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Aniversario en un bar
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hola somos una pareja joven de 30 años.

Ese día nos fumamos un porro, mi esposo y yo queríamos celebrar nuestro aniversario, un poco de música, algunas cervezas frías y mucha afinidad.

Llevaba una falda con medias negras y liguero, el toque sutil de las braguitas de seda blancas, me gusta que se marque los labios de mi vagina, cubriendo solo una pequeña parte de ella. Si alzabas la falda se dejaba ver el tatuaje que llevaba con orgullo en mi entrepierna, una blusa transparente donde se podían ver los pezones, son gruesos y grandes, con el frío más, mis tatuajes, mi torso, espalda, en medio de mis tetas estaban unos lunares que a mi esposo le enloquecían. Cabello suelto y nada de maquillaje, así me veía esa noche.

Él se reía, jugaba con mi boca, me tomaba fotos, un jean ajustado y camiseta azul, una candonga en su oreja, tatuajes y brazos marcados, su pene sobresalía entre su bóxer y su pantalón, pura poesía.

Caminamos en búsqueda de un bar, donde pudiéramos hablar, reír, o jugar…

Llegamos a "Marco Polo" un barcito de buena música, con un balcón medio oscuro, donde puedes ver la ciudad, ahí solo hay dos mesas y unas cuantas sillas, unas velas y un olor a sudor que te excita.

Sonaba una de reggaetón cuando entramos, eran las 9 de la noche y hacía frío en las calles, soplaba el viento y el hielo se metía entre mi falda y las medias, un roce con mi pecho y mis pezones se ponían firmes, mi boca temblaba y mi cabello se alocaba un poco.

El, me tomaba de la mano, están calientes como su pene, lo sabía por su mirada, es sutil, sensual, fría, penetrante, así mira cuando tiene ganas de follar, y ese día, lo quería, deseaba mi cuerpo, me lo había dicho mientras me vestía, y con sus ojos recorría cada pliegue, lunar, curva, como si estuviera haciendo fotografías mentales.

Reíamos por todo, los placenteros efectos del porro, nos hicimos en el balcón, en la mesa de la esquina, la más alejada de todo, perfecta para nuestra celebración, silenciosa, con vista a la ciudad, oscura, romántica, sencilla, como nosotros y nuestras ganas de tocarnos.

Pedimos un par de cervezas frías y brindamos apoyando la jarra en la mesa, para que no falte el sexo.

Sentía cosquillas en mi vagina, quería sus dedos, su lengua sobre mí, me sentía excitada… otro delicioso efecto del porro y de mi perfecta compañía.

Me acerqué un poco a él, rocé su pierna con mi mano, subí un poco su camiseta, metí mi mano para tocar su espalda, lo arañé despacio y lo besé, duramos segundos, hasta que su lengua cambio el ritmo, me lamió y se deslizó al cuello, me beso tan suavemente que sentía sus latidos dentro de mí.

Metió su mano entre mis piernas, sus dedos fríos buscaban afanadamente bajar las medias y encontrar las bragas… suspiraba, gemía en silencio, le ayudé un poco sentándome en la mesa para que tuviera más libertad, mis medias llegaron hasta las rodillas, sus dedos hasta el fondo de mi vagina. Me miraba, ansioso, alegre, morboso, era el rincón perfecto.

Mirábamos alrededor para percatamos que no había mucha gente… pero igual así nos gustaba sentíamos las cosquillas en el pecho de adrenalina pues nunca habíamos hecho algo así…

Me senté más cerca, abrí las piernas, baje el cierre de a poco y empecé a sobar muy suavemente, ya estaba muy duro y yo me empezaba a mojar de a poco después de 3 o 4 cervezas más uno o dos porros ya estábamos para la acción.

Me llevó a un lado de la mesa cerca de los baños no había modo que nos vieran ahí.

Nos pusimos de pie, me agarró del pelo, sutil tirón hacia atrás, su otra mano en mi cuello, me ahogaba, me encantaba, mis manos agarraban su pene, me dio la vuelta, mis nalgas frías rozaban su entrepierna, me tiro hacia adelante, y le dije que quería un poco por detrás… aunque ya la habíamos hecho por este lado varias veces ese día quería mucho que me diera, mi ano estaba ya palpitando y me metió sus e los dedos con un poco de saliva… me dolió al principio luego entre todo en mi cabeza y la adrenalina solo seguimos, me metió su pene y me daba duro, lo escucha gemir, llamarme puta, se le despertó el lado guarro y yo más me enloquecía… yo le decía: mas, mas, me convertí en un perra en ese momento le decía… duro duro… se vino, chorreo todo mi culo, mis bragas, su pantalón, me temblaban las piernas.

No quería parar, no podía aguantar más, estaba feliz.

Feliz aniversario amor mío. Fue muy bonito y con un poco de adrenalina…

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