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Antes de la ducha
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Le meto la mano entre los botones de la blusa, la carne de sus tetas me recibe caliente. Busco con avidez el pezón rugoso. En seguida se crece erecto, duro. Se desabotona la blusa y sus senos saltan al aire de la mañana. Los sobo con ambas manos, los contengo, los aprieto, giro alternativamente ambos pezones. Llevo mi boca a los pechos y los beso. Lamo los bultos tiesos endurecidos por el deseo. Ella gime y sus labios se mojan con saliva. Veo su lengua. La tomo con mis dientes y bebo su saliva. Ella me saca la polla y la frota.

Se me pone tiesa, deseosa de descargar. Ella se tumba en el sofá y llevo mi órgano caliente entre sus tetas. Ella la masajea. Yo empujo, subo, bajo en el canal de ella, entre sus turgencias. Tengo unas ganas locas de correrme en sus tetas, ver mi leche brotar entre sus pezones, untárselos de mi semen. Me excita esa idea. Ella se aplica haciéndome una paja, conoce los puntos exactos en los cuales el fuego recorre la carne tubular. Al final me corro brutalmente, con un aullido y entre jadeos.

Mi leche salpica su frente, sus cabellos y le llena los senos. Yo le froto con mi leche las tetas y la conduzco a mi tranca nuevamente. Los dos estamos muy excitados; ella aún más. Recoge con los dedos el semen de su rostro y de la pija. Pienso que también le gustaría hacer lo mismo en su culo, en su espalda: que me corriese en las nalgas delicadas y frotase con mi leche caliente su carne, su ojete, su coño, para que lo recolectase y ponerlo en sus labios.

Sigue tumba, se quita las bragas. Su felpudo oscuro y poblado tiene en los lados de la entrada de la vulva un flujo blanquecino. Está a punto para ser penetrada. Lo desea. Se abre el coño con los dedos y se frota el clítoris. Me agachó y sigo yo. Le como todo el conejito peludo, meto mi lengua y lo saboreo. Voy al clítoris y lo llamo delicadamente. Gime y jadea como si cabalgase. Aprieto el botoncito entre los labios, a la vez que la penetro con dos dedos. Su chocho está meloso por los fluidos que empapan sus paredes.

Hago girar los dedos y empujo hasta que mis nudillos quedan clavados entre los labios vaginales. Entro y salgo rítmicamente, mientras le como el clítoris. Un aullido y trota sobre mi boca su chochito orgásmico. Agarra mis cabellos y gime casi llorando de placer. Sacó mis dedos chorreando de flujo y los llevo a su boca, que recoge el elixir del gozo absoluto. Me abraza con un beso inmenso. Le beso los pezones y nos levantamos para ir a la ducha juntos.

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