por encima para coger una de las tetas y comenzar a acariciarle el pezón, el cual se puso duro al instante. Desde detrás podía mirar semi oculto por encima de su cuello. Así era más morboso que mirar directamente, era el espectador en la sombra. Ella, que a través de sus gafas miraba fijamente al muchacho, me correspondió pasando una mano hacia detrás y buscando con su mano alcanzó mi polla y comenzó a sobarla. El muchacho miraba fijamente el pecho de Gaby y acto seguido la polla de él comenzó a cobrar vida. Su polla comenzó a realizar los típicos movimientos de balanceo que hacemos los hombres al tensar ciertos músculos por allí debajo.
G: Mira como le baila Raúl.
R: Si, parece que el muchacho se anima con lo que ve.
G: Pues a ver qué le parece esto que voy a hacer…
Gaby, en la posición tumbada latera que estaba, levanto un poco la pierna superior doblándola para formar un triángulo. De esta manera quedaba su coño bastante expuesto. Soltó mi polla y comenzó a acariciarse el coño. Lo abrió, lo masajeó, separó sus labios mayores y se introdujo uno de los dedos. Lo movió un poco y luego se lo llevó a la boca para chuparlo.
El muchacho, ya sin reparos, comenzó a pajearse mientras miraba a Gaby. Esto la encendió más aun y comenzó a chuparse los labios y a frotarse el clítoris. Yo para ayudar comencé a empujar mi erecta polla desde detrás, buscando la entrada de su coño. En dos movimientos mi polla entró sin problema, desde detrás, en ese mojado coño. Gaby y yo comenzamos a menearnos en una intensa follada. El muchacho hizo un movimiento, como para intentar acercarse. Gaby alzó la mano haciendo una señal de paro.
G: No. Sólo puedes mirar y masturbarte.
M: Vale, perdón. Yo pensé que podría ayudar.
G: No cielo, solo mirar.
M: Si molesto me voy, no quiero ser un problema.
R: No hombre, quédate, mastúrbate mirando, que a ella le excita mucho y se pone más cachonda.
G: Si cielo, tócatela, mastúrbate mientras me folla mi marido.
G: Acércate más, pero no toques, solo mira.
El muchacho, ya con las cosas claras se acercó y colocó justo delante de nosotros. Gaby se sacó mi polla del coño. Me empujó dejándome boca arriba y se colocó de pie con las piernas abiertas sobre mí. Le dijo al muchacho que se pusiera delante. Comenzó a bajar despacito, quedando su culo hacia mí. Fue bajando hasta que la punta de mi polla comenzó a abrirse camino en su mojado coño.
G: ¿Has visto como entra la polla de mi marido abriendo mi coño?
M: Ufff, si claro, que fácil te entra.
G: Mira como entra y sale. Mira cómo se abre mi coño.
M: Ufff, que guay.
G: Pero muchacho, sigue tocándotela, anda mastúrbate mirando cómo me folla el coño mi marido.
M: Claro, claro. ¿Te gusta mi polla? ¿Te gusta cómo me la meneo?
G: Claro que me gusta. Me encanta follar con público, y si además disfrutan y se masturban por mi mejor.
M: No veas como me estas poniendo. Tengo la polla a reventar.
R: No sólo tú. Yo también, je je je.
G: Si mi amor, tú te llevas lo mejor.
En esa postura el muchacho tenía perfecta visión de la follada, y yo del culo de Gaby. Así andábamos, mete y saca, mete y saca. Yo desde detrás veía como al muchacho se le iban los ojos hacia el coño de Gaby. No paraba de mirarlo embobado mientras se chupaba los labios. Mientras su mano sacudía fuertemente su polla en una paja descomunal. Solo paraba de vez en cuando para sobarse los huevos y luego proseguir con la paja. Así pues decidí calentar más la cosa.
R: Pobrecillo, solo le dejas mirar. Menudo calentón está teniendo. Déjale, por lo menos tocarte algo.
G: Tienes razón pobre.
G: Anda cielo acércate más y pon un dedo en mi pezón.
M: ¿De verdad?, ¿Me dejas tocarte un pezón?
G: Si, te dejo y si me gusta quizás algo más.
El chico estiró la mano y comenzó a tocar suavemente el pezón. Primero haciendo presión sobre él y luego rozándolo en círculos.
G: Muy bien. Ahora puedes tocarme una teta.
El chico estiró los dedos y comenzó a acariciar el pecho por encima, luego por los lados, una y otra vez. Suavemente con la punta de los dedos recorría su perímetro de lado a lado. Finalmente con toda la mano lo tomo delicadamente para darle ligeros apretones mientras un dedo alcanzaba el pezón.
G: Parece que lo haces bien.
M: ¿Te gusta?
G: Si cielo. Entre la polla que me folla y tu cálida mano, me estáis poniendo mala.
M: Que bien. Si quieres que te toque algo más me lo dices.
G: Pues sí, sigue masturbándote para mí.
M: Me la has puesto a reventar!
G: Ummm, que rico. Anda tócame ahora el clítoris.
El chico acercó tímidamente la mano hacia su clítoris. Con cuidado para no tocar mi polla, que entraba y salía lentamente en el coño de Gaby.
G: Ummm, que gusto. Polla y dedo. ¿Qué más se puede pedir?
