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Antonio, mi vecino favorito (II)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Como les contaba: Ese domingo después de ir a hacer las compras y hablar un poco con mi vecino favorito, me preparé una rica comida, vi un poco de televisión e hice zumba porque me encanta bailar, cuando tenía algo más de dos horas en eso, tocaron la puerta. Para mi dicha era Antonio, él se quedó unos segundos largos, sin decir nada, solo mirándome con su sonrisita de autosuficiencia. Me imagino que tenerme en frente con mi short, mi brasier deportivo, transpirada y respirando agitadamente fue una buena vista para él.

-Lindos piercings -me dijo, hablo en plural pero el único que estaba visible era el de mi ombligo, los de mis pezones no se veían pero si se notaban y él los notaba demasiado, no les quitaba la vista de encima.

-Gracias, ¿Cómo estás? ¿En qué te puedo ayudar?

-¡Muy bien! Estaba pensando que tener una llave de repuesto donde un vecino era muy buena ida, así que pienso seguir tu ejemplo y ¿quién más perfecto para guardar mis llaves que tú?, si no te molesta -todo esto me lo dijo sin mirarme ni una sola vez a la cara, tenía tantas ganas de cruzar los brazos sobre mis pecho y, en la misma medida tenía tantas ganas de quitarme el sujetador, que tuve que hacer varias respiraciones profundas.

-Claro, por supuesto no es ninguna molestia, lo haré con mucho gusto- mientras guardaba las llaves me dice: -Así que hacías ejercicio, espero no haber interrumpido tu rutina.

-No te preocupes, ya estaba por acabar cuando llegaste, es más, me pasé del tiempo que generalmente dura mi rutina.

-Y ¿qué harás ahora? La noche aún es joven- pregunto sonriendo.

-Tomare una ducha muy larga y me iré a dormir; mañana tengo que ir especialmente temprano al trabajo -cuando escucho la palabra dormir se ensanchó su sonrisa.

-Entonces te dejo para que descanses- se acercó a mi, me tomo de la cintura y me dio un beso en la comisura de los labio, acerco su boca a mi oído y lo escuché decir "Hasta luego".

Solo atine a decir "Chao" como si tuviera 13 años y ninguna experiencia con hombres.

Me fui al baño, y al parecer su baño y el mío estaban uno junto al otro, pude escuchar claramente como corría el agua en su baño. Así que tuve la idea de darle un show auditivo, me recosté en la bañera vacía y empecé a tocarme, empecé a gemir como si fuera la masturbada más genial del mundo, al cabo de poco tiempo, escuché que ya no caía el agua del otro lado, quise pensar que él estaba allí, al pendiente de cada ruido que yo hiciera, con su oído pegado a la pared y las manos en su verga dura, recordando todo lo que vio e hizo anoche. Con esos pensamientos llegue al clímax y me quedé totalmente en silencio, me pareció escuchar un gemido del otro lado y luego el volvió correr el agua, al cabo de un rato hice lo mismo que mi vecino favorito, me di una ducha reparadora y me fui a acostar. Claro, ya se imaginarán que lo hice totalmente desnuda esperando la visita de Antonio.

Me desperté un poco sobresaltada cuando Antonio intentó quitar las sábanas que me abrigaban, si, me había quedado en serio dormida, gracias a Dios a al diablo, tenía el brazo sobre mi cara (a veces duermo de formas extrañas), así que solo hice como que me acomode un poco y aproveche para hacer que el brazo me cubriera más la cara y dejar las piernas más abiertas, quería ayudar a mi vecino.

Él espero un poco y quito las cobijas, solo se quedó allí un rato, sin hacer nada, contemplando la parte frontal de mi cuerpo, luego tomo mi mano libre y la llevo a su deliciosa polla, estaba caliente y muy dura, tuve que contenerme para no apretar la y mover mi mano de arriba abajo por toda su longitud. Delicadamente puso mi brazo hacia mi cabeza y se acercó a mi torso, se sintió exquisito cuando la cabeza de su verga, hinchada y húmeda empezó a jugar con mi pezón y el piercing que lo atravesaba, mientras una mano apretaba muy despacio mi otra teta, así estuvo mucho tiempo, agradecí inmensamente tener el brazo al alcance de mi boca impidiendo me que gritara de gusto.

Antonio fue bajando por mi cuerpo con su verga jugando con mi piel, se detuvo en el ombligo, al parecer si le gustaban mucho mis piercings, paro y abrió mis piernas un poco más, se puso en medio y metió la nariz en toda mi raja, olfateo, abrió los labios y respiró profundo. Puso su boca de lleno en mi vagina, me estaba comiendo tan rico que no pude evitar moverme un poco, paro de inmediato, así estuvo un rato, después subió y puso su cara entre mis tetas disfrutando de ellas, las lamió una a una, se apodero de ellas como si fuera su dueño y entonces, eyaculo en mi vientre, agradecí a todas las deidades el que se hubiera venido, porque si hubiera seguido así habría tenido que meterme esa verga entera, si o si, y nuestro juego se hubiera acabado ahí.

Escuche como caminaba por la habitación, salió por unos minutos y volvió a entrar, me limpió y se fue.

Pase mis manos por donde había derramado su leche, para mi dicha aún quedaba un poco el ombligo, lo limpié todo lo que pude con mi dedo y lo lamí como si fuera el manjar más rico de la tierra mientras me masturbaba pensando en sus caricias, en su verga en mi mano, en su boca en mi concha.

Regresando del trabajo me lo encontré en el pasillo, me dijo que iría a hacer algunas compras, que si necesitaba algo el con mucho gusto me hacía el favor… de comprarlo sin ningún problema. Le dije que era muy amable pero que el día anterior había comprado todo lo que necesitaba.

Entre a mi departamento, arreglé un poco, me puse cómoda y fui a poner la ropa a lavar, me di cuenta que la tanga que había usado el día anterior no estaba, la busque en todos lados y no la encontré. Recordé la noche anterior, eso fue lo que busco Antonio… Pensé que no era justo que él tuviera 2 prendas íntimas mías y yo ninguna de él, así que fui a buscar sus llaves…

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