La noticia del embarazo de mi prima precisamente con mi ex, me cayó como un balde de agua fría, solo quería desquitarme, pero no sabía cómo. Me encerré en mi habitación a meditar las cosas una y otra vez, ni siquiera me había fijado de la hora que era; las 3:30 a.m. Mi vecino no había pasado a visitarme como acostumbraba antes de mi viaje, seguramente no sabía que había regresado y eso me molestó aún más.
En el estado en el que estaba, honestamente, no pensaba muy bien y tengan en cuenta que había pasado 4 meses solo en compañía de mis dedos…
Así que cogí las llaves de Antonio, me desnudé, me puse uno de sus boxers, me puse una bata y me dirigí a la casa de mi vecino favorito. Al entrar hice más ruido del que hubiera querido. Cuando cerré la puerta tras de mí, él ya venía saliendo como loco de su habitación, abanicando un bate, encendió la luz justo cuando me estaba quitando la bata.
-¿Pe… ro?… ¿Vecinita? -Dijo atónito, no se lo podía creer.
-Buenas noches vecino, espero no incomodar. Llegué hace poco y me quedé esperando tú visita nocturna… -Le comenté mientras me quitaba su ropa interior y la usaba para acariciarme las tetas.
-Nunca incomodarías, pero de qué visitas hablas, no sé.
-Ay Antonio, claro que sí sabes de qué hablo -Le interrumpí- Pero te voy a ayudar a hacer memoria de todos modos, desde que me mudé has entrado a mi departamento, me has manoseado, te has masturbado, me has penetrado y te has venido varias veces, así que pensé que este era mi turno para manosearte, masturbarme y venirme -Dije mientras iba a su sofá, me abría de piernas y metía poco a poco buena parte de su bóxer en mi vagina y así masturbarme delante de su mirada incrédula.
Sin decir una palabra fue hasta donde yo estaba, saco su ropa interior, la olió y metió tres de sus gruesos dedos sin preguntar, estaba tan mojada que entraron sin problema, empecé a gemir como si eso fuera lo mejor del mundo, estoy segura que todo el edificio me escuchó, pero no me importó, estaba gimiendo por todas esas veces que no pude por seguir con el juego.
-¿Así que todo el tiempo lo supiste, eh puta? ¿Te gusta que te use para mí placer?
-Sí, me encanta, cada vez que te ibas me masturbaba como loca.
-Que rico, saber eso. Y ¿cómo es que tienes mi ropa interior?
-Tú tienes la mía, no me pareció justo que yo no tuviera nada tuyo.
-Espera un momento aquí, no te toques o te arrepentirás…
Esa actitud de dominante que había adoptado me calentaba a más no poder, así que me quedé como me dejó; con las piernas bien abiertas y chorreando de excitación en su sofá.
-Que bien, me gustan las chicas obedientes. Toma, póntelo. -Tendió la mano entregándome una de las tangas que se habían "perdido", se sentía acartonada, la examine un momento y me la puse.
-Como te diste cuenta me he venido muchas veces en ella, pensando en romper ese culito que tienes, en metértela hasta el fondo de tu húmedo coñito, en tenerla en esa boca y en medio de ese par de tetas deliciosas… -me dijo. Ya se podía ver su excitación, en dónde rosaba su cabeza con el pants que usaba para dormir estaba húmedo, no me pude contener y me lance por él. Pero me paró.
-Quieta, primero yo. De rodillas en el sofá.
No sé ni porque, pero obedecí. Me puse de rodillas dándole la espalda y abriendo bien las piernas. Él por un muy largo rato solo se quedó viendo y raramente eso me excitaba mucho más. Cómo para aliviar un poco mi calentura, moví un poco las caderas casi que inconscientemente, a lo que él respondió con una pequeña risa.
-Calma -dijo mientras llevaba sus manos a mi culo y abría los cachetes. Lamió mi oreja, empezó a bajar, mordiéndome el cuello, pasando su lengua por mi espalda, todo esto mientras seguía abriendo y cerrando, masajeando mi culo y yo casi no podía pensar, solo atinaba a gemir y dejarme hacer.
Por fin su boca llegó a mi ano, corrió la tanga. Empiné un poco más el culo para darle mejor acceso.
-Que colaborativa -dijo dándome un par de nalgadas- Que culito tan rico -y volvió a lo suyo: Su lengua en mi ano y sus dedos en mi vagina, algunas veces alternaba, me estaba volviendo loca de placer. Antes de que pudiera venirme paró.
Se sentó en el sofá y me invitó a sentarme encima de él. Lo hice casi que por instinto antes de que me lo pidiera. Empecé a moverme encima de su verga aún dentro de sus pants. Inmovilizó mi cabeza con sus enormes manos y me besó como nadie nunca lo había hecho, después sus manos pasaron a mis tetas aun besándome, las apretaba tan fuerte, me encantaba como lo hacía, tanto que al cabo de un momento más de restregarme contra esa dura verga me vine.
-Uuff que rico orgasmo tuviste, ven conmigo -me llevó a su habitación y me puso de rodillas en el piso.- Mira como me dejaste -además de su gran erección, su pants estaba totalmente empapado en la entrepierna.-Límpialo -no lo pensé, solo lo hice.
Lamí todo lo que estaba húmedo, podía sentir mi sabor combinado con el de él. Me calentó tanto que dejé al descubierto ese hermoso pene y me lo metí en la boca todo lo que pude.
-¡Chica mala! -Se retiró un poco y me dio una cachetada, contrario a lo que yo hubiera pensado antes de esa noche, no me disgustó para nada, al contrario, me gustó de una forma nueva.
-¿Cómo se dice?
Solo atiné a decir…
-¿Por… favor?
-Que bien, aprendes rápido -Ahora fue el quien me lo metió en la boca.
Al cabo de un rato me hizo ponerme de pie y me tiró a la cama, boca arriba me penetró, solo se escuchaban mis gemidos, sus jadeos y el sonido de nuestra humedad…
-Mmmmm me vengo
-Quiero tu rica leche en la boca, la quiero probar, por favor.
En un momento allí estaba yo, nuevamente de rodillas en el piso, ahora masturbándome y con la boca abierta. Por fin se vino y luego lo hice yo, cuando me trague su espeso semen.
-Quiero que te quedes esta noche, y quiero que me despiertes con la boca… En la verga.
Definitivamente, Antonio es mi vecino favorito.