M: Lo que quieras, estoy tan cachondo que haría lo que me pidieras.
G: Gracias cielo.
R: Pobre muchacho, le va a reventar la polla como no se alivie pronto. Si quieres lo puedes vaciar tú cariño.
G: Yo creo que será lo mejor. Anda cielo acércate que te saque yo la leche.
El chico se colocó más cerca, y mientras seguía acariciando con un dedo el clítoris de Gaby, no perdía detalle de la follada. Gaby estiró una de las manos y tomo su dura polla para comenzar a pajearlo lentamente. El chico gemía y chupaba sus labios de placer.
Las venas de su polla se marcaban de sobremanera. La mano de Gaby recorría toda la polla del muchacho de arriba abajo, cada vez más fuerte y más rápido.
G: Uy. Que polla más dura.
M: Siiii, que mano más suave. Que placer!!
R: Cariño, ya tienes dos pollas. Una dentro y otra en la mano.
G: Pues ahora quiero dos leches, una dentro y otra en la mano.
Comencé a follarla más rápido a la vez que ella pajeó al chico más fuerte hasta que al poco reventé llenando el coño de Gaby de leche. Salió tanta que resbaló enseguida fuera de su coño sobre mi polla. Por lo que respecta al muchacho también anunció su inminente corrida cerrando los ojos y gimiendo fuertemente. Gaby apunto a otro lado y el muchacho soltó dos potentes chorros que fueron a para bien lejos.
G: Guauuu!!! Que manguerazo!! ja ja ja.
M: Uff, sí, me has dejado seco.
R: A los dos.
M: Cierto.
G: Uyyy!!! Cariño, me has dejado el coño empapado.
M: Guauuu, menudo corridón le has echado a tu mujer en el coño, como le sale la leche.
R: Si, je, je, je.
Tras unas risas y agradecimientos por parte del muchacho, nos dirigimos a unas duchas cercanas donde pudimos asearnos.
Después de despedirnos, decidimos ir al hotel a descansar algo.
Por el camino comentábamos la cara de asombro que puso el muchacho cuando Gaby le agarró la polla con la mano. Que seguro que después de lo de hoy el chico iría todos los días a la playa a ver si nos encontraba para repetir. Nos reímos bastante pensando en ello.
Al poco rato llegamos al hotel. Entramos y caminamos por el pasillo que lleva a los ascensores. Nos sorprendió ver a Luís, el señor de la heladería donde estuvimos antes, sentado allí en uno de los sofás de la recepción. Nosotros, tras saludarle con un "hola", seguimos directos al ascensor. Él se levantó y caminó detrás de nosotros a escasos dos metros. Al llegar, él se paró justo detrás.
Entramos hasta el final del gran ascensor. Luís nos siguió y también pasó dentro y se puso cerca de ella. Cuando parecía que la puerta iba a cerrarse, un grupo bastante numeroso de japoneses la paró y entró dentro. Quedamos todos un poco apretados con esos japoneses delante. Pero la cosa no quedó tan mal, ya que en el apretón quedó Gaby de cara a mi y de culo a Luís. Allí estaba ella, en medio de aquel sándwich, pero contenta con la situación. Gaby sonrió y me miró con ojos pícaros, dando a entender lo que pasaba por su mente en ese momento. Entonces tosió un poco y en la pequeña sacudida provocada por el tosido movió un poco las caderas para sentir el bulto que en el pantalón de Luís comenzaba a crecer por la presión contra su culo. Mientras con las manos me toco la polla a mí. El trayecto fue breve pero de lo más agradable.
Al llegar al 4 piso, la masa de japoneses se bajó y nosotros, tras separarnos para no llamar la atención, seguimos arriba. El séptimo era el nuestro. Al seguir el ascensor, con nosotros tres solos, Luís ya no pudo evitar poner una mano sobre su pecho, sin retirar la mirada de mi para buscar mi aprobación con los ojos. Yo, afirmando con la cabeza le di permiso para disfrutar.
Al llegar al quinto, se detuvo el ascensor. Entonces Luís dijo, "esta es mi planta, si quieren les invito a mi suite a tomar una copa". Nosotros nos miramos y luego afirmamos con la cabeza a la vez, diciendo "Vale, gracias. Aceptamos la invitación".
Al entrar a la suite nos sorprendió el tamaño de la misma, era como 5 veces la nuestra. Incluso contaba con una sala la cual tenía un gran sofá, dos sillones y una barra de bar. Luís se dirigió al bar y nosotros a los sillones a sentarnos.
Yo me senté en uno de los sillones y Gaby se sentó de lado en el otro, poniendo una de las piernas sobre el brazo del mismo, de esta manera el vestido se subió un poco hacia arriba, mostrando claramente su tanga y quedando totalmente abierta hacia la zona del bar donde Luís estaba poniendo las bebidas.
Luís miraba con morbo hacia las piernas de Gaby mientras preparaba las bebidas. Luís nos puso un par de gin-tonic y nos los acercó. Me dio uno a mi y luego al ir a darle el otro a Gaby, premeditadamente, derramo un poquito sobre el escote, y dijo.
L: Uy, lo siento, te cayó un poco en el escote
G: Ummm, muy mal, ¿y quién me limpia esto ahora?